lunes, 14 de junio de 2010

Oración ante el crucifijo - El Padre nuestro - San Francisco de Asís


Alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón.
Y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta,
sensatez y conocimiento, Señor,
para que haga tu santo y veraz mandamiento. Amén.

Parafraseado del Padre Nuestro

Oh, santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro.
Que estás en el cielo: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para que te conozcan, porque tú, Señor, eres la luz; inflamándolos para que te amen, porque tú, Señor, eres amor; habitando en ellos y llenándolos hasta la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres el bien sumo, eterno, de quien procede todo bien, sin el cual no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre: Sea claro en nosotros tu conocimiento, para que conozcamos la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de tu majestad y la profundidad de tus juicios.
Venga tu reino: para que reines en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde tu visión es manifiesta, tu amor, perfecto, tu compañía, dichosa, el gozar de ti, eterno.
Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo a ti todas nuestras intenciones, buscando honrarte en todo y, con todas nuestras fuerzas, dedicando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo en someternos a tu amor, y no a otra cosa; y amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos a tu amor, según nuestras fuerzas, , gozando del bien ajeno como del nuestro y sufriendo por sus males, sin ofender a ninguno.
Nuestro pan de cada día: tu amado Hijo , nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy: como recuerdo y entendimiento y reverencia del amor que nos tuvo, y de aquello que dijo, hizo y soportó por nosotros.
Y perdona nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por la fuerza de la pasión de tu Hijo amado y por los méritos e intercesión de la bienaventurada Virgen y de todos tus elegidos.
Como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz, Señor, que plenamente lo perdonemos, de manera que amemos sinceramente, por ti, a los enemigos, e intercedamos devotamente por ellos ante ti, sin devolver a nadie mal por mal y buscando en ti de favorecerlos en todo.
Y no nos dejes caer en tentación: oculta o manifiesta, repentina o habitual.
Mas líbranos del mal: pasado, presente y futuro.
Gloria al Padre etc.

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