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jueves, 14 de marzo de 2013

"Una entrega generosa y alegre a todos" - SS Francisco I, Papa

"La vida sencilla de Ceferino está marcada por un cotidiano vivir con un gran amor a la familia y a la tierra, con una entrega generosa y alegre a todos, con un espíritu de reconciliación y comunión, en un amor preferencial por los más sufrido. Que el ejemplo de Ceferino nos anime a servir a nuestro pueblo y no a querer ser servidos por el pueblo""

SS Francisco I, Papa

Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge  Mario Bergoglio, misa por Ceferino Namuncurá en la parroquia San Carlos Borromeo, del barrio porteño de Almagro, 18/11/2007

martes, 8 de enero de 2013

"¡Oh, quiera el Corazón Sacratísimo de Jesús y la Materna Bondad de la Purísima Concepción Inmaculada, bendecirme y tomarme bajo sus mantos seguros" - Beato Ceferino Namuncurá

 "¡Oh, quiera el Corazón Sacratísimo de Jesús y la Materna Bondad de la Purísima Concepción Inmaculada, bendecirme y tomarme bajo sus mantos seguros; ayudándome en mis estudios; dándome la Salud, Santidad, Sabiduría que me son indispensables para seguir con buen éxito mis atrasados estudios!

¡Oh, tengo verdaderamente una santa envidia a mis seis antiguos condiscípulos que este año jubilar de la Inmaculada, ofrecerán a tan buena Madre Celestial una brillante corona; consagrándose totalmente a su divino Hijo Jesús; revistiéndose con la vestidura del Divino Maestro, pasar del hombre viejo al nuevo; en fin, renunciando por completo al demonio, mundo y carne! ¡Que dichosos! ¡También ellos me debían de preceder! Pero "Fiat volutas Domini''. El Señor no se olvida de sus criaturas. Llegará el día en que yo también me enlute para siempre de una vez. Puede ser que el Señor no me veía bastante preparado: y que por mal de mis pecados haya deparado el tiempo de consagrarme por completo al Señor. S. R. no se olvidará de este su pobre hijo en la Santa Misa".

Beato Ceferino Namuncurá 

 De la carta al Rmo. Señor Pro Vicario Pbro. Don Esteban Pagliere. Roma, 20 de noviembre 1904.

viernes, 11 de mayo de 2012

"Ser útil a mi gente” - Beato Ceferino Namuncurá


“Padre, las cosas no pueden seguir así. Quiero estudiar para ser útil a mi gente”.


Beato Ceferino Namuncurá

Beato Ceferino Namuncurá - 11 de mayo


Para conocer su hagiografía clickear sobre la imagen.

sábado, 14 de enero de 2012

"Debemos rezar por ellos para que se salven" - Beato Ceferino Namuncurá


"Los pobres que están allí no saben que hay Dios,
no saben que Jesucristo derramó su sangre para salvarnos.
Yo tampoco lo sabía que había Dios,
cuando vine pues entonces
debemos rezar por ellos para que se salven".


Beato Ceferino Namuncurá

miércoles, 11 de mayo de 2011

Maduración Cristiana del Beato Ceferino Namuncurá


Desde su ingreso en el Colegio Pío IX, Ceferino demuestra un interés poco común (por no decir excepecional) por el Evangelio de Jesús que comienza a conocer poco a poco. En realidad, más que de interés, se trata de verdadero entusiasmo. Ante todo, se prepara con gran dedicación a la primera comunión y a la confirmación, hechos que lo marcan profundamente. A partir de ese momento, comienza a vivir muy intensamente la Eucaristía diaria como el encuentro más profundo y pleno con Jesús. Igualmente, se toma muy en serio la costumbre salesiana de la visita a Jesús Sacramentado. Se va forjando en él una amistad fuerte y sencilla con el Señor.
Tiene la conciencia viva de su presencia y la busca todos los días. Sin llamar la atención, sobriamente, pero con gran fidelidad.
Se toma muy en serio el Catecismo y participa también en los Certámenes catequísticos que se realizan en aquellos tiempos. En una ocasión llega a obtener el segundo lugar en uno de estos exigentes concursos.
Pero también Ceferino se siente llamado a comunicar a sus compañeros lo que él mismo va aprendiendo. Por eso, se ofrece como auxiliar catequista en un pequeño grupo de chicos que realiza su catecismo en el Oratorio del Colegio San Francisco de Sales.
Pero su apostolado es más amplio. Cuando está entre sus compañeros trata de vivir lo que va asimilando y de acercarlos a Jesús. Lo hace de manera casi espontánea. Siente que el Evangelio está para ser vivido y comunicado.
Por eso, va despertando en su corazón el deseo de servir la causa del Reino entregándose totalmente a ella. Por eso, le abre su conciencia al P. José Vespignani en la Dirección Espiritual y, con su ayuda, va haciendo el camino del discernimiento para reconocer qué es lo que Dios le está pidiendo.
Trata de superar sus defectos y de orientar todas sus energías en la vivencia del Evangelio.
Por eso, una de las grandes alegrías que tuvo el adolescente mapuche fue la gran misión que Monseñor Cagliero realizó en la tribu Namuncurá, en San Ignacio. En esa misión, Cagliero preparó personalmente al cacique quien, el 25 de marzo de 1901 realizó su primera comunión y luego su confirmación.
El mismo Cagliero después le transmitió personalmente los hermosos resultados de la misión. Y Ceferino dirá públicamente luego en un acto de homenaje al primado: “Yo también me haré salesiano y un día iré con Monseñor Cagliero a enseñar a mis hermanos el camino del cielo, como me lo enseñaron a mí”.

Padre Ricardo Noceti. sdb.

Beato Ceferino Namuncurá - 11 de mayo


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viernes, 6 de agosto de 2010

Con Ceferino construimos una patria para todos: 40ª Peregrinación


En la celebración del Bicentenario de la República Argentina (25 de mayo de 1810 -9 de julio 1816) se realizará la 40 peregrinación a Chimpay. Y este año el lema "Con Ceferino construimos una patria para todos” nos reúne de tantos lugares en torno a Ceferino Namuncurá".

En el lema que nos reúne hay una invitación:

- a construir la patria. Nuestra patria tiene una largo camino recorrido, con aciertos y desaciertos, con páginas gozosas y otras muy tristes, con mujeres y hombres que olvidándose de sí han vivido para el bien de los demás y otros en cambio que han vivido horizontes mezquinos y egoístas que han traídos muchos males. Enraizados en este pasado descubrimos que la patria debe seguir creciendo, no está terminada, hay mucho por hacer. El futuro nos desafía, queremos un país nuevo y mejor. De allí que nuestro lema nos convoca a “construir”, ser protagonistas, no dejar pasar esta hora de nuestra historia sin aportar lo nuestro. Hay más futuro que pasado, hay muchas posibilidades y metas que nos convocan. Esta es la hora de todos y cada uno.

- a construirla entre todos. La patria no es solo responsabilidad de algunos, es tarea de todos. Ciertamente con protagonismos distintos, pero todas importantes e imprescindibles. Un denominador común que debería estar en cada uno es la preocupación por el bien común. Si no desechamos los horizontes individualistas y egoístas nunca podremos construir esa patria que soñamos. En los gobernantes, en los empresarios, en los comerciantes, en los jueces, en los educadores, en los hombres y mujeres que trabajan la tierra, en las familias, en fin en todos, debe estar esta magnanimidad, este compromiso firme de buscar el bien de todos. Lejos de nosotros el vivir para sí, que el otro se arregle …..Seremos constructores de esa patria nueva si hacemos nuestros los valores de la laboriosidad, la honradez, la solidaridad, la sobriedad, el respeto por el otro, el cuidado responsable de la naturaleza …. y otros tantos valores.

- una patria para todos. La patria que queremos es una patria sin excluidos. Una patria donde todos tienen un lugar, no solo los poderosos sino también los más frágiles, débiles…. Patria donde nadie queda tirado al borde del camino, olvidado, despreciado…. En el encuentro de Obispos de Aparecida (Brasil) del año 2007 se decía que la realidad de hoy nos muestra a muchas personas que ya no son solamente "explotadas" y "oprimidas", sino que ya no se las considera de la sociedad, ya no es que están "abajo", o en "la periferia" o "sin poder", sino que se están afuera, como “sobrantes” y “desechables". Y Aparecida (Nº 65) se anima a hacer una lista –aunque sea incompleta- de estos hermanos excluidos: " Entre ellos están las comunidades indígenas y afroamericanos, que en muchas ocasiones no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres que son excluidas, en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan hambre. … también quienes dependen de las drogas, las personas con capacidades diferentes, los portadores y víctimas de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH - SIDA que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvidamos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como personas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna". La patria que queremos y debemos construir es la patria donde todos tienen un lugar, todos son incluidos.

- como Ceferino. Esta patria para todos que queremos construir tiene en Ceferino Namuncurá un guía seguro. En Ceferino encontramos muchas enseñanzas y ejemplos que deben ayudarnos. A modo de ejemplo podemos señalar:

- la patria se construye amando la familia, amor que se hace concreto aportando en el día a día (en la vida de Ceferino siempre se trasluce ese amor sincero a sus padres y hermanos),

- que en todas las etapas de nuestra vida podemos aportar algo (Ceferino siempre ayudó a su familia, lo vemos -por ejemplo- acarreando de pequeño la leña),

- que frente al sufrimiento que padecemos y/o que somos testigos siempre podemos y debemos aportar algo (Ceferino mirando a su gente que sufre no queda paralizado, aporta su trabajo, decide estudiar para ser más útil),

- que no estamos solos, siempre en el camino encontraremos alguno más que quiere un mundo más justo (Ceferino le dice a su papá Manuel Namuncurá: seguramente en Buenos Aires habrá alguien que me ayude para poder estudiar)

- que nos necesitamos unos a otros. El camino para lograr algo nunca se hace solo (si algo caracteriza a Ceferino es tender siempre una mano y necesitar también de los demás).

- que la fe en Jesús, el abrirse al Evangelio de Jesús y a su Iglesia hace más fuerte el deseo y el compromiso de construir algo nuevo, de ser útil a los demás. Y más aún: quien cree en Jesús se vuelve más comprometido con la historia, con los demás. Ser buen Cristiano va íntimamente unido a ser buen ciudadano. (basta ver en la vida de Ceferino cómo el encuentro con Jesús y su Evangelio lo llevaron a desear más aún ser útil a su gente).

- que las grande cosas se realizan en lo cotidiano, en lo pequeño realizado cada día con amor, con pasión (la vida de Ceferino no tiene nada extraordinario, sino lo de cada día hecho a pleno)


- que el camino de la mentira, del egoísmo, del “no te metás”, de la comodidad, de pactar con la injusticia no lleva a nada, sino que suma a la destrucción de la familia y de la patria (en la vida de Ceferino es todo lo contrario: quiero ayudar a mi gente, quiero aportar algo para que se termine tantas injusticias y sufrimientos)

- que desde el rencor, el odio y la venganza no se construye nada bueno (Ceferino frente a tantos atropellos e injusticias a su raza no se encierra en el odio y la tristeza, sino busca revertir la historia, descubriendo que el estudio abrirá caminos para luchar por los que es justo)

- que siempre los preferidos han de ser los que más sufren, a ellos no se puede dejar de lado ni olvidar (Ceferino ya muy enfermo olvidándose de sí se preocupa por su compañero de habitación que está sufriendo)

Conclusión: nuestro amor a Ceferino Namuncurá debe llevarnos a un compromiso concreto y cotidiano en orden a construir una patria para todos.

Tomado de: www.dbs.org.ar

martes, 11 de mayo de 2010

Oración al Beato Ceferino Namuncurá


¡oh Jesus!,
que en la arida Patagonia
hiciste brotar este lirio de pureza,
Ceferino Namuncura,
y que alimentandolo
con la santa eucaristia,
encendiste en su corazon
fulgores de santidad y apostolado,
dignate glorificarlo en la tierra
y concedeme por su intercesion
la gracia que te pido...

Padre nuestro, Ave Maria y Gloria

Beato Ceferino Namuncurá en Roma con San Pío X


Después de estar unos días en la Casa Madre de los Salesianos, en Turín, Monseñor Cagliero acompaña a Ceferino a Roma y allí lo presenta a sus nuevos superiores y compañeros.
La prensa de Génova, Turín y Roma se ocupa de Ceferino y celebra al bronceado "Príncipe de las Pampas", al hijo del famoso y temido cacique Manuel Namuncurá. El Beato Don Miguel Rúa, Rector Mayor entonces de los Salesianos, quiere a su lado a Ceferino y departe con él frecuentemente con especial interés y afecto. Pero los honores no marean al joven mapuche, invariablemente suave y parco, humilde y gentil.
El 27 de setiembre de 1904 Ceferino es llevado ante el Papa Pío X por Monseñor Cagliero y un grupo de Salesianos. Ceferino pronuncia muy emocionado un breve discurso y obsequia al Padre Santo un hermoso quillango de su tierra. El Papa contesta también con visible emoción: “Bueno, hijo mío, te doy gracias por lo bien que hablas del Vicario de Cristo. Quiera el Señor puedas poner en práctica todo lo que has dicho: convertir a tus hermanos de la Patagonia... Yo te doy, de todo corazón, mi Bendición Apostólica, extensiva a tu padre, a su familia y a toda su gente...“ Todos los presentes se preguntan: “¿Qué llegará a ser este joven?’ Concluida la audiencia, San Pío X llama a Ceferino, lo lleva a su escritorio privado, lo sienta a su lado y le obsequia una medalla reservada a los príncipes.
Queridos San Pío X y Beato Ceferino Namuncurá intercedan por nosotros ante Dios Nuestro Señor. Así sea.

Exitosa presentación del documental sobre el Beato Ceferino Namuncurá



Después del exitoso estreno del documental “Ceferino Namuncurá, el camino a la santidad”, que se presentó en el cine teatro York, de Olivos, el pasado 22 de abril y permaneció en cartelera hasta el 2 de mayo, la semana que viene se presentará en la provincia del Chaco.

El filme, del director Roberto Reppel Toubel, es de carácter histórico-testimonial y narra la vida del Beato Ceferino Namuncurá a partir del relato de sus familiares y también de especialistas, historiadores y sacerdotes, al tiempo que presenta testimonios de los protagonistas de milagros atribuidos a su intercesión, entre ellos, el de Valeria Herrera, la mujer por cuya curación milagrosa fue beatificado.

El rodaje se realizó en la Capital Federal y en las provincias de Buenos Aires, Neuquén y Río Negro, durante seis años, y se espera poder proyectar la película en todas las salas, colegios y municipios del país.

Por otra parte, según señaló a AICA Roberto Reppel Toubel, espera además poder continuar realizando nuevos documentales y películas “que den a conocer la vida y las acciones de personas que fueron significativas para nuestra querida iglesia”.

Para adquirir el DVD o solicitar mayor información: (011) 4613-3958, 4782386, edgardo.pabano@1127.com.ar, ceferino_tv@yahoo.com.ar y
www.documentalnamuncura.1127.com.ar.+

Beato Ceferino Namuncurá - 11 de mayo


Para conocer su hagiografía clickear sobre la imagen.

miércoles, 21 de abril de 2010

Perfil espiritual de Ceferino Namuncurá


Podemos preguntarnos: ¿qué es lo que hace grande a Ceferino? ¿Por qué la Iglesia ha reconocido la heroicidad de sus virtudes? ¿Cuál es su aporte a la espiritualidad cristiana?

1. “Sin mí, nada pueden hacer”, dice Jesús. En esta realidad, estuvo fuertemente anclada el alma de Ceferino, dotado de una sensibilidad religiosa típicamente mapuche, transfigurada por el Evangelio. Jesús es una presencia, podríamos decir “tangible” en su experiencia cotidiana. Porque aparece muy claro que, desde que Ceferino comienza a entender el sentido del misterio cristiano, vive, diariamente, “en la presencia de Dios”. Pero, sobre todo, vive muy intensamente la amistad con Jesucristo. Su espíritu de oración es continuo, atento, afectuoso. “Siente” la cercanía de Jesús. Vibra en el encuentro eucarístico, en la misa de todos los días, en la adoración, en las visitas frecuentes. Lo encuentra, también, como el Mediador que lo lleva al encuentro del rostro misericordioso del Padre, al abrazo del perdón en el sacramento de la Reconciliación. Tenía, además, el proverbial sentido del silencio que posee el indígena, y esa capacidad de escucha que es propia de los creyentes que han entendido por dónde pasa la obediencia de la fe.

2. Vivió pensando en los demás. Otra nota saliente que lo acompañó a lo largo de toda su vida. Desde la primera infancia, en la que se levantaba muy silenciosamente y muy temprano, para aliviar a su madre del trabajo de recoger la leña para los primeros mates, hasta su preocupación por el enfermo que compartía su habitación, en los días finales de su vida. Pero esta actitud fue permanente. Lo llevó a dejar su tribu para estudiar y poder ayudar mejor a los suyos. Estuvo como telón de fondo de su inquietud vocacional. Fue la que lo llevó a tolerar con mansedumbre tantas incomprensiones o rechazos que debió soportar. En fin, se multiplicó en miles de detalles a lo largo de toda su vida.

3. La Cruz de Cristo. La asumió siempre con sencillez y mansedumbre. No se le ahorraron dolores, pero los asumió con entereza y coraje cristiano. Sin quejas y sin reproches. Sin resentimientos ni rencores. Como el servidor sufriente a quien se refiere el Profeta Isaías. Más que de resignación podemos hablar de ofrenda y de consciente aceptación de la Voluntad del Padre. Entendió desde muy pronto, que para poder vivir a fondo el Evangelio de Jesús, había que seguirlo hasta el Calvario.

4. Misionero de su pueblo. Muy pronto también advirtió que, si realmente Jesús es el único que da sentido a la vida de los hombres, bien valía la pena entregarse sin reservas a la causa del Reino. Por eso, su afán apostólico y el deseo de que todos pudieran conocer y vivir la alegría de la fe. Por eso también el deseo de ser sacerdote para poder comunicar a los demás, especialmente a su gente, las riquezas del Evangelio.

5. En las cosas chiquitas de cada día. Ceferino no hizo efectivamente nada extraordinario. No realizó prodigios, no tuvo durante su vida gestos superheroicos. Vivió con sencillez la vida de muchos otros chicos, como uno más en su tribu. O como cualquier otro alumno de los Colegios salesianos por donde pasó. Pero precisamente supo llenar de sentido cristiano, de vigor “espiritual” los pequeños hechos de la jornada. Esto es muy importante como testimonio de que la santidad sencilla es posible. Que no necesitamos apartarnos de nuestra vida cotidiana para vivir nuestra vocación bautismal. Que allí donde estamos y en las cosas concretas que vivimos estamos invitados a la santidad.

6. La presencia de María en la vida de Ceferino. Podemos decir sin temor a equivocarnos que, desde el momento en que Ceferino conoció a la Madre de Jesús, ella se quedó para siempre en su corazón. Son incontables las oportunidades en el que habla de ella a sus compañeros, en que la menciona en sus cartas y se encomienda a su protección. En una ocasión escribió: “yo a los pies de María estaría todo el día”. En particular, su oración estaba totalmente permeada por la presencia de María. Y durante su estadía en Turín, pasa largas horas en el Santuario orando y pidiendo por sus hermanos mapuches de la Patagonia querida. Mandó varias postales del Santuario a salesianos, familias y amigos, recomendando la devoción a María Auxiliadora. Y la inicial de María lo acompaña siempre en su caligráfica firma. Pero pensamos que también María estuvo presente a la hora de vivir los valores evangélicos que ella vivió. Podríamos releer toda la vida de Ceferino precisamente a la luz del Cántico de María (Lc 1, 46-55). Realmente, el Dios que derriba de sus tronos a los poderosos y eleva a los humildes, que colma de bienes a los hambrientos y hace maravillas en los pequeños, pudo realizar en Ceferino, como en María, su designio de Salvación. Esta Palabra se cumplió plenamente en su vida.

P. Ricardo Noceti..

sábado, 14 de noviembre de 2009

Los restos del Beato Ceferino Namuncurá descansan con su familia

Los restos fueron llevados por familiares del “Lirio de las Pampas”, quienes ayer hicieron un breve paso por Chimpay, Río Negro, pueblo natal y lugar donde se realizó la beatificación el 11 de noviembre de 2007.

“A pedido del obispo, realizamos una escala de 15 minutos para que los fieles puedan despedir los restos”, dijo a la prensa Luis Namuncurá, sobrino nieto del “santo indiecito”.

La bienvenida de los restos de Ceferino Namuncurá se hizo en un contexto donde se respetó bastante la intimidad de la comunidad, no obstante la presencia de algunos medios de comunicación.

El auto que trasladaba la urna ingresó al Paraje San Ignacio donde fue recibido por más de un centenar de jinetes de la comunidad Namuncurá, quienes exteriorizaron sus sentimientos espirituales y fraternos del momento con exclamaciones propias de las rogativas mapuches. Luego la caravana partió al galope escoltando al auto, rumbo al nuevo mausoleo.

Los restos fueron colocados en San Ignacio en una capilla de madera llamada “ruca” (casa). La construcción tiene forma de “kultrüm”, que es un pequeño tambor de madera y cuero utilizado por los mapuches principalmente en sus rogativas, por lo que tiene cierta representación sagrada.

El diseño de la construcción estuvo a cargo del arquitecto y artista sacro Alejandro Santana, autor del monumental Via Christi ubicado en el cerro de la Cruz de Junín de los Andes.

La estructura es de forma circular, con una base de ocho metros de diámetro y otros 12 en su parte superior, pensado para que las personas puedan circular por el interior en sintonía con la forma tradicional de acceso a las ceremonias mapuches.

El 23 de agosto se abrió por primera vez el espacio para recibir la visita de los fieles y devotos del beato, tres días antes de un nuevo aniversario de su nacimiento, el 26 de agosto de 1886.

Tomado de: http://www.dbp.org.ar/revistaceferino/

lunes, 11 de mayo de 2009

Beato Ceferino Namuncurá - 11 de mayo


Ceferino nació el 26 de agosto de 1886 y era nieto del gran monarca de las pampas Calfucurá, famoso por haberse convertido a los 70 años en un fino diplomático que logró unificar a las tribus que llegaban hasta Chile por el oeste. Eran los tiempos de Rosas pero más adelante el general Rivas le salió al cruce con los indios del cacique Catriel lo que ocasionó su rendición.

Al morir Calfucurá en 1873 fue elegido cacique por un parlamento indígena Manuel Namuncurá, hasta que la Campaña del Desierto marcó lo que se llamó “ocaso del imperio mapuche”. La rendición de Namuncurá se hizo a cambio de que el gobierno le concediera el grado de coronel del ejército y tierras en Chimpay.

Allí vio la luz su hijo Ceferino, fruto de su relación con la cautiva chilena Rosario Burgos.
Durante una infancia sin mayores alternativas transcurrida entre Chimpay y San Ignacio en Neuquén aprendió las costumbres de los suyos, pero sobre todo adquirió un gran amor a su raza.

Tenía 11 años cuando fue llevado a Buenos Aires por su padre. Sus historiadores recogen un diálogo que el niño tuvo con Manuel: “Papá ¿por qué no me lleva a Buenos Aires para estudiar? Entre tantos hombres como hay allá ojalá encuentre alguno de buen corazón para que me proteja y así pueda estudiar y ser algún día útil a mi raza”.

Después de haber ingresado a un colegio en Tigre y dadas las dificultades que tuvo al no conocer el idioma, Namuncurá recurrió al ex presidente Luis Sáenz Peña quien lo recomendó al colegio salesiano Pío IX, en el barrio porteño de Almagro, donde fue recibido por el padre Juan Cagliero el 20 de setiembre de 1897, en el mismo tiempo en que era alumno de ese colegio nada menos que un joven que llegaría a ser Carlos Gardel.

Allí se despertó la vocación sacerdotal que siempre estuvo ligada a un amor muy grande por los suyos, a los que deseaba evangelizar ya que intuía aquello que es regla de oro de toda actividad pastoral: lograr que los evangelizadores no sean de afuera sino de adentro mismo del lugar que se quiere evangelizar.

Fue así como, y ya sintiendo los primeros síntomas de una enfermedad terminal, monseñor Cagliero lo llevó a Viedma para iniciar sus estudios sacerdotales.

Al comprobar las cualidades personales y las posibilidades de convertirlo en un excelente ministro del Señor se decidió enviarlo a Roma y a la vez ponerlo en manos de especialistas que curasen el incipiente mal.

Llegó a Italia y quedó impresionado por la grandeza de las ciudades y por la recepción que se le hizo en Turín como “hijo del Cacique Namuncurá”. Fue un acontecimiento del que se hizo eco también la prensa.

En todo momento despertó la admiración de los que lo conocían por sus modales y por su prestancia, su dominio de la lengua italiana que había aprendido de los salesianos. Hasta la princesa María Leticia de Saboya Bonaparte expresó elogiosos conceptos sobre el indiecito.

En setiembre de 1904 fue recibido por el Papa Pío X a quien dirigió un pequeño discurso, pronunciado con dificultad por la emoción que lo inundaba.

Ceferino entregó al Papa una piel de guanaco y el Papa le regaló una moneda de plata. Sin duda, era toda una promesa que Pío X apreció al punto de que meses después ante el avance de su enfermedad dispuso que su propio médico personal lo asistiese.

El sueño de Ceferino se iba haciendo cada día más lejano y vislumbrando su fin escribió numerosas cartas a sus familiares y amigos que tenían todo el sabor de las despedidas.

La fama de su santidad se fue extendiendo y en 1924 sus restos fueron traídos y depositados en Fortín Mercedes en un lugar que es como la reconstrucción de un viejo puesto de frontera, sede desde entonces de peregrinaciones permanentes que hacen de ese lugar una reproducción viva de las bienaventuranzas.

Pocos como él han logrado el reconocimiento del pueblo, más allá de todas las objeciones de quienes solo miden a las personas con los criterios del mercado y no comprenden que Dios nos habla a través de instrumentos muy sencillos, porque “el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.

De entre los innumerables testimonios que podríamos recordar sobre la figura de Ceferino Namuncurá nos limitaremos a reproducir lo que el gran novelista Manuel Gálvez deja al terminar su libro “El santito de la toldería”, más valioso aún porque fue escrito en 1946 y que tiene una impresionante actualidad: “Magnífico sería para nuestra patria la beatificación del hijo de la pampa.

San Pío X acerca del Beato Ceferino Namuncurá


"Era una bella esperanza para las misiones de la Patagonia pero ahora será su más válido protector”.

San Pío X

A propósito de dos beatificaciones - Por Mario Caponnetto


Con motivo de un nuevo 11 de mayo en el que conmemoramos la entrada a la Patria Celestial del Beato Ceferino Namuncurá, Congregación Obispo Alois Hudal cree oportuno volver a publicar esta nota escrita por Mario Caponnetto el miércoles 14 de noviembre de 2007.

Parece obvio; y lo es. Pero en estos tiempos de confusión es necesario decir lo obvio: la beatificación o canonización de uno o más hijos de la Iglesia son acontecimientos esencialmente religiosos que trasuntan una realidad sobrenatural, a saber, el prodigo de la gracia de Dios que esplende en sus criaturas, el don de Dios que se derrama, a raudales, en el Cuerpo Místico de la Iglesia, en la comunión de los santos.
Esto es lo esencial. Y es lo que se ha de tener presente cada vez que se analiza el acontecimiento extraordinario de una beatificación. Lo que no quiere decir que cada beatificación, o canonización, no venga, además, unida a determinadas situaciones históricas, políticas, sociales, culturales, situaciones que es plenamente lícito y necesario tener también en cuenta a la hora de examinar los hechos; mas a condición de que se tenga muy en claro que todo ello es adventicio y no hace a lo esencial. Si se pierde de vista la adecuada proporción y relación entre lo esencial y lo adventicio se corren, seguramente, serios riesgos de distorsionar los hechos o, al menos, de no entenderlos en plenitud. Desechar por completo lo adventicio es caer en un sobrenaturalismo inoperante. Desechar lo esencial es incurrir es un temporalismo devastador. La virtud, como siempre, está en el medio.
Cada vez que la Iglesia beatifica o canoniza a algunos de sus hijos, el mundo -dominado por el padre de la mentira- no ve sino lo adventicio; y siempre con mala fe, tergiversando, por regla general, los hechos e interpretándolos según criterios ideológicos a la zaga de las novedades de turno. Esto no debe sorprendernos. Pero ocurre que también, y esto es cada vez más frecuente por desgracia, dentro de la misma Iglesia se oyen voces (o sospechosos silencios) que hacen como eco a las mentiras del mundo o se rinden a sus criterios. Aquí vale lo de la Escritura: Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos (Isaías, 55, 8).
En las últimas dos semanas hemos asistido a dos beatificaciones muy cercanas y caras a nosotros. El domingo 28 de octubre, en Roma, fueron inscriptos en el catálogo de los beatos, 498 mártires asesinados, por odio a la fe, durante la ominosa Segunda República Española en el marco de la más sangrienta persecución religiosa de la que haya memoria en el siglo XX y en la historia toda de la Iglesia. Quince días después, en nuestra lejana Patagonia, ascendía a los altares, el Beato Ceferino Namuncurá, un compatriota nuestro, una figura entrañablemente viva en el alma de nuestro pueblo sencillo y fiel.
A nadie escapa que ambas beatificaciones, aparte de lo esencial, desde luego, vienen acompañadas de ciertas cuestiones adventicias que, en el particular contexto del mundo contemporáneo y de la Iglesia (más propiamente de ciertos sectores eclesiales), se han vuelto “polémicas” como se dice ahora. La mirada mundana y su correspondiente acompañamiento eclesiástico han tenido, así, la oportunidad de expresarse. Lo que corresponde al mundo no nos interesa. Sí, en cambio, nos interesa destacar algunas actitudes de aquellos predichos “sectores” de la Iglesia que le hacen eco.
Si nos atenemos a la primera de las beatificaciones lo que ha llamado la atención es el silencio, casi unánime, respecto de lo adventicio; en cambio, se ha subrayado lo esencial -lo cual es bueno por supuesto y corresponde- pero con una impostación que suena más bien a imperiosa necesidad de disimulo. Resulta que aquellos beatos mártires no se sabe bien quien los asesinó, ni en qué contexto preciso. Se habló, sí, de persecución religiosa en España, mas de un modo tan difuso, tan sin contornos que no se ha dicho, por ejemplo, que aquellos crímenes fueron cometidos por el comunismo ateo, enseñoreado por aquel entonces en la Península, régimen ominoso y criminal del que España pudo librarse gracias a la intersección de sus mártires y al heroísmo de sus soldados. Es adventicio, sí. ¿Pero no hubiera sido oportuno decirlo, justamente hoy, cuando asistimos a una nueva opresión comunista en España, a una renovada persecución de la Iglesia, incruenta, por ahora, pero no menos furiosa y cruel? ¿Qué se teme? ¿Beatificar a Franco? Es que no se trata de ello. Pero alguna gratitud, algún reconocimiento a aquel hombre al que tanto deben España y la Iglesia, quizás hubieran sido oportunos. En cambio, el silencio. No es políticamente correcto decir que Franco fue católico y reconocer que su régimen -sin perjuicio de sus errores y de sus sombras- fue modelo de una política verdaderamente cristiana. Echar loas e inciensos a la democracia abortista y contra natura, eso sí parece “civilizado” y “adecuado” a los tiempos que corren.
Vayamos, ahora, a nuestro Ceferino. Lo adventicio, su condición de hijo “de los pueblos originarios”, según la perífrasis al uso, se ha exaltado hasta el paroxismo y el absurdo. Hay que quedar bien con la ola indigenista. Entonces los Obispos deslizan, por allí, que su beatificación significa, entre otras cosas, “encuentro y aceptación de otra cultura y religiosidad”. ¿Qué religiosidad es la que se acepta? ¿Los cultos paganos precolombinos? ¿O la religiosidad popular criolla expresión de la admirable inculturación del Evangelio que llevaron adelante aquellos santos y abnegados hijos de Don Bosco en nuestra inmensa Patagonia? No lo sabemos. La ambigüedad, muy episcopal, puede leerse como un guiño al indigenismo. O no. De todos modos, nadie aclarará nada. E cosí via…
Pero esto no es lo peor. En el sitio web de Ceferino, hallamos una curiosa “carta” del nuevo Beato dirigida a los jóvenes argentinos. Es una pieza en la que no falta ninguno de los tics del indigenismo “políticamente correcto” ni de las boberías de la evanescente “espiritualidad” progresista. Una verdadera ofensa a Ceferino (algunas de cuyas cartas auténticas se incluyen en el mismo sitio y son muy bellas y revelan la pureza y la piedad de aquel santo joven que siempre se manifiesta en ellas católico y argentino). Veamos algunos pasajes de tan insólita “carta”. Así comienza: “Aunque sé que muchos han escuchado hablar de mí quiero presentarme y estrechar la mano de cada uno de los que lean estas líneas. Soy Ceferino Namuncurá, hijo de los mapuches Don Manuel y Rosario Burgos, nacido en Chimpay, a la vera del Currú Leufú (Río Negro), como se dice en nuestra lengua originaria”. Primera mentira. Doña Rosario Burgos no era mapuche sino una cristiana blanca cautiva. Es que, como lo ha recordado un Arzobispo, el “indiecito” no era indio ¡sino mestizo! Este dato ha sido cuidadosamente ocultado. Claro, ¡es que los indigenistas se quedan sin libreto! Aparte no faltaría alguno que, por ganas de incordiar nada más, preguntara ¿y los derechos humanos de Doña Rosario hecha cautiva y sometida a las condiciones de vida infrahumanas que llevaban aquellas mujeres en las tolderías? Y si los indios eran tan inmaculadamente concebidos sin pecado original ¿por qué hacían cautivas a las blancas?
Veamos más de la “carta”. Después de hablar de sus orígenes y de su bautismo, “Ceferino” escribe: “Eran tiempos difíciles. Veníamos de haber perdido todo, después de años de luchas sangrientas y encarnizadas. Vivíamos en la miseria más dura, sin hospital ni escuela, ni ley que nos ampare. A merced de comerciantes tramposos y soldados violentos”. Lejos de nuestro ánimo reivindicar a Roca, masón insigne, promotor del laicismo y perseguidor de la Iglesia. Pero ¿no suena esto demasiado a folletín del tipo La Patagonia rebelde?
Nobleza obliga. En la “carta” “Ceferino” habla de su encuentro con Cristo; y no lo hace del todo mal salvo las concesiones a la bobería progresista ya apuntadas. Pero ¿era necesaria esta impostación indigenista, radicalmente falsa, que sólo buscar quedar bien con un indigenismo que, por más esfuerzos que se hagan, permanece impenitentemente anticatólico porque es hijo del marxismo?
Lamentamos tener que escribir en estos términos a propósito de estas dos beatificaciones que nos llenan el alma de alegría y de esperanza. Pero es el mundo que tenemos, la Patria que tenemos y la Iglesia que tenemos. Que los Beatos Mártires de España y el glorioso Ceferino intercedan por los tres.
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