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lunes, 7 de noviembre de 2011

Teorías de la Conspiración - Monseñor Richard Williamson




Número CCXXV (225). 5 de noviembre 2011



Después del reciente “Comentario Eleison” sobre el deicidio (EC 222), algunos lectores podrían esperar que el “Comentario Eleison” haga a menudo mención del papel que juegan los Judíos en los asuntos del mundo, pero corren el riesgo de desilusionarse. En 225 números que ya fueron publicados, no creo que los Judíos hayan sido mencionados como tales en mucho mas de media docena de números. Porque cualquiera que sea el problema que ellos pueden o no pueden representar, ciertamente no son el problema primario. El problema primario es el ateísmo del hombre moderno, eso es la preocupación central de “Comentario Eleison” y es, espero, lo que la mayoría de los lectores encuentran.

En lo que se refiere a las teorías de las conspiraciones como la de los Judíos conspirando para dominar el mundo, hay dos exageraciones entre las cuales es sabio pero no siempre fácil conservar el equilibrio justo. La mayoría de la gente sigue a los medios de comunicación sosteniendo que todas las teorías conspiracionistas son tonterías y que los únicos que creen en ellas son los “chiflados de la conspiración”. Por otra parte una pequeña minoría de gente, pero con convicciones fuertes, sostienen que todos los eventos del mundo deben ser explicados por una u otra conspiración, especialmente una conspiración Judía. La verdad esencial fue dicha de la mejor manera por un famoso escritor de la Iglesia hace 1800 años.

Tertuliano (160-220) dijo que la Fe Católica y el poder Judío son como los dos platillos de una balanza: en la medida que la Fe Católica sube, en la misma medida el poder Judío baja, y tanto como la Fe Católica baja, tanto el poder Judío sube. Pero la Fe está sobre el poder. Es por eso que el problema primario no son los Judíos, sino el aumento o la disminución de la Fe entre los hombres. Es por eso también que hay conspiraciones: juegan un papel importante y no deben ser simplemente despreciadas, pero el problema central son los hombres que se alejan del verdadero Dios en su única verdadera Iglesia. En breve – y este es el punto central -- los Gentiles tienen solamente a si mismos para culparse si el poder Judío es hoy tan aplastante.

Por consiguiente los que empiecen a ver lo que Disraeli y Woodrow Wilson claramente insinuaron pero apenas pudieron decir abiertamente, a saber que existe un poder oscuro detrás del escenario que dirije los eventos del mundo, que ellos no pierdan su justa apreciación de la situación maldiciendo a los Illuminati, o a los Judíos, o a los Masones o a quienquiera que sea, pero que aprecien la sabiduría de las palabras de San Pío X: “Que todo hombre haga su deber, y todo irá bien”. Es porque nuestro primer deber es para con Dios, como el primer mandamiento lo indica, que si todos cumplimos con nuestro deber y hemos hecho nuestro retorno a Dios, será para El un sencillo juego de niños deshacer este actual poder de sus múltiples enemigos que El solo les dejó tener, al no intervenir desde el inicio para impedirlo.

Asi, antes que Nuestra Señora apareciera en Fátima en 1917, los enemigos de la Iglesia habían tomado el gobierno de Portugal completamente bajo su control, pero cuando prácticamente todo el pueblo Portugués rezó e hizo penitencia como Nuestra Señora lo había pedido, entonces Ella simplemente disolvió el poder de estos enemigos por una revolución incruenta. Portugal se volvió, en el ateo siglo XX con el Comunismo triunfando en todas partes, la vitrina de un Estado Católico.

Los enemigos mas inteligentes de Dios saben muy bien que le están sirviendo como un látigo para flagelar las espaldas de su pueblo descreído. Si sólo los amigos de Dios entendieran de que manera están flagelados por sus enemigos para ayudar a todas las almas a volverse hacia El y asi llegar al Cielo, entonces las teorías conspiracionistas se pondrían todas en su lugar: ni mas, ni menos importantes de lo que en realidad son.

Kyrie eleison.

viernes, 21 de octubre de 2011

Orgullo Ancestral - Monseñor Richard Williamson


En el segundo volumen acerca de la vida de Jesús publicado hace varios meses, el Papa Benedicto XVI hizo comentarios que les permitió a los periodistas saltar a la conclusión de que los Judíos ya no deben de señalárseles como responsables de deicidio, esto es el asesinato de Dios. Peor aún, el 17 de Mayo el director ejecutivo del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Ecuménicas e Inter-religiosas de los EUA dijo que uno no puede acusar a la gente Judía de deicidio en ningún momento de la historia sin dejar de estar en comunión con la Iglesia Católica. En oposición a lo que mucha gente hoy en día quiere pensar, es tiempo de recordar aunque sea brevemente, lo que la verdadera Iglesia siempre solía enseñar acerca de la asesinato judicial de Jesús.

En primer lugar, el asesinato de Jesús fue verdaderamente "deicidio", el asesinato de Dios, porque Jesús era una de las tres Personas divinas que en adición a su naturaleza divina había tomado una naturaleza humana. ¿Qué se murió en la Cruz? Únicamente la naturaleza humana. Pero ¿a quién se le asesinó en la Cruz en su naturaleza humana? Ni más ni menos que a la segunda divina Persona, esto es, a Dios.

En segundo lugar, Jesús murió en la Cruz para salvarnos a todos nosotros, seres humanos pecadores, de nuestros pecados, y en este sentido todos los hombres fueron y siguen siendo el fin de su muerte. Pero únicamente los Judíos (líderes y pueblo) fueron los agentes primarios del deicidio, porque es obvio de los Evangelios que el Gentil más involucrado, Poncio Pilato, nunca hubiera condenado a Jesús a muerte si los líderes Judíos no hubieran levantado entre la gente el clamor para su crucifixión (Mateo XXVII, 20). Ciertamente los líderes doctos eran más culpables que el pueblo ignorante, dice Sto. Tomás de Aquino (Suma III, 47, 5), pero todos en unísono aclamaron para que su sangre cayera sobre de ellos y sobre de sus hijos (Mateo XXVII, 25).

En tercer lugar, al menos el Papa León XIII consideró que había una verdadera solidaridad entre los Judíos que clamaban en ese entonces para que Jesús fuese asesinado, y la colectividad de los Judíos de los tiempos modernos. ¿Acaso no en su Acto de Consagración del Genere Humano al Sagrado Corazón de Jesús hizo a la totalidad de la Iglesia, desde finales del siglo 19 y en adelante, rezar a Dios para que tornara sus "ojos de misericordia hacia los hijos de esa raza, alguna vez el pueblo elegido de Dios: desde tiempos remotos clamaron sobre de ellos la Sangre del Salvador; descienda ahora sobre ellos un bautismo (como un lavado) de redención y de vida"?

Pero León XVIII de ninguna manera está solo al observar dicha continuidad entre los Judíos a través de los siglos. ¿Acaso no reclaman ellos mismos hoy en día la tierra de Palestina basados en que es suya por el derecho otorgado por Dios en el Antiguo Testamento? ¿Ha habido en la faz de la tierra alguna raza-pueblo-nación tan orgullosamente auto-identificante a través de todos los tiempos? Originalmente elevados por Dios para acunar al Mesías, Dios mío, cuando él vino se rehusaron colectivamente a reconocerlo. Colectivamente también, con lo que se puede entender que siempre existen nobles excepciones, han permanecido fieles a ese rechazo, por lo que cambiaron su religión de la de Abraham y Moisés y del Viejo Testamento a aquella de Anás, Caifás y del Talmud. Trágicamente, su mismo entrenamiento divino para el Mesías los lleva a rechazar a aquel que les parece un falso mesías. Hasta que se conviertan al final del mundo, como la Iglesia siempre lo ha enseñado (cf. Rom. XI, 26-27), parecen estar obligados a elegir seguir actuando, colectivamente, como enemigos del verdadero Mesías.

¿ Como es posible que Bendito XVI pierda verdades tan antiguas ?

Kyrie eleison.

sábado, 16 de abril de 2011

El sedevacantismo contra la FSSPX


Por Monseñor Richard Williamson

La posición que ha tomado la FSSPX en la actual crisis de la Iglesia, de nuevo está bajo ataque. Los argumentos de los sedevacantistas, quienes creen que la Sede de Roma está vacante, no son nuevos, pero no está de más explicar, una vez más, la razón por la que la Fraternidad reconoce la autoridad de los actuales líderes de la Iglesia, a pesar del daño que están haciendo o permitiendo que se dañe a la Iglesia católica.

Este daño es, por supuesto, la razón por la que los llamados sedevacantistas no pueden aceptar a los papas recientes, desde, ellos dicen, Pablo VI, no son realmente papas.

¿Cómo es que los propios Vicarios de Cristo pudieron traicionar Su Iglesia? Respuesta: ¡ellos no son verdaderos Vicarios!

El argumento es simple, y nótese que descansa sobre verdades de Fe.

Si los sedevacantistas no creyeran en Cristo, en sus Vicarios y en su Iglesia, la presente traición no sería un problema.

Los sedevacantistas creen en Nuestro Señor y en Su Iglesia, a este respecto, ellos difieren de los liberales y los superan. Sin embargo, sus argumentos son muy simples, echemos un vistazo a la última versión de los mismos.

El Sedevacantismo dice que, al enfrentar esta crisis de la Iglesia, sólo podemos tomar una de tres posiciones, la de “Ecclesia Dei”, la de los “Lefebvristas” (es decir, la de la FSSPX) o la de los sedevacantistas.

La posición “Ecclesia Dei” al menos es consistente, dicen los sedevacantistas, pero significa la sumisión hacia los liberales.

La posición Lefebvrista se niega a la sumisión hacia los liberales, pero “está llena de contradicciones”.

La única posición no-liberal y libre de contradicciones es la de los sedevacantistas [dicen ellos].

De la inutilidad del compromiso de “Ecclesia Dei” con la Iglesia oficial, la Fraternidad y los sedevacantistas está de acuerdo, ¡no quedará gallina con cabeza mientras busquen refugio en la madriguera del zorro!

Pero, ¿cómo es que los sedevacantistas argumentan que la Fraternidad está atascada en contradicciones? Por medio de un argumento triple encapsulado, o por medio de tres argumentos paralelos basados en la Iglesia, la Fe y el Papado:
En primer lugar, la Iglesia católica, instituida por Nuestro Señor, debe ser visible e indefectible. Pero la presente Iglesia visible, esto es, la Iglesia oficial, ha sido gravemente infectada por el liberalismo, por lo tanto, o el liberalismo es aceptable, lo cual es absurdo, o la Iglesia oficial no es la verdadera Iglesia, sin embargo, la Fraternidad insiste sobre tratarla parcialmente como la verdadera Iglesia, y parte tratarla como una Iglesia no-verdadera, así que la Fraternidad está en contradicción.
En segundo lugar, la Fe católica es integral, esto es, completa, con todos sus elementos, o de lo contrario, no lo está. Ahora, el sistema doctrinal del Novus Ordo, enseñanzas doctrinales, culto de adoración y la disciplina relacionados con la fe católica, o es integralmente católica y debe aceptarse por completo, o no es católica y debe ser rechazada por completo. Pero la Fraternidad insiste que, por ejemplo, la Misa del Novus Ordo no es automáticamente inválida, y aún así niega a las personas que la atiendan, por lo tanto, la Fraternidad, de nuevo, está en contradicción.
En tercer lugar, los verdaderos papas católicos, incluso fuera de su Magisterio, solemne o extraordinario, no pueden prescribir nada dañino para las almas, respecto a la disciplina o la adoración (Denzinger 1578). Pero el sistema liberal del Novus Ordo, fue prescrito con la plena autoridad de los papas recientes. Por lo tanto, o el sistema del Novus Ordo no es dañino para las almas, lo cual es absurdo, o estos papas visibles no son verdaderos papas. ¡Pero la Fraternidad insiste en reconocer su autoridad al mismo tiempo que se rehúsa a obedecerla!, así, una vez más, la Fraternidad se encuentra en una contradicción inviable.

Adicionalmente, existe una dificultad más para la Fraternidad en el momento en que estas contradicciones son expuestas, ya que cualquiera debe decidir lo que aceptará o negará. Pero el Arzobispo Lefebvre sólo tenía esta preeminencia dentro de la Fraternidad, para realizar esta labor de discernimiento, de tal manera que ahora que se ha ido, la Fraternidad deberá desintegrase.

Dejando a un lado este último argumento, se notará que cada uno de los tres principales argumentos plantea una disyuntiva, donde una posibilidad derivará en Liberalismo, y la otra posibilidad resultará en Sedevacantismo, ambas opciones rechazadas por la Fraternidad, entonces, obviamente la Fraternidad cree que existe una tercera posibilidad, la cual, en cada caso, es excluida por los sedevacantistas.

Consideremos cada uno de los argumentos:

Primero, la Iglesia católica considerada en su estado puro, como la Esposa de Cristo, es por supuesto indefectible. Pero del argumento sedevacantista se entendería que a ningún hombre de la iglesia ¡jamás podría vencérsele! Veamos ahora a los Apóstoles en el Jardín de Getsemaní, la indefectibilidad que la Iglesia requiere es que no todos los hombres de la Iglesia sean vencidos a un mismo tiempo, lo cual no ha sucedido, incluso hoy. De aquí que la Fraternidad, creyendo en la Iglesia, distinga entre los hombres de la Iglesia, como Nuestro Señor nos dijo: “Tengan cuidado de los lobos con piel de oveja”.

Segundo, la Fe católica debe, por supuesto, ser profesada de forma integral, con todas sus partes, y cualquier sistema que carezca de una de las partes no será católico, ni como un todo, ni visto en cada una de sus partes deficientes. Pero nadie puede decir que ninguna de sus partes católicas, como verdadera parte católica, no es católica. Por ejemplo, en el siglo III la Iglesia juzgó, después de una amarga disputa, que el bautismo administrado por los donatistas herejes era válido. Este bautismo fue incorporado, con culpa, dentro de un todo no-católico, el cual no invalidaba estas partes católicas. Así, la Fraternidad rechaza la Misa del Novus Ordo, tanto en su totalidad, como en sus partes no-católicas, pero no dirá que el todo, proclive a la herejía, necesariamente invalida todas las partes, incluyendo, por ejemplo, una Consagración correctamente efectuada, de la misma forma que la herejía donatista no invalida el bautismo donatista. De aquí la necesidad de discernir.

Tercero, es verdad que, si el papa utiliza todo el peso de su autoridad apostólica para imponer a las almas alguna medida de disciplina o adoración, esta medida no debe ser dañina. Pero, desde el principio de, por ejemplo, la Misa del Novus Ordo, un puñado de canonistas competentes apuntaron que Pablo VI nunca, al instituir la Nueva Misa, abrogó o prohibió la continuación de la Misa Tridentina. Por lo tanto, estrictamente, el Novus Ordo representaba una opción, más que una obligación. Así que, ni la Fraternidad, ni nadie, estuvo, ni está obligado a afirmar que Pablo VI sólo era un papa aparente. La Providencia, en cierto sentido, ¡lo dejó ser liberal, al mismo tiempo que él hizo cumplir sus leyes favoritas! Pero ni la Fraternidad, ni nadie más, está obligado a aceptar estas leyes anticatólicas, incluso considerando a Pablo VI como papa verdadero. De nuevo aquí, surge la necesidad de discernir.

Tampoco la Fraternidad, ni ningún católico, dependen esencialmente del Arzobispo Lefebvre para realizar este discernimiento, es decir, lo que debe aceptarse o rechazarse entre las partes de la religión del Novus Ordo, mientras que siempre se rechace como un todo. La norma es la Tradición, la cual es independiente de todos nosotros. Es verdad que el Arzobispo Lefebvre probó ser en sí mismo un extraordinario baluarte de la Tradición mientras vivió, y los verdaderos católicos lo echan de menos hoy, pero él hubiera sido el primero en decir que los documentos y monumentos de la Tradición son asequibles para nosotros como siempre lo fueron para él.

Contrario a lo que muchos sedevacantistas y liberales pudieran pensar, la Fraternidad no sigue ciegamente al Arzobispo, si él se hubiese desviado de la Tradición, la Fraternidad se habría separado de él. Y entonces ¿cómo pensar que él es indispensable y cómo es que la Fraternidad ha durado tanto sin él?

A los sedevacantistas no les gusta que les digan que se parecen a los liberales, pero cuando ellos, al modo liberal, exageran la importancia de la persona del Arzobispo Lefebvre en el movimiento Tradicional, seguramente es debido a que ellos, como los liberales, sobreestiman la autoridad y subestiman la Verdad objetiva, y que la Verdad es toda la fuerza del llamado movimiento Tradicional. Nuestro Señor dijo que si todas las voces humanas fueran silenciadas, impedidas para defenderse, las mismas piedras de las calles protestarían a gritos, y esto no puede ser más cierto, no sólo por Su autoridad, por la que sería posible esto, sino debido a la propia naturaleza de la verdad. “No temas, pequeño rebaño…”.

Sin embargo, el punto interesante es intentar discernir el patrón o el error predominante detrás de los tres argumentos principales del Sedevacantismo.

Seguramente existe un error habitual en el Sedevacantismo, y seguramente es el siguiente: ellos, en general, fallan en distinguir entre lo abstracto y lo concreto, entre los principios abstractos y la gente en concreto, entre los errores abstractos y las personas que yerran.

San Agustín dijo: “Aniquila los errores pero ama a aquellos que yerran”, frase que es más nítida en latín: “Interficite errores, diligite errantes”.

Por otra parte, los liberales aman a los errores junto con los que yerran, mientras que los sedevacantistas aborrecen a los que yerran junto con sus errores.

La pusilanimidad liberal sobre la gente se extiende a una pusilanimidad en los principios.

La intransigencia sedevacantista sobre los principios los hace ser intransigentes con las personas.

Sólo el católico que sigue las huellas de San Agustín mantiene un balance siendo firme en los principios mientras es indulgente, no blandengue, con las personas.

Así, es verdad que la Iglesia católica, las creencias católicas y el papado católico se encuentran en un estado abstracto, libre de corrupción. Pero para nuestra salvación, pecadores concretos, Nuestro Señor quiso que la Iglesia, la convicción y el papado, se personificaran respectivamente en los hombres de la Iglesia, los fieles y los Papas, en los cuales la condición humana de los tres está unida y mezclada, más o menos, con las fallas humanas y los elementos no-católicos.

Bajo la luna, ¿qué es más contradictorio y revuelto que los seres humanos?

Pero los sedevacantistas no comprenden las revolturas, para ellos todo debe ser inclusivo o exclusivo, así, los sedevacantistas no pueden entender cómo es que la “Iglesia conciliar” y la Iglesia católica se traslapan, y por supuesto, como sistemas abstractos, el conciliarismo y el catolicismo absolutamente se excluyen uno de otro. Pero en concreto o en la vida real, qué es más sencillo, ¿que un individuo conciliar aún tenga algo de católico en él, o que los católicos tengan aspectos flojos o conciliares en ellos?

Para muchos individuos conciliares seguramente se aplica la regla de Nuestro Señor: “No quebrará la caña cascada, ni extinguirá la mecha que aún humea” (Is XLII, 3; Mt XII, 20).

Lo que significa que mientras exista una pequeña chispa de catolicismo en ellos, los católicos de la Tradición deben hacer todo lo que razonablemente esté en sus posibilidades para que esta chispa se convierta en una flama resplandeciente. Lo cual, por supuesto, es la razón por la que la Fraternidad ha extendido la mano a los descarriados conciliaristas, fieles y Papas. Por otro lado, a todos los católicos seguramente se aplica el dicho de Hamlet: “Dad a cada uno el trato que se merece, ¿y quién escapará de una paliza?”.

Afortunadamente, Nuestro Señor mira primero, no sobre nuestros frágiles logros, sino sobre nuestras buenas intenciones.

Un hombre puede ser hundido hasta el cuello, y más allá, con sus errores y contradicciones, en su inmundicia, pero en tanto que él busque a Dios o desee la verdad, o quiera hacer lo mejor que él considere, el Buen Pastor lo alcanzará y no lo dejará ir.

Dejemos a los sedevacantistas ir y venir sobre las palabras y hechos del Arzobispo y la Fraternidad, los sedevacantistas están en su derecho de juzgar si tal o cual se desvió, por medio de la delicada labor de discernir entre el error y el que yerra, pero ellos no pueden blandir un báculo acusador, diciendo que es contradictoria la política de aniquilar el error y amar al que yerra.

Esta es la propia política del Sagrado Corazón, ¡afortunadamente, para todos!

Queridos lectores, que las penitencias de esta Cuaresma sirvan para disminuir poderosamente, dentro de nosotros, la parte del error y hagan posible que la Verdad brille, aún con más pureza, dentro de nosotros. La batalla sólo cesará cuando fenezcamos, o, como San Francisco de Sales dijo, un cuarto de hora después de que expiremos, pero es una batalla sagrada.

Dios los bendiga y los guarde.

Sinceramente suyo en los Sagrados e Inmaculados Corazones.

+Richard N. Williamson.

Tomado de Devoción Católica

martes, 12 de abril de 2011

La Nuevabeatificación - Monseñor Richard Williamson


El pensamiento de Mons. Richard Williamson

COMENTARIOS ELEISON 195 (9-IV-2011):

El 1° de Mayo, a escasas semanas, Juan Pablo II será declarado " Beato" por Benedicto XVI en medio de una gran celebración en La Plaza de San Pedro en Roma. Pero los Católicos que se aferran a la Tradición saben que Juan Pablo II, mientras fue un gran promotor de la Iglesia Conciliar, fue un destructor efectivo de la Iglesia Católica. ¿Entonces cómo puede ser proclamado "Beato", el último paso antes de ser canonizado, cuando las canonizaciones de la Iglesia son infalibles? La respuesta rápida es que Juan Pablo II no será beatificado como un Beato católico a través de una beatificación católica en la Iglesia católica, sino como un "Nuevobeato" a través de un "Nuevabeatificación" de la "Nueviglesia". Y los "Nuevoprelados", primeros en proclamar la novedad por lo que hacen, son los últimos en reclamar infalibilidad.

Ilustremos la naturaleza de la Nueviglesia a través de una comparación obtenida de la vida moderna. La gasolina pura (bencina, nafta) huele, sabe y actúa como la gasolina. Esta puede hacer que un auto funcione. El agua pura huele, sabe y actúa como agua. El agua no puede hacer que un auto funcione. La gasolina mezclada con tan solo un poco de agua aún puede oler y saber a gasolina, pero ya no actúa más como gasolina -no se puede usar para que funcione un auto. El agua le ha quitado su capacidad de combustión.

La gasolina pura se compara con el catolicismo puro - ¡altamente combustible! El agua pura en nuestra comparación es como el humanismo secular puro, lo que será la Religión global, sin rastro alguno de Catolicismo en ella. Ahora el Catolicismo y el humanismo secular se mezclaron en el Concilio Vaticano Segundo y en sus 16 documentos. Así es que el Conciliarismo, o Nuevo Catolicismo, puede aún oler y saber a Catolicismo, suficiente como para hacer que los "buenos Católicos" esperen que las beatificaciones Conciliares se pongan en la vía de la infalibilidad, así como hacían las beatificaciones en la Iglesia pre-Conciliar, pero en realidad una pequeña mezcla de humanismo secular fue suficiente para que el Catolicismo dejara de funcionar, así como no se necesita de mucha agua para que la gasolina ya no haga combustión.

Así es que las nuevas beatificaciones para los olfatos Católicos desprevenidos pueden saber y oler a beatificaciones Católicas, pero cuando se examinan más de cerca es claro que las nuevas beatificaciones no son para nada la misma realidad. Un ejemplo famoso: una beatificación Católica anteriormente requería de dos milagros distintos, mientras que la Nuevabeatificación requiere de uno solo. Y las reglas de la Nuevabeatificación están significativamente relajadas en algunas otras formas también. Por lo tanto ningún Católico debe esperar otra cosa diferente que un Nuevobeato que emerja de una Nuevabeatificación. Juan Pablo II fue de hecho un "Beato" del Concilio.

Lo que engaña a los Católicos son los elementos del Catolicismo que aún permanecen en la Iglesia Conciliar. Pero así como el Vaticano II fue diseñado para reemplazar el Catolicismo (gasolina pura) con el Conciliarismo (gasolina-agua), así el Conciliarismo está diseñado para dar paso -digámoslo así- a la Religión Global (agua pura). La procesión va de Dios hacia el Nuevodios, y del Nuevodios al Nondios. Hoy en día aún tenemos a la Nueva Roma empujando al Nuevodios del Vaticano II con Nuevobeatos que le correspondan, pero no pasará mucho tiempo para que verdaderos criminales sean los "Beatos" del Nondios.

Sin embargo, el verdadero Dios no dejará que aquellas ovejas que no quieren ser engañadas lo sean. Ni abandonará una sola alma que no lo haya abandonado a Él antes, dice San Agustín. ¡Cita maravillosa!

Kyrie eleison.

martes, 15 de febrero de 2011

Las “excomuniones” de 1988, ayudaron a salvar a la Tradición Católica de la contaminación liberal - Monseñor Richard Williamson


Si el liberalismo en su sentido más amplio se define como la liberación del hombre de Dios (hacer referencia a los “Comentarios Eleison” de la semana pasada), entonces el Catolicismo liberal del siglo XIX que surgió de la Revolución Francesa (1789) fue en términos generales la liberación exitosa de Dios por la política, mientras el Modernismo liberal de principios del siglo XX podemos considerarlo como el intento fallido de liberar a la Iglesia Católica de Dios, intento frustrado por San Pio X. Sin embargo, ese intento tuvo éxito, medio siglo después, más allá de los sueños de los liberales, con el Concilio Vaticano Segundo. Enseguida les presento otro testimonio reciente que recibí de Italia, que muestra cómo el Tradicionalismo liberal trabaja actualmente para liberar la Tradición Católica de Dios (¡si tan solo tuviésemos la mitad de la perseverancia del Demonio!):

“Después de que el Motu Proprio de Benedicto XVI desencadenó la Misa Tridentina en el 2007, una gran cantidad de Católicos se acercaron más a la Tradición, pero su calidad varió ampliamente. Como era inevitable, el aumento en número atrajo hacia la Tradición muchos Católicos que nunca habían estado convencidos de su importancia y cuya idea de la Tradición era aún básicamente subjetiva, lo que quiere decir que para esos Católicos, la Tradición es opcional y no obligatoria. En este sentido, aún si Benedicto de hecho dijo algunas cosas provechosas en su discurso clave del 22 de Diciembre del 2005, su efecto fue desastroso.

La confianza en el Papa hizo entonces que cualquier pensamiento crítico acerca de la liturgia, catequesis o doctrina modernas, tomara un segundo lugar. El establecer distinciones o el aclarar la confusión lo hacía a uno extremadamente impopular. Sin embargo, el anuncio de Asis III le dio un fuerte golpe a este espectro amplio y blando de la Tradición, y los Católicos tuvieron que decidirse. Los contrastes salieron a la luz y las primeras divisiones se esbozaron.Benedicto XVI ha tenido éxito al infectar el potencial prometedor de jóvenes Católicos conectados o cercanos a la Tradición, y ha logrado crear divisiones. Mucho de ese potencial ahora está arruinado, aún cuando uno pudiese depositar la esperanza en Dios de que muchos otros jóvenes terminaran hablando y comportándose en una manera propiamente Católica. Entonces ¿cuántos Católicos abrazarán al fin, de todo corazón, la causa justa de la Iglesia? Tendremos que esperar a que la polvareda se disipe y a que los hombres de buena fe y vigor fresco hagan su aparición.Ser testigo de la Tradición requiere más que nunca antes de declaraciones firmes y claras. Vacilar causa solamente daño. Mientras tanto, sigamos luchando, subiendo el tono en donde sea necesario y abiertamente resaltando los males de la Nueva Iglesia Conciliar de Benedicto XVI. La opinión pública en Italia está muy lejos de preocuparse de los verdaderos problemas de la Iglesia. Los Católicos aquí, praticantes o no, han aprendido por siglos a creer que lo que el Papa dice es la palabra del Evangelio. Son hijos de nuestra era.”

Sin duda este testimonio sugiere que la marginalización de Econe por la Iglesia oficial en 1975 y su rotunda condenación con las “excomuniones” de 1988, ayudaron a salvar a la Tradición Católica de la contaminación liberal. ¿Necesitará permitir el Señor Dios por esa misma razón otra división y marginalización como la de entonces? ¡Fervientemente esperamos que no!

Kyrie eleison.

Tomado de: Radio Cristiandad

domingo, 14 de noviembre de 2010

“¡Esfuércese más!” - Monseñor Richard Williamson


Un amigo mío que no es Católico y que conozco ya hace más de 50 años me comento recientemente, “¡Como lo envidio, su certeza!” Por ese comentario creo que lo que él quería decirme es que quisiera poder creer lo que los Católicos creen, pero siente que no puede. Me vi tentado a contestarle “¡esfuércese más!” pero por las circunstancias opté por quedarme callado.
Sin emArtbargo, mientras que el creer es un acto de la mente y no de la voluntad, para que la mente humana llegue a creer las verdades sobrenaturales de la Fe las cuales están intrínsecamente por arriba de su alcance natural, la mente si necesita ser impulsada por la voluntad. Por lo tanto mientras creer en lo sobrenatural no es un acto de la voluntad, no es posible sin un acto de la voluntad. “Nadie cree en contra de su voluntad”, dice San Agustín. Por eso es que “Esfuércese más” con la voluntad, como consejo para alguien cuya mente no cree, no es tan irracional como pudiera parecer. Tampoco, si las creencias hacia las que la voluntad está apuntando son objetivamente verdaderas, tendremos como resultado de ese consejo el tomar los deseos para la realidad.
Primeramente sin embargo, si un hombre verdaderamente envidia la certidumbre de los creyentes Católicos, debería aplicar su mente a estudiar qué tan razonables son las creencias Católicas. Estas pueden estar por encima de la razón humana, pero no en contra de ella. ¿Cómo podrían estarlo? ¿Cómo podría Dios ser tanto el creador de nuestra razón humana y luego abusar de esta, imponiéndole creencias que le desacatan? Se estaría contradiciendo a sí mismo. Santo Tomás de Aquino en su “Summa Theologiae” muestra constantemente como la fe y la razón son muy distintas, pero están en perfecta armonía la una con la otra.
Entonces lo que la razón humana puede hacer, y lo que mi amigo debería hacer, es construir una rampa natural hacia la Fe sobrenatural, estudiando por ejemplo los argumentos perfectamente razonables que prueban la existencia de Dios, la divinidad del hombre Jesucristo y la divina institución de su Iglesia Católica Romana. Estos argumentos caben perfectamente dentro del alcance de la razón natural, siempre y cuando la voluntad no luche contra de estos, porque la mente aplicada indebidamente nunca reconocerá la verdad enfrente de ella. La voluntad debe de desear la realidad, de otra manera la mente nunca encontrará la verdad. La verdad para nosotros los hombres yace en la conformidad de nuestras mentes con la realidad.
Una vez que el hombre haya hecho todo lo que puede con recta razón y justa voluntad para captar la sensatez de la Fe, aún no tiene la fe sobrenatural que sigue siendo un regalo de Dios. Sin embargo, ¿cómo puede Dios exigir que creamos (bajo la pena de condenación eterna -Marcos. XVI, 16) y aún negarse a darle el regalo de la fe a un alma que ha hecho todo lo que puede con sus poderes naturales -cuidado, a Dios no se le engaña- para prepararse para ese regalo, especialmente si, como es razonable, después de hacer lo que puede hacer, humildemente le solicita a Dios este regalo a través de la oración? Dios se resiste a los orgullosos pero les otorga sus regalos a los humildes (Santiago IV, 6), y deja que le encuentren aquellos que lo buscan con un corazón recto (Deut. IV, 29; Jer. XXIX, 13; Lam.III, 25, y muchas otras citas del Antiguo Testamento).

Querido amigo, lea y ruegue. Es muy probable que la certidumbre sea suya si se esfuerza.

Kyrie eleison.

Mons. Richard Williamson, “Comentarios Eleison”, 174 (13 de noviembre del 2010).
Publicado por STAT VERITAS
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