sábado, 16 de enero de 2010

San Marcelo I, Papa - 16 de Enero


Nació en Roma. Fue elegido aproximadamente cuatro años después de la muerte de Marcelino, debido a las terribles condiciones en la que vivían los cristianos perseguidos por Diocleciano.

Durante el brevísimo tiempo en que pudo ejercer su mandato, dictó un par de normas importantes. La primera prohibía la convocación de cualquier concilio general sin la autorización del papa de Roma. La segunda establecía unas modalidades a respetar en los casos en que se concedía el perdón a los cristianos que por miedo habían abjurado durante las persecuciones.

Marcelo se había negado a ofrecer sacrificios a los ídolos. El nuevo emperador Majencio mandó detenerle y le condenó a servir en los establos imperiales con el objetivo de humillarle. Liberado por los cristianos, se refugió en casa de la matrona Lucina que le permitió que transformara la casa en una iglesia. Descubierto, fue nuevamente detenido y condenado, esta vez a hacer de guardián precisamente en esa misma iglesia que el emperador mientras tanto había transformado en un establo.

Marcelo murió de privaciones y humillaciones. Le dieron sepultura en el Cementerio de Priscila.
Biografías de Los Papas, en el "Grupo Vidas Santas"
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Ha de ser un fenómeno inexplicable, para los que no crean o no conozcan las promesas de Jesús, la permanencia ininterrumpida de los sucesores de San Pedro, al frente de la Iglesia. En el caso de San Marcelo hubo un intervalo, debido a las crueles persecuciones romanas que sufrió la Iglesia, pero la barca de Pedro salió de nuevo a flote.

San Marcelo I hace el número treinta de la serie de los papas. Su pontificado fue muy corto, del 308 al 309. Pero más largo que el de Marcelo II, en tiempos de San Ignacio de Loyola, que duró apenas tres semanas.

La Iglesia había salido robustecida de las persecuciones del siglo III. Hubo después de Decio y Valeriano un tiempo de tolerancia que no duró mucho. Diocleciano, en su largo reinado, del 284 al 305, fue respetuoso al principio. Pero al final, del 303 al 305, se desató una violenta persecución, la más fuerte de las habidas hasta entonces. El emperador publicó varios edictos persecutorios, y en las diversas regiones del Imperio hubo muchos mártires, entre ellos el papa San Marcelino en el año 304.
Un problema espinoso tenía que afrontar el papa. Eran los famosos "lapsi" que por debilidad se habían apartado de la Iglesia en la persecución. Unos exigían un rigorismo intransigente, otros una indulgencia demasiado blanda. El papa impuso su autoridad. Abrió a todos las puertas de la reconciliación, pero a todos se exigirá la debida penitencia.

Algunos aún trataron al papa de demasiado riguroso, lo que originó disturbios y revueltas en Roma, y los llamados cismas romanos, semejantes a los que luego surgieron en África con los seguidores de Donato.

Con el pretexto de las citadas revueltas, Majencio el usurpador, que ya que se encontraba seguro, se revolvió contra el papa. Según algunas tradiciones fue condenado al destierro. Según otras fuentes, fue primero cruelmente azotado y después condenado a cuidar bestias en las caballerizas romanas. La piadosa matrona Lucila le habría protegido, y hasta habría escrito Marcelo unas cartas a los obispos de Antioquia, invitándoles a la unión. En enero del 309 moría San Marcelo en silencioso martirio. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio de su fiel colaboradora Santa Priscila

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