viernes, 2 de marzo de 2012

Evangelio del día 2 de marzo de 2012


Evangelio según San Mateo 5,20-26. Viernes de la primera semana de Cuaresma



Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.



Comentario:



La Cuaresma: «tiempo favorable» para la confesión y el perdón antes de acercarse al altar del Señor - San Cirilo de Jerusalén



Es ahora el tiempo de la confesión. Confiesa tus faltas de palabra y de obra, las cometidas de noche y las de día. Confiésalas en este «tiempo favorable», y el «día de salvación» (Is 49,8; 2C 6,2) recibe el tesoro celestial... Deja el presente y cree en el futuro. Durante tantos años has recorrido sin parar tus vanos trabajos de aquí abajo, y ¿no puedes ahora parar durante cuarenta días para ocuparte de tu propio fin? «Rendíos, reconoced que yo soy Dios» dice la Escritura (Sl 45,11). Renuncia a la ola de palabras inútiles, no difames, no escuches al que maldice, sino más bien acostúmbrate a orar. Muestra mediante la ascesis el fervor de tu corazón; purifica este receptáculo para que recibas una abundante gracia. Porque la remisión de los pecados se da igualmente a todos, pero la perfección del Espíritu Santo se concede según la medida de la fe de cada uno. Si no te esfuerzas, recogerás poco; si trabajas mucho, será grande tu recompensa. Es tu propio interés que está en juego, vigílate a ti mismo.
Si tienes contra alguien algo que reprocharle, perdónale. Vienes a recibir el perdón de tus faltas, es preciso que también tú perdones al pecador, porque ¿con qué rostro irás a decir al Señor: «Quítame mis numerosos pecados» si tú ni tan sólo has perdonado a tu compañero de servicios sus errores contra ti? (cf Mt 18,23ss).



San Cirilo de Jerusalén (313-350), obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia. Catequesis bautismal 1,5

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