lunes, 20 de junio de 2011

"No se puede imaginar que esa plenitud de gracia fuese pasajera en la Santísima Virgen" - San Atanasio


"El Espíritu Santo descendió al seno de la Virgen acompañado de todas las virtudes inseparables de su divina esencia, y convenientes a su soberanía; la llenó de todos sus bienes para hacerla agradable en todo. En verdad, por ello mereció llamarse «llena de gracia», porque fue llena con todas las gracias por el Espíritu; y porque la cubrió la sombra y la virtud del Espíritu. Ahora, pues, no se puede dudar que conservó inviolablemente esa virtud desde su concepción hasta su muerte, pues no se puede imaginar que esa plenitud de gracia fuese pasajera en la Santísima Virgen.

El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen y la santificó como enseña el Espíritu de los Salmos: El Altísimo santificó su tabernáculo (Sal 46), y la virtud del Altísimo la cubrió con su sombra con su asentimiento y la cubre y la rodea todavía, y siempre la coronará, de suerte que la presencia continua del Espíritu Santo la hará eternamente llena de gracia."

Nuestro deber de defender la honra de la Iglesia principia en la de María.

Visto todo cuanto nos enseñan los Santos Padres, quienes vivieron en cercanía de tiempo y lugar los los parajes que recorrieron los Divinos Pies para salvación de los hombres, no es posible dudar de la catolicidad y perfección de la devoción mariana.

En días que se agrede y cuestiona todo cuanto tiene de bueno y laudable la Iglesia, el obligatorio para todo cristiano salir en defensa de la honra de su Santa Madre Iglesia y de María Santísima, Madre de Dios y de todos los hombres.

No importa cuanto rujan las fuerzas del mal, ni de qué argucias, sofismas y trampas se valgan para arrebatarnos el tesoro de la Iglesia y a la Gloria Universal.

"Por nosotros, tomada carne de la Vírgen María, Madre de Dios, hízose hombre".

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