miércoles, 3 de febrero de 2010

En la Fiesta de San Blas, el don y el reto de la palabra


Hoy, miércoles 3 de febrero, es la memoria litúrgica de San Blas, un popular santo, patrono de las afecciones de garganta y de los laringólogos. San Blas fue médico, sacerdote, eremita y obispo en Sebaste, Armenia, donde padeció el martirio en el año 316. Su memoria y su patronazgo me lleva esta mañana a hablar de la palabra, del don y del desafío de la palabra.

La palabra es, sigue siendo a través de sus distintas modalidades, el principal instrumento de comunicación entre las personas. Y, por ello, todos hemos de cuidar. Porque, como escribe el apóstol Santiago en su epístola, al igual que una pequeña chispa puede provocar un incendio en un bosque inmenso, también la palabra, nuestras palabras, pueden ser espadas afiladas o instrumentos para el bien y la concordia.

El apóstol San Pablo, en la Carta a los Efesios, nos pide que desterremos la mentira, que es la corrupción de la palabra; que no nos dejemos llevar por la ira; y que de nuestras bocas no salgan malas y groseras palabras. “Si algo decís –añade- que sea bueno, oportuno, constructivo y provechoso para quienes os oyen”. “Desterrad de vosotros –prosigue- toda agresividad, rencor, ira, indignación, injusticia y toda suerte de maldad. Sed más bien –concluye- bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Jesucristo”. “Qué vuestra mesura, también y sobre todo, en el hablar, la conozca todo el mundo”.

Cuando Dios en Jesucristo se encarnó y se quiso revelar y comunicar a los hombres se presentó como la Palabra. San Juan, en el prólogo de su evangelio, así nos lo relata: “Al principio ya existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios… Todo fue hecho por la Palabra. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz – es decir, la Palabra- resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron”. “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único de Dios, lleno de gracia y de verdad”.

Amigos de la Cope, ¡qué grandeza, qué don, qué desafío también el de nuestras palabras! En la fiesta hoy de San Blas, pidamos para que nuestras palabras –las que salen de nuestra sea boca- sean palabras de acogida, de amistad, de encuentro, de perdón, de reconciliación, de paz. Palabras prudentes, humildes, cercanas, fiables, sensatas y sabias. Palabras llenas de evangelio y de esperanza. Palabras de honor, llenas de gracia y de verdad.

Sí, qué seamos hombres y mujeres de palabra, de la Palabra. Buenos días.

Autor: Jesús de las Heras Muela, sacerdote

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