martes, 13 de octubre de 2009

Sobre la humildad...


- Sé humilde y podrás entrar por la puerta; camina por lo llano y no tropezarás.

- Medita lo que Dios se ha hecho por ti, y aprende las enseñanzas de tan alta humildad de la boca de un Doctor, que lo es antes de poder hablar.

- Tan bajo te precipitó la humana soberbia, que sólo podía levantarte la divina humildad (Serm. 188,3).

- El, que es Dios, hácese hombre, y tú, que eres solamente hombre, no quieres reconocerte tal, no quieres reconocerte mortal y enfermo, para como enfermo, buscar siquiera al Médico.
Al contrario, con gran peligro para ti, te crees sano.

- El Señor, siendo Dios, se hizo hombre para hacerte entender que tú no eres más que hombre. ¡Gran medicina es ésta! Si ella no te cura de la soberbia, no sé qué remedio podrá curarla. El es Dios y se hace hombre; deja a un lado su divinidad, esto es, se despoja, por decirlo así, de ella, oculta lo que era propio suyo, y deja ver solamente lo que había tomado (Serm. 77,11).

- Entra por Cristo: imita a Cristo en su pasión, estudia la humildad de Cristo, para que, sabiendo que Dios se hizo hombre por ti, te reconozcas a ti por lo que eres: hombre y no Dios.

- Si quieres parecer lo que no eres, no imitas al que, siendo Dios, se hizo hombre.
- No se te dice que seas menos de lo que eres; lo que se te dice es que conozcas lo que eres (Serm. 137,3).

- Cuando te mires a ti mismo, fíjate en tu miseria, y no te engrías, porque si algo bueno tienes, debido es a la gracia de Dios, misericordia es el Señor (In Ps. 102,24).

- Excava en ti el cimiento de la humildad, y así llegarás a la altura de la caridad.

- Dice la Escritura: "cuanto mayor eres, humíllate más en todas las cosas y hallarás gracia delante de Dios" (Eclo 3,20) (San Agustín)

P. Fr. Domingo Nafría N. OAR

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