martes, 5 de junio de 2012

Evangelio del día 5 de junio


Evangelio según San Marcos 12,13-17. Martes de la novena semana del tiempo ordinario


Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones.
Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?".
Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario".
Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César".
Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.


Comentario:


"Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gn 1,26)- Guillermo de Saint-Thierry



«¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irratreables sus caminos! En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero?». Tienes compasión de quién quieres y te apiadas de quién quieres. No se trata pues del hombre que quiere, sino de ti, Dios nuestro, que haces misericordia (Rm 11,33s; 9,15s).
El vaso del alfarero se escapa de la mano del que lo amasó...; se escapa de la mano del que lo sostiene y que lo lleva... Qué desgracia si se cayera de tu mano, porque se rompería en mil pedazos y quedaría reducido a nada. Lo sabe, y por tu gracia no cae. Ten compasión, Señor, ten compasión: nos diste forma, y somos arcilla (Jr 18,6; Gn 2,7). Hasta aquí... permanecemos firmes, hasta aquí tu mano poderosa nos lleva; con tres dedos nos sostienes, la fe, la esperanza y la caridad, con los cuales sostienes la masa de la tierra, la solidez de la Iglesia santa.
Ten compasión, sostennos; qué tu mano no nos abandone. Sumerge nuestras entrañas y nuestro corazón en el fuego de tu Espíritu Santo (Ps 25,2); consolida aquello que diste forma en nosotros, con el fin de que no nos disgreguemos y no seamos reducidos a nuestra arcilla, o a nada en absoluto. Por ti, para ti, hemos sido creados, y hacia ti somos llevados. Nos diste forma y formaste, lo reconocemos; adoramos e invocamos tu sabiduría de la que disponemos, tu bondad y tu misericordia que hemos de conservar. Perfecciónanos, tú que nos hiciste; perfecciónanos hasta la plenitud de tu imagen y semejanza, según la cual tú nos formaste.



Guillermo de Saint-Thierry (v. 1085-1148), monje benedictino, después cisterciense. Oraciones meditativas, 1, 1-5; SC 324

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