jueves, 3 de febrero de 2011

Evangelio del día 3 de febrero de 2011


Jueves de la IV Semana del Tiempo Ordinario. Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.


Comentario:

"No llevéis piezas de oro en la faja"

El Señor ordena en el Evangelio: Guardaos cuidadosamente de todo mal apego; evitad cuidadosamente las preocupaciones de este mundo y los cuidados materiales (cf Mt 6,25). Por eso ningún hermano, ya resida en una casa o esté de viaje, bajo ningún pretexto debe aceptar él mismo ni hacer recoger para sí ninguna pieza de oro ni moneda pequeña, y esto ni para comprar vestido o libros ni como salario por algún trabajo, ni bajo ningún pretexto, a no ser en caso de evidente necesidad para los hermanos enfermos. Porque ni el oro ni las monedas no debemos considerarlos de mayor utilidad o de más aprecio que las piedras. El diablo se ocupa de cegar a los que codician dinero o le conceden más valor que a las piedras. Nosotros que lo hemos dejado todo, no vayamos a perder por tan poca cosa el Reino de los cielos (Mc 10, 24.28). Si en cualquier parte nos encontramos con alguna moneda o dinero, no le prestemos mayor atención que al polvo que pisamos con los pies: porque esto es vanidad de vanidades, y todo es vanidad (Eccl 1,2)...

Todos los hermanos se esforzarán en seguir la humildad y la pobreza de nuestro Señor Jesucristo... Deben alegrarse cuando se encuentren entre gente de baja condición y despreciados, entre pobres e inválidos, enfermos y leprosos y mendigos de las calles. Cuando sea necesario irán a pedir en especies. Que no se avergüencen: sino que se acuerden de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios vivo todopoderoso..., que fue pobre y no tuvo cobijo, vivó de limosna él y la bienaventurada Virgen, y sus discípulos.

San Francisco de Asís (1182-1226), fundador de los Hermanos menores Primera Regla, §8-9

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