Rosa nació en Viterbo, Italia en el año 1656 de una familia muy religiosa y recibió de sus padres una buena formación cristiana y una buena instrucción.
Desde niña hizo el voto de hacerse monja, pero durante su juventud le impresionó mucho la pobreza y la ignorancia de las muchachas del pueblo y comenzó a pensar que tal vez sería mejor hacer algo por ellas en lugar de estar en un convento.
Había invitado a su casa a las jóvenes y a las mujeres de su barrio para rezar juntas el rosario y se dio cuenta que ninguna de ellas sabía rezar.
Comenzó a hacer algunas preguntas de catecismo y todas se quedaron mudas por la sorpresa. Rosa comprendió que la mujer de su tiempo era esclava de la ignorancia y de la pobreza, destinada a los trabajos más pesados y que nadie se preocupaba por su bienestar. Entonces, rezó mucho para comprender la voluntad de Dios y, con dos amigas, decidió abrir una escuela para las niñas pobres. Era el mes de agosto de 1685. Cada día, por las callecitas de Viterbo pasaba una niña tocando una campana y llamando a todas las muchachas y niñas de la ciudad. Las lecciones comenzaban con la oración, seguía la catequesis, los trabajos manuales femeninos y aprender a leer y escribir bien. En poco tiempo la escuela de Rosa cambió fisonomía y recibió peticiones para fundar otras escuelas de parte de Obispos y Cardenales. Las Maestras no eran religiosas pero vivían como tales y fueron llamadas Maestras Pías, incluso en Roma las llamaron Maestras Santas.
En el año 1713 Rosa abrió una escuela en Roma y el Papa Clemente XI le hizo el honor de una visita. El Papa se quedó toda la mañana en la escuela, junto con ocho cardenales, escuchó la lección de catecismo e interrogó a las alumnas. Al final llamó a Rosa y a sus compañeras, les agradeció por su precioso trabajo, les dio una medalla de plata y les dijo: “Deseo que estas escuelas se difundan en todas nuestras ciudades”. En poco tempo se abrieron escuelas por todas partes.
Rosa sabía que la mujer es portadora de un proyecto de amor, pero si su corazón es esclavo del miedo, de la ignorancia, del pecado este proyecto no será nunca visible. Es por ello que su carisma hoy en día viene enunciado así: educar para liberar . El 15 de Octubre de 2006 Su Santidad Benedicto XVI la proclamó Santa. El milagro que la llevó a los altares tuvo lugar en Ebolowa, Camerún: Serge, un niño de la leprosería de ‘Ngalan fue curado milagrosamente por intercesión de Santa Rosa, la Santa que siempre ha amado a los pequeños, que ha dedicado a ellos su vida y que sigue protegiéndolos.
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