Oh, Seráfico Patriarca, que nos dejaste ejemplos tan heroicos
de separación del mundo y de todo lo que el mundo aprecia y ama,
Te suplico te dignes interceder por el mundo, en esta época
tan olvidada de los bienes sobrenaturales y perdida trás lo material.
Tu ejemplo sirvió en otros tiempos para sacudir a los hombres;
y, despertando en ellos los más sublimes pensamientos,
produjo una renovación y una auténtica reforma.
La obra reformadora fue confiada por ti a tus hijos,
los cuales respondieron bien al encargo.
Mira ahora, Glorioso san Francisco,
desde el cielo donde tú triunfas,
a estos hijitos tuyos, dispersos por toda la tierra,
e infúndeles de nuevo una parte de aquel espíritu seráfico tuyo,
para que puedan cumplir su altísima misión.
Y luego echa una mirada al Sucesor de San Pedro,
a cuya sede fuiste tan devoto cuando vivías,
al Vicario de Jesucristo, cuyo amor ha llagado tu corazón.
Obtenle las gracias que tanto necesita para cumplir sus deberes.
Él espera estas gracias de Dios, por los méritos de Jesucristo,
representados en el trono de la Majestad Divina
por tan poderoso intercesor.
Así sea.
SS Pío IX en Asís, 7/8 de mayo de 1857
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