Después de estar unos días en la Casa Madre de los Salesianos, en Turín, Monseñor Cagliero acompaña a Ceferino a Roma y allí lo presenta a sus nuevos superiores y compañeros.
La prensa de Génova, Turín y Roma se ocupa de Ceferino y celebra al bronceado "Príncipe de las Pampas", al hijo del famoso y temido cacique Manuel Namuncurá. El Beato Don Miguel Rúa, Rector Mayor entonces de los Salesianos, quiere a su lado a Ceferino y departe con él frecuentemente con especial interés y afecto. Pero los honores no marean al joven mapuche, invariablemente suave y parco, humilde y gentil.
El 27 de setiembre de 1904 Ceferino es llevado ante el Papa Pío X por Monseñor Cagliero y un grupo de Salesianos. Ceferino pronuncia muy emocionado un breve discurso y obsequia al Padre Santo un hermoso quillango de su tierra. El Papa contesta también con visible emoción: “Bueno, hijo mío, te doy gracias por lo bien que hablas del Vicario de Cristo. Quiera el Señor puedas poner en práctica todo lo que has dicho: convertir a tus hermanos de la Patagonia... Yo te doy, de todo corazón, mi Bendición Apostólica, extensiva a tu padre, a su familia y a toda su gente...“ Todos los presentes se preguntan: “¿Qué llegará a ser este joven?’ Concluida la audiencia, San Pío X llama a Ceferino, lo lleva a su escritorio privado, lo sienta a su lado y le obsequia una medalla reservada a los príncipes.
Queridos San Pío X y Beato Ceferino Namuncurá intercedan por nosotros ante Dios Nuestro Señor. Así sea.
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