jueves, 3 de diciembre de 2009

¡Ay Señor! ¡Apiádate de vuestros pastores que no se remuerden por un alma que se pierde!


Hacía ya unos días que pasaba por la Iglesia del barrio para contactar al cura párroco y solicitarle que atendiera mi necesidad de confesar mis pecados, de mi necesidad de reconciliación. La Iglesia se encuentra cerrada la mayoría de los días y me fue imposible localizar al sacerdote.
El encuentro, se produjo hace unos minutos y de forma casual (o tal vez haya sido la Providencia), yo caminaba por la calle lateral de la parroquia y me lo cruzo. Mi primera sorpresa fue por su recibimiento:
- No te había conocido, me preguntaba quien es ese “negro gordo” que viene caminando.
Aclaro que lo dijo de una forma entre despectiva y como queriendo bromear, no soy negro y si bien tengo una “pequeña pancita” tampoco soy obeso, si así fuera, ¿Cuál es el problema?
Pero lo más terrible estaba por pasar:
- Padre, hace unos días que vengo pasando para ver si me podía confesar.
El Padre, con desgano me respondió:
- Bueno, lo que pasa es que estoy ocupado con la construcción.
Están haciendo una reforma al costado de la Iglesia, otra más entre las que se encuentra, desde la llegada de este párroco hace una veintena de años, el haber derribado el altar y haberlo suplantado por una “mesada” de mármol pelada de todo ornamento. ¡Ay Señor los frutos de la Iglesia Conciliar! La Virgen del Carmen, verdadera dueña de la mencionada Iglesia, escapulario en mano, pareciera llorar.
El Sacerdote para mi sorpresa siguió diciendo:
- Tenes teléfono, te paso mi celular y arreglamos para ver cuando puedo, no te voy a confesar por teléfono pero algunos lo hacen.
Le respondí:
- Por favor padre, para que lo voy a andar llamando, dígame ahora cuando puedo pasar, no puedo perder tiempo, necesito confesarme. Si me llega a pasar algo y no muero en gracia le va a remorder su conciencia.
Y allí vino la fatal respuesta del clérigo:
- A mi ya no me remuerde nada.
¡Ay Señor! ¡Apiádate de vuestros pastores que no se remuerden por un alma que se pierde por su propia negligencia!

Eggonza 3 de diciembre de 2009, 15:40 hs hora argentina.

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