sábado, 14 de enero de 2012

Evangelio del día 14 de enero de 2012


Evangelio según San Marcos 2,13-17. Sábado de la primera semana del tiempo ordinario


Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".


Comentario: «El hombre se levantó y lo siguió» - San Alfonso María de Ligorio



Mi querido Redentor, he aquí mi corazón, te lo doy entero; ya no me pertenece más, es tuyo. Entrando en el mundo, te ofreciste al Padre eterno, ofrecido y dado toda tu voluntad, como nos lo dices por boca de David: "Está escrito de mí, en el libro de la Ley, para hacer tu voluntad. Es lo que siempre quise, Oh Dios mío " (Sal. 39,8-9). De la misma manera, mi querido Salvador, te ofrezco hoy toda mi voluntad. En otro tiempo te fue rebelde, por ella que te ofendía. Ahora siento de todo corazón, el uso que hice de ella, todas las faltas que miserablemente me privaron de tu amistad. Me arrepiento profundamente, y esta voluntad te la consagro sin reserva.
«¿Señor, qué quieres que haga? (Hch. 22,10) Señor, dime qué me pides: estoy dispuesto a hacer todo lo que deseas. Dispón de mí y de lo que me pertenece como gustes: lo acepto todo, consiento en todo. Sé que buscas mi mayor bien: " Pongo pues, totalmente mi alma en tus manos " (Sal. 30,6). Por tu misericordia, ayúdala, consérvala, haz que te pertenezca siempre, y sea toda tuya, ya que "la rescataste, Señor, Dios de la verdad", al precio de tu sangre (Sal. 30,6).»


San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia. 6º Discurso para la Novena de Navidad

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