sábado, 6 de agosto de 2011

Evangelio del día 6 de agosto de 2011


Evangelio según San Mateo 17,1-9. La Transfiguración del Señor - Fiesta


Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".


Comentario:




"Este es mi Hijo amado"... así se confirma la palabra de los profetas. (2P 1,17-19)- San Juan Damasceno



Hoy, es el abismo de la luz inaccesible. Hoy, sobre el Tabor, la efusión infinita del resplandor divino brilla ante los apóstoles. Hoy Jesucristo se manifiesta como maestro de la Antigua y de la Nueva Alianza... Hoy sobre el Tabor, Moisés, el legislador de Dios, el padre de la Antigua Alianza, asiste como un servidor, a su maestro, Cristo, el dador de la Ley. Y reconoce su designio al que lo había iniciado en el pasado por prefiguración; esto es lo que significa, en mi opinión, «ver a Dios de espalda" (Ex 33,23). Ahora ve claramente la gloria de la divinidad, «albergado en la ranura de la roca» (Ex 33,22), pero «esta roca era Cristo» (1Co 10,4), como Pablo lo ha enseñado expresamente: el Dios encarnado, Verbo y Señor...
Hoy el padre de la Nueva Alianza, que había...proclamado a Cristo como Hijo de Dios diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16), ve al padre de la Antigua Alianza, que se mantiene cerca del donante de la una y otra, y que le dice: "He aquí El que es. He aquí, entonces, del que he dicho que surgirá un profeta (Ex 3,14; Dt 18,15; Hch 3,22) - como yo, en cuanto hombre y como jefe del nuevo pueblo pero por encima de mí y de toda criatura, que dispone para mí y para ti, los dos alianzas, la Antigua y la Nueva"...
Venid pues, ¡obedezcamos a David el profeta! ¡Cantemos a nuestro Dios, cantemos a nuestro Rey, cantemos! "El es el Rey de toda la tierra» (Sal. 46,7-8). Cantemos con sabiduría; cantemos con alegría... Cantemos también al Espíritu «que lo sondea todo, incluso las profundidades de Dios" (1Co 2,10), veamos, en esta luz del Padre, que es el Espíritu iluminando todas las cosas, la luz inaccesible, el Hijo de Dios. Hoy se manifiesta lo que los ojos de carne no pueden ver: un cuerpo terrestre irradiando esplendor divino, un cuerpo mortal rebosando la gloria de la divinidad... Las cosas humanas pasan a ser las de Dios, y las divinas las de los humanos.


San Juan Damasceno (v. 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia.
Homilía sobre la Transfiguración; PG 96, 545

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