domingo, 16 de mayo de 2010

El culto a San Juan Nepomuceno


La evolución del culto al santo checo Juan Nepomuceno fue elaborada recientemente con detalle en dos oportunidades. Primero, Václav Rynes publicó un libro en Roma haciendo un análisis detallado de la historia de su culto; después se celebró una magna exposición dedicada al santo con motivo del aniversario de su canonización, que recorrió Viena, Munich y Passau, organizada por la Asociación Adalbert Stifter Verein, cuyo catálogo (1971 y luego 1973) escogió los prototipos más insignes en la obra de arte y los clasificó de manera sistemática. Varios estudios allí publicados parecen inmejorables. Se prestó también una breve atención a la difusión mundial fuera del ámbito del Sacro Imperio Romano, incluso se mencionó el caso de México, pero hace falta un estudio sistemático.

El primer eco es indirecto. El reformador religioso checo Ptr Chelcicky, en su escrito La red de la auténtica fe, criticaba la abundancia de santos patronos (1440-1443), refiriéndose a santos que servían contra "la deshonra mundana.". Se refería indudablemente a que el sacerdote martirizado hacía medio siglo ya se consideraba patrono de la buena fama..

Después de las guerras husitas, a mediados del siglo XV, la piedra lapidar funeraria de Juan Nepomuceno en la catedral de Praga fue provista de reja, según testimonia un escrito de la época agregado a una información sobre un oficio de devoción celebrado ahí en 1416. En la época del cronista Václav Hájek de Libocany se relacionó la muerte de Juan con el hecho de que se había secado el río Vltava en 1383 (por cierto, un hecho tan raro que los contemporáneos recurrieron a una explicación metafísica).

Ya durante la primera época hubo en la piedra sepulcral un rótulo que aludía también al secreto de la confesión. Asimismo, en el libro de Bedrich de Donín (1574-1634), escrito en 1610, se hacía referencia al culto de Juan por el secreto de confesión. No es de extrañar, pues al filo de los siglos XVI y XVII el problema de la confesión se tenía por uno de los más importantes. En su escrito Bohemia Pía de 1608, el preboste metropolitano Jorge Bertold de Pontantis de Breitenbarg mencionó a Juan "limosnero y mártir" entre los santos patronos del país, refiriéndose al secreto (le la confesión. Y ya en 1599 había publicado, en el libro Spirituale Regni Bohemiae Jubilum (en latín, checo y alemán), una "oración al santo Juan Confesor de la reina Juana, esposa del rey Venceslao". En la edición checa de este libro, titulado Duchovní obveselení koruny ceské (o sea, "Alegría espiritual de la Corona de Bohemia") aparece, con la mayor probabilidad, la primera representación gráfica de Juan, aunque con vestido contemporáneo.

Después de la Batalla de la Montaña Blanca (1620), cuando en Bohemia ganan los católicos, partidarios del imperio, aumentó naturalmente el culto al santo. Así, el 16 de julio de 1621, el arzobispo Juan Lohelius consagró un altar de la capilla de Vlasim, en la misma donde Juan de Pomuk servía antes de capellán, un altar de la Visitación, con los santos Lucia, Otilia, Clemente y beato Juan Confesor. Se renovó su sepulcro casi destruido en 1619 por los calvinistas.

También en Nepomuk se estableció su culto gracias al decano Gaspar Pedro Drauskovus, de origen silesio, quien desempeñó su cargo allí de 1629 a 1658; Drauskovus movió al señor de Zelená Hora, Francisco Carlos Sternberk (Sternberg) para que construyera una iglesia en el lugar de la casa natal de Juan. Probablemente fue también él quien escribió y publicó, ayudado por el jesuita Jirí Plachy (Ferus) de Horsovsky Tyn, el escrito Fama posthuma en checo, latín y alemán, dando gran impulso al aumento de su culto. La iglesia se construyó de 1643 a 1660. Como Juan no había sido todavía canonizado, se consagró a San Juan Bautista, pero en el altar mayor se colocó una pintura representando a Juan Nepomuceno, obra del máximo pintor checo de la época, Karel Skréta.

El destino trágico de Juan llegó a ser tema frecuente del teatro de las escuelas latinas, dirigidas por los jesuitas. La primera pieza se presentó el día 22 de setiembre de 1672. Se hizo famosa la pieza que se escenificó en el teatro pilarista de Litomysl, lugar de residencia protestante. Se concilió como contraposición de dos Juanes, Juan Nepomuceno y el maestro Juan Hus, el reformador, cuya muerte dio impulso a las guerras husitas. Desde entonces es natural hablar del uso del culto a San Juan Nepomuceno para contraponerle al reformador y borrarle de la memoria del pueblo en las zonas no católicas.

En el s. XVII surgieron también nuevas biografías que, de acuerdo a la época, exageraban ciertos hechos en la vida de Juan de Pomuk. Son sobre todo las de Jan Tanner y Bohuslav Balbín, jesuitas patrióticos que repetían los datos de la crónica de Hájek.

Del año 1668 proviene el manuscrito del canónigo Juan Ignacio Dlouhovesky de Dlouhá Ves, quien agregó datos curiosos diciendo, por ejemplo, que bajo la influencia de su confesor (Juan), la reina había renunciado a los placeres mundanos, lo cual enfadó enormemente al rey. Otro detalle que cuenta es que el rey dejó asar a un cocinero suyo que había quemado un pescado, contra lo cual protestó Juan (que, además, condenó esta crueldad desde el púlpito de la catedral).

Eistos apócrifos dominaron por largo tiempo la biografía de Juan y es en ellos donde hay que buscar las fuentes de las representaciones gráficas y pictóricas posteriores.

También Jirí Kruger (Crugerius) señaló en Maiales Triumphi (1669) que otras naciones no tenían un mártir similar de la confesión.

El escrito de Dlouhovesky sirvió como fuente para la famosa Vida de San Juan Nepomuceno, canónigo de la iglesia metropolitana de San Vito, sacerdote y mártir, escrita por Bohuslav Balbín y terminada en 1671, donde se destacan, por ejemplo, el sermón profético de Juan prediciendo las guerras husitas que se desatarían dos decenios más tarde en la iglesia de San Vito. Defraudando las esperanzas de Balbín, La vida no fue publicada por el capítulo y no apareció hasta 1680 como suplemento al tercer tomo de las "Acta Sanctorum" de los bollandistas. Balbín la publicó en su libro Bohemia Sancta en 1682 en la parte dedicada a personas que habiendo vivido en el país fueron matadas a causa de su adhesión al reino de Cristo y a su santo nombre, entre los santos de segunda clase, es decir, entre aquellos que no fueron registrados por el papa como santos o beatos, pero que, a pesar de ello, eran tenidos y venerados por santos o considerados así por escritores de confianza e importancia.

Fue Balbín el que dio impulso al movimiento por la canonización. También el decano patriótico Tomás Juan Peina de Cechobrod mencionó en 1663, en su libro Prodomus Moravographiae, a San Juan Nepomuceno corno hombre de vida santa y en el libro Mars Moravicus (1677) decía: "Ya estamos tratando de que la estimación del santo mártir -hasta ahora privada- llegue a ser pública en la Iglesia". El impulso decisivo en este sentido fue el hallazgo de lo que se creía entonces que era su lengua incorrupta, que dio las bases para que el arzobispo de Praga presenlara una petición oficial alegando que a Juan de Pomuk se le reconocía como santo desde tiempos inmemoriales. La beatificación fue celebrada en Praga y Bohemia con fiestas pomposas, a partir del día 4 de julio de 1721, fiesta de San Procopio. Los restos del nuevo santo fueron colocados en la catedral de San Vito entre dos altares por encima del antiguo sepulcro. Sobre el ataúd se erigió un baldaquino y por encima un escultura, sobre la cual hubo una corona mantenida por angelitos. El año 1723 se permitió celebrar la fiesta del beatificado Juan también en Polonia y en Lituania. Mientras tanto continuó el proceso de canonización. El año 1725 fue enviado a Roma el canciller del arzobispo de Praga con respectivos documentos. Como relator del proceso de canonización fue designado el cardenal español Alvaro Cienfuegos. La petición de Praga fue respaldada, curiosamente, por una demanda procedente de México para que se permitiesen celebrar las horas y la misa, pues el culto al beato Juan había sido limitado a los países de la Corona de Bohemia, el Imperio Romano Germánico y, en general, los países habsburgos. No he tenido la oportunidad de averiguar quién presentó esta petición mexicana, pero sería muy interesante llegar a saberlo. Después de la declaración del confesor de la fe en febrero de 1729 diciendo que no había objeciones de su parte, se decidió proceder a la canonización según la bula papal del 19-III-1729. La ceremonia se llevó a cabo en la basílica de San Juan de Letrán el día de San José, o sea el 19 de marzo de 1729. Se estableció que su fiesta se celebrara el día 16 de mayo.

No es necesario subrayar demasiado que este acontecimiento tuvo una gran importancia en la reafirmación nacional checa o, por lo menos, en la de Bohemia, sometida al imperio austríaco. Del 9 al 16 de octubre de 1729 se organizaron en los países checos pomposas celebraciones por la canonización del nuevo santo.

En tres años, de 1733 a 1736, se hizo una adaptación monumental de su sepulcro. Se encargó al artista vienés José Manuel Fischer de Erlach (1693-1743) y al italiano Antonio Corradini; del trabajo en plata se encargó el platero Juan José Wurth, asimismo de Viena. Los vasos y las figuras alegóricas de La Justicia, La Fuerza, La Sabiduría y La Taciturnidad fueron obras de José Seitz. El baldaquino con cuatro ángeles de plata, de I. Novák, es un poco posterior (de 1771), siendo encargado por el preboste Strachovsky.

En cuanto al número total de patrocinios en los países de la Corona de San Wenceslao (Bohemia, Moravia, Silesia), San Juan Nepomuceno se sitúa en el cuarto lugar. Le anteceden solamente la Virgen, San Wenceslao y la Santísima Trinidad y le siguen San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo. A fines del siglo pasado (1895) había en el territorio de los países históricos 293 iglesias y capillas consagradas a San Juan Nepomuceno.

El principal foco de su culto fue la catedral de San Vito, lugar de su sepulcro y quizá escenario de una parte de su vida; luego, desde la primera mitad del siglo XVII, la ciudad natal de Nepomuk, donde se publicó un libro especial, aunque, como ya observamos, la iglesia local fue consagrada oficialmente a San Juan Bautista. En Praga hay dos centros más: la iglesia de San Juan en la Roca (Sv. Jan na Skalce) donde se fundó una capilla en 1691, y luego, en 1730 se colocó la piedra fundamental de la nueva iglesia, obra del máximo arquitecto del país, Kilián Ignacio Diezenhofer. En ésta, entre las torres se sitúan figuras alegóricas de la Fe y la Caridad y en el centro se encuentra el león heráldico de Bohemia con el cetro; por encima de él hay un obelisco sosteniendo el busto del santo coronado por su lengua, rodeada de rayos. La nave central está decorada por un fresco de Karel Kovár, que representa la Glorificación de San Juan Nepomuceno.

Pavel Stépánek

Tomado de: Fundación Universitaria Española, Cuadernos de arte e Iconografía / Tomo III - 6.1990

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