domingo, 4 de septiembre de 2011

El Papa invita a los cristianos a corregir los errores del prójimo


Ciudad del Vaticano, - El papa Benedicto XVI dijo hoy que existe una "corresponsabilidad" en el camino de la "vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y defectos, debe aceptar las correcciones fraternas y ayudar a los otros con este particular servicio".

El Pontífice así lo manifestó durante el tradicional rezo del Ángelus dominical que celebró en el palacio apostólico de Castel Gandolfo, cerca de Roma, donde pasa las vacaciones.

Benedicto XVI recordó el texto del Evangelio dedicado a la vida de la comunidad cristiana que establece que "el amor fraternal comporta también un sentido de responsabilidad recíproca".

Por ello, señaló, "si mi hermano comete un error en mi contra, yo debo utilizar la caridad hacia él y, en primer lugar, hablar con él personalmente, explicándole que lo que ha hecho no es bueno".

El Pontífice subrayó que este modo de actuar se llama "corrección fraternal" y que "no se trata de una reacción a la ofensa sufrida , sino que es un actuación movida por el amor hacia el hermano".

"Y si nuestro hermano no nos escucha, el Evangelio indica una gradación: Primero hay que volver a hablar con él, junto con otras dos o tres personas, para ayudarle mejor a darse cuenta de lo que ha hecho", explicó Benedicto XVI.

Sin embargo, si "pese a esto, nuestro hermano rechaza la observación, hay que decírselo a la comunidad. Si no escucha ni siquiera a la comunidad, hay que hacerle percibir su alejamiento, que él mismo ha provocado separándose de la comunión de la Iglesia", concluyó.

Evangelio del día 4 de septiembre de 2011


Evangelio según San Mateo 18,15-20. XXIII Domingo del Tiempo Ordinario A

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".


Comentario:


«Todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo»: el sacramento del perdón - Beata Teresa de Calcuta



El otro día un periodista me hizo una curiosa pregunta:
¿Incluso usted tiene que confesarse? Sí, le dije. Me confieso cada semana. Entonces Dios tiene que ser muy exigente, si hasta usted tiene que confesarse.
Seguro que su hijo a veces se equivoca, le dije. Y ¿qué ocurre cuando viene y le dice «papá, lo siento»?, ¿qué hace usted? Lo rodea con sus brazos y lo besa. ¿Por qué? Pues porque esa es su manera de decirle que lo ama.
Dios hace lo mismo. Nos ama tiernamente.
Por lo tanto cuando pecamos o cometemos un error, lo que debemos hacer es servirnos de eso para acercarnos más a Dios. Digámosle humildemente: «Sé que no debería haber hecho esto, pero incluso esta falta te la ofrezco».
Si hemos pecado o cometido un error, digámosle: «¡Lo siento! Me arrepiento». Dios es un Padre que perdona. Su clemencia es mayor que nuestros pecados. Él nos perdonará.


Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de la Misioneras de la Caridad. El amor más grande

Santa Rosa de Viterbo - 4 de septiembre



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sábado, 3 de septiembre de 2011

Domingo 4 de septiembre: Jornada del Migrante. Mensaje del Papa



El próximo domingo 4 de septiembre (primer domingo de septiembre) la Iglesia celebra en la Argentina la Jornada Nacional del Emigrante, o Día del Migrante, en coincidencia con la fecha que también el Estado nacional estableció para celebrar el Día del Migrante.

En el orden mundial la 97ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, para la que el papa Benedicto XVI envió un mensaje titulado “Una sola familia humana”, se celebró el pasado 16 de enero.

En dicho mensaje el Santo Padre explica que esta Jornada brinda un espacio para que la Iglesia reflexione sobre este tema cada vez más común en la sociedad actual globalizada, que permita además una convivencia fraterna y pacífica entre los diversos pueblos que recorren "un mismo camino como hombres y, por tanto, como hermanos y hermanas".

Benedicto XVI constata en su mensaje que muchos pasan por la emigración, voluntaria o forzada. "Al respecto, la Iglesia no cesa de recordar que el sentido profundo de este proceso histórico y su criterio ético fundamental vienen dados precisamente por la unidad de la familia humana y su desarrollo en el bien. Por tanto, todos, tanto emigrantes como poblaciones locales que los reciben, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia. Aquí encuentran fundamento la solidaridad y el compartir", explica el Santo Padre.

Al hablar sobre la necesaria fraternidad de los pueblos, el Papa señala que esta es la "experiencia, a veces sorprendente, de una relación que une, de un vínculo profundo con el otro, diferente de mí, basado en el simple hecho de ser hombres. Asumida y vivida responsablemente, alimenta una vida de comunión y de compartir con todos, de modo especial con los emigrantes; sostiene la entrega de sí mismo a los demás, a su bien, al bien de todos, en la comunidad política local, nacional y mundial".
El Papa Benedicto XVI recuerda luego las palabras del querido Juan Pablo II quien en el año 2001 indicaba que en el contexto del bien universal de todos los hombres "se debe considerar el derecho a emigrar. La Iglesia lo reconoce a todo hombre, en el doble aspecto de la posibilidad de salir del propio país y la posibilidad de entrar en otro, en busca de mejores condiciones de vida".

En este contexto, prosigue Benedicto XVI, "los Estados tienen el derecho de regular los flujos migratorios y defender sus fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Los inmigrantes, además, tienen el deber de integrarse en el país de aceptación, respetando sus leyes y la identidad nacional. ‘Se trata, pues, de conjugar el recibimiento que se debe a todos los seres humanos, en especial si son indigentes, con la consideración sobre las condiciones indispensables para una vida decorosa y pacífica, tanto para los habitantes originarios como para los nuevos llegados’".

Luego de explicar la necesaria labor de caridad que cumple la Iglesia en medio del mundo y en particular en este tema de la emigración, el Santo Padre se refiere a la difícil situación de los refugiados que son "una parte relevante del fenómeno migratorio. Respecto a estas personas, que huyen de violencias y persecuciones, la comunidad internacional asumió compromisos precisos. El respeto de sus derechos, así como las justas preocupaciones por la seguridad y la cohesión social, favorecen una convivencia estable y armoniosa".

La ayuda a los refugiados, continúa el Papa, debe darse de modo que estas personas puedan "encontrar un lugar donde puedan vivir en paz y seguridad, donde puedan trabajar y asumir los derechos y deberes existentes en el país que los recibe, contribuyendo al bien común, sin olvidar la dimensión religiosa de la vida".

En la parte final de su mensaje Benedicto XVI se refiere a los estudiantes universitarios extranjeros e internacionales. A ellos les recuerda que son "puentes" culturales y económicos entre los países de salida y de recepción; que tienen el derecho de ser ayudados y que "en la escuela y en la universidad se forma la cultura de las nuevas generaciones: de estas instituciones depende en gran medida su capacidad de mirar a la humanidad como a una familia llamada a estar unida en la diversidad".

El Papa concluye su mensaje haciendo votos para que todos en la Iglesia y en el mundo formen "una sola familia humana" y para que Dios "nos ayude a ser, a cada uno en primera persona, hombres y mujeres capaces de relaciones fraternas; y para que, en el ámbito social, político e institucional, crezcan la comprensión y la estima recíproca entre los pueblos y las culturas".

Evangelio del día 3 de septiembre de 2011



Evangelio según San Lucas 6,1-5. Sábado de la XXII Semana del Tiempo Ordinario


Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?".
Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?".
Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".





Comentario:



«Acuérdate del sábado para santificarlo.» (Ex 20,8) - San Agustín




Ahora que estamos en el tiempo de la gracia que nos ha sido revelada, la observancia del sábado, antiguamente simbolizada por el reposo de un solo día, ha sido abolida para los fieles. En efecto, en este tiempo de gracia, el cristiano observa un sábado perpetuo si hace todas las obras buenas con la esperanza del reposo futuro y no se gloría de sus obras como si fueran un bien propio y no un don recibido.
Así, recibiendo y comprendiendo el sacramento del bautismo como un sábado, es decir, como el reposo del Señor en el sepulcro (cf Rm 6,4) el cristiano reposa de sus obras antiguas para caminar, desde ahora en una vida nueva, reconociendo que Dios obra en él. Dios es quien, a la vez, actúa y reposa, reconociendo a su criatura la actividad que le es propia y también el gozo de un reposo perenne en Dios.
Dios ni se cansó al crear el mundo, ni ha recobrado sus fuerzas después de la creación, sino que ha querido invitarnos con estas palabras de la Escritura: «Dios descansó el día séptimo...» (Gen 2,2) a desear su reposo dándonos el precepto de santificar este día (cf Ex 20,8).






San Agustín (343-430) obispo de Hipona, doctor de la Iglesia. Comentario sobre el libro del Génesis

San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia - 3 de septiembre




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viernes, 2 de septiembre de 2011

Evangelio del día 2 de septiembre

Evangelio según San Lucas 5,33-39. Viernes de la XXII Semana del Tiempo Ordinario 


Luego le dijeron: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben". Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar". Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

San Elpidio, obispo de Lyón - 2 de septiembre

San Elpidio sucedió aSan Justo en la diócesis de Lyon. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de losSiete Hermanos Macabeos al lado de su predecesor.

jueves, 1 de septiembre de 2011

San Gil - 1 de septiembre


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Evangelio del día 1 de septiembre de 2011

Evangelio según San Lucas 5,1-11. Jueves de la XXII Semana del Tiempo Ordinario 

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes". Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. 

Comentario:


Jesús dijo a Pedro: “Navega mar adentro, y echen las redes.” Lo mismo nos dice hoy Jesús a nosotros a través del Papa, para hacer la Segunda Evangelización. Aunque parezca que nada podremos hacer, si el Señor lo manda tendremos, contra toda esperanza, una pesca abundantísima. Hagámosle caso y comencemos a predicar con la Palabra de Dios y sobre todo con el ejemplo de una vida cristiana acorde al Evangelio. Aunque parezca inútil el intento y nos dé la sensación de que todo está perdido; si el Señor a través de su Iglesia lo manda, obedezcamos ciegamente. Pidamos a la Santísima Virgen, Estrella de la Nueva Evangelización, que obtengamos una pesca milagrosísima con su ayuda. Jesús, María, os amo, salvad las almas.


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