sábado, 22 de diciembre de 2012

Santa Clotilde - 22 de diciembre



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viernes, 21 de diciembre de 2012

Evangelio del día 21 de diciembre de 2012

Evangelio según San Lucas 1,39-45. Feria de Adviento: Semana antes de Navidad


En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".


Comentario:



"María se puso en camino y se fue de prisa a la montaña..." - San Ambrosio



Es normal que aquellos que quieren que se les crea, den razones para creerlos. Por eso el ángel... le anunció a María, la virgen, que una mujer de edad avanzada y estéril iba a ser madre, mostrando así que Dios puede hacer todo lo que desea.

    Cuando María tiene noticia de la maternidad de su prima Isabel, ya anciana y estéril, se pone en camino. No por falta de fe en la profecía ni por dudar del anuncio, ni por dudar de los signos que le fueron dados, sino llena de alegría para cumplir un servicio entrañable. En la prontitud de la alegría, María se dirige hacia las montañas. Llena de Dios ¿podía no ir de prisa hacia las alturas? Los cálculos lentos no corresponden a la gracia del Espíritu Santo.

     Aprended, vosotros también, la solicitud que debéis tener acerca de vuestras parientes que van a ser madres. María vivía hasta aquel momento en un recogimiento total. Su pudor virginal no la retuvo de aparecer en público, ni lo escabroso de las montañas la frenó en su deseo de servicio, ni el camino largo la podía retener. La Virgen se dirige con prontitud hacia las alturas, la Virgen piensa en servir y se olvida de sí misma. El amor es su fortaleza, a pesar de su sexo. María sale de su casa y se va hacia las alturas... Se quedó en casa de Isabel unos tres meses, no por el placer de estar con gente, sino para cumplir un servicio y cumplirlo con toda solicitud hasta el final.

    La joven va hacia la anciana, la que es superior va hacia la que es inferior: María a Isabel, Cristo a Juan, más tarde el Señor se hará bautizar por Juan para consagrar el bautismo. Y en seguida se manifiestan los beneficios de la llegada de María y de la presencia del Señor, porque “tan pronto como Isabel oyó el saludo de María, el niño se estremeció en su vientre y se llenó del Espíritu Santo"... Ambas mujeres hablan de la gracia que les ha sido hecha; ambos niños realizan esta gracia e introducen a sus madres en este misterio de la misericordia.    


San Ambrosio (c 340-397), obispo de Milán y maestro de San Agustín, doctor de la Iglesia. Sobre San Lucas 19-21; SC 45, pag 81-82

jueves, 20 de diciembre de 2012

Misterio de "La Visita de María a Isabel" para meditar en el rezo del Santo Rosario

Gracias del misterio de la Visitación, descended a mi alma y dadle una perfecta caridad con nuestro prójimo.

Dios Todopoderoso, Tu que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel; concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo de Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.

1. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. (Lc. 1, 39-40).
2. Y en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el Niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. (Lc. 1, 41).
3. Y en alta voz exclamó: ¡Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!. (Lc. 1, 42).
4. Bienaventurada Tú que has creído, porque tendrán cumplimiento en Ti las promesas que se han hecho de parte del Señor. (Lc. 1, 45).
5. Entonces María dijo: mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador. Porque ha puesto sus ojos en la pequeñez de su esclava. (Lc. 1, 46-48).
6. Mirad: ya desde ahora me aclamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha obrado en mi cosas estupendas Aquél que es poderoso. (Lc. 1, 48, 49).
7. Santo es su Nombre y su misericordia alcanza en generaciones a los que le temen. (Lc. 1, 49-50).
8. Después la fuerza de su brazo dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. (Lc. 1, 51).
9. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. (Lc. 1, 52).
10. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. (Lc. 1, 53).


El segundo misterio se refiere al tiempo que sigue al mensaje del ángel, anuncio que tan dichoso y angustioso fue, a la vez, para María. Ninguna mujer vivió una felicidad comparable a la suya. Pero tampoco ninguna fue encerrada jamás en un silencio semejante, pues ¿cómo podía contar lo sucedido de modo que otras personas pudieran creerla? Ni siquiera la comprenderá aquel a quien se ha prometido de por vida –y él menos que nadie, porque lo sucedido le afecta de forma especialmente honda-. Aquí comienza la seriedad de la entrega. Para honor y deshonor, para vida y para muerte, María está en las manos de Dios. En su apuro, sale de casa y va por la montaña a visitar a Isabel, la mujer maternal a la que le une, manifiestamente, una vieja confianza. Ella, así lo espera esta joven desazonada, entenderá lo que ha sucedido. Y así ocurre realmente, porque el mismo Espíritu que está operando el misterio en María llena también a Isabel, de forma que, antes de que María diga algo, ella conoce la verdad: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42)… Todo el misterio está lleno de la interioridad indecible en la que María lleva la vida humano-divina, le da la suya y recibe la que ha concebido.
En toda existencia cristiana se da el ámbito santo del “llegar a ser”, en el cual Cristo vive, y nos es más íntimo de lo que podemos serlo con nosotros mismos. Ahí actúa y crece; se adueña de nuestro ser, atrae nuestras fuerzas hacia él, penetra en nuestro pensamiento y nuestra voluntad, gobierna nuestras emociones y sensaciones para que se cumpla lo dicho por el apóstol: Y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí (Gal 2, 20).
Guardini, Romano, Orar con... El Rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2008, p. 109.


El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: « Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible a Dios »(Lc 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? » (Lc 1, 34). Esto sucederá precisamente por el « poder del Altísimo », como y más aún que en el caso de Isabel.

Así pues María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, « llena de Espíritu Santo », a su vez saluda a María en alta voz: « Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno » (cf. Lc 1, 40-42). Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posteriormente en el Ave María, como una continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que sigue: « ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? »(Lc 1, 43). Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: « saltó de gozo el niño en su seno » (Lc 1, 44). EL niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías.

En el saludo de Isabel cada palabra está llena de sentido y, sin embargo, parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! » (Lc 1, 45).28 Estas palabras se pueden poner junto al apelativo « llena de gracia » del saludo del ángel. En ambos textos se revela un contenido mariológico esencial, o sea, la verdad sobre María, que ha llegado a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente porque « ha creído ». La plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la visitación, indica como la Virgen de Nazaret ha respondido a este don.

Martínez Puche, José A., El Rosario de Juan Pablo II, Edibesa, Madrid, 2003, p. 8.

Evangelio del día 20 de diciembre de 2012

Evangelio según San Lucas 1,26-38. Feria de Adviento: Semana antes de Navidad


En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?". El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


Comentario:



EVA se cambia en AVE - San Aelredo de Rielvaux



Hoy, el Padre soberano nos envió al verdadero José "ve a ver cómo están tus hermanos y el ganado" (Gn 37,14). Ciertamente, José era amado por su padre "más que todos sus hermanos" (v. 3)... Este es, el más amado, el más sabio, el mejor de todos; es él a quien Dios, el Padre, ha enviado hoy... "¿A quién pues enviaré, dice Dios, quién irá por nosotros?" (Is 6,8). El Hijo responde: "yo mismo iré en busca de mis ovejas" (Ez 34,11). Descendiendo de lo más alto de los cielos, baja "hasta el valle de Hebrón" (Gn 37,14).

    Adán había escalado el monte de la soberbia; el Hijo de Dios ha querido descender al valle de la humildad. Ha encontrado un valle donde descender. ¿Dónde se encuentra éste? No en ti, Eva, madre de nuestra desgracia, no en ti, sino en la bienaventurada María. Ella es exactamente este valle de Hebrón por su humildad y por su fuerza. Es fuerte por su participación en la fuerza sobre la que se ha escrito: “El Señor es fuerte y poderoso” (Sal 24,8). Es esta mujer fuerte de quien dice Salomón: “Una mujer fuerte ¿quién la encontrará?” (Prov. 31,10).

    Eva, aunque creada en el paraíso sin corrupción ni suciedad, sin enfermedad ni dolor, se ha mostrado muy débil, muy enferma. “La mujer fuerte ¿quién la encontrará?” ¿Se la puede encontrar en esta tierra de miseria, siendo así que no se la ha podido hallar en la felicidad del paraíso?... Puesto que una mujer se ha revelado tan débil en el paraíso, ¿quién podrá encontrar aquí, en la tierra una mujer valiente?

    Hoy, Dios, el Padre, ha encontrado a esta mujer para santificarla; el Hijo la ha encontrado para habitarla; el Espíritu Santo la ha encontrado para iluminarla... El ángel la ha encontrado para saludarla así: “Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ahí tenéis a la mujer valiente, aquella en quien la ponderación reemplaza a la curiosidad, en quien la humildad excluye toda vanidad, en quien la virginidad se mantiene libre de toda voluptuosidad.  Está escrito: "El ángel entró en su casa". No la encontró, pues volcada hacia el exterior, hacia fuera; estaba en el interior, en su cuarto oculto, donde oraba a su Padre en el secreto (Mt 6,6).    


San Aelredo de Rielvaux (1110-1167), monje cisterciense. Sermón 59, 3º sobre la Anunciación en la colección de Durham

Santo Domingo de Silos - 20 de diciembre


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miércoles, 19 de diciembre de 2012

SS Benedicto XVI: "Dios se revela en la humildad"

SS Benedicto XVI celebró hoy en el Vaticano la última audiencia pública el año, en la que dijo que Dios no se revela "en el triunfo o en el poder de un rey, sino en la humildad (el niño Jesús) que vence a las potencias de mundo".

    Ante varios miles de fieles, reunidos en el Aula Pablo VI, el Papa dedicó la catequesis a la figura de María en el contexto de la Navidad y afirmó que el Nacimiento del Señor "nos invita a vivir la fe con la misma humildad y obediencia" que María.

   "La alegría profunda, humilde y obediente de María demuestra que al final el indefenso poder de aquel Niño vence a las potencias del mundo y que la omnipotencia de Dios también en nuestra vida actúa con la fuerza muchas veces silenciosa de la verdad y del amor", manifestó el Papa.

   El Obispo de Roma subrayó que la gloria de Dios "no se manifiesta en el triunfo y en el poder de un rey, no resplandece en una ciudad famosa o en un suntuoso palacio, sino que pone su morada en el seno de una virgen y se revela en la pobreza de un niño".


   El Pontífice, en una reflexión sobre el misterio de la Anunciación, recordó que el ángel invitó a la Virgen a alegrarse llamándola la "llena de gracia" y señaló que la "fuente de la alegría de María es la gracia, la comunión con Dios".

   "Ella es la criatura que, mediante su actitud de escucha de la palabra y su obediencia de la fe, ha abierto de modo único las puertas a su Creador. Como Abraham, también María se fía plenamente de la divina palabra, convirtiéndose en modelo y madre de todos los creyentes", subrayó el Obispo de Roma.

   Como es habitual, durante la audiencia el Papa habló en varios idiomas, entre ellos el español, en el que saludó a los fieles españoles y latinoamericanos presentes, entre ellos un grupo de 44 Legionarios de Cristo que fueron ordenados sacerdotes el pasado en Roma, acompañados de sus familiares.

   "Que la próxima solemnidad de la Navidad, en la que contemplamos cómo Dios pone su morada en el seno de la Virgen, nos haga crecer en el amor al Señor, acogiendo con humildad su Palabra", afirmó en español.

    Tras la audiencia, el Vaticano publicó dos nuevos tuits del Papa, en los que exhortó a los hombres a dejarse guiar por la Palabra de Dios y resaltó la figura de María.

    "En nuestro camino de fe hay momentos de luz y de oscuridad. Si quieres caminar siempre en la luz, déjate guiar por la Palabra de Dios", escribió el Pontífice en uno de ellos.

    El otro fue: "En nuestro camino de fe hay momentos de luz y de oscuridad. Si quieres caminar siempre en la luz, déjate guiar por la Palabra de Dios", escribió el Pontífice en un tuit publicado a mediodía.

“José, hijo de David, no temas.” - San Efrén

José abrazaba
al Hijo del Padre celestial
hecho un recién nacido
Y lo servía como a su Dios.
Se complacía
como en la bondad misma;
lo veneraba
como al justo por excelencia.

Grande fue su perplejidad
¿Cómo es posible,
Oh Hijo del Altísimo
de ver en ti a un hijo?
Contra tu madre me irritaba
y pensaba repudiarla.
Y no sabía
que en su seno posaba un gran tesoro
Que enriqueció
de improvisto  mi pobreza.

El rey David
surgió de mi raza
y fue coronado.
¡Qué gran despojo me alcanza!
En lugar de ser rey soy artesano;
Pero me ha tocado una corona
Ya que sobre mi corazón reposa
el Soberano de todos los reinos. 


San Efrén (c.306-373), diácono en Siria, exégeta de la Biblia, doctor de la Iglesia
Himno para Navidad

Evangelio del día 19 de diciembre de 2012

Evangelio según San Lucas 1,5-25. Feria de Adviento: Semana antes de Navidad


En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.
Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios,
le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,
porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre,
y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".
Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada".
El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.
Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.
Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.
Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".



Comentario:


"Hará volver a numerosos hijos de Israel al Señor su Dios" - San Gregorio Palamas




Toda la vida del "más grande nacido de mujer" es el milagro de los milagros. Además, la vida entera de Juan, profeta desde antes de su nacimiento y el más grande de los profetas, es también todo lo que ocurre antes de su nacimiento y después de su muerte lo que sobrepasa todos los milagros. En efecto, las predicciones de los profetas inspiradas por Dios sobre su persona, lo describen no como un hombre sino como un ángel, como una antorcha ardiendo, como la estrella de mañana que difunde la luz divina - porque precede al Sol de justicia - y como la voz misma del Verbo de Dios. ¿Entonces, qué hay más cercano al Verbo de Dios... que la voz de Dios?
    Cuando se acerca el momento de su concepción, no es un hombre sino un ángel quien desciende del cielo para poner fin a la esterilidad de Zacarías e Isabel... Predice que el nacimiento de este niño será causa de una gran alegría, porque anunciará la salvación de todos los hombres: "será grande delante del Señor”. “No beberá vino, ni bebidas fermentadas, y estará lleno del Espíritu Santo desde antes de su nacimiento. Hará volver a numerosos hijos de Israel al Señor su Dios; marchará con el espíritu y la fuerza de Elías". Juan, en efecto, será virgen como Elías, sobre todo porque será el precursor de Dios “porque, se dijo, marchará delante del Señor"...
    Vivía solo para Dios, atento a Dios solo, encontrando su alegría en Dios. Vivía pues en un lugar aislado, como se dijo: "Vivirá en el desierto hasta el día en que se deba manifestar a Israel"...
    De la misma manera que en aquel tiempo, el Señor, empujado por su amor inmenso hacia nosotros, descendió del cielo por nosotros que éramos todos pecadores, también Juan salió del desierto por nosotros, con el fin de ayudar a la realización de este designio de amor. Porque, para servir al Dios de bondad en su extraordinario abajamiento hacia los hombres, que entonces estaban sumergidos en el abismo del dolor, hacía falta un hombre de una virtud inigualable como Juan. 

(Referencias bíblicas: Mt 11,11; Lc 1,44; Mt 11,9; Ml 3,1 hebr; Nb 24,17; Za 3,8 LXX; Ml 3,20; Is 40,3; 1R 18,18; 21,20; Mc 6,18)

San Gregorio Palamas (1296-1359), monje, obispo y teólogo. Homilía 40 ; PG 151, 496

San Urbano V, Papa - 19 de diciembre

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martes, 18 de diciembre de 2012

San Modesto, mártir - 18 de Diciembre


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