viernes, 19 de agosto de 2011

Evangelio del día 19 de agosto de 2011


Evangelio según San Mateo 22,34-40. Viernes de la XX Semana del Tiempo Ordinario


Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar,
y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".
Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.
Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".


Comentario:



"El grande y primer mandamiento" - San Alfonso María de Ligorio




Para poder amar mucho a Dios en el cielo, es necesario, en primer lugar, amarlo mucho en la tierra. El grado de nuestro amor a Dios, al final de nuestra vida, será la medida de nuestro amor de Dios durante la eternidad.

¿Queremos tener la certeza de no separarnos de este soberano Bien en la vida presente? Estrechémosle cada vez más por los vínculos de nuestro amor, diciéndole con la esposa del Cantar de los cantares: "Encontré al amor de mi alma: lo abracé y no lo solté"(3,4). ¿Cómo ha apresado la esposa sagrada a su amado? "Con el brazo de la caridad", responde Guillermo...; "es con el brazo de la caridad con lo que se apresa a Dios", afirma san Ambrosio.
Dichoso aquel que podrá escribir con San Pablo: «Que los ricos posean sus riquezas, que los reyes posean sus reinos: pero para nosotros, ¡nuestra gloria, nuestra riqueza y nuestro reino, es Cristo!».
Y con san Ignacio: «Dame sólo tu amor y tu gracia, eso me basta». Haz que te ame y que yo sea amado por Ti; no deseo ni desearé otra cosa.


San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia. Octavo Discurso para la Novena de Navidad

San Andrés de Cilicia y compañeros mártires - 19 de Agosto


Para conocer su hagiografía clickear sobre la imagen.

jueves, 18 de agosto de 2011

SS Benedicto XVI, a los jóvenes: "No os avergoncéis del Señor"


El Papa Benedicto XVI ha pedido a los jóvenes que no se avergüencen del Señor, a su llegada a España para participar en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). "Es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a mantenerse firmes en la fe y asumir la bella aventura de anunaciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida", ha destacado en su discurso en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Barajas, ante los Reyes de España, el presidente del Gobierno y multitud de autoridades.

También estaban presentes multitud de peregrinos que, poco después de iniciar su discurso, han empezado a corear el lema 'Esta es la juventud del Papa'."¿Por qué y para qué ha venido esta multitud de jóvenes a Madrid? Aunque la respuesta deberían darla ellos mismos, bien se puede pensar que desean escuchar la Palabra de Dios, como se les ha propuesto en el lema para esta Jornada Mundial de la Juventud, de manera que, arraigados y edificados en Cristo, manifiesten la firmeza de su fe", les ha respondido.

El Santo Padre ha subrayado que muchos jóvenes, además, miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro. Igualmente, se ha referido a otros que precisan de prevención para no caer en la red de la droga, o de ayuda eficaz, si por desgracia ya cayeron en ella. Y ha señalado que no pocos, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación, que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada que padecen en determinadas regiones y países.

"Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública, y silenciando hasta su santo Nombre. Pero yo vuelvo a decir a los jóvenes, con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor", ha exhortado.

El Pontífice también ha hecho alusiones a los santos españoles y las hondas raíces cristianas de España al destacar, que "aunque actualmente haya motivos de preocupación, mayor es el afán de superación de los españoles, con ese dinamismo que los caracteriza, y al que tanto contribuyen sus hondas raíces cristianas, muy profundas a lo largo de los siglos".

Antes, el Santo Padre ha advertido de que "ciertamente, no faltan dificultades" y "subsisten tensiones y choques abiertos en tantos lugares del mundo, incluso con derramamiento de sangre", al tiempo que ha recalcado que la justicia y el "altísimo valor de la persona humana se doblegan fácilmente a intereses egoístas, materiales e ideológicos" y que no se respeta siempre como es debido el medio ambiente y la naturaleza.


"VENGO A ENCONTRARME CON MILLARES DE JÓVENES"



"Vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia --ha dicho--. Para exhortar a los jóvenes a encontrarse personalmente con Cristo Amigo y así, radicados en su Persona, convertirse en sus fieles seguidores y valerosos testigos". Así, ha destacado que la JMJ trae un "mensaje de esperanza" que llena de confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo.

En este sentido, ha recalcado que el descubrimiento del Dios vivo "alienta a los jóvenes y abre sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones". "Ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices, volcando para ello su entusiasmo en la consecución de una vida auténtica", ha asegurado.

El Pontífice ha recordado sus anteriores visitas a España, y particularmente las realizadas el pasado año a Santiago de Compostela y Barcelona y ha agradecido la dedicación de las autoridades eclesiásticas y civiles para organizar la JMJ, así como la hospitalidad de familias, parroquias, colegios e instituciones que acogen a los jóvenes de todo el mundo.

"Saludo desde aquí muy cordialmente a todos los queridos amigos españoles y madrileños, y a los que han venido de tantas otras tierras. Durante estos días estaré junto a vosotros, teniendo también muy presentes a todos los jóvenes del mundo, en particular a los que pasan por pruebas de diversa índole", ha concluido.

Evangelio del día 18 de agosto de 2011


Evangelio según San Mateo 22,1-14. Jueves de la XX Semana del Tiempo Ordinario


Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
"El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".



Comentario:


"Venid a la comida de boda" - San Macario


En el mundo visible, si un pueblo pequeño declara la guerra al rey, éste no se molesta en dirigir él mismo la batalla sino que manda soldados con sus jefes y entran en combate. Si, por el contrario, el pueblo que se levanta contra el rey es poderoso y capaz de arrasar su reino, el rey se ve obligado a entrar él mismo en combate con su corte y su ejército, y dirigir él mismo la batalla. ¡Mira, pues, cuál es tu dignidad! Dios mismo ha combatido son su ejército, quiero decir con sus ángeles y santos espíritus, viniendo él mismo a protegerte para librarte de la muerte. Ten confianza, pues, y fíjate de qué providencia eres objeto.

Saquemos un ejemplo de la vida presente. Imaginemos un rey que encuentra a un hombre pobre y enfermo y que siente repugnancia hacia él, pero cura sus heridas por medio de remedios saludables. Lo hace entrar en su palacio, lo reviste de púrpura, le ciñe una diadema y le invita a su mesa. Es así como Cristo, rey celestial, se llega al hombre enfermo, le cura y le hace sentar a su mesa real, y ello sin violar su libertad, sino convenciéndole por la persuasión a aceptar un honor tan alto.

Por otra parte, se escribe en el Evangelio que el Señor envió a sus siervos para invitar a los que quisieran ir y les hizo anunciar: «¡Mi convite está servido!» Pero los que habían sido llamados se excusaron... Lo ves, el que invitaba estaba a punto, pero los llamados no hicieron caso; son responsables de su suerte. Ésta es, pues, la gran dignidad de los cristianos. El Señor les prepara el Reino y les invita a entrar en él; pero ellos rechazan de ir. Si nos fijamos en el don que habían de recibir se puede decir que si alguno... soportaba tribulaciones desde la creación de Adán hasta el fin del mundo, se puede decir que nada habría hecho comparado con la gloria que tendrá en herencia, porque debe reinar con Cristo por los siglos sin fin. ¡Gloria a aquel que tanto ha amado a esta alma que él mismo se dio y confió a ella, así como a su gracia! ¡Gloria a su majestad!


San Macario (?-405), monje en Egipto. Homilías espirituales, nº 15, § 30-31

San Alberto Hurtado - 18 de Agosto


Alberto Hurtado Cruchaga nacido en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. Quedó huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre se vio obligada a vender en condiciones desfavorables su propiedad para pagar las deudas de la familia. Como consecuencia de ello, Alberto y su hermano debieron ir a vivir con parientes, y a menudo a transferirse de uno a otro de ellos. Así experimentó desde pequeño la condición de los pobres, sin casa y dependiendo de otros. Una beca le permitió estudiar en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo miembro de la Congregación Mariana (lo que hoy son las Comunidades de Vida Cristiana, CVX) y como tal se interesó vivamente por los pobres, yendo a trabajar con ellos a los barrios más miserables todos los domingos por la tarde.

Terminados los estudios secundarios en 1917 quiso hacerse jesuita, pero le recomendaron postergar la realización de su deseo con el fin de que se pudiera ocupar de su madre y su hermano menor. Trabajando por las tardes, logró mantener a los suyos y al mismo tiempo estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. En este período continuó dedicándose a los pobres, a quienes seguía visitando cada semana. El deber del servicio militar le hizo interrumpir sus estudios, pero luego pudo graduarse al inicio de agosto de 1923.

El 14 de este mes entró al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, Chile. En 1925 se trasladó a Córdoba, Argentina.

En 1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas de este país en 1931 le obligó a partir a Bélgica y continuar la teología en Lovaina. Allí fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. En 1935 obtuvo el doctorado en Pedagogía y Psicología. Después de realizar la experiencia de Tercera Probación en Drongen (Bélgica), regresó a Chile en enero de 1936.

Una vez que volvió a su patria, su celo apostólico se fue extendiendo paulatinamente a todos los campos. Comenzó su actividad como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y de pedagogía en la Universidad Católica y el Seminario Pontificio. Escribió varios artículos sobre educación y acerca del orden social cristiano. Construyó una casa de Ejercicios Espirituales en un pueblo que hoy lleva su nombre. Fue director de la Congregación Mariana de los jóvenes del colegio, a quienes invitó a ser catequistas en medios populares. Dio Ejercicios Espirituales en incontables ocasiones. Fue director espiritual de muchos jóvenes, acompañando a varios en su respuesta a la vocación sacerdotal, y contribuyendo notablemente a la formación de muchos laicos cristianos.

En 1941 el Padre Hurtado publicó su libro más famoso: «¿Es Chile un país católico?». En el mismo año se le confió el cargo de Asesor de la rama juvenil de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y al año siguiente, de toda la nación. Desempeñó el cargo con extraordinario espíritu de iniciativa, dedicación y sacrificio.

En octubre de 1944, mientras daba un retiro, sintió una imperiosa necesidad de llamar a la conciencia de sus auditores acerca de la necesidad que pasaban muchos pobres en la ciudad, y en especial muchos niños que vivían en las calles. Esto despertó una pronta reacción generosa. Fue el inicio de la iniciativa que ha hecho más conocido al P. Hurtado: se trata de aquella forma de actividad caritativa que ayuda a gente sin techo, dándole no sólo un lugar para vivir sino un verdadero hogar: el Hogar de Cristo.

A través de la contribución de benefactores y con la activa colaboración de laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Los pobres comenzaron a tener en el Hogar de Cristo un ambiente de familia en el cual vivir. Estas casas se fueron multiplicando y adquiriendo nuevas formas y características: en algunos casos se convirtieron en centros de rehabilitación, en otros, de educación artesanal y muchos otros. Todo se inspiraba en los valores cristianos, que empapaban la obra entera.

En 1945, el P. Hurtado viajó a Estados Unidos, y estudió cómo adaptar al país el movimiento «Boys Town». Los últimos años de su vida los dedicó al desarrollo de las varias formas en las que el Hogar de Cristo había llegado a existir y operar.

En 1947 fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover un sindicalismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Entre el 1947 y 1950 escribió tres importantes libros: Sindicalismo, Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. En 1951 fundó la Revista Mensaje, conocida revista de los jesuitas chilenos dedicada a dar a conocer y explicar la doctrina de la Iglesia.

Un cáncer al páncreas terminó con su vida en pocos meses. En medio de los grandes dolores solía repetir: «Contento, Señor, contento».

Después de haber pasado su existencia manifestando el amor de Cristo a los pobres, fue llamado por Él el 18 de agosto de 1952.

Desde su regreso a Chile vivió solamente poco más de quince años: fue un tiempo de intenso apostolado, expresión profunda de su amor personal por Cristo y, precisamente por eso, caracterizado por una gran dedicación a los niños pobres y abandonados, por un celo ardiente por la formación de los laicos, y por un vivo sentido de justicia social cristiana.

A 508 años del fallecimiento de SS Alejandro VI


Clickenado la imagen: la Homilía realizada para la conmemoración del V Centenario del fallecimiento de SS Alejandro VI

Santa Elena - 18 de agosto


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miércoles, 17 de agosto de 2011

Evangelio del día 17 de agosto de 2011


Evangelio según San Mateo 20,1-16a. Miércoles de la XX Semana del Tiempo Ordinario



Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos".

Comentario:


Los trabajadores de la viña del Señor - San Gregorio Magno



El Reino de los cielos se compara a un padre de familia que contrata trabajadores para cultivar su viña. Sin embargo ¿quién puede ser más justamente comparado con este padre de familia que nuestro Creador, que gobierna lo que ha creado, y ejerce en este mundo el derecho de propiedad sobre sus elegidos como un maestro sobre los servidores que tiene en su casa? Posee una viña, la Iglesia universal, que ha tenido siempre, por así decirlo, sarmientos que han producido santos, desde Abel, el justo, hasta el último elegido que nacerá al final del mundo.
Este Padre de familia contrata trabajadores para cultivar su viña, desde el amanecer, a la hora tercera, a la sexta, en la novena y a la 11ª hora, ya que no ha cesado, del comienzo del mundo hasta el final, de reunir predicadores para instruir a la multitud de fieles. El amanecer del día, para el mundo, era desde Adán a Noé; la tercera hora, de Noé a Abraham; la sexta, de Abraham a Moisés; la novena, de Moisés hasta la llegada del Señor; y la 11ª hora, de la venida del Señor hasta el final del mundo. Los santos apóstoles han sido enviados para anunciar en esta última hora, y aunque han llegado tarde, han recibido un salario completo.
El Señor no deja en ningún momento de enviar obreros para cultivar su viña, es decir para enseñar a su pueblo. Porque mientras hacía fructificar las buenas costumbres de su pueblo por los patriarcas, y luego por los doctores de la ley y los profetas, y, por último, los apóstoles, trabajaba, en cierto modo, cultivando su viña por medio de sus trabajadores. Todos aquellos que, a una fe recta, han unido las buenas obras, han sido los obreros de esta viña.


San Gregorio Magno (v. 540-604), papa y doctor de la Iglesia. Homilías sobre el Evangelio, n° 19

Santa Beatriz de Silva - 17 de agosto


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San Jacinto de Cracovia - 17 de agosto


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