jueves, 31 de mayo de 2012

La visitación de Santa María Virgen - San Ambrosio, Obispo


El Ángel que anunciaba los misterios, para llevar a la fe mediante algún ejemplo, anunció a la Virgen María la maternidad de una mujer estéril y ya entrada en años, manifestando así que Dios puede hacer todo cuanto le place.

Desde que lo supo, María, no por falta de fe en la profecía, no por incertidumbre respecto al anuncio, no por duda acerca del ejemplo indicado por el Ángel, sino con el regocijo de su deseo, como quien cumple un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigió a las montañas.

Llena de Dios de ahora en adelante, ¿cómo no iba a elevarse apresuradamente hacia las alturas? La lentitud en el esfuerzo es extraña a la gracia del Espíritu. Bien pronto se manifiestan los beneficios de la llegada de María y de la presencia del Señor; pues en el momento mismo en que Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre, y ella se llenó del Espíritu Santo.

Considera la precisión y exactitud de cada una de las palabras: Isabel fue la primera en oir la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos.

El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también colmada la madre. Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, si observas bien, de María no se dice que fuera llena del Espíritu , sino que se afirma únicamente que se alegró en su espíritu (pues en ella actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto, Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: ¡Dichosa tú que has creído! Pero dichosos también vosotros, porque habéis oído y creído; pues toda alma creyente concibe y engendra la Palabra de Dios y reconoce sus obras.

Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la castidad con una pureza intachable.

Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador.

El Señor, en efecto, es engrandecido, según puede leerse en otro lugar: Proclamad conmigo la grandeza del Señor. No porque con la palabra humana pueda añadirse algo a Dios, sino porque Él queda engrandecido en nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y, por esto, el alma que obra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuya semejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, también la misma alma queda engrandecida por una mayor participación de la grandeza divina.


De la exposición de San Ambrosio, Obispo, sobre el Evangelio de San Lucas. (Libro 2, 19. 22-23. 26-27; CCL 14, 39-42)

Evangelio del día 31 de mayo de 2012


Evangelio según San Lucas 1,39-56. Fiesta de la Visitación de la Virgen María


En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".
María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


Comentario:


«María se puso rápidamente en camino» - Beato Carlos de Foucauld


María mi madre, hoy es a la vez una de tus fiestas y una de las fiestas de Jesús: así como la Purificación es sobre todo la Presentación de Jesús, la Visitación es una de tus dulces fiestas, pero es más todavía la fiesta de nuestro Señor, porque es él quien actúa en ti y por ti.
La Visitación es "la caridad de Cristo que nos apremia" (2Co 5,14), es Jesús quien, en cuanto ha entrado en ti, tiene sed de hacer a otros santos y felices. Por la Anunciación, se manifestó y se entregó a ti, maravillosamente te santificó. Esto no basta para él: su amor hacia los hombres, quiere en seguida manifestarse y consagrarse por ti a otros, quiere santificar a otros, y se hace llevar por ti a casa de san Juan Bautista...
Lo que va a hacer la Santísima Virgen en la Visitación, no es una visita a su prima para consolarse y edificarse mutuamente recitando las maravillas de Dios en ellas; tampoco es una visita de caridad material para ayudar a su prima en los últimos meses de su embarazo. Es mucho más que esto: se va para santificar a san Juan, para anunciarle la buena noticia..., no por sus palabras, sino llevando en silencio a Jesús cerca de él...
Así hacen los religiosos y las religiosas consagrados a la contemplación en los países de misión... Oh madre mía, haz que seamos fieles a nuestra misión, a nuestra bellísima misión, que realizamos fielmente en medio de estas pobres almas sumergidas "en la sombra de la muerte" (Lc 1,79) divino Jesús.


Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara. Consideraciones para las fiestas del año, 02/07

Obispo Alois Hudal 31 de mayo de 1885 - 31 de mayo de 2012



Al cumplirse hoy 127 años del natalicio del Obispo Alois Hudal, desde esta página que intenta homenajearlo, rogamos a Dios por su Eterno descanso y por su guía.

La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel - 31 de mayo



Para conocer la historia de esta festividad mariana Clickear la imagen.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Santa Juana de Arco, el icono de los católicos franceses frente a Hollande


La Francia católica se ha encomendado este domingo a Juana de Arco para que la proteja de "la subversión" del nuevo poder en Francia. "Hollande es la proyección francesa del Gobierno de Zapatero", advierte Alan Escada, secretario general del Instituto Civitas y uno de los organizadores de la manifestación celebrada en París contra el presidente electo.

En principio, la marcha tenía como objetivo rendir homenaje a la heroína y santa francesa que empuñó la espada contra los invasores guiada por Dios, en el 600 aniversario de su muerte. Sin embargo, los católicos agrupados en la citada organización han querido aprovechar la efeméride para manifestar públicamente su rechazo a los planes de futuro que el nuevo presidente francés tiene para el país y que, según ellos, suponen un peligro para la República.

"Hollande va a intentar imponer un nuevo paisaje legal que va contra los valores del país. Su visión es anticristiana, antifamiliar y antinacional", protesta Escada, que advierte de que cada una de las propuestas "anticatólicas" del nuevo presidente serán respondidas con una protesta del colectivo cristiano.

Un momento de la manifestación, con más participantes disfrazadas.  | Reuters


Un momento de la manifestación, con más participantes disfrazadas. | Reuters

Nuevas manifestaciones



El programa electoral de François Hollande inquieta a los católicos tradicionalistas, en concreto su propuesta de legalizar el matrimonio entre homosexuales o la autorización de la eutanasia en determinados casos. "Hemos observado con temor el calendario previsto por el nuevo poder y creemos que esto va a transformar el país y va a dividir a los franceses", explica Escada.

Junto a él unas 3.000 personas se han sumado, según los organizadores, a un desfile que ha comenzado en la Place de St. Augustin y ha acabado en la de Pirámides. Encabezando la marcha, una bandera con Juana de Arco a caballo y el lema 'Prier pour nous et savez la France' ('Reza por nosotros y salva a Francia').

Esta semana François Hollande ha anunciado su intención de aprobar un decreto para legalizar las uniones entre homosexuales antes de la primavera de 2013. Además, en su programa electoral también figura la autorización de la eutanasia en los casos en los que la familia y médicos del enfermo estén de acuerdo. Según Escada, "su cruzada antipatriota tendrá respuesta. Cada ley será contestada".

Homilía sobre Santa Juana de Arco




Queridos hermanos y hermanas

hoy quisiera hablaros de Juana de Arco, una joven santa de finales de la Edad Media, muerta a los 19 años, en 1431. Esta santa francesa, citada muchas veces en el Catecismo de la Iglesia Católica, es particularmente cercana a santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa, de la que hablé en una reciente catequesis. Son de hecho dos jóvenes mujeres del pueblo, laicas y consagradas en la virginidad, dos místicas comprometidas, no en el claustro, sino en medio de las realidades más dramáticas de la Iglesia y del mundo de su tiempo. Son quizás las figuras más características de esas “mujeres fuertes” que, a finales de la Edad Media, llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio en las complejas vicisitudes de la historia. Podríamos colocarla junto a las santas mujeres que permanecieron en el Calvario, cerca de Jesús crucificado y de María, su Madre, mientras que los Apóstoles habían huído y el propio Pedro había renegado tres veces de él. La Iglesia, en ese periodo, vivía la profunda crisis del gran cisma de Occidente, que duró casi 40 años. Cuando Catalina de Siena murió, en 1380, hay un Papa y un Antipapa; cuando Juana nace, en 1412, hay un Papa y dos Antipapas. Junto a esta laceración dentro de la Iglesia, había continuas guerras fratricidas entre los pueblos cristianos de Europa, la más dramática de las cuales fue la interminable “Guerra de los cien años” entre Francia e Inglaterra.

Juana de Arco no sabía ni leer ni escribir, pero puede ser conocida en lo más profundo de su alma gracias a dos fuentes de excepcional valor histórico: los dos Procesos que se le hicieron. El primero, el Proceso de Condena (PCon), contiene la transcripción de los largos y numerosos interrogatorios de Juana durante los últimos meses de su vida (febrero-mayo de 1431), y recoge las propias palabras de la Santa. El segundo, el Proceso de Nulidad de la Condena, o de "rehabilitación" (PNul), contiene los testimonios de cerca de 120 testigos oculares de todos los periodos de su vida (cfr Procès de Condamnation de Jeanne d'Arc, 3 vol. y Procès en Nullité de la Condamnation de Jeanne d'Arc, 5 vol., ed. Klincksieck, París l960-1989).

Juana nació en Domremy, un pequeño pueblo situado en la frontera entre Francia y Lorena. Sus padres eran campesinos acomodados, conocidos por todos como muy buenos cristianos. De ellos recibió una buena educación religiosa, con una notable influencia de la espiritualidad del Nombre de Jesús, enseñada por san Bernardino de Siena y difundida en Europa por los franciscanos. Al Nombre de Jesús se une siempre el Nombre de María y así, en el marco de la religiosidad popular, la espiritualidad de Juana es profundamente cristocéntrica y mariana. Desde la infancia, ella demuestra una gran caridad y compasión hacia los más pobres, los enfermos y todos los que sufren, en el contexto dramático de la guerra.

De sus propias palabras, sabemos que la vida religiosa de Juana madura como experiencia a partir de la edad de 13 años (PCon, I, p. 47-48). A través de la “voz” del arcángel san Miguel, Juana se siente llamada por el Señor a intensificar su vida cristiana y también a comprometerse en primera persona por la liberación de su pueblo. Su inmediata respuesta, su “sí”, es el voto de virginidad, con un nuevo empeño en la vida sacramental y en la oración: participación diaria en la Misa, Confesión y Comunión frecuentes, largos momentos de oración silenciosa ante el Crucificado o ante la imagen de la Virgen. La compasión y el compromiso de la joven campesina francesa ante el sufrimiento de su pueblo se hicieron más intensos por su relación mística con Dios. Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política. Tras los años de vida oculta y de maduración interior sigue el bienio breve, pero intenso, de su vida pública: un año de acción y un año de pasión.

Al inicio del año 1429, Juana comienza su obra de liberación. Los numerosos testimonios nos muestran a esta joven mujer con sólo 17 años como una persona muy fuerte y decidida, capaz de convencer a hombres inseguros y desanimados. Superando todos los obstáculos, encuentra al Delfín de Francia, el futuro Rey Carlos VII, que en Poitiers la somete a un examen por parte de algunos teólogos de la Universidad. Su juicio es positivo: no ven en ella nada de malo, sólo una buena cristiana.

El 22 de marzo de 1429, Juana dicta una importante carta al Rey de Inglaterra y a sus hombres que asedian la ciudad de Orléans (Ibid., p. 221-222). La suya es una propuesta de verdadera paz en la justicia entre los dos pueblos cristianos, a la luz de los nombres de Jesús y de María, pero es rechazada esta propuesta, y Juana debe empeñarse en la lucha por la liberación de la ciudad, que tiene lugar el 8 de mayo. El otro momento culminante de su acción política es la coronación del Rey Carlos VII en Reims, el 17 de julio de 1429. Durante un año entero, Juana vive con los soldados, realizando entre ellos una verdadera misión de evangelización. Son numerosos sus testimonios sobre su bondad, su valor y su extraordinaria pureza. Es llamada por todos y ella misma se define “la doncella”, es decir, la virgen.

La pasión de Juana comienza el 23 de mayo de 1430, cuando cae prisionera en las manos de sus enemigos. El 23 de diciembre es conducida a la ciudad de Ruán. Allí se lleva a cabo el largo y dramático Proceso de Condena, que comienza en febrero de 1431 y acaba el 30 de mayo con la hoguera. Es un proceso grande y solemne, presidido por dos jueces eclesiásticos, el obispo Pierre Cauchon y el inquisidor Jean le Maistre, pero en realidad enteramente conducido por un nutrido grupo de teólogos de la célebre Universidad de París, que participan en el proceso como asesores. Son eclesiásticos franceses, que habiendo tomado la decisión política opuesta a la de Juana, tienen a priori un juicio negativo sobre su persona y sobre su misión. Este proceso es una página conmovedora de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia, que, según las palabras del Concilio Vaticano II, es “al mismo tiempo santa y siempre necesitada de purificación” (LG, 8). Es el encuentro dramático entre esta Santa y sus jueces, que son eclesiásticos. Juana es acusada y juzgada por estos, hasta ser condenada como hereje y mandada a la muerte terrible de la hoguera. A diferencia de los santos teólogos que habían iluminado la Universidad de París, como san Buenaventura, santo Tomás de Aquino y el beato Duns Scoto, de quienes he hablado en algunas catequesis, estos jueces son teólogos a los que faltan la caridad y la humildad de ver en esta joven la acción de Dios. Vienen a la mente las palabras de Jesús según las cuales los misterios de Dios se revelan a quien tiene el corazón de los pequeños, mientras que permanecen escondidos a los doctos y sabios que no tienen humildad (cfr Lc 10,21). Así, los jueces de Juana son radicalmente incapaces de comprenderla, de ver la belleza de su alma: no sabían que condenaban a una Santa.

La apelación de Juana a la decisión del Papa, el 24 de mayo, fue rechazada por el tribunal. La mañana del 30 de mayo recibe por última vez la santa comunión en la cárcel, y justo después fue llevada al suplicio en la plaza del mercado viejo. Pidió a uno de los sacerdotes que le pusiera delante de la hoguera una cruz de la procesión. Así muere mirando a Jesús Crucificado y pronunciando muchas veces y en voz alta el Nombre de Jesús (PNul, I, p. 457; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 435). Casi 25 años más tarde, el Processo di Nullità, abierto bajo la autoridad del Papa Calixto III, concluye con una solemne sentencia que declara nula la condena (7 de julio de 1456; PNul, II, p 604-610). Este largo proceso, que recoge la declaración de testigos y juicios de muchos teólogos, todos favorables a Juana, pone de relieve su inocencia y su perfecta fidelidad a la Iglesia. Juana de Arco fue canonizada en 1920 por Benedicto XV.

Queridos hermanos y hermanas, el Nombre de Jesús, invocado por nuestra santa hasta los últimos instantes de su vida terrena, fue como la respiración de su alma, como el latido de su corazón, el centro de toda su vida. El “Misterio de la caridad de Juana de Arco”, que tanto fascinó al poeta Charles Péguy, es este total amor a Jesús, y al prójimo en Jesús y por Jesús. Esta santa comprendió que el Amor abraza toda la realidad de Dios y del hombre, del cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo. Jesús siempre estuvo en primer lugar durante toda su vida, según su bella afirmación: “Nuestro Señor es servido el primero”(PCon, I, p. 288; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 223).

Amarlo significa obedecer siempre a su voluntad. Ella afirmó con total confianza y abandono: “Me confío a mi Dios Creador, lo amo con todo mi corazón” (ibid., p. 337). Con el voto de virginidad, Juana consagra de forma exclusiva toda su persona al único Amor de Jesús: es “su promesa hecha a nuestro Señor de custodiar bien su virginidad de cuerpo y de alma” (ibid., p. 149-150). La virginidad del alma es el estado de gracia, valor supremo, para ella más precioso que la vida: es un don de Dios que ha recibido y custodiado con humildad y confianza. Uno de los textos más conocidos del primer Proceso tiene que ver con esto: “Interrogada sobre si creía estar en la gracia de Dios, responde: Si no lo estoy, quiera Dios ponerme; si estoy, quiera Dios mantenerme en ella” (ibid., p. 62; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 2005).

Nuestra santa vivió la oración como una forma de diálogo continuo con el Señor, que ilumina también su diálogo con los jueces y dándole paz y seguridad. Ella pidió con fe: “Dulcísimo Dios, en honor a vuestra santa Pasión, os pido, si me amáis, de de revelarme como debo responder a estos hombres de la Iglesia”(ibid., p. 252). Juana ve a Jesús como el “Rey del Cielo y de la Tierra”. De esta manera, en su estandarte Juana hizo pintar la imagen de “Nuestro Señor que sostiene el mundo” (ibid., p. 172), icono de su misión política. La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús. El suyo es un bello ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles. La fe es la luz que guía ante cada elección, como testificará un siglo más tarde, otro gran santo, el inglés Tomás Moro. En Jesús, Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la “Iglesia triunfante” del Cielo, y la “Iglesia militante” de la tierra. Según sus palabras “es un todo Nuestro Señor y la Iglesia” (ibid., p. 166). Esta afirmación citada en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 795), tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de Condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron. En el amor de Jesús, Juana encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en el momento de la condena.

Me complace recordar como santa Juana de Arco tuvo una profunda influencia sobre una joven santa de la época moderna: Teresa del Niño Jesús. En una vida completamente distinta, transcurrida en la clausura, la carmelitana de Lisieux se sintió muy cercana a Juana, viviendo en el corazón de la Iglesia y participando en los sufrimientos de Jesús para la salvación del mundo. La Iglesia las ha reunido como Patronas de Francia, después de la Virgen María. Santa Teresa expresó su deseo de morir como Juana, pronunciando el Nombre de Jesús (Manoscritto B, 3r), la animaba el mismo amor hacia Jesús y hacia el prójimo, vivido en la virginidad consagrada.

Queridos hermanos y hermanas, con su testimonio luminoso, santa Juana de Arco nos invita a un alto nivel de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestros días; tener plena confianza en el cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que esta sea; vivir en la caridad sin favoritismos, sin límites y teniendo, como ella, en el Amor de Jesús, un profundo amor a la Iglesia. Gracias.



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Evangelio del día 30 de mayo de 2012


Evangelio según San Marcos 10,32-45. Miércoles de la octava semana del tiempo ordinario


Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: "Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos: ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará".
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir". El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?". Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".
Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?". "Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

Comentario:

«El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir» - Beato Guerrico de Igny



El hombre fue creado para servir a su Creador. ¿Hay algo más justo, en efecto, que servir al que os ha puesto en el mundo, sin quien no podéis existir? ¿Y hay algo más dichoso que servirle, puesto que servirle es reinar? Pero el hombre dijo a su Creador: «Yo no te serviré» (Jr 2,20). «Pues yo, dice el Creador al hombre, sí te serviré. Siéntate, te serviré, te lavaré los pies»...
Sí, oh Cristo «servidor bueno y fiel» (Mt 25,21), verdaderamente tú has servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el camino de la obediencia (Sl 18,6); sin fingir, nos has dado además, después de tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, no has abierto la boca (Is 53,9). Está escrito y es verdad: «El servidor que conoce la voluntad de su amo y no la cumple recibirá cantidad de azotes» (Lc 12,47). Pero este servidor nuestro, os pregunto ¿cuáles son los actos que no ha llevado a cabo? ¿Qué es lo que ha omitido de lo que debía hacer? «Todo lo ha hecho bien» gritaban los que observaban su conducta; «ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37). Ha llevado a cabo toda clase de acciones dignas de recompensa, entonces ¿por qué ha sufrido tanta indignidad? Presentó su espalda a los latigazos, recibió una sorprendente cantidad de atroces golpes, su sangre chorreó por todas partes. Fue interrogado en medio de oprobios y tormentos, como si fuera un esclavo o un malhechor a quien se interroga para hacerle decir la verdad sobre un crimen. ¡Oh detestable orgullo del hombre que desdeña servir, y que no podía ser humillado por ningún otro ejemplo que el de un tal servidor de su Dios!...
Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; sería justo y equitativo que de ahora en adelante puedas descansar, y que tu servidor, a su vez, se ponga a servirte; su momento ha llegado... Has vencido, Señor, a este tu servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza para recibir tu yugo. Permíteme servirte. Aunque soy un servidor inútil si tu gracia no me acompaña y no trabaja siempre a mi lado (Sab 9,10), recíbeme como tu servidor para siempre.


Beato Guerrico de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense. Primer sermón para el domingo de Ramos

Santa Juana de Arco, mártir - 30 de mayo



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martes, 29 de mayo de 2012

La santa desvergüenza - San Josemaría Escrivá de Balaguer


"Ríete del ridículo. -Desprecia el qué dirán. Ve y siente a Dios en ti mismo y en lo que te rodea.
Así acabarás por conseguir la santa desvergüenza que precisas, ¡oh paradoja!, para vivir con delicadeza de caballero cristiano".

San Josemaría Escrivá de Balaguer

Evangelio del día 29 de mayo de 2012


Evangelio según San Marcos 10,28-31. Martes de la octava semana del tiempo ordinario

Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".
Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".



Comentario:


«El ciento por uno en esta vida» - San Francisco de Sales




Los bienes que tenemos no son nuestros. Dios nos los ha dado y quiere que los hagamos útiles y fructuosos...
Despréndete siempre de alguna parte de tus haberes, dándolos de corazón a los pobres; porque dar de lo que se posee es empobrecerse algún tanto, y, cuanto más des, más pobre serás. Es cierto que Dios te lo devolverá, no sólo en el otro mundo, sino también en éste, porque nada ayuda tanto a prosperar como la limosna; siempre serás pobre de ello. ¡Oh! ¡Santa y rica pobreza la que nace de la limosna!
Ama a los pobres y a la pobreza, porque, mediante este amor, llegarás a ser verdaderamente pobre, porque, como dice la Escritura, nosotros nos volvemos como las cosas que amamos. El amor hace iguales a los amantes. ¿Quién es débil -dice San Pablo-, que yo no lo sea con él?» Y hubiera podido decir: «Quién es pobre, que yo no lo sea con él?» porque el amor le hacía ser como aquellos a quienes amaba. Si, pues, amas a los pobres, serás verdaderamente amante de su pobreza, y pobre como ellos. Ahora bien, si amas a los pobres, has de andar con frecuencia entre ellos; complácete en hablarles; no te desdeñes de que se acerquen a ti en las iglesias, en las calles y en todas partes. Seas con ellos pobre de palabra, hablándoles como una amiga, pero seas rica de manos, dándoles de tus bienes, ya que eres poseedora de riquezas.
¿Quieres hacer más...? No te contentes con ser pobre con los pobres, sino procura ser más pobre que los pobres, ¿De qué manera? «El siervo es menos que su señor». Hazte, pues, sierva de los pobres. Sírveles... con tus propias manos... a costa tuya. Este servicio es más glorioso que una realeza.


San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Génova y doctor de la Iglesia. Introducción a la vida devota, III parte, cap. 15

Santa Úrsula Ledóchowska, fundadora - 29 de mayo



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San Maximino - 29 de mayo




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lunes, 28 de mayo de 2012

“En la aridez, quedarnos sencillamente con El" - Venerable Edel Quinn


“En la aridez, quedarnos sencillamente con El; María le amará y le adorará. Nos conviene estar allí aunque se distraiga la atención. Como un niño con nuestra Madre, nuestra presencia ya dice a Jesús que lo amamos, incluso estando mudos, o demasiado apegados a lo terreno para conducirnos convenientemente en su presencia.”


Venerable Edel Quinn

Evangelio del día 28 de mayo de 2012


Evangelio según San Marcos 10,17-27. Lunes de la octava semana del tiempo ordinario


Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".
El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".



Comentario:


«¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?» - San Juan Crisóstomo




No era una prisa mediocre la que el joven había demostrado; era como la de un amante. Cuando los demás hombres se acercaban a Cristo para probarlo o para hablarle de sus enfermedades, de las de sus padres o aún de otras personas, él se acerca para conversar con Jesús sobre la vida eterna. El terreno era rico y fértil, pero también lleno de espinas y abrojos para ahogar la simiente (Mt 13,7). Considera cuán dispuesto está a obedecer los mandamientos: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?»... Nunca ningún fariseo manifestó tales sentimientos; éstos más bien estaban furiosos por verse reducidos al silencio. Nuestro joven, se marchó triste y con los ojos bajos, que es signo nada despreciable de que no había venido con malas disposiciones. Sólo era demasiado débil; tenía el deseo de la vida, pero le retuvo una pasión muy difícil se superar...
«Si quieres ser perfecto, va, vende lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven, sígueme... al escuchar estas palabras, el joven se marchó muy triste». El evangelista nos muestra la causa de la tristeza: es que «tenía muchos bienes». Los que tienen poco y los que nadan en la abundancia, no poseen los bienes de la misma manera. En los últimos la avaricia puede llegar a ser una pasión violenta, tiránica. En ellos, cada nueva posesión les enciende una llama más viva todavía, y los que están afectados por ellas son más pobres que antes. Cada vez se les enciende más el deseo y, por tanto, sienten más fuerte su, digamos, indigencia. Considera en todo caso como la pasión muestra su fuerza... «¡Cuán difícil les será a los que poseen riquezas entrar en el reino de Dios!» No es que Cristo condene las riquezas, sino más bien a los que las poseen.


San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero de Antioquía más tarde obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia. Homilía 63 sobre San Mateo; PG 58, 603s

San Germán de París, Obispo - 28 de mayo



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domingo, 27 de mayo de 2012

“Oh, no temo nada" - Santa Faustina Kowalska


“Oh, no temo nada; si manda al alma grandes tribulaciones, la sostiene con una gracia aún mayor, aunque no la notamos para nada. Un solo acto de confianza en tal momento da más gloria a Dios que muchas horas pasadas en el gozo de consolaciones durante la oración.”

Santa Faustina Kowalska
Diario 7

Evangelio del día 27 de mayo de 2012


Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15. Solemnidad de Pentecostés


Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.


Comentario: «Pediré al Padre y os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros» - San Ireneo de Lyon


El Señor dijo a los discípulos: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19). Con este mandato, les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios. Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían... Así el Señor prometió a la Samaritana «un agua viva», «para que nunca más tuviera sed» y no se viera obligada a sacar agua con dificultad ya q ella misma poseía un agua «que brotaba hasta la vida eterna» (Jn 4,10-14). Se trata de poder beber lo que el Señor ha recibido de su Padre, y que a su regreso da a los que esperan en él, enviando el Espíritu Santo sobre toda la tierra...
Gedeón había profetizado que se extendería el rocío sobre toda la tierra, que es el Espíritu de Dios. Es precisamente este Espíritu el que descendió sobre el Señor: «Espíritu de prudencia y sabiduría, Espíritu de consejo y valentía, Espíritu de ciencia y temor del Señor» (Is 11,2-3). El Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Defensor sobre toda la tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás como un rayo (Lc 10,18); por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no seamos lanzados al fuego; y ya que tenemos quien nos acusa (Ap 12,10), tengamos también un Defensor, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de ladrones (Lc 10,30), del cual se compadeció, y vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu «la imagen y la inscripción» (Lc 20,23) del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses (cf Mt 25,14s).


San Ireneo de Lyon (v. 130-v. 208), obispo, teólogo y mártir. Contra las herejías, III, 17, 2; SC 211 (trad. SC; cf breviario Pentecostés)

San Agustín de Canterbury - 27 de mayo



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San Beda el Venerable - 27 de mayo



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sábado, 26 de mayo de 2012

Simón de Cirene - Padre Christian Bouchacourt


“Ellos echaron mano a un cierto Simón de Cirene que volvía del campo y le cargaron la cruz para llevarla en pos de Jesús”.(1) Es probable que Simón de Cirene haya obedecido de mala gana las órdenes de los soldados. En efecto, se le pedía ayudar a un condenado a muerte, ensangrentado, golpeado y agotado, a Cristo, contra quien vociferaba una enorme multitud. Sólo la Virgen María y algunas santas mujeres lo veían como el Redentor prometido y se compadecían de su injusta suerte.

¿Los Apóstoles y discípulos? Habían desaparecido. Uno de ellos incluso había traicionado a su Divino Maestro, mientras Pedro, el primer Papa y el jefe de los Apóstoles, elegido pero aún no confirmado en su cargo, ¡lo había negado tres veces! ¡Qué escándalo ofrecía este espectáculo aterrador y qué misterio! El que se presentó como el Hijo de Dios, el que había multiplicado los milagros durante los tres años de su vida pública, el que había prometido no abandonar a sus Apóstoles y discípulos, Jesús de Nazaret, no tenía aspecto de hombre sino de “un gusano, vergüenza de la humanidad, despreciado por el pueblo”.(2)

Esta Pasión de Nuestro Señor Jesucristo encuentra su prolongación hoy en día en la lenta agonía que afecta a la Iglesia desde hace más de cincuenta años. Como hace dos milenios, sus pastores la traicionan o la abandonan por miedo al mundo, al que no quieren contristar ni contradecir, si no es que han adoptado sus principios. Ante esta tragedia que sucede ante nuestros ojos, ¿podemos simplemente gemir como las santas mujeres, que Cristo amonesta durante su subida al Calvario?

¿No hay nada mejor para hacer que lamentarse de la suerte que nos toca, y esperar tiempos mejores?

¡Sí, por supuesto! Simón de Cirene es un ejemplo para nosotros. Con él, nosotros también podemos aliviar a la Iglesia, que parece aplastada bajo el peso de los golpes y las humillaciones que le infligen sus enemigos desde dentro y desde fuera. ¿Qué podemos hacer?

La actitud de Matatías, el padre de Judas Macabeo en las Sagradas Escrituras, es otro ejemplo que se nos ofrece. En efecto, la tribu de Judá y la ciudad de Jerusalén fueron destruidas por la impiedad de sus miembros y de su gente. Matatías hizo entonces esta reflexión: “¡Qué desgracia! ¡No nací para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la ciudad santa! Mientras permanezco aquí sentado, la ciudad está en manos de los enemigos, y el Templo en poder de los extranjeros”.(3)

Ante la vista de estos acontecimientos algunos apostataron y otros huyeron hacia el desierto por temor a esta situación desesperada. Matatías y sus amigos tomaron la decisión de reaccionar: “Si hacemos lo mismo que nuestros hermanos, si no nos defendemos de los paganos para salvar nuestra vida y nuestras observancias, muy pronto nos eliminan de este país. Por eso tomaron ese mismo día esta decisión: Si alguien viene a atacarnos (…) lo enfrentaremos y no nos dejaremos aplastar como lo hicieron nuestros hermanos que murieron en sus refugios”.(4) En este ejemplo revivió el valor de los fugitivos y el de los que dudaban. La impiedad desapareció de Jerusalén y los perseguidores fueron derrotados.

En estos tiempos de apostasía, nosotros, que en el día de nuestro bautismo fuimos hechos hijos de Dios y de la Iglesia, debemos ser fieles más que nunca a la fe recibida y vivir de una manera ejemplar, sin claudicaciones ni traiciones. Tenemos que responder con generosidad a la llamada de Nuestro Señor: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.(5) Es así como atraeremos gracias para la Iglesia y ayudaremos a que se levante. Seamos “la sal de la tierra”, y sal que no pierda el gusto. Que nuestro ejemplo infunda valor a los que desfallecen. Así seremos el Simón de Cirene de la Iglesia.

Para eso cada uno de nosotros debe estar en el lugar que Dios Nuestro Señor quiere que ocupemos. Todo joven, sea varón o mujer, tiene que responder a esta pregunta crucial en el momento de elegir su estado de vida: “¿Cómo puedo servir mejor a la Iglesia y a mi patria según las cualidades que Dios me ha dado?”

Un católico debe estar animado de una sana ambición. Esta ambición a la que nos llaman Jesucristo y la Iglesia no consiste en querer imponer nuestra voluntad aplastando la de los otros, sino corresponder a la que Dios tiene sobre nosotros de la manera más perfecta posible, con la ayuda de su gracia.

De hecho, hoy más que nunca los católicos deben estar presentes en sectores claves de la sociedad: en el ejército, en la justicia, en la medicina, en los hospitales, en las comisarías, en las artes, en las universidades y en las escuelas, sin olvidarnos de los medios obreros y rurales. También y sobre todo lo que falta cruelmente son las vocaciones sacerdotales y religiosas, que son los canales que Dios utiliza para comunicar su gracia a las almas y al mundo, y para ofrecer las alabanzas y súplicas a Dios. Dirijo estas líneas especialmente a los jóvenes, que a veces carecen de esta ambición católica y que se refugian en oficios inútiles, que favorecen más su egoísmo que cualquier otra cosa. El católico debe dar lo mejor de sí mismo dondequiera que esté. La ambición católica no es una competencia sino un servicio para extender el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo.

Padres de familia: tengan también esta ambición para sus hijos católicos. No los empujen a hacer lo que ustedes quieran que ellos sean; aliéntenlos más bien a cumplir con el plan que Dios tiene para ellos. Si han recibido la vocación, que no demoren su en-trada en el seminario o en el convento, bajo pretexto de que deben terminar sus estudios, lo que les permitirá retenerlos durante más tiempo con ustedes… Insten a sus hijos y sus hi-jas a trabajar con ardor y espíritu de sacrificio. El católico no debe tener miedo a ocupar cargos de responsabilidad en la sociedad si sus capacidades se lo permiten. Así cada uno servirá en su lugar a Dios y a la Iglesia.

Desde el Concilio Vaticano II se viene predicando y practicando la política del “anonimato religioso”. Las iglesias que se construyen deben parecerse a cualquier cosa, menos a una iglesia. Los católicos son invitados a sumergirse en la sociedad, y a adoptar un perfil bajo. ¡Los políticos abiertamente católicos y fieles a las enseñanzas de la Iglesia casi han desaparecido!

En nombre de esta misma estrategia los sacerdotes, religiosos y religiosas han abandonado sus hábitos para secularizarse. Se ha visto a los sacerdotes convertirse en obreros y a las religiosas abandonar su convento para irse a vivir en departamentos baratos como el común de la gente. Había que desembarcar en el mundo sin hacer proselitismo para no asustarlo y así ganarlo para Cristo.

Sucedió lo contrario de lo que debía ocurrir. La Iglesia se disimuló tanto, que en algunas partes del mundo, como en la vieja Europa, está desapareciendo. Fue llevada a la tumba. Nosotros, católicos de la Tradición, no podemos resignarnos a aceptar esta situación. Cada uno en su lugar tiene el deber de aliviar a la Iglesia de la carga que la abruma.

Pero el católico no podrá ayudar eficazmente a la Iglesia Católica y servirla con fruto si su alma no se nutre de una sólida vida interior. Sin ella la sana ambición se convertirá en orgullo devorador y el ce-lo en puro activismo hueco y de corta duración. No seremos otros Simón de Cirene si nuestras almas no son regadas por la gracia que proviene de una vida sacramental regular y valiente, si no deseamos formarnos en la verdad leyendo y estudiando las encíclicas de los Papas (especialmente los de los siglos XIX y XX, hasta Pío XII), que llamaron a los católicos a conocer la doctrina social de la Iglesia y a ponerla en práctica.

Si estamos habitados por el amor de Cristo y su Iglesia, vamos a tener un ardiente deseo de ponernos a su servicio con entusiasmo. En este sentido, el Papa San Pío X exhortaba a los católicos escribiendo líneas como éstas: “Al cristiano no le es lícito descuidar los bienes sobrenaturales, aun en el orden de las cosas terrenas”.(6) Y el Papa Pío XII confirmó esta exhortación cuando dirigió las siguientes palabras a la juventud católica italiana: “En el fragor de la lucha, un cristianismo puramente exterior y de pura forma se derrite como la cera bajo el influjo del sol”.(7)

Charles Péguy decía que “hay algo peor que un alma mala: es tener un alma acostumbrada”.(8) No permanezcamos insensibles y fríos ante la pasión que atraviesa la Iglesia de hoy; no nos acostumbremos a esta situación, ¡sería una traición! Recordemos que el día de nuestro bautismo la Iglesia nos ha puesto en nuestras manos un código moral que tenemos que observar; nos pidió que sigamos a una persona: a Cristo, y esto hasta el Calvario. Yendo en pos de Él, debemos “completar en nuestra carne lo que falta a su pasión”.(9)

Continuemos, pues, hasta el día de Pentecostés uniéndonos a la Cruzada del Rosario a la que Monseñor Fellay nos llama, para que la Virgen María interceda ante su Hijo y cesen los males que afligen a la Iglesia. ¡Respondamos generosamente: “presentes”! De este modo cada uno será, en el lugar en que esté, otro Simón de Cirene.

¡Que Dios los bendiga!
Padre Christian Bouchacourt
Superior de Distrito América del Sur

(1) San Lucas, 23, 26.
(2) Salmo 21, 7.
(3) I Macabeos, 2, 6-7.
(4) I Macabeos, 2, 40-41.
(5) San Mateo, 5, 48.
(6) San Pío X: Encíclica “Singulari Quadam caritate”, 24 de septiembre de 1912.
(7) Pío XII: Alocución a los jóvenes de la rama masculina de la Acción Católica Italiana, 20 de abril de 1946.
(8) Charles Péguy, escritor, poeta y ensayista francés (1873-1914), muerto en el campo de batalla.
(9) San Pablo a los Colosenses, 1, 24.

"Quien quiera algo que no sea Cristo" - San Felipe de Neri


"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere; quien pida algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide; quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace"


San Felipe de Neri

Evangelio del día 26 de mayo de 2012


Evangelio según San Juan 21,20-25. Sábado de la séptima semana de Pascua


Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?".
Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?".
Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme".
Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?".
Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.



Comentario: Pedro y Juan: la diversidad en la unidad - Elredo de Rielvaux



Ciertas personas que no tienen capacidad para ser promovidas, deducen de ello que no se les ama; si no encuentran alguien que les implique en sus tareas y sus funciones, se lamentan de que se las deja solas. Sabemos bien que eso es fuente de graves discordias entre gente que pasaban por ser amigos; y para colmo de indignación, esas personas se separan y llegan incluso a maldecirse...
Que nadie se crea abandonado a su suerte porque no se les ha concedido una determinada promoción. En referencia a esto vemos que el Señor Jesús ha preferido Pedro a Juan. De todas formas, confiriendo la primacía a Pedro, no ha retirado, en absoluto, su afecto a Juan. Ha confiado a Pedro su Iglesia; ha confiado su madre, tiernamente amada, a Juan (Jn 19,27). Ha dado a Pedro las llaves de su reino (Mt 16,19); ha descubierto a Juan los secretos de su corazón (Jn 13,25). Pedro, pues, ocupa un lugar elevado, pero el puesto de Juan es más seguro. Pedro se siente orgulloso de haber recibido el poder. Cuando Jesús dice: «Uno de vosotros me entregará» (Jn 13,21) tiembla y aterroriza juntamente con los otros; Juan, enardecido por estar tan cerca del Señor, instigado por Pedro, le pregunta para saber de quien se trata. Pedro se entrega a la acción; Juan queda puesto aparte para dar testimonio de su amor, según la palabra: «Quiero que quede así hasta que yo vuelva». Nos ha dado ejemplo para que también nosotros hagamos igual.


Elredo de Rielvaux (1110-1167) monje cisterciense. La amistad espiritual, III, 115s

San Felipe de Neri - 26 de mayo



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viernes, 25 de mayo de 2012

Que ya no nos confunda mas Anselm Grun




[Nota de Fr. Nelson Medina: Soy consciente de que algunos de los puntos aquí expuestos son materia de discusión. Precisamente para que haya un diálogo amplio y equitativo, expongo con claridad y de manera abierta mi posición, que en todo quiere ser fiel a nuestra Iglesia Católica.]




Isabel Gómez, representante de la Editorial San Pablo en Colombia, afirmó sobre el monje alemán Anselm Grün: “Es el escritor más famoso de espiritualidad que tenemos actualmente…” A juzgar por la presencia de las obras de este benedictino, es así. He visto con mis propios ojos librerías católicas que tienen estantes llenos de títulos suyos. Se trata de un autor prolijo, de enorme acogida y por lo tanto, de notable influencia.




Es un personaje polémico también, que ha llegado a nuestro país [Colombia] precedido por señales ambiguas. En efecto, quedó claro, ya entonces, que sus libros son leídos y traducidos ampliamente pero que su doctrina no da total confianza. Después de examinar los hechos, y de orar yo mismo, vi que era mi deber recomendar a la gente que no asistiera a las actividades que se habían preparado en torno a su visita. Comprendo perfectamente que es una medida hasta cierto punto extrema, y también un planteamiento que pudo resultar seriamente antipático o agresivo para algunos. Pero, ¿qué alternativa había, si hasta la Conferencia Episcopal de Colombia parecía dar su “placet” a la predicación de este monje?Dificultades ya visibles antes de la llegada de Grün a Colombia.




Si una persona con la influencia de Grün dice: “Debemos evitar ver la homosexualidad como un pecado,” ¿qué consecuencias tiene eso, cuando es clara la agenda del lobby gay en tantos de nuestros países? En el momento en que Colombia debate la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, ¿se puede traer a un autor que claramente niega lo que enseña la Iglesia? Esto dice el catecismo de la Iglesia, en el número 2357:


La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.




¿Es ese el catecismo de Grün? En el mismo link señalado, Grün dice: “Me veo en general en concordancia con la tradición católica.” ¿Es eso todo lo que se puede pedir de un predicador que es escuchado en decenas de países, traducido a muchas lenguas, y que es referencia de espiritualidad para miles y miles de personas? Para que alguien reciba el aval de la Conferencia Episcopal de Colombia, y para que se presente en el Canal Cristovisión (que se llama “el canal de la Iglesia”) basta con estar “en general en concordancia con la tradición católica”? Cuando yo veo que hay papás que luchan por ayudar a sus hijos e hijas a clarificar su identidad como personas y como seres sexuados, ¿el servicio que les prestamos es traer a este hombre para quien es suficiente concordar “en general” con la Iglesia?




Hay otro punto, que ya entonces me parecía muy preocupante. Grün viene de la meditación zen y del mundo del psicoanálisis de Carl G. Jung. Es verdad que autores no cristianos pueden usarse, como Santo Tomás utilizó tantas categorías y estructuras de pensamiento de Aristóteles, pero por más intensa que fue mi búsqueda, no pude encontrar una sola referencia en que Grün se deslindara de las conocidas posturas “arquetípicas” o panteístas tan propias de Jung. Para que se sepa de qué hablamos aquí, tómese este pensamiento de Jung, a quien Grün reconoce como alguien que le ha animado y guiado en su espiritualidad: “Si era el Logos y el Cristo eternamente viviente, nosotros no lo sabemos. De todas formas no tiene importancia, ya que la imagen del hombre-Dios está viva en cada uno de nosotros…” No importa Cristo, su carne, su historia, su sacrificio: importa que hay una idea (una gnosis, de hecho) que nos inspira, nos sosiega, nos mueve a obrar. Veremos que eso exactamente es lo que propone Grün. Basta la idea. Si la idea tiene efecto para tu terapia, con eso es suficiente.




Hasta aquí he expuesto por qué veía, y sigo viendo, en Grün un caso de lobo con piel de oveja, y por qué pedí que no se asistiera a nada suyo. En asuntos tan serios como la sexualidad humana o la historicidad de la carne de Cristo no se espera que tengamos un acuerdo “general” con la Iglesia. Se espera de ti, Anselm, que seas claro en proclamar la verdad del que murió en la cruz para perdón de nuestros pecados.




Necesitamos vigilar más lo que emiten los canales católicos




En el mismo canal Cristovisión se dio amplio espacio a toda la agenda de Grün en Colombia. Es algo que lamento y lamentaré en público, porque el daño se hizo en público.




El mismo canal ha publicado videos que nos ayudan a precisar qué tipo de daño puede venir de una persona tan culta, tan amable, con un lenguaje tan respetuoso y un tono de bondad tan cercano y cálido. No digo que sea una persona hipócrita; eso sólo Dios lo sabe. Digo que su apariencia cautiva pero su enseñanza desvía, o por lo menos no apunta con decisión en la dirección de la fe de la Iglesia.




En amplia entrevista con el P. Ramón Zambrano, fundador y director de Cristovisión, y a quien ciertamente considero mi amigo personal, podemos ver en más detalle por qué preocupa Grün.


¿Por qué ese lenguaje tan ajeno a nuestra fe?



Voy a lo concreto: En 45 minutos de entrevista, con preguntas serias y profundas hechas por el P. Zambrano, ¿oyó alguno de ustedes que el monje mencionara, siquiera una vez, alguno de los siguientes términos: pecado, redención, arrepentimiento, conversión, Cruz de Cristo, Sangre de Cristo, gracia, perdón (de Dios), sacramentos, magisterio, cielo, infierno? Pregunto: ¿cuántos párrafos puedo leer de San Pablo, de Santa Teresa, de San Agustín o de Santa Catalina de Siena sin que aparezcan uno o muchos de esos términos, que son el alfabeto en que se escribe el mensaje del Evangelio? Si alguien de veras representa la espiritualidad cristiana, y no necesita de ninguno de esos términos para presentar su mensaje, ¿no es ello demasiado extraño? ¿Qué diría usted de un matemático que hablara 45 minutos sin mencionar una sola ecuación, un solo teorema, una sola conjetura, un solo axioma? Esto lo comento porque no es un criterio superficial. Lectores todos: si un predicador no menciona pronto el amor de Cristo hasta el extremo de la sangre, y no menciona con gozo que esa efusión es la fuente de nuestra salvación, ¡cuidado! Probablemente estamos ante alguien que no necesita más que la “idea” de Cristo.




Con honestidad de su parte, Grün comenta que la tradición de la Iglesia no le resultaba suficiente; aunque asegura que posteriormente logró vincular la psicología, la filosofía y los Padres de la Iglesia.





Una confusión inexplicable



Algo muy extraño sucede en el minuto 6 de ese video, donde la traductora, Carolina Salamanca, dice literalmente, y como traducción de lo expresado por Grün:



Para la teología siempre ha sido importante estar en contacto con la filosofía, con la psicología, con las otras ciencias. Y eso lo hizo también, por ejemplo, Santo Tomás de Aquino, quien no citó nunca a ningún autor cristiano sino que citó a Aristóteles, que no era cristiano.
Yo no logro entender cómo esa frase fue emitida al aire, y cómo no fue corregida ni por el P. Ramón, ni por Carolina, que además de traductora es filósofa, ni por el mismo P. Grün, que recibió todas las preguntas en español–prueba de que sí entiende nuestra lengua. Alguien con buen conocimiento del alemán podrá explicar qué sucedió ahí porque yo me niego a creer que este monje haya dicho que Tomás de Aquino “no citó nunca a ningún autor cristiano” Aún así, me duele que semejante frase no haya sido contestada o corregida de inmediato.




Algunos puntos positivos




Es de alabar, por el contrario, la claridad con que Grün dice que “es importante el diálogo con las otras religiones, pero no podemos mezclarlas.” Dice seguidamente que está escribiendo un libro con una maestra budista. Como él mismo aclara que el budismo lleva al vacío, mientras que el cristianismo lleva al amor, un amor que es más que sentimiento, uno no entiende qué utilidad tiene crear la impresión de que un monje budista y uno cristiano están en lo mismo, puesto que escriben una misma obra.





Hablando de lo positivo, incluyo que Grün expresa con sencillez la tentación que todo consejero puede tener de creerse capaz de cambiar al ser humano. El papel del consejero o del terapeuta puede ser acoger, escuchar, sugerir, pero no cargar con los problemas del otro, ni menos suplantar a Dios. Debe en cambio orar, y ofrecer en su oración lo que conoce de los problemas de quienes se acercan.




Otra idea importante: la psicología ayuda a ver lo que hay que sanar pero es Jesús quien viene a transformar.




Uno quisiera que todo fuera así de sano y claro, pero no es así. Lo cierto es que, aun en un programa relativamente corto, hay varios puntos doctrinales seriamente errados.
Enseñanza gravemente insuficiente sobre la sexualidad




Al referirse a la sexualidad, Grün enfatiza dos peligros: adicción y represión. Son límites extremos para evitar, como creo que estaremos de acuerdo todos, pero además de ellos, y mucho antes de llegar a ellos, hay mucho más que la Iglesia ha dicho. Lamentablemente Grün no da un criterio claro sobre qué puede ser bueno o malo; la puerta al subjetivismo queda abierta de par en par. Habla él de “humanizar” la sexualidad. De acuerdo, pero ¿basta eso como criterio? Por ejemplo: ¿está “deshumanizada” la sexualidad en el hombre que deja su matrimonio, que le parece muy conflictivo, para “rehacer” su vida con una nueva esposa? Ese hombre, ¿qué entiende o saca de las palabras del benedictino? Casándose de nuevo, por la Iglesia o sin la Iglesia, él no está ni muy adicto, ni muy reprimido, ni muy deshumanizado.




Otro caso: los jóvenes que fornican sin vínculo de matrimonio, pero que tienen, por decir algo, dos o tres relaciones a la semana, ¿se sentirán adictos? ¿Se sentirán reprimidos? ¿No quedan entonces autorizados para seguir en lo que están? Quien se masturba pero “no demasiado,” según su propio criterio, ¿qué entiende de la perspectiva del conocido monje? Y pregunto yo: ¿no son las cámaras de la televisión una oportunidad magnífica para dar esperanza y consuelo, pero a la vez, para mostrar una dirección y para elevar el estándar moral de nuestra cultura? Personalmente me sentí muy decepcionado no por lo que Grün dijo sobre este tema, sino por lo muchísimo que dejó de decir, complaciendo tácitamente al espíritu de este mundo.




Confusión Jungiana en cuanto al demonio y al pecado



Lo que Grün dice sobre el diablo, o sobre los demonios, no es la enseñanza de la Iglesia. El benedictino afirma que la teología dogmática [¿según los dogmas de quién?] enseña esto: “el diablo y los demonios son poderes personales pero no son personas; impiden mi desarrollo personal; pertenecen como a mi lado oscuro; pero el diablo no es persona como Dios es persona o como un ser humano es persona; pero el diablo es una imagen de la dimensión profunda del mal.” Ahí tienen ustedes a Jung: el arquetipo de la maldad no existe más que como arquetipo, o eso piensa Grün.





¿Cuál es la “teología dogmática” esa, que está por encima de lo que se lee claramente en tantos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia? Leemos, por ejemplo, en el Catecismo, números 2850 a 2852:



La última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús: “No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno” (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el “nosotros”, en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. [...] En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo. “Homicida [...] desde el principio [...] mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8, 44), “Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota toda la creación entera será “liberada del pecado y de la muerte” (Plegaria Eucarística IV, 123: Misal Romano).





¿Por qué entonces dice Anselm Grün que el diablo no es una persona sino “una imagen de la dimensión profunda del mal”?





Una grave consecuencia de identificar el tema bíblico de los demonios con las partes oscuras de la personalidad humana es algo que aparece al final de la entrevista con el P. Zambrano. Según Grün, uno debe aprender a tener “paz” con esa parte oscura de uno mismo. Es decir: el mal no es para vencerlo sino para aprender a negociar y convivir con él. Según él, el pecado es algo que siempre va a estar, y lo que yo debo lograr es que los enemigos se vuelvan amigos, algo así como que están pero sin poder.




Se ve que de la negación del demonio se pasa a la negación de la realidad del pecado, visto ingenuamente como una “parte oscura” con la que yo aprendo a vivir en paz. De hecho, Grün omite del todo la palabra “pecado.” Por eso mismo, el ser humano no necesita propiamente ser redimido, sino sólo ser iluminado, para que acepte su parte oscura.




¿Qué puede ser la fe en semejante esquema tan distorsionado? En la Biblia y en el Catecismo la fe es siempre “respuesta.” En el n. 154 se la describe como “depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas.” Por contraste, en el planteamiento de Grün, la fe queda reducida a una “fuerza interior,” de modo que el gran consejo para superar las crisis es este: “Confía en tu fuerza interior.” No veo yo distancia alguna con el gnosticismo típico de la Nueva Era.




¿Y por qué la Iglesia no se ha pronunciado sobre estos errores de Anselm Grün?




Esa es una gran pregunta. El P. Martín Sepúlveda, Paulino, dijo en un magazín de Cristovisión que no hay ninguna condena oficial sobre Grün. Tiene razón el P. Sepúlveda. Espero yo, sin embargo, que lo que se ha dicho aquí, y lo que puede leerse en otros lugares, mueva a las autoridades no a condenar a Grün sino los errores de su enseñanza. El primero que será beneficiado, y que un día podrá agradecerlo será el mismo monje.

Santa María Magdalena de Pazzi «maestra de espiritualidad» para todos - SS Benedicto XVI



Con ocasión del IV centenario de la muerte de santa María Magdalena de' Pazzi, me alegra unirme a la amada Iglesia florentina, que desea recordar a esta ilustre hija suya, particularmente amada por ser figura emblemática de un amor vivo que remite a la dimensión mística esencial de toda vida cristiana.

A la vez que lo saludo con afecto a usted, señor cardenal, y a toda la comunidad diocesana, doy gracias a Dios por el don de esta santa, que cada generación redescubre singularmente cercana por saber comunicar un amor ardiente a Cristo y a la Iglesia.

Santa María Magdalena de' Pazzi, nacida en Florencia el 2 de abril de 1566 y que en la pila del "hermoso San Juan" fue bautizada con el nombre de Catalina, desde su niñez mostró una sensibilidad particular ante lo sobrenatural y se sintió atraída por el coloquio íntimo con Dios. Como era costumbre con respecto a las jóvenes de casas nobles, se encomendó su educación a las Damas de Malta, en cuyo monasterio recibió la primera Comunión el 25 de marzo de 1576 y sólo pocos días después se consagró para siempre al Señor con una promesa de virginidad.

Al volver a la familia, profundizó en el camino de la oración con la ayuda de los padres jesuitas, que frecuentaban el palacio. Con gran habilidad logró evitar que la condicionaran las exigencias mundanas de un ambiente que, aun siendo cristiano, no le bastaba a causa de su deseo de asemejarse cada vez más a su Esposo crucificado. En este contexto maduró la decisión de dejar el mundo y entrar en el Carmelo de Santa María de los Ángeles, en Borgo San Frediano, donde el 30 de enero de 1583 recibió el hábito del Carmen y el nombre de sor María Magdalena.

Al enfermarse gravemente en marzo de 1584, solicitó emitir la profesión antes de tiempo y, el 27 de mayo, fiesta de la santísima Trinidad, llevada al coro en camilla, pronunció para siempre ante el Señor sus votos de castidad, pobreza y obediencia.

Desde ese momento comenzó una intensa vivencia mística, que proporcionó a la santa la fama de gozar de numerosos éxtasis. Son cinco los manuscritos en que las Carmelitas de Santa María de los Ángeles recogieron las experiencias extraordinarias de su joven hermana. A "Los Cuarenta Días", escrito en el verano de 1584, siguieron "Los Coloquios" de la primera mitad del año sucesivo.

La cumbre del conocimiento místico de sí mismo que Dios concedió a sor María Magdalena se encuentra en "Revelaciones e Inteligencias", ocho días de espléndidos éxtasis que van desde la víspera de Pentecostés hasta la fiesta de la santísima Trinidad del año 1585. Una intensa experiencia que, a los 19 años de edad, la capacitaba para recorrer todo el misterio de la salvación, desde la encarnación del Verbo en el seno de María hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Siguieron cinco largos años de purificación interior —María Magdalena de' Pazzi habla de ellos en el libro "Probación"— en los que el Verbo, su Esposo, le quitó el sentimiento de la gracia y la dejó como a Daniel en el foso de los leones, entre muchas pruebas y grandes tentaciones. En ese contexto se inserta su ardiente compromiso por la renovación de la Iglesia, después de que en el verano de 1586 algunas iluminaciones de lo alto le mostraron el verdadero estado en que se encontraba la Iglesia en la época postridentina.

Como santa Catalina de Siena, se sintió "forzada" a escribir algunas cartas para solicitar al Papa, a los cardenales de la Curia, a su arzobispo y a otras personalidades eclesiásticas, un decidido compromiso en favor de la "renovación de la Iglesia", como reza el título del manuscrito que las contiene. Se trata de doce cartas dictadas en éxtasis, tal vez nunca enviadas, pero que permanecen como testimonio de su pasión por la Sponsa Verbi.

En Pentecostés de 1590 terminó su dura prueba. Esto le permitió dedicarse con todas sus fuerzas al servicio de la comunidad y en particular a la formación de las novicias. Sor María Magdalena tuvo el don de vivir la comunión con Dios de una forma cada vez más interiorizada, hasta el punto de que se convirtió en una referencia para toda la comunidad, que todavía hoy sigue considerándola como "madre".

El amor purificado, que latía en su corazón, la abría al deseo de la plena configuración con Cristo, su Esposo, hasta compartir con él el "desnudo padecer" de la cruz. Los últimos tres años de su vida fueron para ella un auténtico calvario de sufrimientos. La tisis comenzó a manifestarse claramente. Sor María Magdalena se vio obligada a retirarse poco a poco de la vida activa de la comunidad para sumergirse cada vez más en el "padecer desnudamente por amor a Dios". La afligieron penas atroces del cuerpo y del espíritu, que duraron hasta su muerte, acontecida el viernes 25 de mayo de 1607. Murió cerca de las tres de la tarde, mientras una alegría desacostumbrada invadía todo el monasterio.

No habían pasado veinte años desde su muerte cuando el Papa florentino Urbano VIII la proclamó beata. El Papa Clemente IX la incluyó en el catálogo de los santos el 28 de abril de 1669. Su cuerpo, incorrupto, es meta de constantes peregrinaciones. El monasterio en que vivió la santa es hoy sede del seminario arzobispal de Florencia, que la venera como patrona, y la celda en la que murió se ha transformado en una capilla, en cuyo silencio se percibe aún su presencia.

Santa María Magdalena de' Pazzi sigue siendo una presencia espiritual inspiradora para las Carmelitas de la antigua observancia. En ella ven a la "hermana" que recorrió totalmente la senda de la unión transformadora con Dios y que señala a María como la "estrella" del camino que lleva a la perfección. Esta gran santa tiene para todos el don de ser maestra de espiritualidad, especialmente para los sacerdotes, por los que sintió siempre una verdadera pasión.

Deseo vivamente que las celebraciones jubilares de su muerte contribuyan a dar a conocer cada vez más a esta luminosa figura, que a todos manifiesta la dignidad y la belleza de la vocación cristiana. Del mismo modo que, cuando vivía, al sonar las campanas exhortaba a sus hermanas diciéndoles: "Venid a amar al Amor", ojalá que, la gran mística, desde Florencia, desde su seminario, desde los monasterios carmelitanos que se inspiran en ella, haga resonar hoy su voz en toda la Iglesia, difundiendo el anuncio del amor de Dios a toda criatura humana.

Con este deseo, lo encomiendo a usted, venerado hermano, y a la Iglesia florentina a la protección celestial de santa María Magdalena de' Pazzi, y de corazón imparto a todos una bendición apostólica especial.

Vaticano, 29 de abril de 2007

Evangelio del día 25 de mayo de 2012


Evangelio según San Juan 21,15-19. Viernes de la séptima semana de Pascua


Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".
Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".
De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".


Comentario:


¿Me amas más que éstos? Nos pregunta Él


La sencillez de las palabras de Jesucristo son sin duda de un poder y de una profundidad incomparables, Él siempre habla con sencillez y autoridad. La enseñanza de este Texto es una joya educativa sobre comportamiento para el hombre cuando entiende que ha de servir como embajador de Cristo, y que su labor va a ser dividida en tres facetas: la del pastoreo, la de apacentar y la de llevar la carga de la intercesión para traer amor del Padre a los hermanos, como nos enseña nuestro maestro el Señor Jesucristo en el sacerdocio de todo hombre.

Primero, cuando Jesús pregunta a Simón si le ama, debemos ponernos en la situación de Simón, cada uno de nosotros. La primera petición es que apacentemos a los corderos, pero esos corderos son los hermanos que también se ofrecen como sacrificio, hermanos con ancianidad espiritual, por eso les llama corderos, como Él es el Cordero de Dios. Llama la atención que nos pida que apacentemos que significa dar el pasto, el alimento, sin embargo estos corderos o ancianos, ya conocen a Cristo, ya van directamente a Aquel que es nuestro alimento, conocen la Palabra de Dios y toman el Pan, ¿entonces porqué nos pide Cristo que alimentemos a nuestros hermanos ancianos, o se referirá a otro tipo de pasto, o alimento espiritual?

Que pongamos nuestra vida, nuestra alma por los hermanos que también interceden. De este modo la carga se comparte entre los que se dedican a apacentar la grey de Dios. Este es el alimento que podemos llevar a nuestros hermanos ancianos, el amor de Jesucristo y las revelaciones, sueños y visiones que Dios nos da. Que sobrellevemos los unos las cargas de los otros y cumplamos así la ley de Cristo. Gálatas 6:2.

Pero Jesús nos enseña aún más, porque nos vuelve a preguntar, ¿me amas?, entonces cuando nuestro corazón dice: Sí, te amo, entonces Él nos pide: pastorea mis ovejas. El Señor nunca se olvida, como nosotros no debemos olvidarnos de algo necesario, si estamos hablando entre quienes ya son ancianos en las cosas del Señor, cómo no nos vamos a dedicar también a pastorear a los que están creciendo en el Espíritu, y a los que hay que traerles la salvación porque estén buscando a Dios, que hagamos obra de evangelista, para que corra el Evangelio y se salven los más posibles.

Lógicamente el Señor pide que aquellos que se dediquen a la predicación y al pastoreo, primero sean Sacerdotes en la intimidad con Dios y estén dispuestos a tomar carga por sus amigos en Cristo y que a continuación enseñen a los que empiezan a ser hermanos dispuestos a amar a su Señor del mismo modo y también a los hermanos, porque solo así se puede comprender cuanto necesitamos los unos de los otros y fortalecer al pueblo de Dios.

Una vez ya hemos comprendido lo que es llevar nuestra propia cruz por amor de Jesucristo y sobrellevamos los unos las cargas de los otros por amor a los hermanos que ya están edificados como templos del Dios Vivo, nos falta el último paso, el de mayor carga: Jesucristo nos pregunta la tercera vez, ¿me amas?, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo, mi Señor, ¿qué debo hacer para que veas que te amo?; Apacienta mis ovejas.

Las ovejas son pastoreadas, los corderos apacentados, pero nótese que no se nos pide pastorear a los corderos. Entiéndase que espiritualmente se comienza como oveja, se sigue a un pastor para crecer y llegar a ser cordero que intercede por los demás, que se sacrifica a Dios cada día en sacerdocio santo, agradable a Dios en su intimidad con Dios, en el yugo de Cristo.

Amados hermanos, debemos darnos cuenta que los que aún son ovejas, tienen la mayor debilidad espiritual, son los que más fácilmente tropiezan, pero no nos debe importar, también los ancianos fallan, porque cuando yo era oveja me acuerdo que me faltaba mucho por aprender (y aún nos falta a todos y el que no lo admita se ensoberbece) y era carga para mis pastores, y fallaba, y me revelaba, etc, hasta que Cristo fue formado en mi. ¡Cuánto dolor de cabeza les fui a ellos! Por esto es necesario que liberemos de sus cargas a los que empiezan, que ya vemos que son Cuerpo de Cristo, para que no dejemos solo a Jesús llevando la carga de la Iglesia, que es su Cuerpo, sino que nosotros llevemos también esa carga con Él, que tomemos Su yugo, que tomemos nuestra cruz, pues en esto tenemos mandamiento, y es mandamiento de amarnos unos a otros, y a Dios, este es el principal y más importante mandamiento.

Ofreciendo nuestra alma a Dios por aquellos hermanos más pequeños que quieren crecer en el Espíritu, veremos como resultado un crecimiento en el Cuerpo de Cristo. La coyuntura del amor de Dios así no fallará. Este es el camino estrecho por el que hay que caminar, pero hermanos no teman, Él estará con nosotros al otro lado del yugo, porque así se llama Él: El Que Es contigo, y Dios con nosotros.

¿Me amas más que éstos? Nos pregunta Él.
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