Por el Padre Guillermo Ortiz, Sacerdote Jesuita
¿Qué sucedió en el curato de José Gabriel Brochero?
Hubo un cambio de corazón más decisivo que un transplante de órgano. Cambió el corazón de la gente que aceptó el servicio de Brochero. Algunos corazones ya estaban endurecidos, corrompidos. Pero la consecuencia fue algo imposible de lograr con las solas fuerzas humanas: se formó una comunidad feliz de discípulos misioneros de Jesús.
¿Es un milagro?
El milagro es la acción directa del Amor de Dios que busca el consentimiento de la libertad humana. Por eso la comunión de los corazones es el milagro más grande de la gracia de Dios y lo pidió Jesús para sus discípulos: ‘Que todos sean uno como somos nosotros, para que el mundo crea’ (Cfr. Juan 17,11.21.)
Desde el pecado original, como ahora, también en el tiempo de Brochero, nadie quiere trabajar con otros, de segundo, por el bien de todos.
‘Yo-mío-para-mí’. Naturalmente cada uno quiere aparecer, ser el primero, el más importante; cada uno quiere mandar, imponerse, adueñarse, tener más, pasarla bien. Cada uno trabaja y vive para sí, para sus intereses y deseos, aunque los otros sufran su egoísmo. Ésta es la causa de las peleas, los vicios ya dicciones, las familias destruidas y todos los males.
En cambio José Gabriel Brochero sirve y da su vida por el otro, igual que Jesús, como aquella vez, entre tantas otras, que para asistir a un enfermo cruzó el río crecido prendido de la cola de la mula: ‘No voy a permitir que el diablo me lleve un alma’.
Brochero no se deja nada para sí en el ejercicio de su ministerio sacerdotal, y así logró este milagro del cambio de corazón en los paisanos de Traslasierra. Cada uno se venció a sí mismo –como dice en los Ejercicios Espirituales-; cada uno dejó de lado su apego a los intereses egoístas y mezquinos; la rivalidad, sus deseos de estar por sobre los otros. Y pasó de ver al otro como un competidor, un antagonista, un adversario, a mirarlo como un hermano; como a un amigo. Formaron una comunidad de amigos comprometidos en el trabajo unido por el bien de todos.
El milagro fue la unidad de la gente y el trabajo juntos tirando para el mismo lado, como lo ejemplifica de modo notable aquella vez que convenció en un sermón a 700 hombres para traer gratis y en un solo día, todos los tirantes para la Casa de Ejercicios, desde Altautina, a cinco leguas de distancia de Villa del Tránsito.
Y esta comunidad probó intensamente la fuerza, la alegría y el gozo espiritual de la unidad y el servicio, como atestigua san Pablo, padre y guía de varias comunidades: ‘El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado’ (Romanos 5,5.).
¿Cómo logró el Cura Brochero este cambio difícil del corazón?
Brochero logró esta transformación de la gente; esta conversión propiciando el Encuentro con Jesucristo resucitado. Y en esto dejó todas sus energías y su vida.
El Encuentro profundo con Jesucristo es siempre transformador. Su pascua; su paso de la muerte a la Vida en la resurrección, significa para la comunidad que le abre generosamente su corazón un paso a la Vida plena y feliz que Jesucristo ofrece.
Jesucristo llegó a ser el pulso, el Camino, la Vida, el Espíritu, el alimento, la luz, la fuerza, el poder del amor, del perdón, de la reconciliación, la caridad con el otro en esa comunidad. Es el Jesús, Hijo de Dios, sumo y eterno sacerdote, de quien Brochero es sacerdote, fiel discípulo misionero. Jesucristo es la razón de ser, la causa, la voluntad, el tesón, la heroicidad de Brochero.
¿Cómo se realizó este encuentro transformador con Jesucristo?
El Encuentro con Jesucristo vivo, que forjó la comunidad de amigos comprometidos en el trabajo por el bien de todos, se realizó por la oración profunda y larga de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola.
(San Ignacio es el patrono de los Ejercicios Espirituales en la Iglesia y su método de oración difundido en todo el mundo y practicado desde 1526 hasta ahora por miles de laicos y religiosos, fue aprobado, bendecido y aconsejado siempre por los Papas. Benedicto XVI habló de ellos en enero de 2008.)
¿Brochero hizo ejercicios espirituales?
Brochero practicó anualmente los Ejercicios Espirituales desde joven, en el seminario de Córdoba a cargo de los padres jesuitas. Y como sacerdote y párroco asumió estos ‘ejercicios’ como su herramienta apostólica principal.
Ayudado siempre por los jesuitas, aprovechaba al máximo estos Ejercicios como preparación para el sacramento de la reconciliación (había verdaderas conversiones) y para el sacramento de la Eucaristía, que consolidan el Encuentro con Jesús vivo.
Primero cruzó las sierras en invierno con los paisanos para hacer los Ejercicios en la ciudad de Córdoba. ‘Te fregaste diablo’ expresó años más tarde, cuando logro poner la piedra fundamental de la Casa de Ejercicios que construyó con la gente en Villa del Tránsito.
Así, el encuentro profundo y la comunión sostenida con Jesús, se afianzó primero en el corazón de Brochero abierto al poder del Espíritu de Dios, se difundió a los paisanos que creyeron en esta fuerza transformadora, y resplandeció en Traslasierra.
¿Qué queda en Traslasierra del suceso Brochero?
Rastros de acequias y canales, pedazos de caminos viejos en la sierra y el llano; edificios de escuelas, iglesias -algunos en ruinas, otros restaurados o convertidos en museo, algunos aún funcionando-, son como la cáscara; como el efecto material del acontecimiento-milagro de la acción y oración temporal de Brochero y su comunidad.
Pero el Espíritu de Jesús –esa Vida en el Amor que respiran el Padre y el Hijo-, que transformó a esa gente en ‘comunidad de amigos’; que modeló el corazón de Brochero y lo hizo capaz de tanto coraje apostólico y tanto bien; ese Espíritu que se hizo uno solo con el cuerpo y el alma, los ojos, las manos, la fuerza de Brochero y que a través de Brochero sacerdote santificó traslasierra, curó, sanó, vivificó, animó; ese Espíritu con los rasgos físicos de Brochero sobre la mula, flota en el aire transerrano mezclado ahora con el polvo, el viento, el agua, los ciclos de la tierra, como sacramental de la ‘Traslasierra santa’.
¿Puede volver a arder este Espíritu?
Ese Espíritu esta hoy como un hálito vivo, como aliento invisible, como un soplo, como un sacramental dormido de la gracia de Dios. Y este Espíritu transformador, purificador y vivificador, al que Brochero le dio el cuerpo y el alma como combustible, es un fuego vivo que llama y pide que le demos la carne y el alma de nuestra vida para volver a arder, ahora por la intercesión de Brochero en el umbral de los altares. ‘El Padre no negará el Espíritu Santo a quien se lo pida’ afirma Jesús, y Brochero en el cielo es ahora sacerdote intercesor de este Espíritu transformador.
El polvo de la tierra trajinada por Brochero, la huella honda cavada buscando a los paisanos o mejor la flor, el fruto o solo la sombra o la espina de la planta que tapó ese camino; el agua que bendijo -que vuelve ahora en su eterno ciclo a caer sobre nosotros-; los rayos del sol quemante, las piedras, burros, cabras, gallinas; el paisaje mismo de aquí del que ya es imposible borrar la imagen de Brochero sobre la mula, esculpida sobre las sierras con el fuego del Espíritu, lo evocan a tal punto de hacer presente hoy su llamado de sacerdote al Encuentro transformador con Jesucristo, el encuentro que funda la comunidad de amigos capaces de trabajar unidos por el bien de todos.
Podés recordarlo como un prócer y pedir su glorificación como un premio a su trabajo en ruinas. O podemos hoy abrir juntos el corazón –venciéndonos a nosotros mismos- para aceptar y recibir el espíritu transerrano de Brochero, inflamado de Espíritu Santo; del Espíritu que recibimos por el encuentro transformador con Jesucristo, para ser comunidad de amigos que trabajan unidos por el bien de todos con la fuerza de su caridad.
“No son estos trapos benditos los que me hacen cura. Sin la caridad de Cristo ni a cristiano llego” José Gabriel Brochero, nuestro ‘Cura gaucho’.
Tomado de: http://venerablecurabrochero.spaces.live.com/
¿Qué sucedió en el curato de José Gabriel Brochero?
Hubo un cambio de corazón más decisivo que un transplante de órgano. Cambió el corazón de la gente que aceptó el servicio de Brochero. Algunos corazones ya estaban endurecidos, corrompidos. Pero la consecuencia fue algo imposible de lograr con las solas fuerzas humanas: se formó una comunidad feliz de discípulos misioneros de Jesús.
¿Es un milagro?
El milagro es la acción directa del Amor de Dios que busca el consentimiento de la libertad humana. Por eso la comunión de los corazones es el milagro más grande de la gracia de Dios y lo pidió Jesús para sus discípulos: ‘Que todos sean uno como somos nosotros, para que el mundo crea’ (Cfr. Juan 17,11.21.)
Desde el pecado original, como ahora, también en el tiempo de Brochero, nadie quiere trabajar con otros, de segundo, por el bien de todos.
‘Yo-mío-para-mí’. Naturalmente cada uno quiere aparecer, ser el primero, el más importante; cada uno quiere mandar, imponerse, adueñarse, tener más, pasarla bien. Cada uno trabaja y vive para sí, para sus intereses y deseos, aunque los otros sufran su egoísmo. Ésta es la causa de las peleas, los vicios ya dicciones, las familias destruidas y todos los males.
En cambio José Gabriel Brochero sirve y da su vida por el otro, igual que Jesús, como aquella vez, entre tantas otras, que para asistir a un enfermo cruzó el río crecido prendido de la cola de la mula: ‘No voy a permitir que el diablo me lleve un alma’.
Brochero no se deja nada para sí en el ejercicio de su ministerio sacerdotal, y así logró este milagro del cambio de corazón en los paisanos de Traslasierra. Cada uno se venció a sí mismo –como dice en los Ejercicios Espirituales-; cada uno dejó de lado su apego a los intereses egoístas y mezquinos; la rivalidad, sus deseos de estar por sobre los otros. Y pasó de ver al otro como un competidor, un antagonista, un adversario, a mirarlo como un hermano; como a un amigo. Formaron una comunidad de amigos comprometidos en el trabajo unido por el bien de todos.
El milagro fue la unidad de la gente y el trabajo juntos tirando para el mismo lado, como lo ejemplifica de modo notable aquella vez que convenció en un sermón a 700 hombres para traer gratis y en un solo día, todos los tirantes para la Casa de Ejercicios, desde Altautina, a cinco leguas de distancia de Villa del Tránsito.
Y esta comunidad probó intensamente la fuerza, la alegría y el gozo espiritual de la unidad y el servicio, como atestigua san Pablo, padre y guía de varias comunidades: ‘El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado’ (Romanos 5,5.).
¿Cómo logró el Cura Brochero este cambio difícil del corazón?
Brochero logró esta transformación de la gente; esta conversión propiciando el Encuentro con Jesucristo resucitado. Y en esto dejó todas sus energías y su vida.
El Encuentro profundo con Jesucristo es siempre transformador. Su pascua; su paso de la muerte a la Vida en la resurrección, significa para la comunidad que le abre generosamente su corazón un paso a la Vida plena y feliz que Jesucristo ofrece.
Jesucristo llegó a ser el pulso, el Camino, la Vida, el Espíritu, el alimento, la luz, la fuerza, el poder del amor, del perdón, de la reconciliación, la caridad con el otro en esa comunidad. Es el Jesús, Hijo de Dios, sumo y eterno sacerdote, de quien Brochero es sacerdote, fiel discípulo misionero. Jesucristo es la razón de ser, la causa, la voluntad, el tesón, la heroicidad de Brochero.
¿Cómo se realizó este encuentro transformador con Jesucristo?
El Encuentro con Jesucristo vivo, que forjó la comunidad de amigos comprometidos en el trabajo por el bien de todos, se realizó por la oración profunda y larga de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola.
(San Ignacio es el patrono de los Ejercicios Espirituales en la Iglesia y su método de oración difundido en todo el mundo y practicado desde 1526 hasta ahora por miles de laicos y religiosos, fue aprobado, bendecido y aconsejado siempre por los Papas. Benedicto XVI habló de ellos en enero de 2008.)
¿Brochero hizo ejercicios espirituales?
Brochero practicó anualmente los Ejercicios Espirituales desde joven, en el seminario de Córdoba a cargo de los padres jesuitas. Y como sacerdote y párroco asumió estos ‘ejercicios’ como su herramienta apostólica principal.
Ayudado siempre por los jesuitas, aprovechaba al máximo estos Ejercicios como preparación para el sacramento de la reconciliación (había verdaderas conversiones) y para el sacramento de la Eucaristía, que consolidan el Encuentro con Jesús vivo.
Primero cruzó las sierras en invierno con los paisanos para hacer los Ejercicios en la ciudad de Córdoba. ‘Te fregaste diablo’ expresó años más tarde, cuando logro poner la piedra fundamental de la Casa de Ejercicios que construyó con la gente en Villa del Tránsito.
Así, el encuentro profundo y la comunión sostenida con Jesús, se afianzó primero en el corazón de Brochero abierto al poder del Espíritu de Dios, se difundió a los paisanos que creyeron en esta fuerza transformadora, y resplandeció en Traslasierra.
¿Qué queda en Traslasierra del suceso Brochero?
Rastros de acequias y canales, pedazos de caminos viejos en la sierra y el llano; edificios de escuelas, iglesias -algunos en ruinas, otros restaurados o convertidos en museo, algunos aún funcionando-, son como la cáscara; como el efecto material del acontecimiento-milagro de la acción y oración temporal de Brochero y su comunidad.
Pero el Espíritu de Jesús –esa Vida en el Amor que respiran el Padre y el Hijo-, que transformó a esa gente en ‘comunidad de amigos’; que modeló el corazón de Brochero y lo hizo capaz de tanto coraje apostólico y tanto bien; ese Espíritu que se hizo uno solo con el cuerpo y el alma, los ojos, las manos, la fuerza de Brochero y que a través de Brochero sacerdote santificó traslasierra, curó, sanó, vivificó, animó; ese Espíritu con los rasgos físicos de Brochero sobre la mula, flota en el aire transerrano mezclado ahora con el polvo, el viento, el agua, los ciclos de la tierra, como sacramental de la ‘Traslasierra santa’.
¿Puede volver a arder este Espíritu?
Ese Espíritu esta hoy como un hálito vivo, como aliento invisible, como un soplo, como un sacramental dormido de la gracia de Dios. Y este Espíritu transformador, purificador y vivificador, al que Brochero le dio el cuerpo y el alma como combustible, es un fuego vivo que llama y pide que le demos la carne y el alma de nuestra vida para volver a arder, ahora por la intercesión de Brochero en el umbral de los altares. ‘El Padre no negará el Espíritu Santo a quien se lo pida’ afirma Jesús, y Brochero en el cielo es ahora sacerdote intercesor de este Espíritu transformador.
El polvo de la tierra trajinada por Brochero, la huella honda cavada buscando a los paisanos o mejor la flor, el fruto o solo la sombra o la espina de la planta que tapó ese camino; el agua que bendijo -que vuelve ahora en su eterno ciclo a caer sobre nosotros-; los rayos del sol quemante, las piedras, burros, cabras, gallinas; el paisaje mismo de aquí del que ya es imposible borrar la imagen de Brochero sobre la mula, esculpida sobre las sierras con el fuego del Espíritu, lo evocan a tal punto de hacer presente hoy su llamado de sacerdote al Encuentro transformador con Jesucristo, el encuentro que funda la comunidad de amigos capaces de trabajar unidos por el bien de todos.
Podés recordarlo como un prócer y pedir su glorificación como un premio a su trabajo en ruinas. O podemos hoy abrir juntos el corazón –venciéndonos a nosotros mismos- para aceptar y recibir el espíritu transerrano de Brochero, inflamado de Espíritu Santo; del Espíritu que recibimos por el encuentro transformador con Jesucristo, para ser comunidad de amigos que trabajan unidos por el bien de todos con la fuerza de su caridad.
“No son estos trapos benditos los que me hacen cura. Sin la caridad de Cristo ni a cristiano llego” José Gabriel Brochero, nuestro ‘Cura gaucho’.
Tomado de: http://venerablecurabrochero.spaces.live.com/
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