La Iglesia necesita laicos que respondan al llamado de Dios para ayudar a sanar, iluminar, formar, bendecir, interceder y comprender que el ser humano es Imagen de Dios.
No cabe duda que estamos asistiendo a la más dramática ausencia de valores, el aire que respiramos no es el mejor y el ambiente que se vive está sumergido en manifestaciones materialistas, hedonistas, maximalistas, llevando al “Ser Humano” al más profundo espíritu de decadencia y alienación, de pérdida de la capacidad de interrogarnos por nosotros mismos y por los demás.
La ausencia de valores cristianos fundamentales en la cultura de la modernidad no solamente ha ofuscado la dimensión de lo trascendente, abocando a muchas personas hacia el indiferentismo religioso – también en América Latina -, sino que, a la vez es causa determinante del desencanto social en que se ha gestado la crisis de esta cultura. Tras la autonomía introducida por el racionalismo, hoy se tiende a basar los valores sobre todo en consensos sociales subjetivos que, no raramente, llevan a posiciones contrarias incluso a la misma ética natural. Piénsese en el drama del aborto, los abusos en ingeniería genética, los atentados a la vida y a la dignidad de la persona.
Las obras desean iluminar en la urgente necesidad de acceder “y para qué esperar más”, en la re-educación del espíritu cristiano, buscando renovar los valores humanos enmarcados en la familia, el trabajo, la sociedad en general.
Muchos son los múltiples esfuerzos de teólogos, filósofos, humanistas, profesionales de todas las áreas y ciencias, padres de familia, misioneros, desarrollados bajo el tenor de la Fe de la Iglesia “Mater et Magistra”, “Madre y Maestra” que buscan proporcionar nuevas estrategias de evangelización capaces de responder a las complicadas tareas de construcción y mejoramiento de la calidad de vida tanto material como espiritual de los seres humanos del Siglo XXI.
Me uno a estos esfuerzos con mis humildes oraciones y mi cotidianidad reconociendo que tenemos “TODOS” que tomar de una vez por toda la más sabia de las decisiones “VOLVER A DIOS”.
La Iglesia necesita también de Laicos comprometidos que respondan “FIAT” afirmativamente y en la praxis al llamado de Dios por medio de la Iglesia para ayudar a sanar, iluminar, formar, bendecir, interceder, calmar el hambre, y comprender que el ser humano es Imagen de Dios.
TENEMOS UNA VOCACIÓN, UNA MISIÓN, VAMOS A DESPERTARLA.
LA IGLESIA NECESITA VIVIR UN PENTECOSTES PERMANENTE, QUE ALCANCE AL MUNDO ENTERO EN EL QUE EL HOMBRE HA PERDIDO SU IDENTIDAD DE HIJO DE DIOS. HA PERDIDO LA ALEGRÍA DE VIVIR EL GOZO DE SU PATERNIDAD.
Rm 1,21. IMPIEDAD.
¿El mundo grita sus mensajes, con más fuerza que nosotros el de Cristo…?
ES EL MOMENTO, quizás ha pasado porque HEMOS PERDIDO UNA GENERACIÓN, pero aún estamos a tiempo.
Para Congar, célebre por su “Teología del Laicado”, que tanto influyó en el Concilio Vaticano II: “LAICOS son aquellos que habiendo recibido la llamada divina a la fe por el Bautismo, permanecen en el mundo para santificarlo desde dentro, PARA ORDENAR EL MUNDO SEGÚN EL PLAN DE DIOS”.
POTENCIAL DIVINO DEL BAUTISMO
Para los seglares que tienen fe, y VIVEN EN SU SER DE BAUTIZADOS, este es asumido como LA VOCACIÓN DIVINA DE LOS LAICOS, que adquiere así una proyección escatológica dentro del plan de salvación de Dios. Y por lo tanto es un CARISMA que suscita el Espíritu Santo en la Iglesia, para la realización eficaz de su MISIÓN. No es que los demás, sacerdotes o religiosos sean indiferentes a las realidades temporales del mundo, puesto que desde su peculiar vocación eclesial, tratan de penetrarla con los valores del reino. Sin embargo, ESTA TAREA ES LO PROPIO DEL LAICADO.
Juan Pablo II en la homilía de ACRA-1980, nos decía: “aunque vuestra función como laicos sea a veces oculta y desconocida, como la levadura o la sal de la tierra, SIN EMBARGO ES INDISPENSABLE PARA LA IGLESIA, en el cumplimiento de la MISIÓN recibida de Cristo.
En el discurso a los MOVIMIENTOS LAICOS en Paris (Mayo-1980), nos dice: “la obra que os corresponde propiamente en la IGLESIA ES ESENCIAL, NADIE PUEDE REEMPLAZAROS EN ELLA, ni los sacerdotes y religiosos, a quienes como sabéis no dejo de estimular en sus tareas específicas…”. En efecto, ésta constituye LA MISIÓN PROPIA DE LOS SEGLARES DE LA IGLESIA DE DIOS, de la que participan con pleno derecho por su regeneración BAUTISMAL Y LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO”.
Los laicos según la Lumen Gentium, realizan según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la SOCIEDAD, en la IGLESIA y en el MUNDO: “familia, política, economía, cultura, educación… etc, como lugar de santificación y apostolado laical”.
Así es como estamos llamados, por VOCACIÓN DIVINA, a colaborar UNIDOS A CRISTO, en la obra de SALVAR AL MUNDO; y como estamos INJERTADOS CON ÉL como el sarmiento a la vid, lógicamente PARTICIPAMOS DEL SER DE CRISTO Y DE SU TRIPLE MISIÓN, SACERDOTAL, PROFÉTICA Y REGIA.
Según la Lumen Gentium 35, los laicos participan del oficio PROFÉTICO de Cristo, que realizan por medio del sentido de la FE, testimonio de VIDA, y la PREDICACIÓN DE LA PALABRA. Puesto que su participación en Cristo, por el Bautismo ES LA MISMA que la del resto de los fieles. Y Cristo, antes de subir al cielo, envió el Espíritu Santo para que sus discípulos fueran sus TESTIGOS EN EL MUNDO.
TESTIGO, PROFETA, es aquel que proclama, que ANUNCIA LA NOTICIA QUE HA RECIBIDO, LA ALEGRÍA DE LA SALVACIÓN DE JESUCRISTO. Los fieles laicos debemos dar TESTIMONIO VALIENTE DEL REINO. Es una NECESIDAD IMPERIOSA DE NUESTRO TIEMPO.
Ap. 5. 9-10. Es el momento de preguntarnos SI HEMOS VIVIDO COMO REYES, por el poder que nos otorga LA SANGRE DE CRISTO, o si hemos vivido como súbditos, sometidos en muchas ocasiones a los valores del mundo.
El reino de Dios es un reino de amor, paz y justicia.
¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA PERLA PRECIOSA?
Las enseñanzas de los Papas, respecto a la misión de los laicos, se apoya en la DOCTRINA DEL SACERDOCIO REAL DE LOS FIELES. Congar trató de la vida de los laicos como OFRENDA Y SACRIFICIO, carácter que radica en su ser sacerdotal por el BAUTISMO.
El laico realiza su SACERDOCIO COMÚN, mediante la obediencia a la voluntad de Dios, santificándose y ofreciendo su vida como HOSTIA AGRADABLE A DIOS (Lumen Gentium 11).
ESTE SACERDOCIO, se actualiza especialmente por su participación en la EUCARISTÍA, a la que el laico se une, para con Cristo contribuir a la salvación del mundo.
Según Lumen Gentium 34, la vida cotidiana del cristiano es MATERIA SECUNDARIA del SACRIFICIO EUCARÍSTICO.
Su vida santa es ofrenda y sacrificio agradable a Dios como expresión y REALIZACIÓN DE SU SACERDOCIO BAUTISMAL. Por supuesto el sacerdocio COMÚN de los fieles y el sacerdocio MINISTERIAL, son diferentes entre sí, esencialmente y no sólo de grado, ya que el sacerdocio ministerial ofrece a Dios el SACRIFICIO EUCARÍSTICO en nombre de todo el pueblo.
SABER QUE DEPENDEMOS DEL ESPÍRITU SANTO, ÚNICO PROTAGONISTA E IMPULSOR DE TODA EVANGELIZACIÓN.
Cuando hemos recapacitado en el mundo en que vivimos y como está la sociedad en que nos movemos, en que se ha perdido UNA GENERACIÓN (35-55) en la IGLESIA, de cristianos creyentes, y que como nos dice Juan Pablo II en “Redentoris missio”, que grupos enteros de cristianos han perdido el sentido vivo de la fe… LA TAREA DE EVANGELIZAR PARECE QUE NOS SUPERA, podemos desanimarnos; en ocasiones nos sentimos como PERDIDOS EN UNA SOCIEDAD QUE NI NOS OYE Y HASTA NOS RIDICULIZA… Pero todos sabemos que al ser bautizados somos depositarios de la VIDA TRINITARIA, y que TODO EL AMOR DE DIOS HA SIDO DERRAMADO EN NUESTROS CORAZONES CON EL ESPÍRITU SANTO QUE SE NOS HA DADO… NO UN POCO DE SU AMOR, SINO SU PLENITUD.
DESDE SU POTENCIAL INFINITO PODEMOS EVANGELIZAR, para así REFLEJAR EL ROSTRO DE CRISTO EN EL MUNDO.
UNA EVANGELIZACIÓN QUE REFLEJE EL ROSTRO DE CRISTO TIENE QUE DARSE DESDE LA VIVENCIA, DESDE LA EXPERIENCIA. UNA EXPERIENCIA QUE TRANSMITA Y ATRAIGA.
EL ROSTRO DE MOISÉS. . . LOS NUESTROS
El mundo necesita volver a Dios y sólo puede hacerlo desde la ORACIÓN. No se ama lo que no se conoce. LA ORACIÓN ES EL PRIMER DEBER DEL BAUTIZADO, y de todas las oraciones LA EUCARISTÍA COMO PILAR CENTRAL. LA EUCARISTÍA ES LA “ZARZA ARDIENTE”, donde el Espíritu Santo hace presente cada día el misterio de la PASCUA DEL SEÑOR.
LA IGLESIA, y nosotros laicos, DEBEMOS VOLVER CONTINUAMENTE AL CENÁCULO, PARA SER ILUMINADOS, UNA Y OTRA VEZ Y ARDER COMO UNA “ZARZA ARDIENTE”, QUE LA RENUEVE Y LA HAGA ATRAYENTE.
La vida del laico se proyectará en dimensión TEOLOGAL, en FE, ESPERANZA Y CARIDAD. Ordenando todo para la gloria de Dios; JUZGANDO LO HUMANO Y LO MUNDANO DESDE CRISTO Y TRANSFORMÁNDOLO EN CRISTO, POR EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO.
A la luz de la FE, actuará en el mundo y esperará y confiará con corazón firme, que se realicen las promesas hechas por Dios.
LA ESPERANZA CRISTIANA, nos permite hacer frente a los poderes del mundo y ESPERAR EN EL FUTURO CON FORTALEZA Y PERSEVERANCIA. LA ESPERANZA NO ES UNA UTOPÍA, YA QUE ESTÁ PUESTA EN EL PODER OMNIPOTENTE DE DIOS Y EN LA FE EN SU RESURRECCIÓN (Rm. 4). Y TODO VIVIDO DESDE LA CARIDAD Y DESDE LA CARIDAD DE CRISTO, QUE HA SIDO DERRAMADA EN NUESTROS CORAZONES POR EL ESPÍRITU SANTO.
UNIDAD DE TODOS LOS LAICOS EN ESTA CARIDAD
TODA LA CARIDAD. . . TODO EL AMOR. . . este convencimiento se convertirá en PODER DE EVANGELIZACIÓN, FUERZA EVANGELIZADORA; “EN SU PODER”. Él hace posible lo que parece imposible.
Esta vivencia tiene que hacer REBOSAR en nosotros el ansia de evangelizar, de transmitir la experiencia de Dios, el amor de Dios a los que Él ama.
Así en medio del mundo, el amor al prójimo, es el CRISOL que AUTENTIFICA, el verdadero amor a Dios, y será la RAZÓN y la FUERZA de la BUENA NUEVA.
NOS LLEVARÁ AL COMPROMISO, NO PODEMOS CALLAR LO QUE HEMOS VISTO Y OIDO. SI ESTAMOS CALLADOS ES QUE EN REALIDAD, NO HEMOS VISTO Y OIDO, AUNQUE PENSEMOS QUE SERVIMOS, CONOCEMOS Y AMAMOS A DIOS.
VOLVAMOS A DIOS, Y CUMPLAMOS CON EL MANDAMIENTO QUE JESÚS NOS DEJÓ!
No cabe duda que estamos asistiendo a la más dramática ausencia de valores, el aire que respiramos no es el mejor y el ambiente que se vive está sumergido en manifestaciones materialistas, hedonistas, maximalistas, llevando al “Ser Humano” al más profundo espíritu de decadencia y alienación, de pérdida de la capacidad de interrogarnos por nosotros mismos y por los demás.
La ausencia de valores cristianos fundamentales en la cultura de la modernidad no solamente ha ofuscado la dimensión de lo trascendente, abocando a muchas personas hacia el indiferentismo religioso – también en América Latina -, sino que, a la vez es causa determinante del desencanto social en que se ha gestado la crisis de esta cultura. Tras la autonomía introducida por el racionalismo, hoy se tiende a basar los valores sobre todo en consensos sociales subjetivos que, no raramente, llevan a posiciones contrarias incluso a la misma ética natural. Piénsese en el drama del aborto, los abusos en ingeniería genética, los atentados a la vida y a la dignidad de la persona.
Las obras desean iluminar en la urgente necesidad de acceder “y para qué esperar más”, en la re-educación del espíritu cristiano, buscando renovar los valores humanos enmarcados en la familia, el trabajo, la sociedad en general.
Muchos son los múltiples esfuerzos de teólogos, filósofos, humanistas, profesionales de todas las áreas y ciencias, padres de familia, misioneros, desarrollados bajo el tenor de la Fe de la Iglesia “Mater et Magistra”, “Madre y Maestra” que buscan proporcionar nuevas estrategias de evangelización capaces de responder a las complicadas tareas de construcción y mejoramiento de la calidad de vida tanto material como espiritual de los seres humanos del Siglo XXI.
Me uno a estos esfuerzos con mis humildes oraciones y mi cotidianidad reconociendo que tenemos “TODOS” que tomar de una vez por toda la más sabia de las decisiones “VOLVER A DIOS”.
La Iglesia necesita también de Laicos comprometidos que respondan “FIAT” afirmativamente y en la praxis al llamado de Dios por medio de la Iglesia para ayudar a sanar, iluminar, formar, bendecir, interceder, calmar el hambre, y comprender que el ser humano es Imagen de Dios.
TENEMOS UNA VOCACIÓN, UNA MISIÓN, VAMOS A DESPERTARLA.
LA IGLESIA NECESITA VIVIR UN PENTECOSTES PERMANENTE, QUE ALCANCE AL MUNDO ENTERO EN EL QUE EL HOMBRE HA PERDIDO SU IDENTIDAD DE HIJO DE DIOS. HA PERDIDO LA ALEGRÍA DE VIVIR EL GOZO DE SU PATERNIDAD.
Rm 1,21. IMPIEDAD.
¿El mundo grita sus mensajes, con más fuerza que nosotros el de Cristo…?
ES EL MOMENTO, quizás ha pasado porque HEMOS PERDIDO UNA GENERACIÓN, pero aún estamos a tiempo.
Para Congar, célebre por su “Teología del Laicado”, que tanto influyó en el Concilio Vaticano II: “LAICOS son aquellos que habiendo recibido la llamada divina a la fe por el Bautismo, permanecen en el mundo para santificarlo desde dentro, PARA ORDENAR EL MUNDO SEGÚN EL PLAN DE DIOS”.
POTENCIAL DIVINO DEL BAUTISMO
Para los seglares que tienen fe, y VIVEN EN SU SER DE BAUTIZADOS, este es asumido como LA VOCACIÓN DIVINA DE LOS LAICOS, que adquiere así una proyección escatológica dentro del plan de salvación de Dios. Y por lo tanto es un CARISMA que suscita el Espíritu Santo en la Iglesia, para la realización eficaz de su MISIÓN. No es que los demás, sacerdotes o religiosos sean indiferentes a las realidades temporales del mundo, puesto que desde su peculiar vocación eclesial, tratan de penetrarla con los valores del reino. Sin embargo, ESTA TAREA ES LO PROPIO DEL LAICADO.
Juan Pablo II en la homilía de ACRA-1980, nos decía: “aunque vuestra función como laicos sea a veces oculta y desconocida, como la levadura o la sal de la tierra, SIN EMBARGO ES INDISPENSABLE PARA LA IGLESIA, en el cumplimiento de la MISIÓN recibida de Cristo.
En el discurso a los MOVIMIENTOS LAICOS en Paris (Mayo-1980), nos dice: “la obra que os corresponde propiamente en la IGLESIA ES ESENCIAL, NADIE PUEDE REEMPLAZAROS EN ELLA, ni los sacerdotes y religiosos, a quienes como sabéis no dejo de estimular en sus tareas específicas…”. En efecto, ésta constituye LA MISIÓN PROPIA DE LOS SEGLARES DE LA IGLESIA DE DIOS, de la que participan con pleno derecho por su regeneración BAUTISMAL Y LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO”.
Los laicos según la Lumen Gentium, realizan según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la SOCIEDAD, en la IGLESIA y en el MUNDO: “familia, política, economía, cultura, educación… etc, como lugar de santificación y apostolado laical”.
Así es como estamos llamados, por VOCACIÓN DIVINA, a colaborar UNIDOS A CRISTO, en la obra de SALVAR AL MUNDO; y como estamos INJERTADOS CON ÉL como el sarmiento a la vid, lógicamente PARTICIPAMOS DEL SER DE CRISTO Y DE SU TRIPLE MISIÓN, SACERDOTAL, PROFÉTICA Y REGIA.
Según la Lumen Gentium 35, los laicos participan del oficio PROFÉTICO de Cristo, que realizan por medio del sentido de la FE, testimonio de VIDA, y la PREDICACIÓN DE LA PALABRA. Puesto que su participación en Cristo, por el Bautismo ES LA MISMA que la del resto de los fieles. Y Cristo, antes de subir al cielo, envió el Espíritu Santo para que sus discípulos fueran sus TESTIGOS EN EL MUNDO.
TESTIGO, PROFETA, es aquel que proclama, que ANUNCIA LA NOTICIA QUE HA RECIBIDO, LA ALEGRÍA DE LA SALVACIÓN DE JESUCRISTO. Los fieles laicos debemos dar TESTIMONIO VALIENTE DEL REINO. Es una NECESIDAD IMPERIOSA DE NUESTRO TIEMPO.
Ap. 5. 9-10. Es el momento de preguntarnos SI HEMOS VIVIDO COMO REYES, por el poder que nos otorga LA SANGRE DE CRISTO, o si hemos vivido como súbditos, sometidos en muchas ocasiones a los valores del mundo.
El reino de Dios es un reino de amor, paz y justicia.
¿DÓNDE ESTÁ NUESTRA PERLA PRECIOSA?
Las enseñanzas de los Papas, respecto a la misión de los laicos, se apoya en la DOCTRINA DEL SACERDOCIO REAL DE LOS FIELES. Congar trató de la vida de los laicos como OFRENDA Y SACRIFICIO, carácter que radica en su ser sacerdotal por el BAUTISMO.
El laico realiza su SACERDOCIO COMÚN, mediante la obediencia a la voluntad de Dios, santificándose y ofreciendo su vida como HOSTIA AGRADABLE A DIOS (Lumen Gentium 11).
ESTE SACERDOCIO, se actualiza especialmente por su participación en la EUCARISTÍA, a la que el laico se une, para con Cristo contribuir a la salvación del mundo.
Según Lumen Gentium 34, la vida cotidiana del cristiano es MATERIA SECUNDARIA del SACRIFICIO EUCARÍSTICO.
Su vida santa es ofrenda y sacrificio agradable a Dios como expresión y REALIZACIÓN DE SU SACERDOCIO BAUTISMAL. Por supuesto el sacerdocio COMÚN de los fieles y el sacerdocio MINISTERIAL, son diferentes entre sí, esencialmente y no sólo de grado, ya que el sacerdocio ministerial ofrece a Dios el SACRIFICIO EUCARÍSTICO en nombre de todo el pueblo.
SABER QUE DEPENDEMOS DEL ESPÍRITU SANTO, ÚNICO PROTAGONISTA E IMPULSOR DE TODA EVANGELIZACIÓN.
Cuando hemos recapacitado en el mundo en que vivimos y como está la sociedad en que nos movemos, en que se ha perdido UNA GENERACIÓN (35-55) en la IGLESIA, de cristianos creyentes, y que como nos dice Juan Pablo II en “Redentoris missio”, que grupos enteros de cristianos han perdido el sentido vivo de la fe… LA TAREA DE EVANGELIZAR PARECE QUE NOS SUPERA, podemos desanimarnos; en ocasiones nos sentimos como PERDIDOS EN UNA SOCIEDAD QUE NI NOS OYE Y HASTA NOS RIDICULIZA… Pero todos sabemos que al ser bautizados somos depositarios de la VIDA TRINITARIA, y que TODO EL AMOR DE DIOS HA SIDO DERRAMADO EN NUESTROS CORAZONES CON EL ESPÍRITU SANTO QUE SE NOS HA DADO… NO UN POCO DE SU AMOR, SINO SU PLENITUD.
DESDE SU POTENCIAL INFINITO PODEMOS EVANGELIZAR, para así REFLEJAR EL ROSTRO DE CRISTO EN EL MUNDO.
UNA EVANGELIZACIÓN QUE REFLEJE EL ROSTRO DE CRISTO TIENE QUE DARSE DESDE LA VIVENCIA, DESDE LA EXPERIENCIA. UNA EXPERIENCIA QUE TRANSMITA Y ATRAIGA.
EL ROSTRO DE MOISÉS. . . LOS NUESTROS
El mundo necesita volver a Dios y sólo puede hacerlo desde la ORACIÓN. No se ama lo que no se conoce. LA ORACIÓN ES EL PRIMER DEBER DEL BAUTIZADO, y de todas las oraciones LA EUCARISTÍA COMO PILAR CENTRAL. LA EUCARISTÍA ES LA “ZARZA ARDIENTE”, donde el Espíritu Santo hace presente cada día el misterio de la PASCUA DEL SEÑOR.
LA IGLESIA, y nosotros laicos, DEBEMOS VOLVER CONTINUAMENTE AL CENÁCULO, PARA SER ILUMINADOS, UNA Y OTRA VEZ Y ARDER COMO UNA “ZARZA ARDIENTE”, QUE LA RENUEVE Y LA HAGA ATRAYENTE.
La vida del laico se proyectará en dimensión TEOLOGAL, en FE, ESPERANZA Y CARIDAD. Ordenando todo para la gloria de Dios; JUZGANDO LO HUMANO Y LO MUNDANO DESDE CRISTO Y TRANSFORMÁNDOLO EN CRISTO, POR EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO.
A la luz de la FE, actuará en el mundo y esperará y confiará con corazón firme, que se realicen las promesas hechas por Dios.
LA ESPERANZA CRISTIANA, nos permite hacer frente a los poderes del mundo y ESPERAR EN EL FUTURO CON FORTALEZA Y PERSEVERANCIA. LA ESPERANZA NO ES UNA UTOPÍA, YA QUE ESTÁ PUESTA EN EL PODER OMNIPOTENTE DE DIOS Y EN LA FE EN SU RESURRECCIÓN (Rm. 4). Y TODO VIVIDO DESDE LA CARIDAD Y DESDE LA CARIDAD DE CRISTO, QUE HA SIDO DERRAMADA EN NUESTROS CORAZONES POR EL ESPÍRITU SANTO.
UNIDAD DE TODOS LOS LAICOS EN ESTA CARIDAD
TODA LA CARIDAD. . . TODO EL AMOR. . . este convencimiento se convertirá en PODER DE EVANGELIZACIÓN, FUERZA EVANGELIZADORA; “EN SU PODER”. Él hace posible lo que parece imposible.
Esta vivencia tiene que hacer REBOSAR en nosotros el ansia de evangelizar, de transmitir la experiencia de Dios, el amor de Dios a los que Él ama.
Así en medio del mundo, el amor al prójimo, es el CRISOL que AUTENTIFICA, el verdadero amor a Dios, y será la RAZÓN y la FUERZA de la BUENA NUEVA.
NOS LLEVARÁ AL COMPROMISO, NO PODEMOS CALLAR LO QUE HEMOS VISTO Y OIDO. SI ESTAMOS CALLADOS ES QUE EN REALIDAD, NO HEMOS VISTO Y OIDO, AUNQUE PENSEMOS QUE SERVIMOS, CONOCEMOS Y AMAMOS A DIOS.
VOLVAMOS A DIOS, Y CUMPLAMOS CON EL MANDAMIENTO QUE JESÚS NOS DEJÓ!
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