viernes, 8 de mayo de 2009
No es posible que todas religiones sean verdaderas – Jaime Balmes
Son muchas y muy variadas las religiones que dominan en los diferentes puntos de la tierra; ¿sería posible que todas fuesen verdaderas? El sí y el no, con respecto a una misma cosa, no puede ser verdadero a un mismo tiempo. Los judíos dicen que el Mesías no ha venido, los cristianos afirman que sí; los musulmanes respetan a Mahoma como insigne profeta, los cristianos le miran como solemne impostor; los católicos sostienen que la Iglesia es infalible en puntos de dogma y de moral, los protestantes lo niegan; la verdad no puede estar por ambas partes, unos u otros se engañan. Luego es un absurdo el decir que todas las religiones son verdaderas.
Adémas, toda religión se dice bajada del cielo; la que lo sea, será la verdadera, las restantes no serán otra cosa que ilusión o impostura.
Es imposible que todas las religiones sean igualmente agradables a Dios
¿Es posible que todas las religiones sean igualmente agradables a Dios, y que se dé igualmente por satisfecho con todo linaje de cultos? No. A la verdad infinita no puede serle grato el mal; luego el afirmar que todas las religiones son igualmente buenas, que con todos los cultos el hombre llena bien sus deberes con Dios, es blasfemar de la verdad y bondad del Criador.
Es imposible que todas las religiones sean una invención humana
¿no sería lícito pensar que no hay ninguna religión verdadera, que todas son inventadas por el hombre? No. ¿Quién fue el inventor? El origen de las religiones se pierde en la noche de los tiempos: allí donde hay hombres, allí hay sacerdote, altar, culto. ¿Quién sería ese inventor, cuyo nombre se habría olvidado, y cuya invención se habría difundido por toda la tierra, comunicándose a todas las generaciones? Si la invención tuvo lugar entre los pueblos cultos, ¿cómo se logró que la adoptasen los bárbaros y hasta los salvajes? Si nació entre bárbaros, ¿cómo no la rechazaron las naciones cultas? Diréis que fue una necesidad social, y que su origen está en la misma cuna de la sociedad. Pero entonces se puede preguntar, ¿quién conoció esta necesidad, quién discurrió los medios de satisfacerla, quién excogitó un sistema tan a propósito para enfrenar y regir a los hombres? Y una vez hecho el descubrimiento ¿quién tuvo en su mano a todos los entendimientos y todos los corazones para comunicarles esas ideas y sentimientos que han hecho de la religión una verdadera necesidad, y por decirlo así una segunda naturaleza?
Vemos a cada paso que los descubrimientos más útiles, más provechosos, más necesarios, permanecen limitados a esta o aquella nación, sin extenderse a las otras durante mucho tiempo, y no propagándose sino con mucha lentitud a las inmediatas o relacionadas; ¿cómo es que no haya sucedido lo mismo en lo tocante a la religión? ¿cómo es que de la invención maravillosa hayan tenido conocimiento todos los pueblos de la tierra, sea cual fuere su país, lengua, costumbres, barbarie o civilización, grosería o cultura?
Aquí no hay medio: o la religión procede de una revelación primitiva o de una inspiración de la naturaleza; en uno y otros caso hallamos su origen divino: si hay revelación, Dios ha hablado al hombre; si no la hay, Dios ha escrito la religión en el fondo de nuestra alma. Es indudable que la religión no puede ser invención humana, y que a pesar de lo desfigurada y adulterada que la vemos en diferentes tiempos y países, se descubre en el fondo del corazón humano un sentimiento descendido de lo alto: al través de las mosntruosidades que nos presenta la historia, columbramos la huella de una revelación primitiva.
La Revelación es posible
¿Es posible que Dios haya revelado algunas cosas al hombre? Sí. El que nos ha dado la palabra no estará privado de ella; si nosotros poseemos un medio de comunicarnos recíprocamente nuestros pensamientos y afectos, Dios todopoderoso e infinitamente sabio, no caracerá seguramente de medios para transmitirnos lo que fue de su agrado. Ha criado la inteligencia ¿y no podría ilustrarla?
Jaime Balmes, “El Criterio”.
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