miércoles, 15 de abril de 2009
De cien almas nos interesan las cien - San Josemaría Escrivá de Balaguer
San Josemaría había visto, en la luz fundacional del 2 de octubre, que el Opus Dei se dirigía a todo tipo de personas. “De cien almas nos interesan las cien”, enseñaba. Las primeras personas que le siguieron tenían profesiones muy variadas: estudiantes, obreros, artistas...
“En todos los sitios donde una persona honrada puede vivir, ¡ahí! tenemos nosotros aire para respirar; ¡ahí! debemos estar con nuestra alegría, con nuestra paz interior, con nuestro afán de llevar las almas a Cristo. ¿En qué sitios? ¿Donde están los intelectuales?, donde están los intelectuales. ¿Donde están los trabajadores que trabajan cosas manuales?, donde están los trabajadores que trabajan cosas manuales. ¿Y cuál es mejor, de esos trabajos? Y os lo diré como todos los días os he dicho: es mejor aquel trabajo que se hace con más amor de Dios. Y vosotros, cuando hacéis vuestro trabajo y ayudáis a vuestro amigo, a vuestro colega, a vuestro vecino, de manera que no lo note, le estáis curando, sois Cristo que sana, sois Cristo que convive, sin hacer ascos”.
“Hemos de procurar que, en todas las actividades intelectuales, haya personas rectas, de auténtica conciencia cristiana, de vida coherente, que empleen las armas de la ciencia en servicio de la humanidad y de la Iglesia”.
Ésa es, por Providencia divina, la realidad actual del Opus Dei, formado por miles de mujeres y hombres de las más diversas profesiones, culturas y mentalidades. No olvidaba sin embargo que, para llegar a esos cien —es decir, para llevar el mensaje de Cristo a toda la comunidad humana—, hay que valorar la influencia que tienen los hombres que conforman en cada momento la cultura de la sociedad: intelectuales, profesores, investigadores, comunicadores, artistas... Los comparó alguna vez con las nieves que coronan las cimas de las montañas, porque deseaba que al recibir el calor de Cristo, esas nieves vivificaran los valles y la sociedad entera.
Animado por su afán de llevar a Cristo a todas las almas, impulsó con especial vigor apostólico muchas iniciativas relacionadas con el mundo intelectual: veía en ellas su gran incidencia en toda la sociedad.
Mantuvo siempre, desde sus primeros años como estudiante de Derecho en Zaragoza, su relación con la Universidad; y animaba a los universitarios a estudiar con rigor, con un profundo sentido de su responsabilidad social; y a profundizar con humildad y con ese mismo rigor intelectual en las verdades de la fe cristiana.
En 1952, tras muchos años de oración por aquella iniciativa, fundó la Universidad de Navarra. Deseaba que fuera un centro de ciencia, de investigación, de cultura humanística vivificada por la luz de la fe, sin supuestas incompatibilidades. “Con periódica monotonía, algunos tratan de resucitar una supuesta incompatibilidad entre la fe y la ciencia, entre la inteligencia humana y la Revelación divina. Esa incompatibilidad sólo puede aparecer, y aparentemente, cuando no se entienden los términos reales del problema.
Si el mundo ha salido de las manos de Dios, si Él ha creado al hombre a su imagen y semejanza, y le ha dado una chispa de su luz, el trabajo de la inteligencia debe —aunque sea con un duro trabajo— desentrañar el sentido divino que ya naturalmente tienen todas las cosas; y con la luz de la fe, percibimos también su sentido sobrenatural, el que resulta de nuestra elevación al orden de la gracia. No podemos admitir el miedo a la ciencia, porque cualquier labor, si es verdaderamente científica, tiende a la verdad”.
En 1967, celebró la Santa Misa en el campus de esa Universidad, y aclaró este aspecto: “Las obras que (...) promueve el Opus Dei, tienen esas características eminentemente seculares: no son obras eclesiásticas. No gozan de ninguna representación oficial de la Sagrada Jerarquía de la Iglesia. Son obras de promoción humana, cultural, social, realizadas por ciudadanos, que procuran iluminarlas con las luces del Evangelio y caldearlas con el amor de Cristo”.
También nació en 1969, gracias a su constante aliento apostólico, la Universidad de Piura, en Perú. Y a partir de entonces han ido surgiendo iniciativas universitarias muy variadas en todo el mundo, abiertas a todos, con un profundo afán de servicio a la sociedad y de iluminar todas las realidades humanas con la luz del Evangelio.
Fueron naciendo también en diversos países del mundo, gracias a su inspiración cristiana, colegios, liceos e instituciones escolares de muy diverso tipo, en los que está muy presente el esfuerzo por conjugar una buena formación intelectual con una ayuda personalizada a cada alumno en el desarrollo de las virtudes. En estas escuelas y colegios los padres tienen una función decisiva, como primeros educadores.
Con el mismo espíritu han nacido en todo el mundo las más variadas labores: escuelas agrarias para la formación de profesionales del medio rural; centros de formación técnica y profesional, iniciativas especializadas para el desarrollo de la mujer, dispensarios en zonas necesitadas, clínicas...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario