“En el estandarte de Juana están inscriptos los dos nombres: “Religión y Patria”, amor a Dios y amor al prójimo” San Pío X
Pese a los siglos transcurridos, los santos siempre son actuales. Y Santa Juana de Arco es, sin dudas, un ejemplo de dos virtudes cristianas hoy venidas a menos: la castidad y el patriotismo.
La castidad en su forma perfecta de la virginidad, que tuvo que defender en situaciones tan difíciles, como las que suponen los campamentos guerreros, o la cárcel. En la que franceses traidores e ingleses ensañados, la quisieron someter a toda clase de vejámenes.
El patriotismo, como una prolongación del mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”. Patriotismo que le lleva a dejar (a los 17 años) su casa paterna, con la seguridad que le brindaba, y luchar contra la desesperanza de un pueblo que se sentía vencido, y la abulia de un rey lleno de complejos e indecisiones. Patriotismo, que lleva a enfrentar los intereses mezquinos, las ambiciones bastardas, las dilaciones y traiciones de quienes buscan su interés o los de su sector, por encima de los intereses supremos de la patria.
Hoy, como en tiempos de Santa Juana de Arco, la castidad y el patriotismo (como prolongación y extensión del amor a los padres), siguen siendo vigencia. A partir de lo que exige la Ley inmutable de Dios y la naturaleza misma del hombre, “hecho a imagen y semejanza de Dios”.
Monseñor Jorge Gottau, Obispo de Añatuya. Texto extractado de la presentación del libro Santa Juana de Arco Vida Popular, de Fray Contardo Miglioranza. Misiones Franciscanas Conventuales, Editorial Claretiana.1990.
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