Tomado de: http://cruzamante.blogspot.com/
Queridos fieles:Como anuncio en el comunicado adjunto, “la excomunión de los obispos consagrados por S.E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre rechazamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI”.
Esa era la intención de oración que les había confiado en Lourdes, con motivo de la fiesta de Cristo Rey de 2008. Ustedes han superado nuestras expectativas ya que un millón setecientos tres mil rosarios han sido rezados para conseguir de la intercesión de Ntra. Señora el fin de este oprobio, que a través de las personas de los obispos de la Fraternidad, pesaba sobre todos cuantos de lejos o de cerca adherían a la Tradición. Sepamos agradecer a la Santísima Virgen, que ha inspirado al Santo Padre este acto unilateral, benevolente y valeroso.
Asegurémosle con nuestras fervientes oraciones. Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la Tradición ya no serán más injustamente estigmatizados y condenados por haber mantenido la fe de sus padres.
La Tradición católica ya no está más excomulgada. Aún cuando ella nunca lo haya estado en sí, con frecuencia y cruelmente lo ha estado en los hechos; como la misa tridentina, que nunca había sido abrogada en sí, como felizmente lo ha recordado el Santo Padre a través del Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de junio de 2007.El decreto del 21 de enero cita la carta del 15 de diciembre pasado al Card. Castrillón Hoyos, en la que expresaba nuestro apego “a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia Católica”, reafirmando nuestra aceptación de su enseñanza bimilenaria y nuestra fe en el Primado de Pedro.
Yo recordaba cuanto sufrimos por la situación actual de la Iglesia, en que esta enseñanza y este Primado son ridiculizados, y agregaba: “Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento antimodernista y la profesión de fe de Pío IV: aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II, respecto al cual tenemos reservas”.
En todo ello tenemos la convicción de permanecer fieles a la línea de conducta trazada por nuestro fundador, Mons. Marcel Lefebvre, cuya pronta rehabilitación esperamos.Así, pues, deseamos realizar estas “conversaciones” –que el decreto reconoce como “necesarias”- sobre las cuestiones doctrinales que se oponen al magisterio de siempre, no podemos hacer más que comprobar la crisis sin precedentes que hoy sacude a la Iglesia: crisis de las vocaciones, crisis en la práctica religiosa, del catecismo y de la frecuentación de los sacramentos… Paulo VI, antes que lo hiciéramos nosotros, hablaba incluso de una infiltración del “humo de Satanás” y de la “autodemolición” de la Iglesia. Juan Pablo II no dudó en decir que el catolicismo en Europa se encontraba como en estado de “apostasía silenciosa”.
Poco tiempo antes de su elección al Supremo Pontificado, el mismo Benedicto XVI comparaba a la Iglesia a un “barco que hace agua por todas partes”. Por eso, en estas conversaciones con las autoridades romanas, queremos examinar las causas profundas de la situación actual y proveyendo el remedio adecuado, llegar a una restauración sólida de la Iglesia.
Queridos fieles, la Iglesia está en manos de su Madre, la Santísima Virgen María. Nosotros confiamos en ella. Le habíamos pedido la libertad de la Misa de siempre, en todas partes y para todos. Le habíamos pedido que se retirara el decreto de las excomuniones. Le pedimos en nuestras oraciones, a Ella, que el la Sede de la Sabiduría, estos necesarios esclarecimientos doctrinales, de los que las almas perturbadas tienen tanta necesidad.
Menzingen, 24 de enero de 2009
+ Bernard Fellay
Esa era la intención de oración que les había confiado en Lourdes, con motivo de la fiesta de Cristo Rey de 2008. Ustedes han superado nuestras expectativas ya que un millón setecientos tres mil rosarios han sido rezados para conseguir de la intercesión de Ntra. Señora el fin de este oprobio, que a través de las personas de los obispos de la Fraternidad, pesaba sobre todos cuantos de lejos o de cerca adherían a la Tradición. Sepamos agradecer a la Santísima Virgen, que ha inspirado al Santo Padre este acto unilateral, benevolente y valeroso.
Asegurémosle con nuestras fervientes oraciones. Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la Tradición ya no serán más injustamente estigmatizados y condenados por haber mantenido la fe de sus padres.
La Tradición católica ya no está más excomulgada. Aún cuando ella nunca lo haya estado en sí, con frecuencia y cruelmente lo ha estado en los hechos; como la misa tridentina, que nunca había sido abrogada en sí, como felizmente lo ha recordado el Santo Padre a través del Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de junio de 2007.El decreto del 21 de enero cita la carta del 15 de diciembre pasado al Card. Castrillón Hoyos, en la que expresaba nuestro apego “a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia Católica”, reafirmando nuestra aceptación de su enseñanza bimilenaria y nuestra fe en el Primado de Pedro.
Yo recordaba cuanto sufrimos por la situación actual de la Iglesia, en que esta enseñanza y este Primado son ridiculizados, y agregaba: “Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento antimodernista y la profesión de fe de Pío IV: aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano II, respecto al cual tenemos reservas”.
En todo ello tenemos la convicción de permanecer fieles a la línea de conducta trazada por nuestro fundador, Mons. Marcel Lefebvre, cuya pronta rehabilitación esperamos.Así, pues, deseamos realizar estas “conversaciones” –que el decreto reconoce como “necesarias”- sobre las cuestiones doctrinales que se oponen al magisterio de siempre, no podemos hacer más que comprobar la crisis sin precedentes que hoy sacude a la Iglesia: crisis de las vocaciones, crisis en la práctica religiosa, del catecismo y de la frecuentación de los sacramentos… Paulo VI, antes que lo hiciéramos nosotros, hablaba incluso de una infiltración del “humo de Satanás” y de la “autodemolición” de la Iglesia. Juan Pablo II no dudó en decir que el catolicismo en Europa se encontraba como en estado de “apostasía silenciosa”.
Poco tiempo antes de su elección al Supremo Pontificado, el mismo Benedicto XVI comparaba a la Iglesia a un “barco que hace agua por todas partes”. Por eso, en estas conversaciones con las autoridades romanas, queremos examinar las causas profundas de la situación actual y proveyendo el remedio adecuado, llegar a una restauración sólida de la Iglesia.
Queridos fieles, la Iglesia está en manos de su Madre, la Santísima Virgen María. Nosotros confiamos en ella. Le habíamos pedido la libertad de la Misa de siempre, en todas partes y para todos. Le habíamos pedido que se retirara el decreto de las excomuniones. Le pedimos en nuestras oraciones, a Ella, que el la Sede de la Sabiduría, estos necesarios esclarecimientos doctrinales, de los que las almas perturbadas tienen tanta necesidad.
Menzingen, 24 de enero de 2009
+ Bernard Fellay
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