
"La misma fortaleza y gozo le fue dada a Santa Juana de Arco cuando se le permitió recibir la Sagrada Eucaristía antes de ir a su ejecución en la hoguera. Cuando Jesús entró a su oscura prisión, la santa cayó sobre sus rodillas, y encadenada, recibió a Jesús, y quedó absorta en la oración. Tan pronto como se le ordenó ir a su muerte, se levantó e hizo su jornada sin interumpir sus oraciones. Procedió hasta la estaca y murió en medio de las llamas, siempre en unión con Jesús, que permaneció en su alma y en ese cuerpo que fue sacrificado".
Fray Stefano Manelli, O.F.M. Conv., S.T.D., Santa Juana de Arco, 1973.
Fray Stefano Manelli, O.F.M. Conv., S.T.D., Santa Juana de Arco, 1973.
 
 

 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
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