domingo, 1 de enero de 2012

SS Benedicto XVI pidió "reavivar una fe que instaure un nuevo humanismo"


"Otro año llega a su término, mientras que, con la inquietud, los deseos y las esperanzas de siempre, aguardamos uno nuevo", dijo el Papa en la homilía de la tradicional misa de Nochevieja, que pronunció la noche de este sábado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.



"Con el espíritu lleno de agradecimiento, nos preparamos para cruzar el umbral de 2012, recordando que el Señor nos observa y cuida de nosotros", manifestó ante personalidades eclesiásticas y civiles, entre las cuales destacó el alcalde de Roma, Gianni Alemanno.



Por otra parte, el Pontífice recordó que los cristianos ponen en manos de Dios en estas últimas vísperas del año "las tragedias de este mundo y le ofrecen las esperanzas de un futuro mejor".



El Papa subrayó que "no hay lugar para la angustia frente al tiempo que pasa y no vuelve" porque ahora "es el momento de confiar infinitamente en Dios" al mismo tiempo que resaltó que los cristianos "están llamados a reavivar en sí mismos y en los demás la nostalgia de Dios y la alegría de vivirlo y testimoniarlo".



Asimismo, hizo alusión a las jóvenes generaciones, "que acusan más la desorientación agravada además por la crisis actual, no sólo económica sino también de valores, y tienen necesidad sobre todo de reconocer a Jesucristo como la clave, el centro y el fin de toda la historia humana".



Como viene ocurriendo en las celebraciones de la Basílica de San Pedro, el pontífice, de 84 años, ingresó a bordo de la plataforma móvil, un aparato de ruedas y manubrios que le permite evitar la fatiga de caminar más de 100 metros a lo largo del basílica.



Inmediatamente después de la misa de 90 minutos, el Papa se quitó las vestimentas litúrgicas, se puso un sobretodo blanco y recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil, para sorpresa de numerosos turistas.



Descendió del vehículo y caminó con rapidez hacia el lugar donde se instaló un nacimiento con figuras de tamaño natural y ahí rezó hincado en silencio. Un árbol de Navidad enorme, donado por Ucrania, y adornado con luces centelleantes, alegraba el centro de la plaza.



Benedicto XVI se dirigió a pie después hacia un contingente de la banda musical de la Guardia Suiza, que interpretó "Noche de paz" y otras canciones navideñas, y conversó en alemán con uno de los efectivos, vestidos con su vistoso uniforme tradicional.

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