En estos momentos difíciles en que su pueblo natal lucha contra la contaminación y por el rechazo a la minería a cielo abierto, pedimos la intercesión de su vidente, su santa, un ejemplo que nos proteja desde el cielo.
Una mujer que amó a Dios, pero por sobretodo se dejó amar por El... porque Dios, encontró un corazón digno de recibir su amor.-
Secundando la iniciativa de Dios, que quiere dar a conocer la vida de una mujer que fue monja en este Monasterio (el primero en el país) y que dejó una huella imborrable de santidad entre sus hermanas que ha perdurado hasta el presente, la comunidad de monjas del Monasterio "Santa Catalina de Siena", está trabajando en reunir documentación para iniciar, en el futuro, el proceso de canonización de Sor Leonor de Santa María Ocampo.
Con su vida retirada, abnegada, su constante alegría, su espíritu de oración, paz y obediencia, es mucho lo que puede decir a la juventud actual, hambrienta de grandes ideales, de referentes válidos que, como modelos preclaros, puedan hacer útil y fecunda la vida, encauzándola hacia el Bien. Ha dejado escrita la historia de su vida en dos cuadernos en los que va relatando con toda sencillez, la vida de intimidad con su Esposo Jesucristo y el entorno familiar y de la comunidad de monjas en que le tocó vivir.
Sor Leonor, como toda monja dominica, fue una mujer que amó a Dios y le habló de la humanidad, alguien que hizo de su vida un incienso permanente que sube hasta el trono de Dios, elevando el clamor de tantos millones de personas que no pueden ni saben orar...
"Es el clamor de tantos hermanos y hermanas sumergidas en el sufrimiento, en la pobreza, en la marginación. Son muchos los desplazados y los refugiados que sufren por falta de amor y esperanza, los que han sucumbido al mal y se cierran a toda luz espiritual, los que tienen el corazón lleno de amargura, víctimas de la injusticia y del poder de los más fuertes..."
EN UNA GRUTA DEL CERRO FAMATINA
Sor Leonor (Isora), nació en una cueva del cerro Famatina el 15 de Agosto de 1841, época de grandes luchas por la organización nacional. Sañogasta, un pueblo de la provincia de la Rioja, estaba conmocionado por la invasión de las tropas enemigas, venidas desde Mendoza, para derrotar al gobierno.
La única hija de don José Ramón Solana, casada con don Juan Santiago Amaranto Ocampo, estaba a punto de dar a luz...
En esas condiciones nada mejor que refugiarse en el cerros "Famatina". Allí, en las soledades majestuosas del llamado "Campo de Cosme" donde hay un refugio para los animales y vertientes de agua, nació Isora...Como el Niño Jesús en una cueva...
Nacida de noble linaje, tanto paterno como materno, brilló en la virtud de la humildad, en pasar inadvertida, en saber desaparecer, y así se mantuvo en toda su vida de manera que lo que los demás veían y percibian de ella, era Dios... Pasó por la vida como una ventana abierta al cielo...
DESTELLOS PRECOCES
Desde muy pequeña demostró su piedad, su espíritu de pobreza, de amor, de caridad, queriendo agradar en todo a Dios y a la Virgen, de la que siempre fue muy devota.
La misma Leonor nos relata sus primeras experiencias de vida espiritual:
"Desde los cuatro años, por la misericordia de Dios y de la Sma. Virgen, yo me sentía muy inclinada a los ejercicios espirituales".
Sobretodo, a la niña le agradaba el Vía Crucis, que se realizaba por las pedregosas calles del pueblo, después de cada estación solía arrodillarse entre las piedras para acompañar a Jesús en su sufrimiento.
También acompañaba a la Virgen Dolorosa en su procesión, sosteniendo con sus bracitos la imagen venerada experimentando "una indecible dulzura", mientras las lágrimas bañaban su carita..
Ya desde los cuatro años, las verdades de fe iluminaban su vida. Relata en sus manuscritos:
"Era de natural muy callada, inclinada a la soledad y al silencio... me acuerdo que desde que tuve cuatro años, comprendía las cosas, no como una criatura sino como persona mayor..."
Sabía intuir las privaciones del prójimo, amaba a los pobres y necesitados;
"Yo era muy andadora en las casas de los pobres cuando no veía nada, ni fuego en sus cocinas porque no tenían qué cocinar, me volvía calladita a casa y le contaba a mi madre y ella me despachaba con algo, para que les llevase..."
Gloria a Dios!
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