Basiano nació en Sicilia, en tiempo del emperador Constantino. Su padre, que´ era idólatra, le envió a Roma porque quería prepararle para que llegase a ser su sucesor en el gobierno de Siracusa. Pero el joven oyó hablar de los cristianos y se interesé por su religión. La estudió con empeño, se convirtió y fue bautizado por un santo sacerdote llamado Gordiano.
Cuando el padre se enteró de esta conversión, se puso furioso. Envió emisarios a Roma para hacer apostatar a su hijo y obligarle a regresar a Siracusa. Basiano estaba haciendo oración en la iglesia de San Juan Bautista, cuando un venerable anciano le avisó del peligro. Huyó a Ravena, en donde el obispo le consagró sacerdote y lo agregó al servicio de su Iglesia.
El año 376, muerto el obispo de Lodi, Basiano, de cincuenta y cinco años de edad, fue elegido para sucederle. Recibió la consagración episcopal el primero de enero de 377.
Dos hechos prodigiosos señalan su primera entrada en Lodi: la curación de varios leprosos y la promesa hecha por una voz celestial de que, en adelante, ninguno de los pobladores de esa ciudad padecería de la lepra. En la Edad Media se mantenía la creencia de que los obispos de Lodi tendrían una pierna llagada por la lepra, para preservar así a su rebaño. Este detalle lo han desconocido Tillemont y los bolandistas.
Basiano fue amigo personal de San Ambrosio de Milán. Con él combatió a los arrianos y asistieron juntos a la mayor parte de los concilios de la Galia Cisalpina. Basiano fue quien acompañó a Ambrosio en su lecho de muerte y quien cumplió con él los últimos deberes. Murió Basiano el 19 de enero de 412. El 4 de noviembre de 1163 hubo una traslación de sus reliquias.
Cuando el padre se enteró de esta conversión, se puso furioso. Envió emisarios a Roma para hacer apostatar a su hijo y obligarle a regresar a Siracusa. Basiano estaba haciendo oración en la iglesia de San Juan Bautista, cuando un venerable anciano le avisó del peligro. Huyó a Ravena, en donde el obispo le consagró sacerdote y lo agregó al servicio de su Iglesia.
El año 376, muerto el obispo de Lodi, Basiano, de cincuenta y cinco años de edad, fue elegido para sucederle. Recibió la consagración episcopal el primero de enero de 377.
Dos hechos prodigiosos señalan su primera entrada en Lodi: la curación de varios leprosos y la promesa hecha por una voz celestial de que, en adelante, ninguno de los pobladores de esa ciudad padecería de la lepra. En la Edad Media se mantenía la creencia de que los obispos de Lodi tendrían una pierna llagada por la lepra, para preservar así a su rebaño. Este detalle lo han desconocido Tillemont y los bolandistas.
Basiano fue amigo personal de San Ambrosio de Milán. Con él combatió a los arrianos y asistieron juntos a la mayor parte de los concilios de la Galia Cisalpina. Basiano fue quien acompañó a Ambrosio en su lecho de muerte y quien cumplió con él los últimos deberes. Murió Basiano el 19 de enero de 412. El 4 de noviembre de 1163 hubo una traslación de sus reliquias.
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