El Papa y la Iglesia de Estados Unidos terminaron de alinearse contra el presidente Barak Obama y en favor del candidato del partido Republicano, sea quien fuere, tras la visita al Vaticano de 15 obispos de ese país encabezados por el arzobispo de Nueva York, Timothy Nolan, el que en febrero será elevado a la púrpura cardenalicia en el Consistorio convocado por SS Benedicto XVI. La ofensiva se ubica ahora contra un plan del presidente demócrata sobre el aborto y los anticonceptivos.
Esta no es una novedad, aunque la dureza y energía de las críticas del Papa Joseph Ratzinger contra Obama en el discurso que pronunció a los obispos norteamericanos –en plena campaña electoral para las elecciones presidenciales de noviembre– representan un llamado abierto a la movilización en defensa “del derecho a la vida” y contra “la cooperación con prácticas intrinsecamente malas”. Ya en otras elecciones la Iglesia norteamericana reclamó a los 70 millones de fieles católicos del país que votaran por los candidatos contrarios al aborto y al uso de anticonceptivos, siendo hostiles a los manejos biológicos como el uso de embriones en la maternidad asistida, las uniones libres y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El actual Papa ha acentuado la lucha sin cuartel con “tolerancia cero” en estas cuestiones, teniendo en cuenta, según Benedicto XVI, “la influencia del modo de vida” de Estados Unidos sobre el resto del mundo.
El detonante de la declaración de guerra del pontífice a Obama es la decisión del presidente de adoptar un plan que preve reembolsar el precio de una píldora abortiva que actúa luego de una relación sexual considerada de riesgo a fin de prevenir el embarazo. Es la llamada “píldora del día después”.
La posición de la administración demócrata de Washington es neta. Desde el 1 de agosto próximo, todos los contratos de seguro social sobre la salud deberán responder a los requisitos nuevos. Quienes decidan no reembolsar los gastos por la píldora abortiva y aleguen objeciones de conciencia deberán adaptarse a las nuevas reglas.
El arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, es el adalid de la campaña contra Obama en este terreno desde hace meses y habló en la ceremonia del encuentro del Papa con los 15 obispos norteamericanos en el Vaticano. “No estamos de acuerdo con la opinión de un gobierno que considera la contracepción una enfermedad a curar”, dijo monseñor Dolan. El Papa, a su vez, dijo aludiendo a los anticonceptivos: “La separación entre la Iglesia y Estado no significa que la Iglesia deba permanecer en silencio frente a determinadas cuestiones”.
En las elecciones de 2008, el 54% de los católicos votaron a Obama , entonces senador demócrata por Illinois, para la presidencia, con una fuerte concentración de consenso de la comunidad latina. La incógnita ahora es saber cuántos votarán igualmente a Obama pese a la campaña en contra de la Iglesia, dentro de la cual se mueven muchas corrientes internas que en parte no están de acuerdo con el ataque cerrado a los demócratas de Obama.
Por parte del actual Papa, las simpatías hacia los republicanos –y en especial hacia la familia Bush, padre e hijo, ambos presidentes– han sido más que evidentes. El 15 de abril del 2008, con la campaña electoral iniciada, George Bush hijo fue a recibir a Joseph Ratzinger en visita a EE.UU. al aeropuerto de Washington, un gesto inédito para un primer mandatario norteamericano. Más tarde, le organizó una fiesta de cumpleaños en la Casa Blanca.
Poco después, el 13 de junio, Bush hijo vino a Roma para despedirse de Benedicto XVI, quien lo recibió en los jardines vaticanos, en la puerta del torreón de San Giovanni, con unos homenajes sin precedentes. “¡Cuánto honor, cuánto honor!”, le agradeció un emocionado Bush, mientras paseaban por los jardines como grandes amigos.
Esas preferencias hacia Bush se reflejaron después en el apoyo a los republicanos, aunque Obama ganó igual. La Iglesia norteamericana considera “segura” la posición del Grand Old Party por sus posiciones conservadoras y tradicionalistas que le hacen sostener “el derecho a la vida”.
El Vaticano de Ratzinger comparte esta posición y las posiciones guerreristas de Bush en la invasión a Irak en 2003, que costó una tragedia a la vasta comunidad católica caldea de ese país. En su discurso, el Papa denunció el “laicismo radical”, la sociedad relativista y las “tendencias poderosas cada vez más hostiles al cristianismo”. Criticó además “los esfuerzos concertados para negar a los católicos y las instituciones católicas su derecho a la objeción de conciencia”.
De los dos candidatos republicanos favoritos que están por enfrentarse en las decisivas primarias de Florida del próximo martes, sólo el ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, es un católico ultraconservador convertido del protestantismo a la fidelidad al Papa de Roma por influencia de su tercera esposa. El favorito, el ex gobernador de Massachussetts, Mitt Romey, pertenece a la iglesia mormona y es monógamo aunque su religión autoriza la poligamia. Hay otro candidato católico, el ex gobernador Jack Santorum, un fervoroso tradicionalista con quien al parecer el Papa simpatiza, pero que tiene pocas chances de ganar.
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