lunes, 14 de mayo de 2012

Evangelio del día 14 de mayo de 2012


Evangelio según San Juan 15,9-17. Fiesta de San Matias, Apóstol

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

Comentario:


San Matías, testigo de la resurrección, escogido por Dios - San Juan Crisóstomo




"Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo» (Hch. 1,15s). Pedro, a quien se había encomendado el rebaño de Cristo, es el primero en hablar, llevado de su fervor y de su primacía dentro del grupo: «Hermanos, tenemos que elegir de entre nosotros... a uno de los que nos acompañaron». Fijáos qué interés tiene en que los candidatos sean testigos oculares, aunque aún no hubiera venido el Espíritu.
«Uno de los que nos acompañaron, precisa, mientras convivió con nosotros el Señor Jesús». Se refiere a los que habían convivido con él, y no sólo a los que habían sido discípulos suyos. Es sabido, en efecto, que eran muchos los que lo seguían desde el principio...» hasta el día de su ascensión, y: Como testigo de la resurrección de Jesús.»
Pedro no dice: «Testigo de las demás cosas», sino: «Testigo de la resurrección». Pues merecía mayor fe quien podía decir: «El que comía, bebía y fue crucificado, este mismo ha resucitado». No era necesario ser testigo del periodo anterior ni del siguiente, ni de los milagros, sino sólo de la resurrección. Pues aquellos otros hechos, habían sido públicos y manifiestos, en cambio, la resurrección se había verificado en secreto y sólo estos testigos la conocían.


San Juan Crisóstomo (v. 345-407), sacerdote en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia. Homilía 3, sobre los Hechos de los Apóstoles, 1.2.3. : PG 60, 33-36. 38 (trad. breviario 14/05)

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