"¡Roma era pagana, era cruel; mataba a los cristianos sin más delito que ser discípulos de Jesús... y con todo eso el Apóstol San Pablo decía: ¡Civis Romanus sum ego!, ¡Y los cristianos eran los soldados más valientes, más fieles al imperio!, los cristanos obedecían, respetaban y defendían las leyes de esa patria; y su corazón, eternamente ligado con Dios, era un perpetuo juramento de cumplir esos deberes. La Religión quiere que obedezcáis, jamás ha explotado en favor suyo ni la rebelión ni la anarquía; cuando la arrojaban de la faz de la tierra, se entraba silenciosa en lóbregas cavernas, en las oscuras catacumbas; y allí era más sublime, que cuando los reyes la cubren con su manto de púrpura".
Venerable Fray Mamerto Esquiú
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