Evangelio según San Juan 17,1-11a. Martes de la VII Semana de Pascua
Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti,
ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado.
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Comentario:
La vida eterna consiste en esto: en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero...» (Jn 17,3)- San Justino
Mi alma ansiaba conocer lo que es propio y principio de la filosofía... El conocimiento inteligente de las cosas inmateriales me cautivaba por completo. La contemplación de las ideas daba alas a mi pensamiento. Durante algún tiempo me creía ser un sabio, y tan estúpido era que esperaba ver a Dios dentro de nada, ya que éste es el fin de la filosofía de Platón. En este estado espiritual...me acercaba a un lugar aislado donde creía encontrarme solo cuando me di cuenta que un anciano me seguía los pasos...
-¿Qué es lo que te ha conducido hasta aquí?- me preguntó. –Me gusta este paseo-...es muy adecuado para la meditación filosófica.... -¿Es, pues, en la filosofía que se encuentra la felicidad?- me preguntó. –Ciertamente, le contesté, y sólo en ella-... ¿A qué llamas tu Dios? –Lo que siempre es idéntico a si mismo y que da el ser a todo lo que existe, esto es Dios. -¿Cómo pueden los filósofos hacerse una idea justa de lo que es Dios si no lo conocen, no lo han visto jamás ni lo han oído?- Yo respondí: -La divinidad no es visible a nuestros ojos como los demás seres, sólo se accede a él por medio de la inteligencia, como dice Platón. Estoy de acuerdo con él.-
-Hace mucho tiempo, dijo el anciano, hubo hombres mucho más antiguos que estos pretendidos filósofos, hombres felices, justos, amigos de Dios. Hablaban bajo la inspiración del Espíritu de Dios y presagiaron un futuro, realizado ahora. Se llaman profetas. Ellos han visto la verdad y la han anunciado a los hombres... Los que leen sus profecías pueden, si tienen la fe, sacar mucho provecho...Eran testigos fieles de la verdad... Han glorificado al creador del universo, Dios y Padre y han anunciado al que él envió, Cristo su Hijo... Y tú, antes que nada, pide para que se te abran las puertas de la verdad, ya que nadie puede ver ni comprender si Dios o su enviado, Cristo, no se lo da a comprender-....
Ya no le vi más. Pero, de repente, un fuego se encendió en mi alma. Quedé prendado del amor a los profetas, a aquellos hombres amigos de Cristo. Reflexionando sobre las palabras del anciano, reconocí que ésta era la filosofía única, provechosa y segura.
San Justino (hacia 100-160) filósofo, mártir
Diálogo con Trifón, 2-4, 7-8; PG 6, 478-482; 491
Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti,
ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado.
Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste.
Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera.
Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra.
Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,
porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.
Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Comentario:
La vida eterna consiste en esto: en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero...» (Jn 17,3)- San Justino
Mi alma ansiaba conocer lo que es propio y principio de la filosofía... El conocimiento inteligente de las cosas inmateriales me cautivaba por completo. La contemplación de las ideas daba alas a mi pensamiento. Durante algún tiempo me creía ser un sabio, y tan estúpido era que esperaba ver a Dios dentro de nada, ya que éste es el fin de la filosofía de Platón. En este estado espiritual...me acercaba a un lugar aislado donde creía encontrarme solo cuando me di cuenta que un anciano me seguía los pasos...
-¿Qué es lo que te ha conducido hasta aquí?- me preguntó. –Me gusta este paseo-...es muy adecuado para la meditación filosófica.... -¿Es, pues, en la filosofía que se encuentra la felicidad?- me preguntó. –Ciertamente, le contesté, y sólo en ella-... ¿A qué llamas tu Dios? –Lo que siempre es idéntico a si mismo y que da el ser a todo lo que existe, esto es Dios. -¿Cómo pueden los filósofos hacerse una idea justa de lo que es Dios si no lo conocen, no lo han visto jamás ni lo han oído?- Yo respondí: -La divinidad no es visible a nuestros ojos como los demás seres, sólo se accede a él por medio de la inteligencia, como dice Platón. Estoy de acuerdo con él.-
-Hace mucho tiempo, dijo el anciano, hubo hombres mucho más antiguos que estos pretendidos filósofos, hombres felices, justos, amigos de Dios. Hablaban bajo la inspiración del Espíritu de Dios y presagiaron un futuro, realizado ahora. Se llaman profetas. Ellos han visto la verdad y la han anunciado a los hombres... Los que leen sus profecías pueden, si tienen la fe, sacar mucho provecho...Eran testigos fieles de la verdad... Han glorificado al creador del universo, Dios y Padre y han anunciado al que él envió, Cristo su Hijo... Y tú, antes que nada, pide para que se te abran las puertas de la verdad, ya que nadie puede ver ni comprender si Dios o su enviado, Cristo, no se lo da a comprender-....
Ya no le vi más. Pero, de repente, un fuego se encendió en mi alma. Quedé prendado del amor a los profetas, a aquellos hombres amigos de Cristo. Reflexionando sobre las palabras del anciano, reconocí que ésta era la filosofía única, provechosa y segura.
San Justino (hacia 100-160) filósofo, mártir
Diálogo con Trifón, 2-4, 7-8; PG 6, 478-482; 491
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