Séptima conferencia del Ciclo: "La Profecía y el Fin de los Tiempos" Dictada por el R. P. Dr. Leonardo Castellani, S.J. (1899 - 1981) el 18 de Julio de 1969.
El Milenio es, según la modesta noción de Menéndez y Pelayo, "el tiempo en que, luego de la Segunda venida de Jesucristo, imperará la Justicia y la Bondad sobre la tierra, siendo desterrada toda prevaricación", de acuerdo a lo que dice el Apocalipsis en el capítulo XX.
Esta opinión, sostenida por los llamados milenistas, es rechazada con furia inexplicable por los llamados alegoristas o pasatistas, para los cuales esa profecía de san Juan ya se cumplió y el Reino de los Mil años es simplemente la Iglesia actual.
La gente necesita saber hacia dónde vamos y para ello tiene que conocer cómo va a acabar este ciclo de la humanidad. Por eso el filósofo alemán Josef Pieper, en su libro "Sobre el Fin del Tiempo", nota que el abandono de la Esjatología Cristiana engendra una esjatología mitológica.
Así pues, la esperanza de un estado feliz de la humanidad - los nuevos cielos y la nueva tierra del profeta Isaías, repetida después por Daniel y solemnemente proclamada por san Juan en el Apocalipsis- después de la Parusía y obrada por Dios directamente, fue traspuesta por los modernos incrédulos inmanentistas, al interior de la historia y conseguida por sólo las fuerzas humanas, y se llama Progresismo.
Su dogma es que la humanidad siempre progresa de bien en mejor, y ha de llegar a un estado paradisíaco sin tantas historias de Anticristo ni venidas de Cristo.
Antropológicamente hablando, para los progresistas el hombre es un bípedo en continua ascensión de cosas viles a cosas más nobles, a quien se debe respeto por sí mismo y cuyo destino está exclusivamente en sus propias manos.
Trasposición absurda e impía de un elemento religioso dentro de la razón independizada de Dios, que consiste en proclamar el "dogma" del final feliz intrahistórico de la humanidad, contrariando la esjatología cristiana.
Este "dogmatón", enteramente contradicho por la historia y la experiencia, forma parte, y más aún es el alma, de lo que llamó Belloq "la mente moderna", y nosotros llamamos la Herejía actual. Se puede encontrar en la base de los discursos actuales: "adelante con el progreso, hoy es mejor que ayer y mañana necesariamente será mejor que hoy".
La idea enteramente simplona de que el mundo progresa fatalmente, desde el Renacimiento hasta ahora, se encuentra por donde vayamos. Leyendo a los autores iluministas no se sabe si reír o llorar, porque en el mismo año en que Kant afirmaban la Paz Perpetua (1792), la Revolución Francesa, comienzo de guerras feroces que han ido aumentado y empeorando hasta nuestros días, segaba cientos de cabezas en París. Porque para estos autores cualquier movimiento que vaya contra el poder de la Iglesia, es la señal de la "Aurora" de la Razón endiosada.
La esjatología Cristiana establece un final intrahistórico catastrófico de la humanidad, que es la puerta del verdadero final feliz, supra histórico obrado directamente por Cristo; el cual se debe a Sí mismo y a nosotros el cierre y sello de su redención y la toma de posición de la tierra de que es Rey.
De modo que este dogma de la Parusía, su venida en gloria y majestad, hace eco al dogma de su Pasión y muerte y su aparente fracaso personal; del mismo modo que el dogma falso del progreso indefinido e inevitable, hace eco al ateísmo que, primero solapado y después abierto, camina desde el Renacimiento acá en un aparente triunfo de la humanidad sin Cristo.
Pero Jesucristo, nuestro Señor, está viniendo sobre un caballo blanco, con capa ensangrentada, seguido de un ejército celestial en blanquísimas vestiduras. Llevará escrito en sus vestidos y en su muslo Rey de Reyes y Señor de los que dominan, y luego de destruir al Anticristo con un soplo de su boca, juzgará al mundo con vara de hierro.
"He aquí que vengo pronto y traigo conmigo el premio para dar a cada uno conforme a sus obras. Yo soy Alfa y Omega, el primero y el último, el principio y el fin. Dichosos los que lavan sus ropas en la sangre del Cordero, para tener derecho al árbol de la vida, y a entrar por las puertas de la ciudad. Fuera los perros (los sodomitas), los hechiceros, y los deshonestos, y los homicidas, y los idólatras, y todo aquel que ama y practica la mentira. Yo soy la raíz y el linaje de David, el lucero brillante de la mañana". (Ap 22, 12-16)
¡Maranatha - Veni Domine Iesus - Ven Señor Jesús!
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