Elisabetta Piqué
Corresponsal en Roma
ROMA.- "Vi al Papa llorar de emoción", contó ayer Lawrence Grech, una de las ocho víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, tras una reunión en Malta con Benedicto XVI. Para muchos, el encuentro significó la respuesta que el mundo esperaba del Pontífice en este crítico momento.
"El encuentro con el Papa fue el regalo más grande que jamás recibí después del nacimiento de mi hija", agregó Grech, que fue el único de los participantes del encuentro que brindó su identidad.
En medio de la tormenta por el escándalo de pedofilia y el silencio de la Iglesia ante miles de casos en todo el mundo, en el encuentro el Papa no sólo lloró junto a la víctimas; también expresó "vergüenza y dolor" y prometió "medidas efectivas" para evitar abusos de sacerdotes.
"El Papa se conmovió profundamente con sus historias y expresó su vergüenza y dolor por lo que las víctimas y sus familias han sufrido", dijo en un comunicado el Vaticano, al hacer referencia al encuentro. "Rezó con ellos y les aseguró que la Iglesia está haciendo, y continuará haciendo, todo lo que esté en sus manos para investigar las acusaciones, llevar a los responsables de abusos ante la Justicia e implementar medidas efectivas diseñadas para salvaguardar a los jóvenes en el futuro", agregó.
Si bien el Papa ya había estado en otras tres oportunidades con víctimas de abusos -en Estados Unidos, en Australia y en el Vaticano, donde recibió a indígenas canadienses-, la reunión de ayer fue la primera desde el estallido del escándalo a nivel mundial, a principios de año, y desde que les escribió una histórica carta a los católicos irlandeses, hace un mes, por los cientos de casos denunciados en ese país. En la carta, el Papa había expresado su profundo pesar y se había manifestado dispuesto a reunirse con víctimas.
El encuentro con los ocho malteses -varones de entre 30 y 40 años que sufrieron abusos siendo niños, en el orfanato San José de Malta-, tuvo lugar en la capilla de la Nunciatura Apostólica, en Rabat, y duró unos 20 minutos, según contó el vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.
Tal como se había adelantado, el encuentro entre Benedicto XVI y las víctimas de pedofilia fue privadísimo, sin ninguna presencia mediática, y fue comunicado a la prensa cuando ya había ocurrido.
"Aliviado y liberado"
Al principio, todos se arrodillaron ante el altar y rezaron en silencio. Luego, Benedicto XVI fue saludando una por una a las ocho víctimas y escuchando sus historias. En medio de un clima "intenso y sereno", según Lombardi, al final rezaron todos juntos y el Papa les impartió una bendición.
"Yo y mis amigos le estamos agradecidos al Papa", contó más tarde a la prensa Grech, que, en nombre de las demás víctimas, había pedido el encuentro con el Papa.
"Me sentí aliviado y liberado de un gran peso", dijo, visiblemente conmovido.
"No me esperaba excusas de parte del Papa, pero vi en él y en el obispo de Malta la humildad de la Iglesia, que en ese momento representaba todo el problema de la Iglesia moderna. No iba más a misa y había perdido la fe, pero ahora me siento un católico convencido", sostuvo. "El encuentro con el Papa fue el regalo más grande que jamás recibí después del nacimiento de mi hija", concluyó.
"Fue un encuentro muy emocionante. Las víctimas llorábamos, los obispos lloraban y el Papa tenía lágrimas en sus ojos", contó, por su parte, Joseph Magro, que si bien admitió que los abusos sufridos seguían siendo algo muy difícil de asimilar, ahora se sentía "en paz con la Iglesia".
Otra víctima, que se identificó como Emanuel, no ocultó su sorpresa ante el encuentro: "No me esperaba que esto pasara, y lo apreciamos mucho", afirmó, y destacó que el Papa hizo un viaje relámpago a Malta, de tan sólo 26 horas.
Si bien el objetivo era conmemorar el 1950° aniversario del naufragio de San Pablo en esta isla de 443.000 habitantes, finalmente todo giró en torno a su encuentro con las víctimas.
Estas sufrieron los abusos entre los años 80 y 90, de parte de seis sacerdotes pedófilos. Dos de ellos murieron, y contra los cuatro restantes comenzó un proceso en 2003 que aún no terminó, por lo que se encuentran libres.
Por su parte, el Papa aseguró: "La Iglesia hace y seguirá haciendo todo lo que está en su poder para investigar sobre las acusaciones, entregar a la justicia a los responsables y aplicar medidas concretas para proteger el futuro de los jóvenes".
Antes de emprender regreso a Roma, por la tarde, el Papa tuvo un encuentro con jóvenes católicos en el puerto de Valetta, al que llegó navegando en un catamarán escoltado por embarcaciones típicas de la isla.
Recibido como un héroe, el Papa pidió a los jóvenes no tener miedo por sus creencias. "A los que desean seguir a Cristo, como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos que llevan el mensaje del Evangelio al mundo, les digo: «No tengan miedo»", afirmó.
"Encontrarán, ciertamente, oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan, en ocasiones, con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros. Por eso, les repito: «No tengan miedo»", agregó, en medio de aplausos y de gritos de "¡Benedetto! ¡Benedetto!".
Luego de un viaje seguramente exitoso; luego de varias semanas complicadas por el aumento de las denuncias por casos de pedofilia por parte de miembros de la Iglesia, el Papa celebrará hoy junto a cardenales y obispos de todo el mundo su quinto año de pontificado, con un almuerzo en su honor, en el Vaticano.
Corresponsal en Roma
ROMA.- "Vi al Papa llorar de emoción", contó ayer Lawrence Grech, una de las ocho víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, tras una reunión en Malta con Benedicto XVI. Para muchos, el encuentro significó la respuesta que el mundo esperaba del Pontífice en este crítico momento.
"El encuentro con el Papa fue el regalo más grande que jamás recibí después del nacimiento de mi hija", agregó Grech, que fue el único de los participantes del encuentro que brindó su identidad.
En medio de la tormenta por el escándalo de pedofilia y el silencio de la Iglesia ante miles de casos en todo el mundo, en el encuentro el Papa no sólo lloró junto a la víctimas; también expresó "vergüenza y dolor" y prometió "medidas efectivas" para evitar abusos de sacerdotes.
"El Papa se conmovió profundamente con sus historias y expresó su vergüenza y dolor por lo que las víctimas y sus familias han sufrido", dijo en un comunicado el Vaticano, al hacer referencia al encuentro. "Rezó con ellos y les aseguró que la Iglesia está haciendo, y continuará haciendo, todo lo que esté en sus manos para investigar las acusaciones, llevar a los responsables de abusos ante la Justicia e implementar medidas efectivas diseñadas para salvaguardar a los jóvenes en el futuro", agregó.
Si bien el Papa ya había estado en otras tres oportunidades con víctimas de abusos -en Estados Unidos, en Australia y en el Vaticano, donde recibió a indígenas canadienses-, la reunión de ayer fue la primera desde el estallido del escándalo a nivel mundial, a principios de año, y desde que les escribió una histórica carta a los católicos irlandeses, hace un mes, por los cientos de casos denunciados en ese país. En la carta, el Papa había expresado su profundo pesar y se había manifestado dispuesto a reunirse con víctimas.
El encuentro con los ocho malteses -varones de entre 30 y 40 años que sufrieron abusos siendo niños, en el orfanato San José de Malta-, tuvo lugar en la capilla de la Nunciatura Apostólica, en Rabat, y duró unos 20 minutos, según contó el vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi.
Tal como se había adelantado, el encuentro entre Benedicto XVI y las víctimas de pedofilia fue privadísimo, sin ninguna presencia mediática, y fue comunicado a la prensa cuando ya había ocurrido.
"Aliviado y liberado"
Al principio, todos se arrodillaron ante el altar y rezaron en silencio. Luego, Benedicto XVI fue saludando una por una a las ocho víctimas y escuchando sus historias. En medio de un clima "intenso y sereno", según Lombardi, al final rezaron todos juntos y el Papa les impartió una bendición.
"Yo y mis amigos le estamos agradecidos al Papa", contó más tarde a la prensa Grech, que, en nombre de las demás víctimas, había pedido el encuentro con el Papa.
"Me sentí aliviado y liberado de un gran peso", dijo, visiblemente conmovido.
"No me esperaba excusas de parte del Papa, pero vi en él y en el obispo de Malta la humildad de la Iglesia, que en ese momento representaba todo el problema de la Iglesia moderna. No iba más a misa y había perdido la fe, pero ahora me siento un católico convencido", sostuvo. "El encuentro con el Papa fue el regalo más grande que jamás recibí después del nacimiento de mi hija", concluyó.
"Fue un encuentro muy emocionante. Las víctimas llorábamos, los obispos lloraban y el Papa tenía lágrimas en sus ojos", contó, por su parte, Joseph Magro, que si bien admitió que los abusos sufridos seguían siendo algo muy difícil de asimilar, ahora se sentía "en paz con la Iglesia".
Otra víctima, que se identificó como Emanuel, no ocultó su sorpresa ante el encuentro: "No me esperaba que esto pasara, y lo apreciamos mucho", afirmó, y destacó que el Papa hizo un viaje relámpago a Malta, de tan sólo 26 horas.
Si bien el objetivo era conmemorar el 1950° aniversario del naufragio de San Pablo en esta isla de 443.000 habitantes, finalmente todo giró en torno a su encuentro con las víctimas.
Estas sufrieron los abusos entre los años 80 y 90, de parte de seis sacerdotes pedófilos. Dos de ellos murieron, y contra los cuatro restantes comenzó un proceso en 2003 que aún no terminó, por lo que se encuentran libres.
Por su parte, el Papa aseguró: "La Iglesia hace y seguirá haciendo todo lo que está en su poder para investigar sobre las acusaciones, entregar a la justicia a los responsables y aplicar medidas concretas para proteger el futuro de los jóvenes".
Antes de emprender regreso a Roma, por la tarde, el Papa tuvo un encuentro con jóvenes católicos en el puerto de Valetta, al que llegó navegando en un catamarán escoltado por embarcaciones típicas de la isla.
Recibido como un héroe, el Papa pidió a los jóvenes no tener miedo por sus creencias. "A los que desean seguir a Cristo, como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos que llevan el mensaje del Evangelio al mundo, les digo: «No tengan miedo»", afirmó.
"Encontrarán, ciertamente, oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan, en ocasiones, con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros. Por eso, les repito: «No tengan miedo»", agregó, en medio de aplausos y de gritos de "¡Benedetto! ¡Benedetto!".
Luego de un viaje seguramente exitoso; luego de varias semanas complicadas por el aumento de las denuncias por casos de pedofilia por parte de miembros de la Iglesia, el Papa celebrará hoy junto a cardenales y obispos de todo el mundo su quinto año de pontificado, con un almuerzo en su honor, en el Vaticano.
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