Las redes sociales como Facebook o MySpace proponen, con un gasto mínimo y sin necesidad de desplazarse, un número casi ilimitado de amigos.(1) En promedio sus usuarios tienen de 130 a 150 amigos, o sea casi treinta veces más de cuanto un hombre pueda tener en su vida real. Algunos tienen más de mil relaciones.
En efecto, ¡es tan hermoso tener amigos! ¡Y tan humillante tener menos que el vecino!
De hecho el capricho por las redes sociales presenta los rasgos de una epidemia universal. Tres años después de su aparición, la red Facebook contaba ya con casi cuatrocientos millones de inscriptos (lo que representa más de veinte mil millones de contenidos en línea). Sólo en Francia, el sitio recibe hoy 19 millones de visitantes por mes, de los cuales uno de cada dos se conecta todos los días. El 67% de los usuarios tiene entre 18 y 34 años pero los de 13 a 17 años son el 25% .
Los usuarios globales con respecto a la población total del país son: USA 47%; Gran Bretaña 45%; Turquía 34%¸ Argentina 31%; Francia 31%; España 26%; Colombia 25%; Filipinas 22%; Alemania 17%.
La red MySpace contaba con 130 millones de usuarios al inicio del 2010, mientras que Skyblogs cuenta con 20 millones; la mitad tiene menos de 18 años. En Francia más de 7 millones de personas visitan estos sitios cada mes.
(De los datos totales parecería que estos valores fueran mucho más elevados)
Los progresos de la técnica permitieron la aparición de Twitter en el año 2006, que permite enviar mensajes instantáneos desde un teléfono móvil o desde una computadora, agregar fotos y tener acceso a las informaciones publicadas por todos los corresponsales que nos interesen. Este servicio recibe hoy 25 millones de visitantes. A finales del 2009,o sea sólo en tres años, habían sido enviados más de 5 mil millones de mensajes en todo el mundo.
En Brasil, las redes sociales hacen furor. Nueve usuarios de Internet cada diez están conectados, sobre todo a Orkut, que cuenta con 20 millones de visitantes por mes.
En Japón, la medalla de oro corresponde a Mixi, con casi 20 millones de miembros. El acceso se efectúa siempre desde el celular. Los japoneses cuentan allí sus jornadas, fotografían lo que comen por la mañana, mediodía y noche, comentan cualquier salida.
Estas fabulosas cifras de visitantes nos invitan a reflexionar, porque tal movimiento incontrolado de masas no dice nada bueno al observador alerta. ¿De qué se trata exactamente? ¿Qué hay de tan atrayente y aún tan fascinante en estas redes sociales?
A primera vista la cosa parece inocente. Uno se registra en un sitio de su propia elección y de ese modo se posee una dirección, un sitio personal en el que se presenta la propia identidad y los propios intereses. Después se actualiza esta presentación electrónica y se le agregan fotos recientes, informes de la actividad, deseos y proyectos. El conjunto es enviado a toda una red de conocidos, que tienen libre acceso a estas informaciones. A este punto resulta fácil trabar conocimiento y penetrar en la vida privada de otro.
El fenómeno pone numerosos interrogantes al cristiano, como por ejemplo sobre las charlas inútiles (chat), sobre la curiosidad, sobre el tiempo robado al propio deber de estado o a la vida de oración. Pero limitémonos a la pregunta siguiente: ¿estas redes sociales (Facebook, MySpace, etc.) cumplen con sus promesas? ¿Se hacen verdaderas amistades?
Los falsos amigos
¿Qué es la amistad? Con Aristóteles, los filósofos definen la amistad con tres elementos constitutivos: el parecido, la benevolencia y la reciprocidad. ¿Qué hay de ellos en estas redes sociales?
Toda amistad verdadera se funda en una cierta semejanza, en la posesión común de cierto número de sentimientos, juicios, voluntades. Es este tesoro común que determinará la verdad y la nobleza de la amistad. Si por el contrario se funda sobre las sensualidad o la mentira, será sólo una caricatura de la amistad. Si está construida sobre la vida de la gracia y el deseo de complacer a Dios, será una hermosa amistad.
Ahora bien, ¿sobre qué se fundan las relaciones en Facebook? Sobre una suerte de mentira. El sociólogo Dominique Cardon demuestra que con Facebook se desarrolla la “teatralización”, la puesta en escena de sí, el show off de los ingleses. Lo más a menudo uno se muestra desnudo o en situaciones viles. Sobre todo, y a menudo en grupo, uno se muestra en el momento de comer, en el trabajo, en cólera o luciéndose en una fiesta. Cada vez se envía a la comunidad el mismo mensaje: “tengo una vida super, salgo mucho, sé divertirme, conozco un montón de gente, te invito a hacer como yo”. Se trata de mostrar a los demás que se es joven, hermoso, “cool” (excepcional) y que se hace bien de ser contado entre los amigos. En resumen, no se pierde la ocasión de vanagloriarse, corriendo el riesgo de pasar por mitómano.
Una de las pruebas de que la imagen que se da de sí es falsa está en el hecho de que jamás se muestra tristeza. En las fotos se sonríe, se saca la lengua, uno se apoya sobre el hombro de los amigos, se brinda, pero jamás una lágrima. O sea que uno no se revela jamás totalmente; la identidad que se muestra es construida y artificial y la amistad que derivará de ella lo será igualmente.
El segundo elemento de la amistad es la benevolencia, la benevolentia latina, la voluntad a desear el bien del otro. La amistad está toda orientada al verdadero bien de mi amigo y no a mis intereses y mi placer. ¿qué hay de ello en las “amistades” que prometen las redes sociales?
En primer lugar hay que saber que uno cada cinco usuarios de Facebook usan esta red para encontrar un víctima para los propios deseos malvados. Mientras que los que tienen buenas intenciones se registran de toda evidencia en tales sitios por sí mismos y no para los otros: “hago públicas algunas partes de mi vida para darlas a conocer y valorarlas en mi círculo. Cultivo la ilusión de nos ser olvidado, de ser una persona importante y querida. Reemplazo la satisfacción de tener a una persona que piensa siempre en mí con la idea de que muchos piensan un poco en mí”. En definitiva todo está centrado en el yo.
Por otra parte tal ostentación de la propia vida privada comporta otro peligro, el de una continua solicitación al mal. En las redes sociales veo lo que los otros logran hacer sin mí y me encuentro muy estúpido quedando fuera de “lo que se hace”. Veo lo que me falta para estar enteramente a la moda y me siento obligado a hacer aún más.
A este punto, ¿qué hay de la gratitud, de la generosidad, de la reciprocidad que constituyen el tercer elemento de la amistad?
Los usuarios hacen rápido la experiencia. “Tengo 100 amigos en Facebook –escribe uno de ellos– pero en el comedor universitario como solo”. “Tengo 257 amigos en Facebook –se lamenta otro– pero ninguno que me ayude a mudarme”. Es la diferencia entre la cantidad y la calidad, entre las relaciones artificiales y la vida real. En Facebook la amistad se paga con un “clic” que no cuesta nada, con alguna respuesta chabacana, con alguna novedad sacada de la rúbrica de los hechos mundanos (qué almorzó fulano, como se vistió esta mañana la señorita tal, y todo confirmado por foto). Sobre todo, las relaciones de los correspondientes de Facebook pertenecen al voyeurismo porque, si yo cuento de mí, es justamente para despertar la curiosidad en mis “amigos”. ¿Qué sentido tiene jugar a las escondidas si nadie me busca? Gracias a Facebook no hay necesidad de espiar por el agujero de la cerradura, mi vida y la de los miembros de mi red están a la vista de todos. “En Facebook uno se comporta como los conserjes”, explica un psiquiatra. Y es a este nivel que se coloca esta extraña amistad.
En definitiva, las redes sociales destruyen uno de los elementos más hermosos y más consoladores de la vida humana, la verdadera amistad.
Los verdaderos enemigos
Sin embargo, las redes sociales no son solamente el lugar de encuentro de falsos amigos, son también un punto de referencia para verdaderos enemigos.
El otro día, un hombre quedó deslumbrado por la vendedora que lo atendía en un negocio de ropa. No se animó a pedirle el número de teléfono pero, una hora más tarde se conectó a la página Orkut del negocio y allí encontró el perfil de todas las empleadas; de ese modo pudo partir a la caza de su víctima. Muchas personas, sobre todo muchachas jóvenes, abandonan estos sitios porque no soportan más ser continuamente vigiladas, ser instrumentalizadas, ser objeto de feas bromas, injurias o chantajes.
El 41 % de las que tienen entre 13 y 18 años dicen haber sido objeto de burla en línea. “Corinna es una gran…”, “Laura apesta”, “Anita es fea”. La persecución queda en línea y provoca catástrofes. A menudo la cosa se cambia en una especie de espionaje en línea: un espía se divierte refiriendo a todos sus amigos o simples conocidos todas vuestras intrigas.
Todavía más grave, casi la mitad de las entre 13 y 18 años dicen ya haber recibido en línea una propuesta de cita de un desconocido. El 29% declara haber sido ya objeto de propuestas sexuales y se sube al 43% si se consideran sólo las jóvenes de 13-14 años. En Francia más de la mitad de las de 13 a 18 años declaran haber sido expuestas a imágenes chocantes en Facebook. En teoría se podría limitar el acceso al propio sitio a personas elegidas, pero es demasiado fácil dejarse llevar por el frenesí de tener muchos amigos y aceptar desconocidos. En todo caso, nada impediría a nuestros amigos “seguros” transmitir a otros nuestras informaciones, que muy a menudo son muy poco edificantes!
Además, a fuerza de hablar y sin darse cuenta, la joven corre el riesgo de dar informaciones que una persona mal intencionada podría emplear para establecer un contacto. Por ejemplo: Mara, 13 años, dice que saldrá de su curso de danza el miércoles próximo a las 16 hs. en la calle Mughetti 28, y que volverá sola a su casa. ¿No se vuelve una presa fácil para toda suerte de pervertidos? Estos, en realidad, están bien presentes y son muy activos.
Seguidamente a las protestas, diversas redes sociales han sido obligadas a adoptar medidas de seguridad. A inicio del 2009, MySpace anunció que había sacado de su red el perfil de 90.000 delincuentes sexuales. Lo que significa que estaban ahí hasta apenas pocas semana antes. ¿Y quién nos asegura que no han vuelto? Los delincuentes no tienen por cierto la costumbre de presentarse como tales.
Las redes constituyeron entonces un servicio de seguridad. En Facebook está asegurado por 150 agentes de los Estados Unidos. Pero desde el momento en que cada semana, en el sitio son publicados más de 3.000 millones de contenidos (comentario, imágenes y vínculos) ¿cómo se hace para poder mantener el ritmo? ¿Y de acuerdo a qué criterio se hace la selección?
La verdadera solución se encuentra en el corazón del hombre, en su voluntad bien firme de complacer a Dios y de obtener y conservar una personalidad profundamente cristiana.
Que los padres tengan compasión de sus propios hijos y les impidan acceder a tales ámbitos de perversión. Que cada uno se ponga frente a Dios, a su propia debilidad y al propio deber de estado y que se de cuenta del hecho de que estas redes han sido creadas por perversos para perversos y entran en el elenco de las pompæ diaboli, a las que hemos renunciado el día de nuestro bautismo. (El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, al inicio buscaba sólo un medio para encontrarse una acompañante de fin de semana entre las estudiantes de su universidad y hoy día se ha convertido en el multimillonario más joven del mundo.)
¿Habría un empleo inocente de estas redes sociales? Puede ser. Es posible que se logre escapar a los verdaderos enemigos que pueblan estos sitios, pero no se evitará nunca otro mal: el de envilecer o estupidizar nuestras amistades, que Dios quiere hermosas y proficuas.
¿Y si nos pusiésemos a jugar en familia, a cantar, a representar pequeñas comedias, a leer, a rezar? ¿si se viviesen de verdad las alegrías y las fatigas de la familia cristiana? ¿Los niños y los jóvenes sentirían este vacío que los empuja a refugiarse en este mundo virtual?
Como el uso de los medios electrónicos (celulares, Internet, etc) debe ser regulado por la santa virtud de la pobreza, que por el bien del alma sabe renunciar a cosas permitidas y emplea un medio solo cuando está en medida de ser verdaderamente útil, así el cristiano debe renunciar a las redes sociales que pervierten en nombre de la amistad cristiana y de la verdadera vida.
Por el Padre Jean-Dominique, O. P.
(1) Retomamos y citamos libremente a Oliver Levard y Delphine Soulas, “Facebook: mes amis, mes amours…des emm...!” (Mis amigos, mis amores... despelotes!) Mechalon, 2010
Traducido de la página web de la FSSPX, Distrito Italia, que lo retomó de “Le Chardonnet”, nº 264, enero 2011 – Boletín de la parroquia San Nicolas du Chardonnet, París.
Comentario posterior
Algunas semanas después de aparecer el artículo del Padre Jean Dominique, se dio a conocer que Mark Zuckerberg, el fundador–dueño de Facebook decidió la posibilidad de vender su base de datos total o parcialmente a quienes tuviesen interés.
Esta situación amplía el riesgo de los usuarios registrados porque podrán ser más fácilmente objetivo de organizaciones diversas, con fines publicitarios en el mejor de los casos, pero también para alimentar expedientes de entes con fines ideológicos, políticos, extorsivos, delictivos, etc.
Y no decir del instrumento de control que representaría para un gobierno mundial, que será necesariamente dictatorial por no ser de inspiración cristiana católica.
Facebook decide VENDER Datos Privados de Todos.
Categoría: Internet y tecnología - Cultura cibernética
Descripción: Facebook piensa vender los datos de sus usuarios a las compañías de marketing online. La hermana de Mark Zuckerberg y directora del portal de redes sociales expuso las múltiples aplicaciones que tiene la consultoría online en la conferencia de Davos.
Privacidad: Abierto: todo el contenido es público.
Más info: www.facebook.com/group.php?gid=49050542874
En efecto, ¡es tan hermoso tener amigos! ¡Y tan humillante tener menos que el vecino!
De hecho el capricho por las redes sociales presenta los rasgos de una epidemia universal. Tres años después de su aparición, la red Facebook contaba ya con casi cuatrocientos millones de inscriptos (lo que representa más de veinte mil millones de contenidos en línea). Sólo en Francia, el sitio recibe hoy 19 millones de visitantes por mes, de los cuales uno de cada dos se conecta todos los días. El 67% de los usuarios tiene entre 18 y 34 años pero los de 13 a 17 años son el 25% .
Los usuarios globales con respecto a la población total del país son: USA 47%; Gran Bretaña 45%; Turquía 34%¸ Argentina 31%; Francia 31%; España 26%; Colombia 25%; Filipinas 22%; Alemania 17%.
La red MySpace contaba con 130 millones de usuarios al inicio del 2010, mientras que Skyblogs cuenta con 20 millones; la mitad tiene menos de 18 años. En Francia más de 7 millones de personas visitan estos sitios cada mes.
(De los datos totales parecería que estos valores fueran mucho más elevados)
Los progresos de la técnica permitieron la aparición de Twitter en el año 2006, que permite enviar mensajes instantáneos desde un teléfono móvil o desde una computadora, agregar fotos y tener acceso a las informaciones publicadas por todos los corresponsales que nos interesen. Este servicio recibe hoy 25 millones de visitantes. A finales del 2009,o sea sólo en tres años, habían sido enviados más de 5 mil millones de mensajes en todo el mundo.
En Brasil, las redes sociales hacen furor. Nueve usuarios de Internet cada diez están conectados, sobre todo a Orkut, que cuenta con 20 millones de visitantes por mes.
En Japón, la medalla de oro corresponde a Mixi, con casi 20 millones de miembros. El acceso se efectúa siempre desde el celular. Los japoneses cuentan allí sus jornadas, fotografían lo que comen por la mañana, mediodía y noche, comentan cualquier salida.
Estas fabulosas cifras de visitantes nos invitan a reflexionar, porque tal movimiento incontrolado de masas no dice nada bueno al observador alerta. ¿De qué se trata exactamente? ¿Qué hay de tan atrayente y aún tan fascinante en estas redes sociales?
A primera vista la cosa parece inocente. Uno se registra en un sitio de su propia elección y de ese modo se posee una dirección, un sitio personal en el que se presenta la propia identidad y los propios intereses. Después se actualiza esta presentación electrónica y se le agregan fotos recientes, informes de la actividad, deseos y proyectos. El conjunto es enviado a toda una red de conocidos, que tienen libre acceso a estas informaciones. A este punto resulta fácil trabar conocimiento y penetrar en la vida privada de otro.
El fenómeno pone numerosos interrogantes al cristiano, como por ejemplo sobre las charlas inútiles (chat), sobre la curiosidad, sobre el tiempo robado al propio deber de estado o a la vida de oración. Pero limitémonos a la pregunta siguiente: ¿estas redes sociales (Facebook, MySpace, etc.) cumplen con sus promesas? ¿Se hacen verdaderas amistades?
Los falsos amigos
¿Qué es la amistad? Con Aristóteles, los filósofos definen la amistad con tres elementos constitutivos: el parecido, la benevolencia y la reciprocidad. ¿Qué hay de ellos en estas redes sociales?
Toda amistad verdadera se funda en una cierta semejanza, en la posesión común de cierto número de sentimientos, juicios, voluntades. Es este tesoro común que determinará la verdad y la nobleza de la amistad. Si por el contrario se funda sobre las sensualidad o la mentira, será sólo una caricatura de la amistad. Si está construida sobre la vida de la gracia y el deseo de complacer a Dios, será una hermosa amistad.
Ahora bien, ¿sobre qué se fundan las relaciones en Facebook? Sobre una suerte de mentira. El sociólogo Dominique Cardon demuestra que con Facebook se desarrolla la “teatralización”, la puesta en escena de sí, el show off de los ingleses. Lo más a menudo uno se muestra desnudo o en situaciones viles. Sobre todo, y a menudo en grupo, uno se muestra en el momento de comer, en el trabajo, en cólera o luciéndose en una fiesta. Cada vez se envía a la comunidad el mismo mensaje: “tengo una vida super, salgo mucho, sé divertirme, conozco un montón de gente, te invito a hacer como yo”. Se trata de mostrar a los demás que se es joven, hermoso, “cool” (excepcional) y que se hace bien de ser contado entre los amigos. En resumen, no se pierde la ocasión de vanagloriarse, corriendo el riesgo de pasar por mitómano.
Una de las pruebas de que la imagen que se da de sí es falsa está en el hecho de que jamás se muestra tristeza. En las fotos se sonríe, se saca la lengua, uno se apoya sobre el hombro de los amigos, se brinda, pero jamás una lágrima. O sea que uno no se revela jamás totalmente; la identidad que se muestra es construida y artificial y la amistad que derivará de ella lo será igualmente.
El segundo elemento de la amistad es la benevolencia, la benevolentia latina, la voluntad a desear el bien del otro. La amistad está toda orientada al verdadero bien de mi amigo y no a mis intereses y mi placer. ¿qué hay de ello en las “amistades” que prometen las redes sociales?
En primer lugar hay que saber que uno cada cinco usuarios de Facebook usan esta red para encontrar un víctima para los propios deseos malvados. Mientras que los que tienen buenas intenciones se registran de toda evidencia en tales sitios por sí mismos y no para los otros: “hago públicas algunas partes de mi vida para darlas a conocer y valorarlas en mi círculo. Cultivo la ilusión de nos ser olvidado, de ser una persona importante y querida. Reemplazo la satisfacción de tener a una persona que piensa siempre en mí con la idea de que muchos piensan un poco en mí”. En definitiva todo está centrado en el yo.
Por otra parte tal ostentación de la propia vida privada comporta otro peligro, el de una continua solicitación al mal. En las redes sociales veo lo que los otros logran hacer sin mí y me encuentro muy estúpido quedando fuera de “lo que se hace”. Veo lo que me falta para estar enteramente a la moda y me siento obligado a hacer aún más.
A este punto, ¿qué hay de la gratitud, de la generosidad, de la reciprocidad que constituyen el tercer elemento de la amistad?
Los usuarios hacen rápido la experiencia. “Tengo 100 amigos en Facebook –escribe uno de ellos– pero en el comedor universitario como solo”. “Tengo 257 amigos en Facebook –se lamenta otro– pero ninguno que me ayude a mudarme”. Es la diferencia entre la cantidad y la calidad, entre las relaciones artificiales y la vida real. En Facebook la amistad se paga con un “clic” que no cuesta nada, con alguna respuesta chabacana, con alguna novedad sacada de la rúbrica de los hechos mundanos (qué almorzó fulano, como se vistió esta mañana la señorita tal, y todo confirmado por foto). Sobre todo, las relaciones de los correspondientes de Facebook pertenecen al voyeurismo porque, si yo cuento de mí, es justamente para despertar la curiosidad en mis “amigos”. ¿Qué sentido tiene jugar a las escondidas si nadie me busca? Gracias a Facebook no hay necesidad de espiar por el agujero de la cerradura, mi vida y la de los miembros de mi red están a la vista de todos. “En Facebook uno se comporta como los conserjes”, explica un psiquiatra. Y es a este nivel que se coloca esta extraña amistad.
En definitiva, las redes sociales destruyen uno de los elementos más hermosos y más consoladores de la vida humana, la verdadera amistad.
Los verdaderos enemigos
Sin embargo, las redes sociales no son solamente el lugar de encuentro de falsos amigos, son también un punto de referencia para verdaderos enemigos.
El otro día, un hombre quedó deslumbrado por la vendedora que lo atendía en un negocio de ropa. No se animó a pedirle el número de teléfono pero, una hora más tarde se conectó a la página Orkut del negocio y allí encontró el perfil de todas las empleadas; de ese modo pudo partir a la caza de su víctima. Muchas personas, sobre todo muchachas jóvenes, abandonan estos sitios porque no soportan más ser continuamente vigiladas, ser instrumentalizadas, ser objeto de feas bromas, injurias o chantajes.
El 41 % de las que tienen entre 13 y 18 años dicen haber sido objeto de burla en línea. “Corinna es una gran…”, “Laura apesta”, “Anita es fea”. La persecución queda en línea y provoca catástrofes. A menudo la cosa se cambia en una especie de espionaje en línea: un espía se divierte refiriendo a todos sus amigos o simples conocidos todas vuestras intrigas.
Todavía más grave, casi la mitad de las entre 13 y 18 años dicen ya haber recibido en línea una propuesta de cita de un desconocido. El 29% declara haber sido ya objeto de propuestas sexuales y se sube al 43% si se consideran sólo las jóvenes de 13-14 años. En Francia más de la mitad de las de 13 a 18 años declaran haber sido expuestas a imágenes chocantes en Facebook. En teoría se podría limitar el acceso al propio sitio a personas elegidas, pero es demasiado fácil dejarse llevar por el frenesí de tener muchos amigos y aceptar desconocidos. En todo caso, nada impediría a nuestros amigos “seguros” transmitir a otros nuestras informaciones, que muy a menudo son muy poco edificantes!
Además, a fuerza de hablar y sin darse cuenta, la joven corre el riesgo de dar informaciones que una persona mal intencionada podría emplear para establecer un contacto. Por ejemplo: Mara, 13 años, dice que saldrá de su curso de danza el miércoles próximo a las 16 hs. en la calle Mughetti 28, y que volverá sola a su casa. ¿No se vuelve una presa fácil para toda suerte de pervertidos? Estos, en realidad, están bien presentes y son muy activos.
Seguidamente a las protestas, diversas redes sociales han sido obligadas a adoptar medidas de seguridad. A inicio del 2009, MySpace anunció que había sacado de su red el perfil de 90.000 delincuentes sexuales. Lo que significa que estaban ahí hasta apenas pocas semana antes. ¿Y quién nos asegura que no han vuelto? Los delincuentes no tienen por cierto la costumbre de presentarse como tales.
Las redes constituyeron entonces un servicio de seguridad. En Facebook está asegurado por 150 agentes de los Estados Unidos. Pero desde el momento en que cada semana, en el sitio son publicados más de 3.000 millones de contenidos (comentario, imágenes y vínculos) ¿cómo se hace para poder mantener el ritmo? ¿Y de acuerdo a qué criterio se hace la selección?
La verdadera solución se encuentra en el corazón del hombre, en su voluntad bien firme de complacer a Dios y de obtener y conservar una personalidad profundamente cristiana.
Que los padres tengan compasión de sus propios hijos y les impidan acceder a tales ámbitos de perversión. Que cada uno se ponga frente a Dios, a su propia debilidad y al propio deber de estado y que se de cuenta del hecho de que estas redes han sido creadas por perversos para perversos y entran en el elenco de las pompæ diaboli, a las que hemos renunciado el día de nuestro bautismo. (El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, al inicio buscaba sólo un medio para encontrarse una acompañante de fin de semana entre las estudiantes de su universidad y hoy día se ha convertido en el multimillonario más joven del mundo.)
¿Habría un empleo inocente de estas redes sociales? Puede ser. Es posible que se logre escapar a los verdaderos enemigos que pueblan estos sitios, pero no se evitará nunca otro mal: el de envilecer o estupidizar nuestras amistades, que Dios quiere hermosas y proficuas.
¿Y si nos pusiésemos a jugar en familia, a cantar, a representar pequeñas comedias, a leer, a rezar? ¿si se viviesen de verdad las alegrías y las fatigas de la familia cristiana? ¿Los niños y los jóvenes sentirían este vacío que los empuja a refugiarse en este mundo virtual?
Como el uso de los medios electrónicos (celulares, Internet, etc) debe ser regulado por la santa virtud de la pobreza, que por el bien del alma sabe renunciar a cosas permitidas y emplea un medio solo cuando está en medida de ser verdaderamente útil, así el cristiano debe renunciar a las redes sociales que pervierten en nombre de la amistad cristiana y de la verdadera vida.
Por el Padre Jean-Dominique, O. P.
(1) Retomamos y citamos libremente a Oliver Levard y Delphine Soulas, “Facebook: mes amis, mes amours…des emm...!” (Mis amigos, mis amores... despelotes!) Mechalon, 2010
Traducido de la página web de la FSSPX, Distrito Italia, que lo retomó de “Le Chardonnet”, nº 264, enero 2011 – Boletín de la parroquia San Nicolas du Chardonnet, París.
Comentario posterior
Algunas semanas después de aparecer el artículo del Padre Jean Dominique, se dio a conocer que Mark Zuckerberg, el fundador–dueño de Facebook decidió la posibilidad de vender su base de datos total o parcialmente a quienes tuviesen interés.
Esta situación amplía el riesgo de los usuarios registrados porque podrán ser más fácilmente objetivo de organizaciones diversas, con fines publicitarios en el mejor de los casos, pero también para alimentar expedientes de entes con fines ideológicos, políticos, extorsivos, delictivos, etc.
Y no decir del instrumento de control que representaría para un gobierno mundial, que será necesariamente dictatorial por no ser de inspiración cristiana católica.
Facebook decide VENDER Datos Privados de Todos.
Categoría: Internet y tecnología - Cultura cibernética
Descripción: Facebook piensa vender los datos de sus usuarios a las compañías de marketing online. La hermana de Mark Zuckerberg y directora del portal de redes sociales expuso las múltiples aplicaciones que tiene la consultoría online en la conferencia de Davos.
Privacidad: Abierto: todo el contenido es público.
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