domingo, 10 de enero de 2010
Venerable Fray Mamerto Esquiú - 10 de enero
Nació el 11 de mayo de 1826 en La Callecita (Piedra Blanca) al pie del Ambato nevado, a pocos kilometros de la Capital, bajo un techo de paja. Era el día de San Mamerto y la iglesia celebraba la fiesta de la Ascención. Fray Francisco Cortez misionero y amigo de la familia lo bautizó; y le dijo a la madre de Esquiú, antes de que este naciera, que sería obispo.
Sus padres fueron Santiago Esquiú, soldado catalán enviado por España al Río de la Plata que combatió en el alto Perú hasta ser hecho prisionero por los patriotas; su madre María de las Nieves Medina criolla catamarqueña.
EL ESTUDIANTE
La vocación de Esquiú por el saber, se advierte desde niño. En la pobre escuelida de su pueblo natal lee y escribe mejor que sus compañeritos. Por eso sus padres, lo mandan a la escuela franciscana de San Fernando del Valle, la mejor de la región, donde según Nicolás Avellaneda “los hijos de los labriegos aprenden el latin”.
Para asistir a clase con su hermano Odorico, en 1835 se alojan en la casa del sastre Elias Nuñez, familia amiga de los Esquiú, a pocos menos de 10 cuadras de la escuela. Hacían el recorrido, mañana y tarde a pie. Cuenta Odorico que Mamerto ” iba estudiando la lección de latín con la capilla calada tropezando en las piedras”.
En la misma casa hay otro estudiante cuya contracción al estudio es evidente. Nuñez escribe a Santiago Esquiú y le hace saber que Mamerto estudia poco. Su padre va a la ciudad, carta en mano, y con la ternura que debe usar un padre, le reprocha su poco aplicación por el estudio. Mamerto escucha en silencio y le responde: ” Es cierto que NN estudia mucho mas en la casa, pero yo doy mejores lecciones en la clase, con solo estudiar en la calle” .
Su padre jamás olvido esa contestación, ni el original modo de estudiar latin “pateando piedras”.
EL CONVENTO
A los diez años sintió el dolor de la muerte de su madre (15/05/1836) y 12 dias mas tarde, de la mano de su padre, llegó al convento de San Francisco (Catamarca), aspirante al sacerdocio; el 13 de julio de 1841, el padre guardián Fray Wenceslao Achaval, le dio los habitos de novicio. A los 12 años inicio el estudio de la filosófia y a los 14 los de teología. A los 17 hizo sus votos, el 14 de julio de 1842, fiesta del seráfico doctor San Buenaventura. No tenía edad para profesar y quedo a la espera de la dispensa que llegaría. Mientras tuvo tareas muy de su agrado.
DOCENTE
Era el mejor religioso, por su capacidad y virtudes. Los frailes dan a Esquiú tareas docentes. En 1843 es maestro de su querida escuela en San Francisco y en 1844 su director. Se desempeña con eficiencia y es llamado “el mejor maestro de su tiempo ” .
Reformó el plan de estudios e incorporó nuevas materias. Suprimió el rigor de los castigos, no más azotes, sólo cariño.
Bibliotecario del convento, incorporó nuevos libros, con parte de lo que
el colegio le daba como estipendio.
Dejo la enseñanza para practicar filosofía y teología – catedras logradas con su esfuerzo – no solo en el colegio sino también en el Seminario Conciliar (La Merced), donde colaboró con la redacción del plan de estudios y el reglamento.
En filosofía, reemplazó los textos en uso por otros más modernos. Lo mismo en teología, los tradujo al latín. También enseño teología en Tarija y Sucre.
Pasó 30 años frente a sus alumnos; 19 en catamarca y 11 en Bolivia. Fué docente por vocación. Enseñó con dedicación y paciencia, con humildad y caridad. Para él la docencia fue un segundo sacerdocio.
En la bendición de la piedra basal de la Capilla Nuestra Sra. del Huerto (Salta 1880) dijo: “un colegio que prescinde de Dios, prescinde de la verdadera ciencia; y la mayor cultura que allí se diera a las inteligencias las hara mas moustruosamente mutiladas”
EL ORADOR
El joven y entusiasta Esquiú, predicaba casi diariamente. Los citaban los señores curas a sus parroquias, las religiosas a sus capillas, y aun de otras diócesis era requerido para la predicación de misiones y ejercicios espirituales.
Hablaba sinceramente tratando de llegar con verdades al corazón de la gente. Todos reconocen en le padre Esquiú al mas grande orador americano; pero muy pocos tienen noticia de su extraordinaria e ingente obra como predicador evangélico.
Debe admirárselo más en sus homilías americanas y en sus pláticas sencillas que en sus grandilocuentes sermones, porque con ella hacia más bien a las almas. Esquiú además, recalcaba la función de cada uno dentro de la comunidad y para poder cumplimentarla se debia tener en cuenta :
1- Saber y Calcular
2- Dedicarse a sancionar lo justo y lo bueno
3 – No flaquear antes las amenazas de la tiranía y el depotismo o ante la seducción de la demagogia
4- Sacrificar las afecciones privadas en aras del bien común .
No ha quedado en Catamarca una capilla donde no se oyeran las divinas verdades expuestas con sencillez con su dulcisima y atrayente voz.
Todos se agolpaban en torno a él para oir al predicador humilde y apóstolico, que derramaba con sus palabras la caridad, cuyo fuego lo consumía.
LA BEATIFICACIÓN
Después de 7 años, en Córdoba, los peritos terminaron con la revisión hitórica, pero tiene que ser aprobada aun por la Santa Sede. Terminaron en octubre de 2000 y entregaron 8 cajas de material que el padre Jorge Martinez – sacerdote franciscano y vice postulador de la causa de Beatificación de Fray M.Esquiú – entregó a la Santa Sede, en Roma para revisar nuevamente el material.
El proceso comienza en 1926 Esquiú en cierto modo, no tuvo mucha suerte en cuanto al proceso. Primero hubo una confución se habia iniciado en Cordoba, después se hizo aquí, en Catamarca, un proceso que no tuvo valor. Luego vino la segunda guerra mundial y eso también la detuvo. Cuando ésta terminó, la causa fué retomada pero de los tres teólogos que debian hacer juicio de los escritos de Esquiú, dos son favorables y uno es contrario. Esto hace que la causa se detenga y PIO XII, el Papa que estaba en ese momento, archiva el proceso.
En 1957, el embajador Manuel del Rio pide permiso para reabrir la causa y Juan XXIII se lo otorga en 1958. Él revé todo y hace la defensa, pero al morir, al proceso lo ve Pablo VI, quien aprobó la defensa y asi pudo retomar nuevamente la causa en 1964.
Luego en Catamarca, el padre Bernardo Martinez trabajo mucho en la causa, reactivó el proceso, logró el reconocimiento de los restos de Esquiú en la Catedral de Córdoba y pidió la opinión de los nuevos teologos. Como habia sido una causa detenida, en vez de volver atrás pusieron seis teólogos y los seis aprobaron y recomendaron su Beatificación en 1978.
En 1979 se logra la prueba que no hubo culto especial sobre Esquiú, porque el culto tambien detiene la causa de Beatificación. Entonces todo estuvo acorde para presentar lo que se llamó la disquiscición histórica, es decir un estudio histórico. En ese momento lo tomaron tres licenciados de historia, ellos hicieron el trabajo, pero parece que no estaban informados de todo el proceso jurídico y lo terminaron muy tarde, recien en 1990.
Fue entonces cuando el Cardenal pide al padre Jorge Martinez que se ocupe del tema, quien ese momento se ocupaba como Rector de la Universidad de Mendoza. Viajo a Roma e inició una investigación más profunda y en 1993 verifica que desde 1978 la causa se habia detenido bastante y que practicamente estaba parada.
EL MILAGRO
Habia que hacer una nueva investigación y para ello se formo una comisión en la diócesis donde se originó la causa – Córdoba – y se hizo la investigación, que ya fue entregada a la Santa Sede. Si la aprueban, la causa comienza a andar rápido, porque el milagro ya está .
El milagro se trata de un señor que pierde la vista del todo por una trombosis de retina, es decir cuando las celular nerviosas se pierden, mueren, y no se restituyen más. No hay remedio, no hay operación, no hay nada.
El señor no se convencía, entonces va a una clínica especializada en Córdoba, donde le hacen todo un estudio pormenorizado y le dan el mismo diagnóstico.
Vuelve a Catamarca, invoca a Esquiú y a los tres días recobra la vista.
No se puede saber en que época sucedio este hecho puesto que aun es un secreto. Se han comprobado mas de 300 relatos (milagrosos) pero que no estan probados jurídicamente bien.
Son dos procesos diferente que hay que seguir para la Beatificación : La vía del milagro y la vía de lo histórico. Cuando se prueba lo histórico, se considera el milagro y se da un decreto en la Santa Sede que se llama validez, que convalida todos los años no actuados. Allí nombran un relator general que no puede ser franciscano y que va a nombrar un abogado y un postulador para que lo informen de todo. Tiene que relatar que Esquiú fue heroico en el ejercicio de las virtudes. Se revisa todo, se presenta en la Santa Sede y con el milagro ya basta para declararlo Beato.
Luego de la Beatificación el paso siguiente es la canonización, es decir la declaración de santo, pero despues de la Beatificación ya se le puede rendir culto. Para la canonización se necesita otro milagro aprobado, antes se pedian más sin embargo ahora son menos pero con más pruebas.
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