sábado, 3 de octubre de 2009

Liberaciones y Exorcismos


“Desenmascarar al Demonio es vencerlo”.

San Ignacio de Loyola.



I. JESÚS Y LOS DEMONIOS

Los judíos enemigos del Mesías, creían que “tenía un demonio” (Juan 7,20; 8,48; 10,20); No obstante, “El Hijo de Dios se ha manifestado para deshacer la obra del diablo” (1 Juan 3,8; 4,4). Satanás no puede impedir la edificación del Reino de Dios en la tierra, porque “será expulsado el que manda en este mundo” (Juan 12,31). Los demonios saben que hay un Dios y tiemblan de miedo (Santiago 2,19); además, Cristo Jesús “a los Espíritus impuros da órdenes, y le obedecen” (Marcos 1,27). Ellos reconocen que es “el Santo de Dios” (Marcos 1,24), el “Hijo del Dios altísimo” (Marcos 5,7). Incluso, el Señor “expulsó a muchos demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque ellos le conocían” (Marcos 1,34). La liberación de espíritus malos por el Hijo del hombre, era una prueba de que el reino de Dios, había llegado (Mateo 12,28; Marcos 3,26), y a los fariseos que fueron a prevenirlo sobre la amenaza de muerte del rey Herodes, les responde: “Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra” (Lucas 13,32).

Jesús anduvo en la tierra “haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo” (Hechos 10,38); en su ministerio terrenal realizó muchas liberaciones, como a un hombre que tenía un espíritu impuro en la sinagoga de Capernaum (Marcos 1,21-26); al endemoniado de Gerasa (Marcos 5,1-13); a la hija de una mujer de cananea (Mateo 15,21-28); a María Magdalena a la que le expulsó siete Demonios (Marcos 16,9); a un muchacho por pedido de su padre (Mateo 17,14-19); y a muchos otros endemoniados (Marcos 1,32.39; Lucas 6,18; 7,21;13,32). Además curó a otras personas que tenían incapacidades físicas atribuidas al Maligno (Mateo 12,22; Marcos 9,25); y de diferentes males, enfermedades y dolores (Mateo 4,24; 9,32; Marcos 1,26).


El Señor Jesús les confiere este poder a los apóstoles y discípulos (Mateo 10,1.8; Marcos 6,7.12-13; Hechos 5,16; 8,6-7); para que lo hagan en su nombre (Lucas 10,17); también fue hecho por uno que no pertenecía al grupo de los doce (Marcos 9,38-39); y por el apóstol Pablo (Hechos 16,16-18). Esta será una de las señales dadas a los que creen (Marcos 16,17); pero a los que no seguían sus mandatos, no tenía efecto (Hechos 19, 13-15).


II. EL RITO DEL EXORCISMO


La Iglesia Católica define el rito del “exorcismo”, como la acción de sacar a los malos espíritus introducidos en una persona (posesión diabólica), y llenar ese vacío con las gracias del Espíritu Santo (Gálatas 5,22-23; Romanos 8,14). Los Santos Padres de la Iglesia como San Justino mártir (s. II), Tertuliano (s. III), Orígenes (s. III), y San Cipriano (s. III), practicaban la liberación de endemoniados, además enseñaban que cada cristiano era un exorcista. Posteriormente, el Papa Cornelio hacia el año 251, creó una categoría de individuos con este poder carismático (1 Corintios 12,4); que fue concedido después para los sacerdotes y los diáconos con la autorización del obispo.

El actual canon 1172 del Código de Derecho Canónico, establece que este ministerio de la pastoral de los enfermos sea realizado exclusivamente por los obispos; sólo ellos pueden ejercerlo o nombrar de una manera estable o para un caso especial, a un presbítero designado por el ordinario. Los sacerdotes exorcistas hacen una oración de liberación y los laicos pueden ayudar con oraciones de intercesión. El sacerdote no exorcista oficial puede hacer el exorcismo menor, auxiliado a su vez por los familiares del enfermo, grupos parroquiales de oración, movimientos como la Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo. Los fieles seglares no pueden ser exorcistas ni hacer oración de liberación.

La Santa Sede en el año 1999 ha Autorizado también un nuevo manual que remplazó al de 1614, año en que el papa Pablo V lo aprobó. El actual libro es llamado el “Exorcismus et Supplicationibus Quibusdam”, que contiene una serie de oraciones, ritos y gestos a seguir, en un verdadero exorcismo del ritual romano. En el año 2005, el Vaticano realizó el primer curso internacional llamado “Exorcismo y Oraciones de Liberación”, en La Pontificia Universidad Regina Apostolorum, como respuesta al aumento de casos de satanismo entre los jóvenes y la incapacidad de los sacerdotes de tratar estos temas. En el mismo participaron sacerdotes, teólogos, médicos, psicólogos, psiquiatras y antropólogos expertos en el tema. El plan de estudio contenía: aspectos antropológicos y sociológicos del satanismo; cómo detectar al demonio en el cine, la música, la literatura, los videojuegos y el Internet; fundamentos bíblicos, históricos y teológicos del satanismo; aspectos pastorales y litúrgicos del exorcismo.

Este sacramental (signo sagrado), solo se puede efectuar después de haber agotado todos los recursos de la medicina moderna y el campo de la psiquiatría. Hay que diferenciar también una verdadera posesión, de una infestación, obsesión u opresión diabólica, de la que simplemente se requiere una oración de liberación (exorcismo menor) que también se utiliza en lugares, casas o cosas que estén bajo una influencia demoníaca. Expertos en el tema como fue monseñor Corrado Balducci, estudioso de la demonología, y el padre Gabriel Amorth, fundador y presidente honorífico de La Asociación Internacional de Exorcistas; están de acuerdo en reconocer que solamente dos o tres casos de 100, son verdaderas posesiones satánicas, los otros en su gran mayoría son atribuidas a enfermedades mentales.



Existen dos categorías de exorcismos:



1. El exorcismo ordinario: con el bautismo solemne que consiste en sustraer al bautizado manchado por el pecado origina, el poder de Satanás

2. El exorcismo extraordinario: es el practicado por un sacerdote para expulsar los espíritus malignos que se han posesionado de una persona


Ya en cuanto las causas por las que un demonio toma posesión del cuerpo de una persona (nunca del alma), puede ser:


- Por permiso de Dios

- Porque es victima de un maleficio

- Por un grave estado de pecado endurecimiento en el individuo

- Por contacto asiduo con lugares o personas dedicadas a la magia, la hechicería, la brujería, el satanismo, el ocultismo, y últimamente las prácticas de la Nueva Era.


Los signos señalados por el ritual como síntomas de una verdadera posesión satánica son:


A. Señales físicas:


- Experimentar transformaciones en la cara o en el cuerpo

- Cambio en el tono de la voz, acompañada de gruñidos, quejidos o demás

- Enfermedades como un improvisado dolor de cabeza, un peso insoportable en la mano, ardor en la cabeza, dolor de estómago repentino, ataques de tos o somnolencia

- Las pupilas de los ojos se mueven casi completamente de arriba a bajo, o desaparecen

- Poseer una fuerza superior a su edad o su naturaleza humana

- Efectuar violentas convulsiones y torsiones en el cuerpo

- Tener la capacidad de hacer volar los objetos

- Elevarse en el aire o caminar sobre las paredes


B. Señales psíquicas:


- Demostrar odio hacia Dios, la Virgen, los santos, la cruz, las imágenes, lugares y objetos sagrados

- Hablar lenguas desconocidas (especialmente el arameo) o entenderlas a quien las habla

- Conocer cosas ocultas

- Predecir acertadamente acontecimientos futuros

- Sufrir una transformación de su personalidad habitual


Todo esto tiene que manifestarse durante el exorcismo y nunca antes. Los exorcismos pueden durar días, meses e incluso años, cuando la persona es victima de varios demonios, el jefe es siempre el último en salir.


Entre las normas que debe observar los exorcistas y el rito del exorcismo, conviene recordar las siguientes:


1. Debe ser un sacerdote preferiblemente de edad madura, y con permiso del obispo.

2. Debe tener gran piedad, prudencia e integridad de vida.

3.Debe ser instruido en estos asuntos para evitar lamentables equivocaciones.

4. Debe conocer las señales que demuestren que la persona sufre de una verdadera opresión demoníaca.

5. Debe conocer las artimañas que emplea el demonio para engañarlo, como hacerle creer que el enfermo no padece opresión maligna al permitirle recibir los sacramentos como la Eucaristía.

6. El sacerdote no deber terminar el exorcismo hasta estar completamente seguro que el demonio ha sido expulsado, ya que algunas veces se ocultan y dejan casi libre al cuerpo.

7. Evite el exorcista quedarse en preguntas inútiles o curiosas. Ordene callar al espíritu inmundo y limitarse a contestar lo que se le pregunte. No le crea si afirma que es un espíritu bueno o el alma de un difunto o de un santo.

8. Son necesarias las preguntas referentes al nombre de los espíritus, el tiempo de su ingreso, y las causas que lo originaron, como por ejemplo por una acción mágica, o por la utilización de instrumentos maléficos como la tabla ouija.

9. El exorcismo debe hacerse con autoridad, gran fe, humildad y fervor.

10. Observe qué palabras asustan más al demonio y repítalas frecuentemente.

11. El exorcista no debe indicar ninguna medicina al enfermo. Esto debe dejarlo al médico.

12. Los que padezcan de maleficios no deben acudir a magos, hechiceros, brujos, curanderos o síquicos para ser liberados; y deben evitar toda superstición.


III. LAS ARMAS ESPIRITUALES CONTRA LOS DEMONIOS

Las mejores armas contra las fuerzas del infierno son: El sacramento del bautismo, que nos incorpora al cuerpo místico de Cristo, y nos protege contra el diablo; al igual que la confesión y la eucaristía. La oración del Padre Nuestro, cuando Cristo nos invita a repetir: “No nos expongas a la tentación, sino líbranos del maligno” (Mateo 6,13). Los exorcistas tienen que recurrir a la fe en Jesús (Mateo 17,19-20), la plegaria (y el ayuno) (Marcos 9,29). Otros sacramentales utilizados son el agua bendita, la sal y El santo óleo; crucifijos, reliquias de santos, la oración de los salmos. El creyente puede recurrir a devociones particulares como el rezo del rosario, el vía crucis, cargar el escapulario o la medalla milagrosa; o pedir la intercesión de San Miguel arcángel y de la Bienaventurada Virgen María.



IV. EJEMPLO VARIOS


Juan Pablo II realizó tres exorcismos durante su pontificado, el más conocido fue en 1982, a una joven italiana de nombre Francesca que se revolcaba en el piso durante la audiencia general en el Vaticano. El papa comenzó a orar, pronunciado varias palabras de exorcismo, pero en vano. Cuando, al final, le dijo a la mujer: “mañana diré misa por ti”, la mujer volvió súbitamente a la normalidad y pidió disculpas al vicario de Cristo.

El ya mencionado padre Gabriel Amorth, cuenta en su libro “Narraciones de un Exorcista”, el caso de “un presbítero que ayudaba al padre Cándido Amantini. Estaban exorcizando a un jovencito a quien, en cierto momento, se le encendieron los vestidos. De la combustión salió un acre olor de azufre y el demonio se dirigió al sacerdote ayudante prometiéndole que la pagaría cara. Un buen día, ese sacerdote regresaba de Nápoles a Roma en automóvil. Se sentía escoltado por unas luces laterales que no podía explicarlas, por lo cual pensó en detenerse en una estación de servicio. Cuando estaba llegando, el auto se incendió. El sacerdote alcanzó a detenerse, a quitar las llaves y a escapar. Acudieron algunos automovilistas que gritaban: `¡Hay alguien dentro! ¡Se ve una persona!´ Aquel sacerdote en vano aseguraba que iba solo. En un momento dado, se sintió que aceleraban el motor y la maquina comenzó a avanzar lentamente, como una bola de fuego, hacia las bombas de gasolina. Al mismo tiempo se hizo sentir en el aire un acre olor de azufre. El sacerdote reconoció el mismo olor que había percibido durante el exorcismo y se puso a orar. Súbitamente el auto se detuvo, pero continuó quemándose hasta su total destrucción”.

El sacerdote jesuita Francisco de Paula Solá, quien fue exorcista oficial de la Diócesis de Barcelona (España), narra en el libro “Posesiones y Exorcismo en Profundidad”, dos espeluznantes casos: el primero ocurrió en Zaragoza en un colegio de religiosas al que iba cada día a decir misa. Había allí un grupo de niñas huérfanas y una de ellas mostraba un comportamiento extraño. Tenía entre once y doce años. El religioso comenzó a tratarla y observó que se negaba a confesar y que además profanaba la sagrada hostia, ya que al ir a comulgar se la sacaba de la boca y la guardaba en el bolsillo. También las monjas le hallaron cartas en las que se dirigía al Diablo, además en las clases de religión adoptaba extrañas posturas. El padre Solá procedió a hacerle un exorcismo. Así la llevaron, oponiendo gran resistencia, a la capilla del colegio para realizar el ritual. Cuando estaban ante la pila bautismal el sacerdote la roció con agua bendita. Entonces se agitó violentamente como si le quemara. En una de sus convulsiones, dio un gran salto, pasó por encima de la pila bautismal y salió volando por los aires en posición horizontal, a una altura de metro y medio del suelo. Pasó por encima de las bancas y atravesó toda la capilla de extremo a extremo, hasta chocar violentamente contra el altar mayor. Echando a correr la encontraron en el presbiterio, al pie del altar mayor, girando vertiginosamente, tenía los brazos y las piernas entrecruzadas como una gran bola. Tras varias oraciones, la niña quedó liberada y al volver en sí no recordaba nada de lo que había sufrido.

El otro caso que cuenta el mismo jesuita ocurrió en París (Francia), quien junto a otro exorcista se enfrentaron a una posesa de dieciocho años. Cuando los clérigos le hablaron del poder de Jesús y la Virgen sobre los ángeles caídos, la muchacha alterada empezó a pasearse de un lado a otro, de repente empezó a subirse por la pared, como si anduviera por el suelo sin que la falda que llevaba y su cabellera le cayeran hacia abajo.

La película “El Exorcista” está basada en una historia real ocurrida en St. Louis (Estados Unidos), en 1949. Se trata de un chico de trece años aficionado a la práctica de la tabla ouija, y un sacerdote y profesor universitario jesuita que lo liberó, pasando dos meses con él, durante los cuales presenció numerosas manifestaciones paranormales como la elevación de la cama donde se encontraba el menor. El muchacho, que había sido desahuciado por los médicos, pronunciaba durante las sesiones de exorcismo gritos y maldiciones en latín, lengua que jamás había estudiado, ladraba como un perro y se retorcía en convulsiones. En su piel se formaban símbolos, caras satánicas, e incluso palabras, tales como: “spite” (odio) o “hell” (infierno); aunque lo peor eran unas largas rayas que emergían con fuerza y rasgaban su piel como si estuviera siendo arañado por garras.

Durante la última sesión se presentaron las contorsiones más violentas, tras el ataque final, se oyó un sonido fuerte y una luz muy brillante iluminó la estancia, el adolescente se levantó de la cama, y dijo: “San Miguel ha venido. Esto se ha acabado”, después permaneció tranquilo, y desde entonces cesaron todas las manifestaciones diabólicas que se recrean extraordinariamente en la película, con la sola diferencia que en la cinta el poseso es una niña.

La película “El exorcismo de Emely Rose” también está basada en una historia real, vivida y padecida por una muchacha alemana llamada Anneliese Michel, estudiante católica que murió a los 23 años de edad en 1976, en medio del exorcismo practicado por un sacerdote que intentaba liberarla de sus males, y que fue juzgado por negligencia. Para los médicos de entonces, las causas de la muerte eran claras: desnutrición y deshidratación, con un peso de 35 kilos. El presbítero que la atendió no supo cuidar su organismo que se consumió en pocos días.

La vida de la chica era normal hasta cuando cumplió los 14 años y sufrió un sorpresivo ataque que la arrojó al suelo, provocándole convulsiones, gritos, espuma en la boca y otros síntomas que en un principio fueron identificados como epilépticos. La muchacha cayó en una postración total, con alucinaciones y visiones de seres que ella calificaba como demoníacos. Fue entonces cuando sus familiares decidieron buscar la ayuda de este sacerdote que le practicó no más de medio centenar de exorcismos en medio de vómitos, gritos y grabaciones de voces macabras que son reproducidas en la cinta. Tanto el sacerdote como sus padres fueron condenados a la cárcel por seis meses porque en todo momento rechazaron la ayuda que un hospital local les ofreció. Con el paso del tiempo la tumba de Anneliese se ha convertido en centro de peregrinación de muchos creyentes que la consideran una santa.

En junio del 2005, la religiosa Maricica Irina Cornici, murió a causa de los ritos de exorcismo de un sacerdote y cuatro monjas en un convento cristiano ortodoxo en Rumania. La joven de 23 años, que conoció en su corta vida el orfanato y el claustro del monasterio, fue amordazada, amarrada con cadenas a una cruz de madera y no recibió alimento por seis días. Su deceso ocurrió en el monasterio Santa Trinidad, de la localidad de Tanacu (Rumania). El sacerdote Daniel Corogeanu, y cuatro monjas retuvieron a la joven el 10 de junio, le ataron las manos y las piernas y le metieron una toalla en la boca. El clérigo ortodoxo sostuvo que sor Irina estaba poseída por Satanás y los malos espíritus; que era violenta, echaba espuma por la boca, rechazaba el agua bendita, y lanzaba insultos en la iglesia durante la misa celebrada el 15 de junio para su salvación; por lo tanto, tuvieron que inmovilizarla. Agregó que cuando la monja se calmó la desataron, le dieron té con pan, después se desmayó y sufrió un infarto. El sacerdote aseguró además que toda la comunidad religiosa de Santa Trinidad decidió no apelar a la medicina moderna y tratar de curarla mediante la oración. Los médicos forenses precisaron que la muerte de la mujer se debió a una violencia física muy grave.

El portavoz del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa Rumana, Costel Stoica, añadió que lo sucedido “no tiene precedentes en la historia de la vida monástica oriental”. Stoica explicó que el exorcismo en la Iglesia Ortodoxa es de hecho la “oración de `San Basilio el Grande´, que se lee a solicitud de la persona que pide la ayuda de Dios contra el Diablo en la iglesia o en la casa del creyente, y es suministrado a gran escala”. Tanto el clérigo que realizó el exorcismo y las cuatro monjas fueron acusadas de “asesinato con crueldad”. Los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa excomulgaron al sacerdote, excluyó a las religiosas y cerró el convento.

En marzo del 2006, en una región rural del departamento del Tolima (Colombia), cuatro hombres asesinaron a su hermano menor para sacarle el Demonio. Según los parricidas dicho espíritu infernal que se había posesionado del cuerpo de Rafael Cuéllar Vargas, tenía cabeza de dragón, se llamaba “La Cola de Satanás”, y terminó siendo abatido a punta de golpes con un garrote por parte de los hermanos mayores de la victima.

2 comentarios:

  1. ¿Que se puede pensar cuando una persona realmente poseída, es decir con las comprobaciones pertinentes, se acerca a un sacerdote de la iglesia le dice lo que le sucede, pide ayuda para ser liberada y sin mas es enviada al psiquiatra?

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  2. ¿Se puede enviar a cualquier psiquiatra? ¿es lo mismo enviarla a un psiquiatra católico, cristiano, ateo?
    ¿Pone de manifiesto que el sacerdote en cuestión no cree en la existencia de demonios y por lo tanto no cree en el evangelio de Jesús?
    ¿Puede tratarse de una acechanza mas del propio diablo que pone ese pensamiento diabólico en la mente del sacerdote?
    ¿Se puede considerar miedo o temor al demonio ante su presencia? ¿Es cobardía o falta de fe en Jesucristo?
    ¿Se peca gravemente por omisión?

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