sábado, 6 de junio de 2009

Sierva de Dios María de Lourdes del Santísimo Sacramento Para Scaglia - 6 de junio



María de Lourdes del Santísimo Sacramento,
(en el siglo Mayorina Josefa Para Scaglia),
religiosa de la Congregación de Religiosas del Verbo Encarnado

Rasgos biográficos - Detallado

Mayorina Josefa Para Scaglia nace en la localidad de Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe, arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz, el 13 de junio de 1900, festividad de san Antonio de Padua, en el seno del hogar formado por los inmigrantes italianos Juan Para y Maggiorina Scaglia, siendo la tercera de siete hermanos. Recibe el sacramento del bautismo en la iglesia San Agustín de la localidad de Carlos Pellegrini.

Trabaja en la tareas rurales junto a sus padres y cuando su familia se traslada a la ciudad de Gálvez, se desempeña como modista pantalonera y con este fino trabajo puede ayudar económicamente a su familia.

En el año 1931, precisamente el 6 de junio, junto con un grupo de señoras y señoritas, es socia fundadora de la institución Apostolado de la Oración, siendo la primera asociación de laicos de la parroquia Santa Margarita de Escocia de la ciudad de Gálvez.

El 19 de abril de 1932, a la edad de 31 años, ingresa al monasterio del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento de la Orden del Verbo Encarnado en la citada población.

La Orden del Verbo Encarnado nace en Francia, en el año 1625, por inspiración y mandato del mismo Señor Jesucristo a la venerable sierva de Dios Jeanne (Juana) Chézard de Matel. El mismo Jesús, Verbo encarnado, le señala en diversas revelaciones, los colores blanco y rojo del hábito a vestir, el nombre de la nueva orden y el signo o monograma, en color azul, que deben llevar sobre el escapulario del hábito: una corona de espinas, dentro de la cual están las letras JHS, debajo un corazón con los tres clavos y las letras Amor meus.

La Orden languidece en Francia a causa de la revolución francesa. Se restaura en territorio francés en el mes de octubre de 1816 y se consolida en el continente americano, teniendo las primeras fundaciones en el estado de Texas, de los Estados Unidos de Norte América. En el año 1896 se extiende a la república de México y en 1929, como consecuencia de la persecución a la Iglesia por parte del gobierno mexicano, llega a la Argentina para fundar en la diócesis de Santa Fe de la Vera Cruz.

Monseñor Juan Agustín Boneo, obispo de Santa Fe de la Vera Cruz, les abona el viaje y se ubican en la localidad de San Genaro pasado luego a la ciudad de Gálvez y finalmente en 1936 se trasladan de modo definitivo a la ciudad de Rosario.

Esta congregación tiene como espiritualidad dar a conocer al Verbo Encarnado, profundiza las Sagradas Escrituras, solemnizar las fiestas litúrgicas propuestas por el calendario eclesial y la adoración del Santísimo Sacramento. La tarea a desarrollar es la educación.

La señorita Mayorina Josefa Para Scaglia viste el hábito de la Orden del Verbo Encarnado el 11 de febrero de 1933, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, en la ceremonia de vestición cambia el nombre de bautismo por el de Sor María de Lourdes del Santísimo Sacramento. Es la primera joven argentina que ingresa a la Orden.

El 27 de febrero de 1934 hace la primera profesión de votos temporales por tres años en la iglesia parroquial Santa Margarita de Escocia de la ciudad de Gálvez y el 13 de julio de 1937 hace la profesión perpetua en la ciudad de Rosario.

En la comunidad de Rosario desarrolla toda su vida religiosa desempeñando las tareas de despensera, cocinera, encargada del comedor, enfermera, portera, maestra de párvulos y encargada de las alumnas pupilas mientras existía el internado. Nunca ejerció el oficio de superiora en la comunidad.

En toda su vida de consagrada al Verbo encarnado se conforma tranquilamente con lo que la Providencia le proporciona. Usa lo indispensable para las necesidades diarias. No acumula cosas y todo lo utiliza en conformidad y con simple dependencia de sus superioras o de la comunidad.

La sierva de Dios María de Lourdes nunca sale fuera de la Argentina ya que toda su vida de religiosa la desarrolla viviendo en la localidad de Gálvez o en la ciudad de Rosario, de este modo conoce y convive con religiosas de origen mejicano adaptándose a su estilo y costumbres de vida.

Siempre tuvo en su oración un lugar preferencial el rezar por las vocaciones y por ello pidió al Señor la gracia de poder ver a una religiosa argentina en la comunidad antes que falleciera.

No conoce la vanidad ni la ostentación. Con su modestia y paciencia, con su humildad y sencillez, siempre está presente en los actos de la comunidad comunicándose con su actitud de acogida y escucha.

A pesar de su edad avanzada, en los últimos años, como cuando tiene más fuerzas y salud, está atenta y pronta a servir a las hermanas aún cuando algunas por su trabajo y estudio, llegan tarde a cenar.

Su caridad, su abnegación y su espíritu de sacrifico demuestran la profundidad de su amor por vivir en la vida religiosa sus esponsales con Jesús, el Verbo Encarnado.

Atiende a los pobres que golpean la puerta: todas las tardes le entrega a un mendigo mate cocido y alimentos para un día, siempre lo atiende a la misma hora y como una gran coincidencia el mendigo se llamaba Jesús.

Todos los años, en el aniversario de la independencia de la república de México se levanta más temprano para adornar el comedor con los colores de la bandera que cobija a sus hermanas religiosas.

Lleva una vida humilde y oculta al servicio pleno de toda la comunidad y de cuantas personas pasaran por la puerta del colegio. Aunque su vida religiosa estuvo plena de sus múltiples tareas, siempre tuvo tiempo para acompañar a Jesús sacramentado presente en el Sagrario, por esta actitud contemplativa las alumnas la recuerdan como “la Hermana del Sagrario”.

Pudo celebrar con gozo las bodas de plata en la vida consagrada y su místico esposo le concedió la gracia de vivir sirviendo y obedeciendo a los demás, con sencillez y alegría, a lo largo de cincuenta años. Las bodas de oro en la vida religiosa lo celebra en la comunidad, en la reunión, tenida luego de la santa Misa de acción de gracias, sonríe llena de júbilo y con una gran sonrisa en los labios corta la torta del festejo.

Profesa profundo amor a la Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús como expresión del Verbo Encarnado. Tiene sólida devoción a la santísima Virgen María en su misterio de la Inmaculada Concepción. Antes de ingresar a la vida religiosa junto con sus hermanas había donado una imagen de la Inmaculada Concepción al templo parroquial Santa Margarita de Escocia de la ciudad de Gálvez. Una singular predilección por san José le hace decir “quisiera ser como el Niño Jesús para poder tener como papá a San José”.

El poder vivir en paz, conservar la dulzura de corazón y el poder servir a tan variados caracteres que pasaron por la comunidad durante sus cincuenta y cuatro años de vida religiosa, son fruto de su íntima unión con Dios, uno y trino, y de su fidelidad a la oración, de una sencilla confianza en la ternura de Dios Padre, del entendimiento de lo que es el amor, de la fe y la esperanza fundada en Jesús, el Maestro de Nazaret y de la humildad a prueba del prójimo.

Con el mismo espíritu de fe recibió , amó y respetó a sus superioras, por diferentes que éstas hayan sido. Con callada y amable servicialidad atiende a cada una de las hermanas de congregación. Sus atinadas, escasas y prudentes observaciones siempre son encaminadas al bien de la comunidad.

Su deseo de no molestar a quienes consideraba ya bastante cargadas de trabajos o debilidades, la fortalece para el dar el paso final. Su suave sonrisa y todo sus detalles de bondad son en ella signos de un Evangelio de bondad, comprendido y vivido plenamente.

El día de su muerte deja la comida preparada y el vaso de leche listo para una religiosa. Al sentir un dolor de estómago toma un pocillo de café con otra religiosa. Luego al tener un dolor más fuerte en el brazo y en el pecho pide permiso para acostarse.

La madre superiora inmediatamente se acerca a su cama y comienza a rezar la jaculatoria Sagrado Corazón, en Vos confío, mientras la cubre con una liviana colcha, pues tiene chuchos de frío. Al taparla en dos oportunidades, la sierva de Dios María de Lourdes pronuncia sus últimas palabras “muchas gracias”.

El 6 de junio de 1988 repentina e inesperadamente fallece, con fama de santidad, en la comunidad de las religiosas del Verbo Encarnado, ubicada en la calle La Paz 526, de la ciudad de Rosario.

Sus restos mortales son velados en la capilla de la comunidad siendo sepultados en el panteón de las Religiosas del Verbo Encarnado ubicado en el cementerio El Redentor de la ciudad de Granadero Baigorria, provincia de Santa Fe y arquidiócesis de Rosario.

El 10 de abril de 1999 los restos son trasladados al cementerio Del Salvador de la ciudad de Rosario.El 6 de abril de 1999, con la presencia de la Madre Marta Patricia Ochoa Maldonado, superiora general de la congregación de las Religiosas del Verbo Encarnado, en la sede del arzobispado de Rosario se abre oficialmente la causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios María de Lourdes del Santísimo Sacramento.

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