jueves, 31 de marzo de 2011

Evangelio del día 31 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 11,14-23. Jueves de la III Semana de Cuaresma

Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,
pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Comentario: "El reino de Dios ha llegado para vosotros" - SS Benedicto XVI


Los tiempos modernos han hecho aumentar la esperanza de la instauración de un mundo perfecto que, gracias a los conocimientos de la ciencia y a una política científicamente fundada, parecía haber llegado a ser realizable. Así la esperanza bíblica del reino de Dios ha sido remplazada por la esperanza del reino del hombre, por la esperanza de un mundo mejor que sería el verdadero «Reino de Dios». He aquí, en fin de cuentas, lo que parecía ser la esperanza, grande y realista, de la que el hombre tenía necesidad; estaba en condiciones de movilizar–- por un cierto tiempo –- todas las energías del hombre... Pero con el curso del tiempo ha llegado a ser claro que esta esperanza se alejaba siempre más. Se han dado cuenta que era quizás una esperanza para los hombres de pasado mañana, pero no una esperanza para mí. Y aunque el «esperar para todos» fuera parte de la gran esperanza humana-– en efecto, no puedo llegar a ser feliz contra los otros y sin ellos –-permanece cierto que una esperanza que no me concierne personalmente no es verdadera esperanza. Ha resultado evidente que se trataba de una esperanza contra la libertad...

Tenemos necesidad de esperanzas –- de las más pequeñas o de las mayores – que, día a día, nos mantienen en camino. Pero sin la gran esperanza, que debe sobrepasar el resto, no bastan. Esta gran esperanza no puede ser más que Dios sólo, que abrazo el universo y que puede proponernos y darnos lo que, solos, no podemos alcanzar. Precisamente, el hecho de ser gratificado por un don forma parte de la esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza–- no cualquier dios, sino el Dios que posee un rostro humano y que nos ha amado hasta el final (Jn 13,1) — a cada uno individualmente y a la humanidad entera. Su reino no es un más allá imaginario, colocado en un futuro que no se realiza nunca; su reino está presente allí donde es amado y donde su amor nos alcanza.

SS Benedicto XVI
Encíclica « Spe Salvi » § 30-31

Santa Balbina - 31 de marzo


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San Benjamín, martir - 31 de marzo

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miércoles, 30 de marzo de 2011

Evangelio del día 30 de marzo de 2011


Evangelio según San Mateo 5,17-19. Miércoles de la III Semana de Cuaresma

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.


Comentario: No he venido a abolir la ley sino a cumplirla - San Cirilo de Alejandría


Hemos visto a Cristo obedecer las leyes de Moisés, es decir que Dios, el legislador, se sometía, como un hombre, a sus propias leyes. Es lo que nos enseña San Pablo...: « Cuando los tiempos fueron cumplidos, Dios envió a su Hijo; nacido de una mujer, estuvo sujeto a le Ley judía, para rescatar a los que estaban sujetos a la ley » (Ga 4,4-5). Por lo tanto, Cristo rescató de la maldición de la Ley a los que estaban sujetos a ella, pero que no la observaban. ¿De qué manera los rescató? Cumpliendo la Ley; de otra manera, con el fin de borrar la transgresión de la que Adán se hizo culpable, se mostró obediente y dócil en nuestro lugar, hacia Dios Padre. Porque está escrito: « Así como todos han llegado a ser pecadores porque un sólo hombre desobedeció, de la misma forma todos llegarán justos porque un solo hombre obedeció» (Rm 5,18). Con nosotros inclinó la cabeza delante de la Ley, y lo hizo según el plan divino de la Encarnación. En efecto, "Debía cumplir perfectamente lo que es justo" (cf Mt 3,15).

Después de haber tomado perfectamente la condición de servidor (Ph 2,7), precisamente porque su condición humana le colocaba con el número de los que llevan el yugo, pagó a los recaudadores, como todo el mundo, el pago del impuesto, mientras que por naturaleza, y como Hijo, estaba dispensado (Mt 18,23-26). Así, cuando le veas observar la Ley, no te extrañes, no pongas en la hilera de los servidores al que es libre, pero mide con el pensamiento la profundidad de un tal designio.

San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia
Homilía 12; PG 77, 1041 s

San Zósimo, Papa - 30 de marzo


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San Juan Clímaco - 30 de marzo


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martes, 29 de marzo de 2011

La felicidad verdadera - San Héctor Valdivielso Sáez


"La verdadera paz, la felicidad verdadera, se halla sólo en la tranquilidad de conciencia; y una conciencia está tranquila cuando se halla bien con Dios."

San Héctor Valdivielso Sáez, 23/12/1933

Evangelio del día 29 de marzo de 2011


Evangelio según San Mateo 18,21-35. Martes de la III Semana de Cuaresma

Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
Comentario:
Tener piedad de nuestro prójimo como Dios tuvo piedad de nosotros


Señor y Maestro de mi vida,
no me abandones al espíritu de la pereza, del desánimo,
de dominación y de vana charlatanería.

(Prosternarse)

Dame la gracia, a mí tu servidor/tu sierva,
del espíritu de castidad, de humildad, de paciencia y de caridad.

(Prosternarse)

Sí Señor y Rey, concédeme ver mis faltas
y no condenar a mi hermano,
tu que eres bendito por los siglos. Amén.

(Prosternarse.
Después se dice tres veces inclinándose hasta el suelo)

Oh Dios, ten piedad de mí, pecador.
Oh Dios, purifícame, pecador.
Oh Dios, mi creador, sálvame.
¡De mis numerosos pecados perdóname!

Las liturgias bizantinas y orientales de la Cuaresma Oración de san Efrén el Sirio

Santos Jonás y Baraquicio, mártires - 29 de Marzo

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lunes, 28 de marzo de 2011

Los sacerdotes no son ni curanderos ni adivinos (¿excepto los carismáticos?)



La creencia que los antepasados están dotados de poderes sobrenaturales se acerca a la idolatría” afirman los Obispos del África Austral, según informa la agencia Fides, del dicasterio misionero de la Santa Sede. “Constatamos, con una cierta preocupación, que diversos cristianos africanos, que viven momentos difíciles, se dirigen a las prácticas de su religión tradicional”, afirman los Obispos del África austral en una carta pastoral sobre la fe cristiana y el culto ancestral, recientemente publicada. Los Obispos se refieren en particular a las prácticas que prevén “la intervención de los espíritus de los antepasados, de espíritus medium, la consulta de adivinos, la magia y otras cosas”.
“Lo que es aún más preocupante -se afirma en el documento- es el hecho que algunos sacerdotes y religiosos (además de laicos profesionales: maestros, médicos, enfermeros…) buscan convertirse en adivinos y curanderos”.

Nos preguntamos que pensar de los “carismáticos” farsantes de la fe, que engañan a muchos con sus curanderismos…

El P. Miguel Santurio el “!cura! ndero” que fue sancionado por el Obispo de San Luis por decir que ¡curaba!
Por este motivo los Obispos decidieron redactar la carta pastoral para explicar una vez más las enseñanzas de la Iglesia católica y poner en evidencia los elementos culturales que contradicen el mensaje del Evangelio.

En primer lugar, el documento reafirma el significado del sacerdocio católico: “Los sacerdotes actúan en la persona de Cristo y no en las personas de los espíritus de sus antepasados. Ellos reciben autoridad y poder de la Iglesia y no a través de un ritual para convertirse en adivino-curandero. La afirmación de actuar a través de una doble fuente de poder y autoridad confunde a los cristianos y debilita la imagen del sacerdote porque una contradice a la otra”.

Son sobre todo las personas en dificultad, y en particular los enfermos, los que recurren a las prácticas de la religión ancestral. Por esto los Obispos señalan que “las creencias religiosas indígenas atribuyen un poder de curación a los espíritus de los antepasados. En este contexto, el sacramento de los enfermos empalidece hasta convertirse en algo insignificante a los ojos de los que sufren, porque la fe en Jesucristo no juega ningún papel”.

“Esta práctica y estas creencias contradicen las enseñanzas de la Iglesia sobre la curación”. Los Obispos recuerdan en cambio que “el Señor siempre mostró una gran atención y cuidado por el bienestar corporal y espiritual de los enfermos. Esto se evidencia en el Evangelio y sobre todo en el sacramento de la unción de los enfermos”.

Por lo que se refiere al culto de los antepasados, la carta pastoral de la Conferencia Episcopal del África Austral, recuerda que “la creencia en que los antepasados están dotados de poderes sobrenaturales se acerca a la idolatría. Es Dios y solamente Dios que es omnipotente. Los antepasados son sus creaturas. Ellos pueden ayudarnos solamente intercediendo por nosotros. Cuando nos dirigimos a los antepasados o Santos, debemos usar la frase ‘ruega por nosotros’ y no ‘haz esto por nosotros’. El primer mandamiento prohíbe honrar a otros dioses fuera del Señor, que se reveló a su pueblo”.

“Toda forma de adivinación debe ser rechazada -continúa el documento-. Consultar horóscopos, astrólogos, lectura de la mano, recurrir a los medium, son prácticas que esconden el deseo de poder sobre el tiempo, la historia y, por último, sobre los seres humanos. Un comportamiento correcto cristiano consiste, en cambio, en ponerse en las manos de la Providencia”.

Los Obispos se detienen asimismo en advertir a los fieles sobre la magia, la simonía y las medicinas mágicas, y concluyen su reflexión recordando el significado cristiano de la vida después de la muerte y la importancia de la oración por los propios difuntos que están aún en el Purgatorio.+

por Gustavo Maldocena. Tomado de: Radio Cristiandad.

Evangelio del día 28 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 4,24-30. Lunes de la III Semana de Cuaresma

Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

Comentario: La Cuaresma conduce a la resurrección del bautismo - San Ambrosio

Naamán era sirio, tenía lepra y no podía ser purificado por nadie. Entonces una joven esclava dijo que había un profeta en Israel que podría purificarle de la plaga de la lepra... Aprende ahora quien es esta joven de entre los cautivos: la joven asamblea de entre las naciones, es decir la Iglesia del Señor, humillada anteriormente por la cautividad del pecado, mientras que no poseía aún la libertad de la gracia. Por su consejo este vano pueblo de las naciones escuchó la palabra de los profetas de la cual había dudado mucho tiempo. Después, desde que el creyó que era necesario obedecer, fue lavado de toda infección de sus malas acciones. Naamán había dudado antes de ser curado, tú estás ya curado, por lo que no debes dudar.

Es por eso que se te dijo ya que no creas solamente lo que veías aproximándote al baptisterio, por miedo que no digas: « ¿Está ahí el gran misterio que el ojo no vio ni el oído oyó y que no ascendió al corazón del hombre? (1Co 2,9) Veo el agua, que veía todos los días; ¿puede purificarme estas aguas en las que a menudo he bajado sin ser nunca purificado?» Aprende por eso que el agua no purifica sin el Espíritu. Por eso leíste que « tres testigos del bautismo no son más que uno: el agua, la sangre y el Espíritu» (1Jn 5,7-8). Porque si retiras uno de ellos ya no hay sacramento del bautismo. En efecto, ¿qué es el agua sin la cruz de Cristo? Un elemento ordinario sin ningún efecto sacramental. Y de la misma manera, sin el agua no hay misterio de la regeneración. « A menos de haber nacido de nuevo del agua y del Espíritu no se puede entrar en el Reino de Dios» (Jn 3,5). El catecúmeno cree en la cruz del Señor Jesús de la cual está marcado; pero si no ha sido bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no puede recibir la remisión de sus pecados ni extraer el don de la gracia espiritual.

Así pues este sirio se sumergió siete veces en la Ley; tú, has sido bautizado en el nombre de la trinidad. Tú has confesado el Padre..., tú has confesado el Hijo, tú has confesado el Espíritu Santo... Estás muerto al mundo y resucitado por Dios, y, en alguna forma enterrado al mismo tiempo en este elemento del mundo; muerto al pecado, has resucitado para la vida eterna (Rm 6,4).

San Ambrosio (v. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia Los Misterios, § 16-21 (trad. SC 25, p. 112)

San Sixto III, Papa - 28 de marzo


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San Guntrano - 28 de marzo


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domingo, 27 de marzo de 2011

SS Benedicto XVI llama a suspender uso de armas en Libia


Ciudad del Vaticano.- SS Benedicto XVI urgió hoy a los organismos internacionales y a cuantos tienen el poder, tanto político como militar, a iniciar inmediatamente un diálogo que suspenda el uso de las armas en Libia.

Ante varios miles de personas convocados en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la bendición dominical con el Angelus, el pontífice expresó su preocupación por la suerte de las poblaciones civiles que sufren la guerra desde hace seis días.

“Por las noticias, cada vez más dramáticas que provienen de Libia, crece mi trepidación por la incolumidad y la seguridad de la población civil y mi aprensión por el desarrollo de la situación, actualmente marcada por el uso de las armas”, dijo en italiano.

“En los momentos de mayor tensión –agregó- se hace más urgente la exigencia de recurrir a todo medio del cual dispone la acción diplomática y de sostener incluso la más débil señal de apertura”.

El obispo de Roma llamó a sostener hasta la más mínima voluntad de reconciliación entre todas las partes involucradas e impulsar soluciones pacíficas y duraderas.

“Mientras elevo al señor mi oración por un regreso a la concordia en Libia y en la entera región norteafricana, dirijo un sentido llamado a los organismos internacionales y a cuantos tienen responsabilidades políticas y militares, para el inmediato inicio de un diálogo que suspenda el uso de las armas”, insistió.

Durante su mensaje Benedicto XVI se refirió también al atentado terrorista que tuvo lugar hace unos días en Jerusalén y pidió tanto a las autoridades del Medio Oriente privilegiar el diálogo y la reconciliación en la búsqueda de una convivencia justa y fraterna.

Evangelio del día 27 de marzo de 2011


Evangelio según San Juan 4,5-42. III Domingo de Cuaresma A


Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber".
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva".
"Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?".
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna".
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla".
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí".
La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta.
Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar".
Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo".
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?".
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?".
Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: "Come, Maestro".
Pero él les dijo: "Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen".
Los discípulos se preguntaban entre sí: "¿Alguien le habrá traído de comer?".
Jesús les respondió: "Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega.
Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría.
Porque en esto se cumple el proverbio: 'no siembra y otro cosecha'
Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos".
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que hice".
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días.
Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra.
Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo".

Comentario:

Serás más grande que nuestro padre Jacob? - Santiago de Saroug


La vista de la belleza de Raquel a hecho a Jacob de alguna forma más fuerte: ha podido levantar la enorme piedra de encima del pozo y dar de beber al rebaño (Gn 29,10)... En Raquel con quien se casaba, veía el símbolo de la Iglesia. Por ello era preciso que abrazándola llore y sufra (v. 11), a fin de prefigurar por su matrimonio los sufrimientos del Hijo... ¡Cuánto más hermosas las nupcias del Esposo Real que las de sus embajadores! Jacob ha llorado por Raquel casándola; nuestro Señor ha cubierto la Iglesia con su sangre salvándola. Las lágrimas son el símbolo de la sangre, porque no es sin dolor como brotan de los ojos. El llanto del justo Jacob es el símbolo del gran sufrimiento del Hijo, por el cual la Iglesia de las naciones ha sido salvada.

Ven, contempla nuestro Maestro: ha venido a casa de su Padre en el mundo, se ha anonadado para cumplir su camino de humildad (Ph 2,7)... Ha visto las naciones como rebaños muy sedientos, y la fuente de la vida cerrada por el pecado como por una piedra. Ha visto la Iglesia parecida a Raquel: entonces se precipitó hacia ella, derribó el pecado pesado como una roca. Ha abierto para su esposa el baptisterio para que se bañe; ha sacado de allí, ha dado a beber a las naciones de la tierra, como a sus rebaños. Con su poder, ha levantado el pesado peso de los pecados; para el mundo entero, ha puesto al descubierto la fuente de agua dulce...
Sí, por la Iglesia, nuestro Señor se dió un gran trabajo. Por amor, el Hijo de Dios vendió sus sufrimientos, con el fin de unirse, al precio de sus llagas, a la Iglesia abandonada. Por ella, que adoraba los ídolos, sufrió en la cruz. Por ella ha querido entregarse, para que sea suya, toda inmaculada (Ep 5,25-27). Consintió llevar a pacer el rebaño entero de los hombres, con el gran bastón de la cruz; no rehusó sufrir. Razas, naciones, tribus, multitudes y pueblos, aceptó conducir a todos, para tener para él, a su vez, la Iglesia, su única (Ct 6,9).

Santiago de Saroug (v. 449-521), monje y obispo sirio.
Homilía sobre nuestro Señor y Jacob, sobre la Iglesia y Raquel

A la Señora de todos los pueblos


Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados de la corrupción,
de las calamidades y de la guerra.
Que la Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.

Amén

San Ruperto, obispo - 27 de marzo


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sábado, 26 de marzo de 2011

Evangelio del día 26 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32. Sábado de la II Semana de Cuaresma

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".


Comentario: Voy a volver a casa de mi padre - Isaac de la Estrella


«Bienaventurados los que lloran porque serán consolados» (Mt 5,5). Por esta palabra el Señor quiere hacernos comprender que el camino de la alegría es el llanto. Por la desolación se va a la Isaac de la Estrella; es perdiendo su vida como la encuentra, rechazándola como se la posee, odiándola como se la ama, despreciándola como se la conserva (cf Lc 9, 23s). Si quieres conocerte a ti mismo y dominarte, entra en ti mismo y no te busques fuera... Entra pues en ti mismo, pecador, entra donde existes verdaderamente: en tu corazón. En el exterior, eres un animal, a imagen del mundo...; dentro, tu eres un hombre, a imagen de Dios (Gn 1,26), y por tanto capaz de ser deificado.

Por lo tanto, hermanos, ¿el hombre que entra en sí mismo, no se descubrirá lejos, como el hijo pródigo, en una región distinta, en una tierra extranjera, en la que se sienta y llora con el recuerdo de su padre y de su patria?... « Oh Adán, ¿dónde estás? » (Gn 3,9) Quizás todavía en la sombra para no verte: coses juntas hojas de vanidad para cubrir tu vergüenza (Gn 3,7),mirando lo que está alrededor de ti y lo que es tuyo, porque tus ojos están muy abiertos sobre tales cosas. Pero mira dentro, mírate: es allí donde se encuentra el mayor motivo de vergüenza...

Es evidente, hermanos: vivimos fuera de nosotros mismos... Es por ello que la Sabiduría tiene interés siempre de invitarnos a la casa del duelo más que a la casa del banquete (Eccl 7,3), es decir recordarle en sí mismo al hombre que estaba fuera de sí, diciéndole: « Bienaventurados los que lloran» y en otro pasaje: « Desdichados de vosotros que reís ahora » (Lc 6,25)... Hermanos míos, gimamos en presencia del Señor: que su bondad le lleve a perdonarnos... Dichosos los que lloran, no porque lloran, sino porque serán consolados. El llanto es el camino; el consuelo es la beatitud.

Isaac de la Estrella (?-v. 1171), monje del Cister
2º sermón por Todos los Santos § 13-2

San Cástulo, Mártir - 26 de Marzo


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San Ludgerio - 26 de marzo


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viernes, 25 de marzo de 2011

Testimonio de un ex - Mormón


Por qué Dejé la Iglesia Mormona


Por Richard Packham


Dejé la Iglesia Mormona en 1958, cuando tenía 25 años de edad.

Eso fue hace mucho tiempo: David O. McKay era el profeta, vidente y revelador. Solamente había ocho templos y ninguno tenía proyector de película. Cada barrio tenía su propio lugar de reunión, la Escuela Dominical era a las 10:30 a. m., y la reunión sacramental era a las 7:00 p m. No había negros en la iglesia (al menos ninguno estaba visible). Los garments eran de una sola pieza. La ceremonia de investidura del templo aun tenia los castigos de muerte, el ministro, los cinco puntos de la hermandad. Aun estaban perdidos los rollos de papiro del Libro de Abrahán. Los misioneros nuevos aprendían el idioma, del país que eran asignados, llegando dos semanas antes.

¿Por qué, después de todos estos años, debo estar todavía preocupado por el mormonismo? ¿Por qué no he terminado con esa lejana parte de mi pasado, dejándola atrás?

Hay varias razones:

Primera, desciendo de una larga líneas de fieles mormones. Todos mis ancestros, en cada rama de mi familia, de cuatro, cinco y seis generaciones, fueron mormones. Los mormones y su historia son mi herencia. Es mi única herencia. Es de donde provengo. Ninguno de mis ancestros mormones fueron grandes o famosos, pero he leído sus historias y fueron gente buena. Fueron fieles, trabajadores, y merecen mi respeto. La historia de mi familia está inevitablemente entrelazada con la historia de los mormones, su migración a UTAH y el establecimiento en las montañas del oeste. No puedo ignorar al mormonismo ni a la Historia Mormona sin olvidar mi pasado.

Segunda, mi familia aun son mormones fieles, casi todos, incluso mis padres, mis hermanos y hermanas, mis hijos mayores, mis nietos, mis sobrinas y sobrinos. Sus vidas están permeadas por sus creencia mormonas. Su existencia diaria está entrelazada con las actividades del quehacer de la iglesia, todos sus amigos son mormones, sus temores y esperanzas son temores y esperanzas mormonas. No puedo ignorar el mormonismo sin ignorar las vidas de quienes amo.

Tercera, la iglesia mormona se está volviendo más importante y más poderosa en nuestra sociedad. En mi estado (que, a diferencia de Utah, no se considera como un estado “mormón”) es ahora la segunda denominación religiosa más grande. Nuestro actual Senador es un mormón devoto. Los mormones ocupan influyentes posiciones en nuestros gobiernos estatal y nacional, más allá de la proporción a su población en los Estados Unidos. La iglesia se ha convertido en una empresa financiera súper rica, con negocios de billones de dólares y propiedades por todo el país –un hecho del que la mayoría de los no mormones no está conciente-con un amplio (usualmente invisible) margen de influencia sobre muchos aspectos de la vida americana. Sus ingresos se estiman. De fuentes fidedignas, en millones de dólares por día, no solamente de sus miles de negocios sino también de sus miembros fieles, a quienes se requiere que donen, un mínimo del diez por ciento de todos sus ingresos, a la iglesia.

La iglesia mormona se jacta de su rápido crecimiento. Este crecimiento, además de su postura a favor de las familias grandes, se debe a que mantiene un gran cuerpo de misioneros voluntarios de tiempo completo, que son una fuerza de ventas bien entrenado y totalmente adoctrinado, cuyo único propósito es traer más gente a la iglesia. Su meta no es convertir, sino enrolar; no enriquecer las vidas, sino bautizar; no salvar las almas pecadoras, sino agrandar las listas de miembros. Esta fuerza misionera no está dirigida por cuidadosos clérigos, sino por exitosos hombres de negocios, porque el esfuerzo misionero mormón es un negocio, y uno muy exitoso, cuando se le juzga por las normas de negocios. Pero la meta última de la iglesia, declarada públicamente por los primeros líderes José Smith y Brigham Young (pero no tan públicamente mencionada por los líderes mormones más recientes), es establecer el Reino Mormón de Dios en América y gobernar al mundo como los representantes nombrados por Dios. La iglesia ya es influyente para hacer política, como se demostró no hace mucho cuando se derrotó la Enmienda de Igualdad de Derechos, con la ayuda decisiva de la iglesia mormona.

Para mí, la posibilidad de que la iglesia mormona pueda controlar a Estados Unidos es una perspectiva aterradora. Esas son algunas de las razones más importantes de por qué aun estoy vitalmente interesado en el Mormonismo y la iglesia SUD.

Los mormones le dirán que el mormonismo es un modo de vida maravilloso, que trae felicidad a su existencia mortal y, si nos lo ganamos por medio de la fe y la obediencia, el gozo final (y “el poder y dominio”) en la siguiente. Las promesas y esperanzas que da a sus creyentes son atrayentes e inspiradoras. Entonces, ¿por qué rechacé eso? Aquí está la narración de mi propio viaje a través (y, finalmente, fuera de) del mormonismo.

Mi infancia mormona fue muy feliz, con padres y familia amorosa y alimentadora. Éramos “especiales” porque teníamos “el evangelio,” es decir el mormonismo. En mi pequeño pueblo al sur de Idaho, los mormones éramos fácilmente el grupo social y políticamente dominante. Sentíamos pena por aquellos que no eran tan afortunados, por la razón que fuera, de ser bendecidos con el evangelio. Nuestras vidas se centraban en la iglesia. Teníamos registros perfectos de asistencia a todas nuestras reuniones. Estudiábamos nuestros manuales de lecciones. Era una vida maravillosa. Maravillosa porque teníamos el Evangelio, por el que agradecíamos a Dios varias veces al día, en cada oración y en cada bendición pronunciada sobre nuestros alimentos.

Los adolescentes mormones participábamos en actividades escolares, por supuesto, con no mormones, pero también teníamos nuestros propios eventos patrocinados por la iglesia, que eran tan buenos o mejores. En realidad, los buenos adolescentes mormones no tenían citas con no mormones, por el peligros de “involucrarse seriamente” con un no mormón, lo que conduciría a la tragedia de un “matrimonio mixto” que no podría ser solemnizado en el templo, y que finalmente significaría la pérdida eterna de la posibilidad de entrar al grado más alto de gloria en el cielo, el reino celestial. Ninguno de nosotros se atrevía a arriesgar eso.

Así mi novia de la secundaria era una chica buena y fiel mormona. Nos enamoramos profundamente y éramos devotos uno del otro sin arriesgarnos en alguna actividad física inmoral más allá de besos y abrazos (ni contacto con la piel del cuerpo o de alguna área debajo de la cintura o alrededor de los senos, etc.). cuando ella se graduó de la secundaría y yo estaba en mi tercer año en la Universidad Brigham Young, vírgenes los dos nos casamos en una hermosa ceremonia en el Templo de Idaho Falls y tuvimos dos bebés. Éramos la joven pareja mormona ideal.

Disfruté mis cuatro años en BYU, rodeado de devotos compañeros estudiantes y enseñado por maestros devotos y educados. Un profesor de geología también era miembro de nuestro barrio. Yo aprendía sobre la edad de la tierra, como lo enseñan la mayoría de los geólogos. Un domingo le pregunté, en la iglesia, cómo reconciliaba las enseñanzas de su ciencia con las enseñanzas de la iglesia (que decía que la tierra fue creada hace como 6000 años). Contestó que tenía dos compartimientos en su cerebro: uno para la geología y uno para el evangelio. Estaban completamente separados y no permitía que uno influyera sobre el otro. Esto me molestó, pero no pensé más sobre ello.

Después de mi graduación en la Universidad Brigham Young se me ofreció una beca en la Universidad Northwestern para trabajar sobre una maestría. Así que mi joven esposa y yo, con dos (en ese entonces) bebés, nos cambiamos a Evanston, Illinois, y por primera vez en mi vida estuve rodeado de no mormones. Era el único mormón en mi programa universitario. Esto no me intimidó en lo más mínimo. Sentía que era suficientemente inteligente, suficientemente conocedor de la religión, y suficientemente entrenado en habilidades oratorias (había sido campeón de debates en la secundaria) para discutir, defender y promover mi religión con cualquiera. Pronto encontré interesados. Como no era secreto que me había graduado en BYU, muchos de mis compañeros estudiantes tenían preguntas sobre el mormonismo. Eran preguntas amistosas, pero desafiantes. Por primera vez en mi vida tuve la oportunidad de esparcir el evangelio. Era excitante. Tuve algunas discusiones maravillosas. Incluso mis profesores estaban dispuestos a escuchar, así eduqué a mi profesor de ligüística sobre el alfabeto Deseret y a mi profesor de literatura alemana sobre las semejanzas entre la visión del mundo de Goethe y José Smith.

Algunos de mis compañeros estudiantes, sin embargo, tenían tratados y otra literatura sobre los mormones que habían obtenido de sus propias iglesias. Me hicieron preguntas que fui incapaz de contestar satisfactoriamente porque estaban basadas en hechos que desconocía. Nunca había escuchado de las pandillas de ejecutores Danitas, sobre la doctrina de la Expiación de Sangre o sobre la doctrina de Adán-Dios. ¿De dónde procedían estas horribles acusaciones?

Me di cuenta que, para que pudiera defender al mormonismo, tendría que conocer lo que sus enemigos decían sobre él, así estará preparado con los hechos apropiados. Nunca había sido un ávido estudiante de la historia de la iglesia, aunque había obtenido las más altas calificaciones en el curso de seminario de historia de la iglesia, en el tercer año de secundaria. Es decir, ¿qué era más importante conocer sobre la historia de la iglesia, además del relato de cómo José Smith tuvo sus visiones, obtuvo las planchas, las tradujo, y cómo Satanás había perseguido a los Santos hasta que llegaron a Utah? Estaba más interesado en la doctrina: la Verdad, como era enseñada por los profetas. La Verdad, eterna e inmutable.

Pero ahora comencé a leer la historia de la iglesia, tanto las historias auténticas publicadas por la iglesia, como las espantosas mentiras y distorsiones publicadas por sus enemigos. ¡Qué diferentes eran! Casi era como si los autores de cada campo escribieran sobre sucesos diferentes. Y la biblioteca de la universidad, donde pasé gran cantidad de tiempo, parecía tener más de las últimas que de las primeras.

Después de un año obtuve mi maestría en Alemán y acepté un empleo de maestro en Ogden, Utah. Regresamos a Sión y tuvimos nuestro tercer hijo.

En Ogden encontré por primera vez los escritos de los mormones fundamentalistas, que creen que José Smith y Brigham Young fueron profetas verdaderos, pero que la iglesia desde entonces –especialmente desde que abandona la práctica de la poligamia- está en apostasía. Entonces estudiaba extensamente las doctrinas y la historia de la iglesia y parecía que los fundamentalistas tenían mucha información histórica que no era accesible de ninguna otra manera. Por ejemplo, en gran medida se basaban en el Diario de Discursos, una obra de muchos volúmenes que contiene prácticamente todos los sermones predicados por los líderes de la iglesia en los primeros treinta o cuarenta años después de llegar a Utah. Supe que, hace muchos años, cada hogar mormón tenía una copia de esta obra. Pero luego los líderes de la iglesia decidieron que no era necesario que los miembros la tuvieran y ordenó que se entregaran todas las copias. Se volvió una rareza. ¿Por qué? Toda obra anti mormona que he leído se basa mucho sobre citas de los sermones del Diario de Discursos. Pero los actuales líderes de la iglesia casi nunca lo mencionan. ¿Por qué? Me molestaba, pero lo hice a un lado.

Cuando vivía en Ogden, un editor fundamentalista sacó una reimpresión facsimilar del Diario de Discursos completo, en pasta dura, por $250 dólares. Si no hubiera sido un pobre maestro de escuela, lo hubiera comprado, porque ansiaba poder leer las sabias palabras de los primeros líderes. Pero la pregunta de por qué esta obra fue suprimida por la iglesia aun me molestaba. Hice a un lado la idea.

Una de las acusaciones hechas por las obras anti mormonas que había leído era que Brigham Young enseñó que Dios le había revelado que Adán era, de hecho, Dios el Padre. Para sostener esto citaban los sermones de Brigham Young en el Diario de Discursos. ¡Si solamente pudiera verificar esto por mí mismo! Recordé un comentario extraño hecho un día después de clase por Sydney B. Sperry, el profesor de BYU y autoridad de los estudios sobre el Libro de Mormón y la Biblia. Había tomado con él una clase del Libro de Mormón y le admiraba grandemente. Un día dijo, misteriosamente, a un grupo pequeño de estudiantes que habían permanecido después de la clase: “¡Creo que, cuando lleguen al Reino Celestial, se sorprenderán grandemente al descubrir quién es Dios realmente!”

¡Vaya! Eso implicaba que el Dr. Sperry sabía un secreto que no muchos conocían; que los estudiantes no sabíamos realmente todo lo que debía saberse sobre esto; que los profetas no habían dicho todo. ¿Cuál podría ser ese secreto? Cuando investigué mas esto, y encontré una y otra vez las mismas palabras citadas de los sermones de Brigham Young en el Diario de Discursos, comenzaron a encajar: ¡Realmente Adán era Dios!

Después de dos años de enseñar en secundaria en Sión, me ofrecieron una beca para continuar mis estudios de posgrado en Baltimore. Aceptamos. De nuevo estuvimos rodeados por Gentiles, y de nuevo tuve una disponible una biblioteca de investigación.

Ciertos eventos en la historia de la iglesia comenzaron a molestarme. ¿Por qué había fracasado el Campamento Sión? ¿Por qué había fracasado el Banco de Kirtland? Ambas empresas fueron organizadas para beneficio de la iglesia por el profeta de Dios, quien prometió que tendrían éxito. Fue difícil evitar la conclusión que Dios no hacía mucho para dirigir los asuntos de su iglesia. Y, cuando lo pensaba, lo mismo podía decirse de los experimentos en la Orden Unida (teniendo toda la propiedad en común), el matrimonio plural, el alfabeto Deseret – todos los proyectos comenzaron con gran promesa, dirigidos por los líderes ungidos por Dios y todos fracasaron y pronto fueron abandonados. Me molestaba, pero hice a un lado el pensamiento.

Lo que más comenzó a molestarme fue que la iglesia parecía no estar diciendo toda la verdad sobre muchos eventos en el pasado. La evidencia que leí parecía no dejar duda de que la iglesia había animado, si no es que organizado, a las pandillas ejecutoras llamadas Danitas o los Ángeles Vengadores. Demasiadas fuentes independientes y primarias testificaron de sus actividades. En esa época de mis investigaciones la verdadera historia de la masacre de Mountain Meadows se comenzaba a saber, una atrocidad que la historia oficial de la iglesia hizo pasar como obra de los indios, mientras que la culpa principal estaba sobre la iglesia. La misma masacre era bastante mala pero, para mí, el posterior encubrimiento de la iglesia fue peor, hasta donde concierne a la naturaleza divina de la iglesia. Me molestaba, pero hice a un lado el pensamiento.

Entre los papeles de mi abuelo, que sirvió en una misión en Inglaterra en 1910, encontré muchos folletos e impresos que había usado en su misión. Uno era la trascripción de un debate en 1850 entre John Taylor (entonces apóstol y en misión en Inglaterra) y un ministro metodista. Entre los temas discutidos en el debate estaba el rumor, común entonces, de que los mormones practicaban el matrimonio plural. Taylor negó vigorosamente los rumores como una mentira maligna y aseguró con firmeza, por su honor, que los mormones eran buenos monógamos. En ese mismo tiempo, Taylor mismo estaba casado con doce esposas vivas. En esa época todos los dignatarios de la iglesia tenían también esposas múltiples. ¿Cómo podía un profeta de Dios, mentir tan tranquilamente? Me molestaba, pero traté de hacerlo a un lado. El problema de Adán-Dios continuaba ocupando mi mente. Finalmente decidí tratar de resolver el asunto. Si la doctrina era verdadera, estaba dispuesto, como miembro fiel de la iglesia, aceptarla. Si no era verdadera, necesitaba una explicación sobre el hecho manifiesto de que Brigham Young (y otras autoridades de la iglesia en esa época) lo enseñaba firmemente. Así que redacté una carta para José Fielding Smith, a quien respetaba muchísimo y quien, en ese momento, era el Historiador de la Iglesia y Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles. ¡Si solamente contestara mi carta! Le indiqué al Presidente Smith mi dilema: la evidencia parecía clara y incontrovertible de que Brigham Young había enseñado que Adán es Dios el Padre. Pero la iglesia actual no enseña esto. ¿Cuál es la verdad?

Secretamente pensaba (y quizá esperaba) que el Presidente Smith contestaría y diría algo como: “Querido Hermano, su diligencia y fe al investigar la verdad le ha llevado a un secreto precioso, no conocido por muchos; sí, puede tener la seguridad que el Presidente Young enseñó la verdad: Adán es nuestro Padre y nuestro Dios, y el único Dios con quien tenemos que tratar. La iglesia no proclame esta preciosa verdad porque no deseamos exponer los misterios de Dios a la mofa del mundo. Preserve esta verdad secreta como lo hace con los secretos de su investidura del templo.”

Recibí del Presidente Smith una respuesta corta y clara a mi carta. Era totalmente diferente de lo que hubiera esperado. Escribió que tal idea no era verdadera, no estaba en las escrituras y era completamente falsa. No se ocupó de la evidencia de que Brigham Young lo había enseñado. Ignoró todo el problema como si no existiera. Me molestó, pero traté de sacarlo de mi mente.

En esa época, en la universidad asistía a una clase de historia de la filosofía. Era fascinante. No tenía idea de que seres humanos ordinarios habían tenido tales pensamientos de algunas de estas cuestiones. Se me ocurrió que mi religión tenía abundancia de respuestas y explicaciones, pero proporcionaba esas respuestas incluso sin darse cuenta realmente cuáles eran las preguntas. Las respuestas que mi iglesia daba parecían más bien frívolas y superficiales, incluso sin tratar de los problemas realmente básicos. Fui introducido al estudio de la ética y me sorprendí de encontrar lo mismo: mi religión, que aseguraba ser la respuesta última, final y completa, no era ni una introducción a los grandes problemas éticos con los que los grandes pensadores habían lidiado durante cientos de años.

Sin embargo, permanecí como miembro fiel de la iglesia, cumpliendo con todas mis obligaciones en la iglesia, asistiendo a las reuniones, observando la Palabra de Sabiduría, usando mis garments del templo. Pero luchaba fuertemente para reconciliar las inconsistencias de la iglesia, las mentiras y el pasado dudoso, con mi fe en su divinidad. Fue en un momento singular, un día en la biblioteca de la universidad, cuando reflexionaba sobre este problema. Repentinamente me llenó el pensamiento: “Todos estos problemas desparecen tan pronto como te das cuenta de que la iglesia mormona es solo otra institución hecha por el hombre. Entonces todo de explica fácilmente.” Fue como una revelación. Súbitamente me dejó el peso y me llené de un sentimiento de gozo y alborozo. ¡Por supuesto! ¿Por qué no lo vi antes?

Corrí a casa para compartir con mi esposa el gran descubrimiento que había hecho. Le dije lo que había aprendido: ¡la iglesia no es verdadera!

Dio la espalda y subió las escaleras. Se negaba a aceptar cualquier cosa que dijera como crítica sobre la iglesia. Fue el principio del fin de nuestro matrimonio.

Traté de continuar con mis responsabilidades en la iglesia, principalmente como organista del barrio. Pero encontré más y más difícil sonar sincero al hablar en público, hacer oración en público o participar en las discusiones de la clase. En verano siguiente mi esposa llevó a Utah a los niños para una visita, y sentí que era tonto continuar usando los garments del templo. Y ¿por qué no beber una taza de café con los otros estudiantes, o un vaso de vino en una fiesta? Nunca en mi vida había probado café o alcohol, pero ahora no había razón, sentía, para privarme de esas cosas placenteras. El año siguiente fue una tregua armada en mi matrimonio.

Mi esposa me abandonó repentinamente, sin aviso, llevándose a los niños. Sus amigos en la iglesia le ayudaron en su huída, y regresó a Sión y se divorció de mí. Un último cartucho de intento de reconciliación fracasó cuando dijo que su regreso estaría condicionado en mi regreso a la fe. Me di cuenta que no podía hacerlo, sin importar cuanto quería conservar a mi familia. Por supuesto, obtuvo la custodia de los niños. Se casó de nuevo cuatro años después, su nuevo esposo un fiel poseedor del sacerdocio cuya esposa había abandonado la iglesia. (¡Qué irónico, que una iglesia que coloca un valor tan elevado a los lazos familiares, realmente destruye lo mismo que asegura promover!)

En los años desde que dejé la iglesia nunca he lamentado por un momento mi decisión (aparte del hecho que me ocasionó perder a mi esposa e hijos). El estudio posterior me ha dado cientos de veces más condenada información sobre la iglesia y su historia de lo que tenía en la ocasión de mi decisión original de dejarla. Muchos amigos mormones y miembros de la familia han tratado de convencerme de que cometí un error, pero cuando insisto que también escuchen lo que tengo que decir sobre mis razones para creer que la iglesia es falsa, pronto abandonan su intención, aunque les aseguro que mi mente está abierta a cualquier evidencia o razonamiento que pueda haber pasado por alto. Están convencidos que apostaté debido al pecado, falta de fe, obstinación, orgullo, sentimientos heridos, falta de conocimiento o comprensión, depravación, deseo de hacer el mal o vivir una vida de libertinaje. Ninguna de esas razones es correcta. La dejé por una razón solamente: la iglesia mormona no es guiada por Dios y nunca lo ha sido. Es una religión de origen 100% humano.

Mi esposa pensaba, creo, que ya que la iglesia me había enseñado a ser honesto, amoroso, fiel, trabajador y buen esposo, mi abandono de la iglesia significaría que pronto me convertiría en lo opuesto. Probablemente no estaba sola en creer que pronto yo sería perezoso, ateo, holgazán miserable, muerte por sífilis y alcoholismo en una edad temprana. Sin embargo, desde que dejé la iglesia mi vida ha sido rica y gratificante. He sido exitoso en mi profesión. Me casé con una chica amorosa, con creencias semejantes a las mías, y ahora tenemos dos hermosos hijos adultos a quienes, sin embargo, eduqué sin entrenamiento religioso y que son tan admirables seres humanos como cualquiera querría que fueran sus hijos. Hemos prosperado materialmente (probablemente más que la mayoría de mis buenos parientes mormones), y también nuestra vida ha sido rica de muchas otras maneras, rica en buenos amigos, en apreciación de la belleza que se encuentra en nuestro mundo. Hemos explorado todas las riquezas intelectuales y espirituales de nuestra herencia humana y nos beneficiamos de todo ello.

Y al envejecer también me doy cuenta que no temo a la muerte, aunque no tengo idea de qué esperar cuando venga. En ese aspecto, encuentro que diferente de muchos mormones que están desesperadamente preocupados de que no han sido suficientemente “valientes” en su devoción a la iglesia para calificar para el Reino Celestial. De nuevo, ¡qué irónico es que una iglesia que comienza por prometer a sus miembros tal gozo y felicidad, realmente les ocasiona tal pena y desesperanza!

Aun estoy orgulloso de mi herencia mormona. Todavía gozo haciendo mi trabajo de genealogía (tengo registros más completos que la mayoría de mis familiares mormones). Aun amo tocar y cantar esos viejos y conmovedores himnos mormones. Aun guardo un buen abastecimiento de alimento a la mano. Y todavía creo en el progreso eterno: las cosas se mantienen mejorando y mejorando.

Como posdata: El Apóstol Bruce R. McConkie admitió que Brigham Young enseñó que Adán era Dios, y que en verdad la iglesia había mentido sobre su propia historia. Dice que Brigham Young estaba equivocado, pero que ha ido al Reino Celestial; pero si usted cree lo que Brigham Young enseñó sobre eso, irá al infierno. El hecho de que la iglesia pueda poner un “giro positivo” sobre estos reconocimientos verdaderamente es un retroceso mental.


Traducido por: Max Ruiz M.
Abril 2003

Evangelio del día 25 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 1,26-38. La Anunciación del Señor - Solemnidad

En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.

Comentario: Que se haga en mí según tu palabra - Tertuliano


¿Por qué el Hijo de Dios ha nacido de una Virgen?... Era necesario un modo totalmente nuevo de nacimiento al que iba a consagrar un nueva manera de nacer. Isaías había profetizado que el Señor anunciaría esta maravilla por un signo. ¿Qué signo? « He aquí que una Virgen va a concebir y dar a luz un niño» Sí, la Virgen ha concebido y dado a luz al Emmanuel, Dios con nosotros (Is 7,14; Mt 1,23). Helo aquí, este nuevo orden de nacimiento: el hombre nace de Dios porque Dios nace del hombre; Dios se hace carne para regenerar la carne por la semilla nueva del Espíritu y lavar todas sus manchas pasadas.

Todo este orden nuevo ha sido prefigurado en el Antiguo Testamento, porque en el designio divino el primer hombre ha nacido por Dios a través de una virgen. En efecto, la tierra estaba aún virgen, el trabajo del hombre no la había tocado, la semilla no había sido echada, cuando Dios la toma para formar el hombre y hacerle « un ser viviente » (Gn 2,5.7). Si pues el primer Adán ha sido formado de la tierra, es justo que el segundo, el que el apóstol Pablo llama «el nuevo Adán» sea él también formado por Dios con una tierra virgen, es decir de una carne cuya virginidad permanecía inviolada, para llegar a ser «Espíritu que da la vida» (1 Co 15,45)...

Cuando ha querido cubrir «su imagen y semejanza» (Gn 1,26) caída en poder del demonio, Dios ha hecho de la misma manera que en el momento en el que lo había creado. Eva era aún virgen cuando acogió la palabra que iba a producir la muerte; fue también en una virgen cómo debía descender la Palabra de Dios que iba a criar el edificio de la Vida... Eva había dado su fe a la serpiente; María tuvo fe en Gabriel. El pecado que Eva había cometido al creer, es creyendo como María lo ha borrado... La Palabra del diablo ha sido para Eva la semilla de su humillación y de sus dolores en el alumbramiento (Gn 3,16), y ella parió el asesino de su hermano (4,8). Al contrario, María alumbró un hijo que debía salvar a Israel, su hermano.

Tertuliano (v. 155-v. 220), teólogo
La Carne de Cristo, 17; PL 2, 781

Santa Margarita Clitherow, mártir - 25 de marzo

Para conocer su hagiografía clickear sobre la imagen.

jueves, 24 de marzo de 2011

Parábola del hombre rico y del pobre Lázaro - SS Benedicto XVI


Queridos hermanos y hermanas:

En el evangelio de este domingo (Lc 16, 19-31) Jesús narra la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro. El primero vive en el lujo y en el egoísmo, y cuando muere, acaba en el infierno. El pobre, en cambio, que se alimenta de las sobras de la mesa del rico, a su muerte es llevado por los ángeles a la morada eterna de Dios y de los santos. «Bienaventurados los pobres —había proclamado el Señor a sus discípulos— porque vuestro es el reino de Dios» (Lc 6, 20). Pero el mensaje de la parábola va más allá: recuerda que, mientras estamos en este mundo, debemos escuchar al Señor, que nos habla mediante las sagradas Escrituras, y vivir según su voluntad; si no, después de la muerte, será demasiado tarde para enmendarse. Por lo tanto, esta parábola nos dice dos cosas: la primera es que Dios ama a los pobres y les levanta de su humillación; la segunda es que nuestro destino eterno está condicionado por nuestra actitud; nos corresponde a nosotros seguir el camino que Dios nos ha mostrado para llegar a la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de Cristo.

Por una feliz coincidencia, mañana celebraremos la memoria litúrgica de san Vicente de Paúl, patrono de las organizaciones caritativas católicas, de quien se recuerda el 350º aniversario de fallecimiento. En la Francia del 1600, precisamente, conoció de primera mano el fuerte contraste entre los más ricos y los más pobres. De hecho, como sacerdote, tuvo ocasión de frecuentar tanto los ambientes aristocráticos como los campos, igual que las barriadas de París. Impulsado por el amor de Cristo, Vicente de Paúl supo organizar formas estables de servicio a las personas marginadas, dando vida a las llamadas «Charitées», las «Caridades», o bien grupos de mujeres que ponían su tiempo y sus bienes a disposición de los más marginados. De estas voluntarias, algunas eligieron consagrarse totalmente a Dios y a los pobres, y así, junto a santa Luisa de Marillac, san Vicente fundó las «Hijas de la Caridad», primera congregación femenina que vivió la consagración «en el mundo», entre la gente, con los enfermos y los necesitados.

Queridos amigos, ¡sólo el Amor con la «A» mayúscula da la verdadera felicidad! Lo demuestra también otro testigo, una joven que ayer fue proclamada beata aquí, en Roma. Hablo de Chiara Badano, una muchacha italiana, nacida en 1971, a quien una enfermedad llevó a la muerte en poco menos de 19 años, pero que fue para todos un rayo de luz, como dice su sobrenombre: «Chiara Luce». Su parroquia, la diócesis de Acqui Terme, y el Movimiento de los Focolares, al que pertenecía, están hoy de fiesta —y es una fiesta para todos los jóvenes, que pueden encontrar en ella un ejemplo de coherencia cristiana—.

Sus últimas palabras, de plena adhesión a la voluntad de Dios, fueron: «Mamá, adiós. Sé feliz porque yo lo soy». Alabemos a Dios, pues su amor es más fuerte que el mal y que la muerte; y demos gracias a la Virgen María, que guía a los jóvenes, también a través de las dificultades y los sufrimientos, a enamorarse de Jesús y a descubrir la belleza de la vida.



ÁNGELUS DEL PAPA BENEDICTO XVI

Palacio Apostólico de Castelgandolfo
Domingo 26 de Septiembre de 2010

Evangelio del día 24 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 16,19-31. Jueves de la II Semana de Cuaresma


Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'.
'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'.
Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".


Comentario:


Un pobre... estaba acostado delante del portal - Beata Teresa de Calcuta



Cristo ha dicho: « Estaba hambriento y vosotros me habéis alimentado» (Mt 25,35). Estaba hambriento no solamente de pan sino también del afecto bondadoso que hace que se sienta amado, reconocido, que se sienta ser alguien a los ojos de otro. Ha estado desnudo no solamente de todo vestido, sino también de toda dignidad y consideración ya que la mayor injusticia cometida hacia el pobre es despreciarle porque es pobre. Estuvo privado no sólo de un techo...sino también de todas las privaciones que aguantan los que son encerrados, rechazados o excluidos errando por el mundo sin que no haya nadie que se preocupe por ellos.
Baja por la calle sin más propósito que eso. Mira este hombre, allí, en el rincón, y ve hacia él. Quizás se irritará, pero estarás allí, frente a él, físicamente. Debes manifestar la presencia que está en tí por el amor y la atención con los cuales te diriges a este hombre. ¿Por qué? Porque, para tí, se trata de Jesús. Jesús, sí, pero que no puede recibirte en su casa –- he aquí la razón por la que debes saber ir hacia él. Jesús, sí, pero oculto en la persona que está allí. Jesús, en el más pequeño de nuestros hermanos (Mt 25,40), no está solamente hambriento de un trozo de pan sino también de amor, de reconocimiento, de ser tenido en cuenta.

Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
No hay mayor amor.

Santa Catalina de Suecia, Virgen, - 24 de marzo


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Santa Joaquina de Vedruna, fundadora - 24 de marzo


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miércoles, 23 de marzo de 2011

Evangelio del día 23 de marzo de 2011


Evangelio según San Mateo 20,17-28. Santo Toribio de Mogrovejo, Obispo – Fiesta

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
"Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".


Comentario: He aquí que subimos a Jerusalén - San Agustín


Date a mí, mi Dios, date siempre a mí... Descansamos en el don de tu Espíritu; allí gozamos de tí, allí está nuestro bien y nuestro descanso. El amor nos enseña, y tu Espíritu que es bueno exalta nuestra bajeza, retirándola de las puertas de la muerte (Ps 9,14). En la buena voluntad encontramos la paz.
Un cuerpo, por su peso, tiende hacia su lugar propio; el peso no va necesariamente hacia abajo, sino a su lugar propio. El fuego tiende hacia lo alto, la piedra hacia abajo..., cada uno hacia su propio lugar; el aceite sube encima del agua, el agua desciende debajo del aceite. Si algo no está en su lugar, está sin reposo; pero cuando ha encontrado su lugar, queda en reposo.
Mi peso es mi amor: es él quien me arrastra, o que me lleva. Tu don nos inflama y nos lleva hacia arriba; nos abraza y partimos... Tu fuego, tu buen fuego nos hace quemar y vamos, subimos hacia la paz de la Jerusalén celeste –- porque he encontrado mi alegría cuando se me ha dicho: « ¡Vamos a la casa del Señor! » (Ps 121,1) Es allí donde la buena voluntad nos conducirá para estar en nuestro lugar, allí donde no desearemos nada más que morar por la eternidad.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia Las Confesiones, XIII, 9

Santa Rebeca - 23 de marzo


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Santo Toribio de Mogrovejo - 23 de marzo

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martes, 22 de marzo de 2011

Evangelio del día 22 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 6,36-38. Lunes de la II Semana de Cuaresma

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".


Comentario:

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso - Isaac el Sirio


Hermano, te recomiendo esto: que la compasión prevalezca siempre en tu balanza, hasta que sientas en tí la compasión que Dios siente por el mundo. Que este estado llegue a ser el espejo en el que nos veamos en nosotros mismos la verdadera « imagen y semejanza » de la naturaleza y del ser de Dios (Gn 1,26). Es por estas cosas y por otras semejantes como recibimos la luz, y como una clara resolución nos lleva a imitar a Dios. Un corazón duro y sin piedad no será jamás puro (Mt 5,8). Pero el hombre que se compadece es el médico de su alma; como por un viento violento expulsa fuera de él las tinieblas de la confusión.

Isaac el Sirio (7º siglo), monje cerca de Mossoul, santo de las Iglesias ortodoxas Discurso, 1ª serie, n° 34

lunes, 21 de marzo de 2011

El Prelado del Opus Dei pide oraciones por Japón


Reproducimos una palabras de Mons. Javier Echevarría, que en estos días está haciendo un curso de retiro espiritual, sobre el trágico sismo en Japón.

16 de marzo de 2011

Desde que recibí la primera noticia del terremoto en la queridísima tierra de Japón, el viernes de la semana pasada a primera hora, no he cesado de rezar y de pedir oraciones por los habitantes de aquel país, uniéndome de corazón al dolor de todas las familias y de cada persona, participando en la pena que lleva consigo esta desgracia.

He ofrecido sufragios por las víctimas, rogando también al Señor que ellas intercedan para que sea mínimo el número de fallecidos y para que se pueda prestar toda la asistencia espiritual y humana a quienes lo necesiten. Me siento totalmente unido, con los fieles de la Prelatura del Opus Dei, a los trabajos que se están llevando a cabo para auxiliar a todas las personas y familias que lo necesiten. Por eso, he pedido a los hombres y a las mujeres de la Prelatura que se encuentran en esa tierra que, bien unidos a sus conciudadanos,además de rezar y de ofrecer sacrificios por la situación actual, no dejen de colaborar en la medida que esté a su alcance en todas las actividades para acudir en auxilio de quienes se encuentren afectados por el seísmo.

Estoy especialmente muy unido, como los demás fieles de la Prelatura, a las plegarias del Santo Padre y a cuanto hayan dispuesto los Obispos de Japón, también para que todo el pueblo de ese país entienda de una manera más inmediata que la Iglesia Católica participa y quiere ayudar en todo lo que afecta al pueblo japonés.

Tomado de: http://www.opusdei.es/

Evangelio del día 21 de marzo de 2011


Evangelio según San Lucas 6,36-38. Lunes de la II Semana de Cuaresma

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".


Comentario:

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso - Isaac el Sirio


Hermano, te recomiendo esto: que la compasión prevalezca siempre en tu balanza, hasta que sientas en tí la compasión que Dios siente por el mundo. Que este estado llegue a ser el espejo en el que nos veamos en nosotros mismos la verdadera « imagen y semejanza » de la naturaleza y del ser de Dios (Gn 1,26). Es por estas cosas y por otras semejantes como recibimos la luz, y como una clara resolución nos lleva a imitar a Dios. Un corazón duro y sin piedad no será jamás puro (Mt 5,8). Pero el hombre que se compadece es el médico de su alma; como por un viento violento expulsa fuera de él las tinieblas de la confusión.

Isaac el Sirio (7º siglo), monje cerca de Mossoul, santo de las Iglesias ortodoxas
Discurso, 1ª serie, n° 34