domingo, 1 de septiembre de 2013

El admirable Cura Brochero Modelo de Apóstol - Por Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría)

La Leyenda

El 16 de marzo de 1840 nació en la villa de Santa Rosa, del Río Primero (en la provincia argentina de Córdoba) José Gabriel Brochero, que había de ser el famoso cura de San Alberto.
“El señor Brochero” como se lo llamó siempre, ha entrado en la historia por la graciosa puerta de la leyenda. Antes de saber quién era, el público, no sólo de Córdoba, sino de toda la Nación, conocía anécdotas, dichos, episodios de su vida, algunos auténticos y muchos inventados.
Ha sonado ya la hora de situar esta gran figura de santo criollo en su verdadero marco histórico, mientras llega el día de venerarlo en los altares. Los más se imaginan que fue un simple cura rural, inculto y desarrugado en los modales, buen jinete y capaz de decirle malas palabras al gobernador y al presidente de la república; un caudillo de sotana, empeñado en una labor materialista, que se ganaba la voluntad de aquellos “gauchos bozales” entre quienes vivía, con cuentos de chalán y con beneficios de político lugareño: caminos, ferrocarriles, escuelas, amén de alguna capilla y de no pocos asados con cuero.

El apóstol

Todo eso, que puede ser cierto, es apenas una parte de la historia externa del famoso cura de San Alberto. Hay que decir la verdad. Brochero fue exclusivamente un apóstol, un ardiente evangelizador de los pobres, que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de apostolado, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escuelas, y hasta la célebre mula malacara en que anduvo miles de leguas por abruptas serranías y desiertos impresionantes, en cuanto hubiera advertido que eso no servía a su único propósito: ganar almas para Dios.

Los Ejercicios Espirituales como medio de apostolado

Y si no se ha penetrado la verdadera vocación de su vida, menos se ha advertido la extraña herramienta espiritual que utilizó. ¿A quién podría ocurrírsele que el mejor medio de convertir aquellos hombres y mujeres de las sierras, rústicos, recelosos, y a menudo analfabetos, fuesen los sutiles Ejercicios de San Ignacio?
Este recurso heroico, que comienza con un encierro de ocho o nueve días para realizar severa penitencia y que es difícil de aplicar a la generalidad de las gentes, ni siquiera en las grandes ciudades, donde hay más inteligencia del asunto y predicadores expertos, y casas adecuadas, con las comodidades indispensables, Brochero lo implantó desde 1878 en el Tránsito, aldehuela prendida en la falda occidental de las Sierras Grandes, al otro lado de la Pampa de Achala, en una región que no se comunicaba con el resto del mundo sino por dificilísimos caminos de herradura.
¿Cómo se le ocurrió al cura de San Alberto la idea de implantar los Ejercicios de San Ignacio y cómo la llevó a la práctica? Refieren que el Niño-Dios mismo le mostró en sueños el lugar indicado donde había de construir su edificio. Sería interesante recoger un día las versiones que aun corren de los sueños que tuvo.

Un poco de historia.

El joven cura de San Alberto

Había nacido —como dijimos— el 16 de marzo de 1840. Tenía, pues, 29 años cuando en 1869 se hizo cargo del curato del departamento de San Alberto, con sus quinientas leguas de serranías indómitas y casi desiertas, y una mísera capilla de techo de paja, situada en San Pedro, la población principal. Pronto había recorrido en mula todo su feudo, y empezaba a conocer a sus feligreses… muchos de ellos primera vez en su vida veían un hombre de sotana.
Los visitaba para saber sus necesidades y los invitaba a ir los domingos a la misa, donde él les platicaba con lenguaje pintoresco y transparente. Muchos accedían y consentían en cubrir la distancia de ocho, diez, quince leguas, que los separaba de San Pedro. El joven cura iba ganándolos, y no tardó en ver que su capilla era muy pequeña para la concurrencia de los domingos; y se puso a la obra de construir una verdadera iglesia.
Y como el apetito viene comiendo, y muchos de sus feligreses realizaban largas peregrinaciones sin más objeto que asistir a misa, se le ocurrió invitarlos a ir a la ciudad de Córdoba, para pasarse unos días de penitencia en la Casa de Ejercicios que allí existe.

Caravanas de ejercitantes

La proposición ahora nos parecerá inconcebible. ¿Cómo abandonar ocupaciones, hogares, familias; transponer treinta leguas de cordillera, en pleno invierno, cruzar desiertos o páramos nevados, en que ni los pumas ni las águilas encuentran su alimento? Y la invitación se hacía a todos, hombres y mujeres, y el joven sacerdote se comprometía a guiarlos él mismo, montado en su mula, como un San Bernardo, predicador y guía de esta rara cruzada.
Tiene fe ciega en los prodigiosos resultados de los Ejercicios Espirituales. Desde los tiempos en que era seminarista los conoce por experiencia propia, y ahora que es cura de almas, son su permanente obsesión. Sabe que nada se opone tanto a la vida espiritual como el hecho casi trivial de que nadie se desprende, ni siquiera por un día, de los cuidados temporales; nadie se zambulle enteramente en una atmósfera de libertad absoluta que le permita poseer su corazón al menos durante una hora.
Dos veces cada año condujo numerosísimos grupos de jinetes, hombres y mujeres, por arriba de la Pampa de Achala, nevada con frecuencia, pues era en los meses de julio a agosto. Marchaban lentamente, por caminos de cabras, el día entero, y de noche acampaban al raso, bajo la palpitante y helada luz de las estrellas, alrededor de hogueritas menguadas, porque la leña escasea mucho en la región.

Casa de Ejercicios en El Tránsito

Como fuesen cada año más numerosos los que se alistaban para aquella inverosímil cabalgata, de cincuenta o sesenta leguas en redondo, después de la iglesia pensó en construir una casa para hacer los Ejercicios en el Tránsito, otra aldea de su curato. Puso manos a la obra. Fue una construcción sencilla y barata, pero de grandes medidas: una capilla, muchas habitaciones y un gran comedor de 60 varas de largo.
Formando cuadro con ella edificó otra, de 48 varas por 100, para colegio de niñas, y trajo de Córdoba a las monjas Esclavas del Corazón de Jesús, a quienes encomendó el cuidado de ambas. La fama del Colegio y de la Casa de Ejercicios se difundió por toda la región y acudieron colegiales y ejercitantes de los más remotos lugares de la provincia de Córdoba y aun de la de San Luis y de La Rioja.

Brochero era ya hombre de inmensa popularidad. Fue tal su alegría cuando se abrieron los cimientos de la Casa de Ejercicios, que quiso poner él mismo la primera piedra, y previendo la oposición del infierno contra el edificio del que esperaba tantos frutos, la arrojó con brío, como si con ella aplastase la cabeza de una serpiente, y exclamó: “¡Te fregaste, diablo!”

Cien mil ejercitantes en sesenta años

La inauguró en el invierno de 1878 y tuvo que dividir a los ejercitantes en cinco tandas, pues pasaron de 3.000. Al año siguiente fueron ocho tandas, con más de 4.000.
Ya han transcurrido más de sesenta años y todavía funciona aquel prodigioso mecanismo en el caserón primitivo, harto destartalado ya. No menos de 100.000 personas han “tomado” (como allí dicen) los Ejercicios Espirituales más severos que puedan imaginarse, en esa aldehuela de escasísima población. Nada más pintoresco, y a las veces nada más extravagante, que los medios de que se valió el cura de San Alberto para propagarlos.

El “Gaucho Seco”: conversión de un bandolero

Había en las Sierras Grandes, allá por 1887, un gaucho malo, jefe de bandoleros, famoso por sus robos y crímenes. El señor Brochero se empeñó en hacerle “tomar” los Ejercicios al “Gaucho Seco”, y fue a buscarlo en su escondrijo como quien busca a un puma en su cubil.

De entrada, no más, le dijo que iba a curarle la lepra de que estaba cubierta su alma. El Gaucho Seco oyó estupefacto semejantes palabras y tuvo curiosidad de asistir a unas ceremonias tan extrañas, de que hacía diez años se hablaba tanto en el país.

Una mañana del frío mes de agosto llegó al Tránsito, montado en una mula zaina, guiado por el cura, que montaba su invariable mula malacara, y seguido a cierta distancia por otros dos jinetes que le guardaban las espaldas.
– Vamos a ver – dijo el Gaucho Seco, apeándose a la puerta de la Casa de Ejercicios – cómo se me va a curar la lepra del alma.

Desensilló, entregó la mula a su lugarteniente, y llevando en sus brazos el apero que sería su cama durante ocho días, siguió a Brochero, que le hizo cruzar dos patios y palmeándole la espalda le indicó una habitación, donde dormiría con una veintena de hombres de su laya.

Más de setecientos paisanos habían llegado ya para esa tanda. Todos miraban, no sin recelo al Gaucho Seco, que pasaba arrogante entre ellos, haciendo sonar sus espuelas y arrastrando la cincha de su silla de montar, cubierta por ricos pellones.

Sólo se oía el ruido de aquellos pasos y de aquellas espuelas. Un silencio imponente dominaba a la extrañísima reunión.
– ¡Vamos a ver el milagro! – dijo para sí con sorna, arrojando sobre la tierra empedernida el copioso apero.
Sonó entretanto una campanita agitada por la mano de un viejo; y todos silenciosamente lo siguieron sin saber a dónde, y el “Gaucho Seco” detrás de ellos. Entraron en la capilla, que se hallaba a oscuras, no obstante ser de día, alumbrada escasamente por algunas velas de sebo y la mariposilla del Sagrario. Un sacerdote de negra sotana empezó a hablarles. Nadie más que él hablaba. El silencio era absoluto y comprimía hasta el latido de las sienes.

Del patio llegaba un olor a carne asada. El señor Brochero les preparaba el primer almuerzo en fogatas al aire libre. Terminó la plática y hubo rezos y cánticos. El Gaucho Seco asistió sin aburrirse, pero sin comprender ni los cantos, ni los rezos, ni las pláticas.

Sonó otra vez la campana y salieron a almorzar. Siempre el mismo silencio impresionante. A lo sumo, el ruido de un cuchillo, uno de esos largos y filosos cuchillos de los gauchos, que cortaba un hueso. Después cebaron mate, alrededor de anafes de barro cocido, en que se iban durmiendo rojas brasas de algarrobo. El Gaucho Seco, vencido por las ganas de tomar mate, se allegó a un grupo y aceptó que lo convidaran, sin atreverse a pronunciar una palabra, tan plúmbeo e imperioso era el callar de la muchedumbre.

De nuevo la campana, y el moverse en filas de la concurrencia, y el acudir a la capilla, y de nuevo la plática y los rezos y los cantos. Después, de nuevo a sus piezas, desnudas y frías, donde calentaron los estómagos vacíos con algunos mates, y se acostaron vestidos sobre sus aperos, en la tierra, pues, no había camas, ni las necesitaban personajes como ellos. Al alba, otra vez la campana, las mismas distribuciones y el mismo silencio.

Más que las pláticas de los dos jesuitas que sucesivamente les hablaban, llamaban la atención del “Gaucho Seco” las coplas que se cantaban, y cuyo trascendental sentido había comenzado a percibir: Perdón, ya mi alma / Sus culpas confiesa; / Mil veces me pesa / De tanta maldad. / Perdón, oh, Dios mío / Perdón y piedad…

¿Era, pues, cierto, era posible que Dios lo perdonase a él? ¿Era, pues, verdad que otros muchos, tan cargados como él de crímenes, habían encontrado misericordia al pie del Crucifijo?

Al tercer día el Gaucho Seco se azotó con furia los recios lomos y al sexto día se arrodilló sollozando a los pies de un misionero, que lo envolvió en el poncho de lana para que otros no lo viesen llorar.

– ¡Cayeron, mi curita, las escamas de la lepra! Hoy es el día de mi nacimiento.

Al otro año el Gaucho Seco volvió a los Ejercicios trayendo a catorce paisanos más que querían también hacer el maravilloso experimento de nacer de nuevo.

Santas recomendaciones

El último día de los ejercicios el cura los despedía con una carne con cuero y un sermoncito de este jaez: “Bueno; vayan no más, y guárdense de ofender a Dios volviendo a las andadas. Ya el cura ha hecho lo que estaba de su parte para que se salven, si quieren. Pero si alguno se empeña en condenarse, que se lo lleven mil diablos…”

Benefactor y Santo

La obra de José Gabriel Brochero fue inmensa. Murió a los 73 años, el 26 de enero de 1914. Aunque, por decreto justiciero del gobernador Cárcano, el Tránsito lleva ahora su nombre y hay en la plaza del pueblo una estatua suya de bronce, todavía su país no ha reconocido en él a uno de sus más grandes benefactores. Algún día se escribirá su hermosa historia y veremos cómo se ha cumplido en él las palabras del profeta Daniel: “los que hayan conducido a muchos a la santidad serán como las estrellas, eternamente y siempre”.

San Gil - 1 de septiembre


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sábado, 31 de agosto de 2013

Santo Dominguito del Val - 31 de agosto



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San Ramón Nonato - 31 de agosto


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jueves, 18 de julio de 2013

San Simón de Lipnica - 18 de julio


Nació en Lipnica Murowana (Polonia) entre 1435 y 1440. Desde niño destacó por su devoción a la Virgen y su afición al estudio. En 1454 fue a estudiar a Cracovia. Atraído por el ejemplo y la predicación de san Juan de Capistrano, que acababa de fundar en la ciudad el convento de San Bernardino, ingresó en la Orden franciscana el año 1457, y, terminados los estudios, recibió la ordenación sacerdotal hacia 1460. Se dedicó a la predicación, con palabra llena de fe, de sabiduría y de ponderación, reflejo de su vida de oración y del estudio de la Escritura. Como sus maestros Bernardino y Juan, fue un propagador de la devoción al Nombre de Jesús. Peregrinó a Tierra Santa, con la ilusión de dar la vida por la fe. En 1482 la peste asoló Cracovia. Simón se entregó al cuidado de los apestados; él mismo resultó contagiado y murió el 18 de julio de 1482. Lo canonizó Benedicto XVI el año 2007.

Evangelio del día 26 de junio de 2013

Evangelio según San Mateo 7,15-20. Miércoles de la duodécima semana del tiempo ordinario
Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecha rían ustedes uvas de los espinos o higos de los cardos?
Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos, mientras que el árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco un árbol malo puede producir frutos buenos. Todo árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego.


Comentario:



“Por sus frutos los conoceréis” - Santa Teresa de Ávila



    ¡Oh hermanas, cómo se ve claro adónde está de veras el amor del prójimo en algunas de vosotras, y en las que no está con esta perfección!
Si entendieseis lo que nos importa esta virtud, no traeríais otro estudio. Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, que parece no se osan bullir ni menear el pensamiento porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio.

    Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a tí; y si fuere menester,
lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello. Esta es la verdadera unión con su voluntad.



Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza y doctora de la Iglesia. El Castillo interior, 5ª Morada 3, 10-11
Por lo tanto, ustedes los reconocerán por sus obras.

San Josemaría Escrivá de Balaguer - 26 de junio

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lunes, 1 de abril de 2013

Evangelio del día 1 de abril de 2013






Evangelio según San Mateo 28,8-15. Lunes de la Octava de Pascua


Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán". Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: "Digan así: 'Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos'. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo". Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.


Comentario:



“Id, avisad a mis hermanos (...). Allí me verán.” - San Pedro Crisólogo



   El ángel dijo a las mujeres (...): “Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis”. “Ya os lo he dicho” (Mateo 28,7). Al decir esto, el ángel no se dirigía a María Magdalena ni a la otra María, sino que a estas dos mujeres, Él encomendaba la misión para la Iglesia, él estaba enviando a la Esposa en busca del Esposo.

    Mientras ellas se marchaban, el Señor salió a su encuentro y las saludó diciéndoles: “Os saludo, alegraos” (griego)... Él le había dicho a sus discípulos: “No saludéis a nadie en el camino” (Lucas 10,4); ¿cómo es que en el camino Él acudió al encuentro de estas mujeres y las saludó con tanta alegría? Él no espera ser reconocido, no busca ser identificado, no se deja cuestionar, sino que se adelanta con gran ímpetu hacia este encuentro...

    Esto es lo que provoca la fuerza del amor; ésta fuerza es más fuerte que todo, la que todo sobrepasa. Al saludar a la Iglesia, es al mismo Cristo al que saluda, porque Él la ha hecho suya, ésta es su carne, su cuerpo, como lo atestigua el apóstol Pablo: “Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia” (Col. 1,18). Sí, es a la Iglesia en su plenitud a la que personifican estas dos mujeres... Él dispone que estas mujeres ya han alcanzado la madurez de la fe: ellas dominaron sus debilidades y se apresuraron hacia el misterio, ellas buscan al Señor con todo el fervor de su fe. Este es el motivo por el que merecen que Él se entregue a ellas al ir a buscarlas y decirles: “Os saludo, alegraos”. Él les deja no solo tocarle, sino también aferrarse a Él en la misma medida de su amor... Estas mujeres son en el seno de la Iglesia, un ejemplo de predicación de la Buena Noticia.


San Pedro Crisólogo (c.406-450), arzobispo de Ravenna, doctor de la Iglesia. Sermón 76,2-3; CCL 24A, 465-467

domingo, 31 de marzo de 2013

Evangelio del día 31 de marzo de 2013

Evangelio según San Juan 20,1-9. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor


El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.



Comentario:



Este es el día - Beato John Henry Newman




    Este es el día que nos trae lo más grande que podemos comprender. Es el día de nuestro descanso, nuestro verdadero sábado; Cristo ha entrado en su descanso (He 4), y nosotros con Él. Este día nos conduce, en prefiguración, a través de la tumba y las puertas de la muerte, hasta el tiempo del descanso en el seno de Abraham (Hech. 3,20; Lc 16,22). Estamos bastante cansados de la oscuridad, el cansancio, la tristeza y el remordimiento. Estamos bastante cansados de este mundo agotador. Estamos cansados de sus ruidos y su jaleo; su mejor música, es sólo un ruido. Pero ahora reina el silencio, y es un silencio que habla...: tal es nuestra suerte en lo sucesivo. Hoy es el comienzo de días tranquilos y serenos, en los que podemos escuchar a Cristo, con su " voz dulce y tranquila " (1R 19,12), porque el mundo ya no habla más.

    Despojémonos de este mundo, y revistámonos de Cristo (Ef. 4,22; Rm 13,14)... ¡Esforcémonos en desvestirnos así, para revestirnos de cosas invisibles e imperecederas! Esforcémonos en crecer en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, día a día, año tras año, hasta que nos lleve con Él... en el Reino de su Padre y nuestro Padre, de su Dios y nuestro Dios (Jn 20,17).


Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra. Sermón “La dificultad en realizar los privilegios sagrados”, PPS, t. 6, n°8
   "Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal. 117,24)... Como cristianos nacimos para el Reino de Dios desde nuestra más tierna infancia... pero, aun siendo conscientes de esta verdad y creyendo plenamente, tenemos muchas dificultades en acoger este privilegio y pasamos largo tiempo en comprenderlo. Nadie, por supuesto, lo comprende plenamente... Y hasta en este gran día, este día entre los días, donde Cristo resucita de entre los muertos... nosotros estamos como recién nacidos... a los que les faltan ojos para ver y un corazón para comprender quiénes somos verdaderamente... Este es el dia de Pascua, repitámoslo una y otra vez, con un respeto profundo y una gran alegría. Como los niños cuando dicen: " Ha llegado la primavera " o " mirad el mar ", para expresar la idea..., digamos: " he aquí el día entre los días, el día real (Ap. 1,10 griego), el día del Señor. He aquí el día en que el Cristo ha resucitado de entre los muertos, el día que nos trae la salvación".

Santa Balbina - 31 de marzo



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San Benjamín, martir - 31 de marzo



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sábado, 30 de marzo de 2013

Agarrar a Cristo - San Agustín de Hipona

"Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quién el Padre envió y consagró al mundo, ¿decís vosotros: ¡blasfemas! porque he dicho: “Soy Hijo de Dios?" (Juan 10,35-36) ¿De hecho, si Dios habló a los hombres para que sean llamados dioses, cómo la Palabra de Dios, el Verbo que está en Dios, no es Dios? Si los hombres, porque Dios les habla, son hechos partícipes de su naturaleza y llegan a ser dioses, ¿Cómo esta Palabra, de la que les viene este don, no es Dios?... Tú, tú te acercas a la Luz, y la recibes, y te cuentas entre los hijos de Dios; si te alejas de la luz, te oscureces, y te cuentas entre los hijos de las tinieblas (cf 1Tes. 5,5)...

    "Creed a las obras. Para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí y yo en el Padre” El Hijo de Dios no dice “el Padre está en mí y yo en el Padre" en el sentido en que los hombres pueden decirlo. En efecto, si nuestros pensamientos son buenos, estamos en Dios; si nuestra vida es santa, Dios está en nosotros. Cuando participamos en su gracia y cuando somos iluminados por su luz, estamos en Él y Él en nosotros.

    Mas reconoce lo que es propio del Señor y lo que es un don hecho a su servidor. Lo que es propio del Señor es la igualdad con el Padre; el don concedido al servidor, es participar en la Salvación. "Entonces intentaron detenerlo" ¡Si sólo lo habían detenido, pero la fe y la inteligencia, y no para atormentarlo y matarlo! En este momento en que os hablo, todos, vosotros y yo, queremos detener a Cristo. ¿Prenderlo, en qué sentido? Vosotros lo acogéis cuando lo comprendéis. Pero los enemigos de Cristo buscaban otra cosa. Vosotros lo agarráis para poseerlo, ellos querían detenerlo para desembarazarse de Él. Y porque querían detenerlo de esta manera, ¿qué hace Jesús? "Se escabulle de sus manos". No pudieron detenerlo, porque no tenían las manos de la fe... Verdaderamente agarramos a Cristo si nuestro espíritu acoge al Verbo.   


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (Norte de África) y doctor de la Iglesia. Sermón sobre el evangelio de Juan, n° 48, 9-11; CCSL 36, 417

Evangelio del día 30 de marzo de 2013

Evangelio según San Lucas 24,1-12. Sábado Santo - En la noche: Santa Vigilia Pascual

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea:
'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día'". Y las mujeres recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido.

Comentario:



“La luz brilla en las tinieblas” (Jn 1,5)- Cardenal Joseph Ratzinger (Benedicto XVI)




  En la Vigilia Pascual, la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase de la historia de la creación: “Dijo Dios: 'Que exista la luz” (Gn 1,3). Como una señal, el relato de la creación inicia con la creación de la luz...    El que Dios haya creado la luz significa que Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe sólo en virtud de la negación. Es el “no”.

    En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: “Que exista la luz”. Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar de la pasión y muerte de Jesús (Mt 27,45), la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer día, comienza la creación totalmente nueva. “Que exista la luz”, dice Dios, “y existió la luz”. Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios. 
   
    Pero esto no se refiere solamente a Él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros. Pero, ¿cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros.

    En el bautismo, el Señor dice a aquel que lo recibe: ... “que exista la luz”. El nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida verdadera.


Cardenal Joseph Ratzinger [Benedicto XVI, papa desde 2005 a 2013]Homilía del 07/04/2012 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

San Zósimo, Papa - 30 de marzo



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San Juan Clímaco - 30 de marzo



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San Pío V, Papa - 30 de abril


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viernes, 29 de marzo de 2013

Evangelio del día 29 de marzo de 2013

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42. Viernes Santo de la Pasión del Señor






Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.

Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.

Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?".  Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.

Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra.

Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".

Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan".

Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.

Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".

El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.

Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.

Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".

Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice,

mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.

La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy".

Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.

Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.

¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".

Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".

Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".

Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.

Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy".

Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".

Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.

Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.

Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron:

"Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".

Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".

Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.

Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".

Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".

Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".

Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".

Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.

Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".

Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido.

Pilato mandó entonces azotar a Jesús.

Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo,

y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban.

Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".

Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!".

Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".

Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".

Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía.

Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada.

Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".

Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".

Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".

Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata".

Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey".

Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César".

Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.

Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota".

Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.

Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz.

Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.

Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'.

Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".

Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo,

se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".

Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.

Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.

Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.

Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.

Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.

Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,

sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.

El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.

Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.

Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.

Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.

Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.

En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.

Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.





Comentario:





El trono de la cruz - San Germán de Constantinopla









“El pueblo que caminaba en tinieblas vió una gran luz, habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló” (Is 9,1), la luz de la redención. Viendo al que los oprimía herido de muerte, este pueblo salió de las tinieblas para entrar en la luz. De la muerte pasó a la vida.



El madero de la cruz sostiene al que creó el universo. Padeciendo la muerte para que yo tenga vida, aquel que sostiene el universo está clavado en el madero como un muerto. Aquel que con su aliento infunde vida a los muertos, exhala su espíritu desde la cruz. La cruz no le avergüenza sino que es el trofeo que da testimonio de su victoria total. Está sentado como juez justo en el trono de la cruz. La corona de espinas que lleva en la frente atestigua su victoria: “Tened ánimo, yo he vencido al mundo y al príncipe de este mundo, llevando el pecado del mundo.” (cf Jn 16,33; 1,29)



Las mismas piedras del Calvario, donde, según una tradición antigua fue enterrado Adán, nuestro primer padre, levantan su voz para testimoniar el triunfo de la cruz. “¿Adán, dónde estás? (Gn 3,9) grita de nuevo Cristo en la cruz. “He venido hasta aquí en tu busca, y para poderte encontrar, he extendido los brazos en la cruz. Con las manos extendidas, vuelvo al Padre para darle gracias por haberte encontrado, luego mis manos se extienden hacia ti para abrazarte. No he venido para juzgar tu pecado, sino para salvar por mi amor a todos los hombres. (cf Jn 3,17) No he venido para declararte maldito por tu desobediencia, sino para bendecirte por mi obediencia. Te cubriré con mis alas, encontrarás refugio en mi sombra, mi fidelidad te cubrirá con el escudo de la cruz y no temerás el espanto nocturno. (cf Sal 90,1-5) porque conocerás el día sin ocaso (Sab. 7,10) Rescataré tu vida de las tinieblas y las sombras de la muerte. (Lc 1,72) No descansaré hasta que, humillado y abajado hasta los infiernos en tu busca, te haya introducido en el cielo.”





San Germán de Constantinopla (¿-733), obispo. In Domini corporis sepulturam; PG 98, 251-260









Santos Jonás y Baraquicio, mártires - 29 de Marzo



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Santa Catalina de Siena, Virgen - 29 de abril


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viernes, 15 de marzo de 2013

Santa Luisa de Marillac, fundadora - 15 de marzo


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Beato Artémides Zatti, enfermero - 15 de marzo


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jueves, 14 de marzo de 2013

"Una entrega generosa y alegre a todos" - SS Francisco I, Papa

"La vida sencilla de Ceferino está marcada por un cotidiano vivir con un gran amor a la familia y a la tierra, con una entrega generosa y alegre a todos, con un espíritu de reconciliación y comunión, en un amor preferencial por los más sufrido. Que el ejemplo de Ceferino nos anime a servir a nuestro pueblo y no a querer ser servidos por el pueblo""

SS Francisco I, Papa

Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge  Mario Bergoglio, misa por Ceferino Namuncurá en la parroquia San Carlos Borromeo, del barrio porteño de Almagro, 18/11/2007

Evangelio del día 14 de marzo de 2013

Evangelio según San Juan 5,31-47. Jueves de la cuarta semana de Cuaresma


Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí,
y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí.
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?".

Santa Matilde, reina - 14 de marzo


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San Nicéforo de Constantinopla, confesor - 13 de marzo


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miércoles, 13 de marzo de 2013

Su Santidad Francisco I, Papa. Primeras palabras


En sus primeras palabras al mundo, el recién elegido Papa Francisco I, pidió a los fieles católicos de Roma y con ellos a los de todo el mundo, que recen a Dios por él ahora que inicia su ministerio petrino.

Ante una abarrotada Plaza de San Pedro, el Santo Padre dijo: “hermanos, hermanas, buenas noches. Ustedes saben que mis hermanos cardenales que han debido escoger a un Obispo de Roma han ido a elegirme al fin del mundo”.

El Pontífice pidió luego a todos “hacer una oración por nuestro Obispo Emérito Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, que la Virgen lo custodie”.

“Comenzamos este camino juntos, un camino de fraternidad, de amor y de confianza entre nosotros. Recemos siempre unos por los otros, recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad”.

El Papa señaló luego que “deseo que este camino de Iglesia que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario sea fructífero para esta bella ciudad”.

“Quisiera darles la bendición, pero antes pido un favor. Antes de que el Obispo bendiga al pueblo, pido para que Dios bendiga a su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes para mí”, aseguró.

lunes, 11 de marzo de 2013

San Eulogio de Córdoba, Arzobispo y martir - 11 de marzo


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domingo, 10 de marzo de 2013

San Juan de Mata, fundador - 10 de marzo


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sábado, 9 de marzo de 2013

Santa Francisca romana - 9 de marzo


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jueves, 28 de febrero de 2013

Último mensaje de SS Benedicto XVI desde el balcón de Castel Gandolfo

«Queridos amigos, estoy feliz de estar con vosotros, aquí se nota el contacto con la belleza de la Creación, gracias por la amistad y por el afecto. Vuestra simpatía me hace mucha bien. Ya sabéis que este es un saludo distinto a los anteriores ya no soy Pontífice, lo soy hasta las 8 de la tarde. Ahora soy solo un peregrino en la última etapa de su peregrinaje sobre esta Tierra. Adelante por el bien de la Iglesia. Me gustaría, con mi oración y todas mis fuerzas interiores y morales, trabajar por el bien cómún de la Iglesia en el mundo. Gracias y Buenas Noches»

En su último día, SS Benedicto XVI nombró nuevo obispo argentino

El papa Benedicto XVI nombró este jueves, horas antes de oficializarse su renuncia al pontificado, al sacerdote Samuel Jofré Giraudo como nuevo obispo de la diócesis cordobesa de Villa María, informaron fuentes oficiales.

El presbítero, de 55 años y actual párroco del Santo Cristo en la capital cordobesa, sucederá en el cargo a monseñor José Ángel Rovai, a quien el Papa también aceptó hoy su renuncia por edad al gobierno pastoral de la jurisdicción eclesiástica.

En sus casi 8 años de pontificado, Benedicto XVI designó 34 nuevos obispos para la Argentina y realizó 27 cambios de prelados, a raíz de promociones o traslados de destinos pastorales.

La información fue difundida simultáneamente en Roma y Buenos Aires, aquí lo hizo el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, a través de la agencia católica AICA.

Jofré Giraudo nació en la ciudad de Córdoba el 8 de junio de 1957, cursó sus estudios secundarios en el liceo militar General Paz, de esa provincia, y algunas materias en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba.

Realizó sus eclesiásticos en el seminario mayor Nuestra Señora de Loreto, de Córdoba, y fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1983 en la catedral cordobesa por el fallecido cardenal Raúl Francisco Primatesta.

Es, además, bachiller en Teología, por la Universidad Católica Argentina, adquirió la licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad de Navarra (España) y en 2009 se doctoró en Derecho Canónico en la Universidad de la Santa Cruz, de Roma. Conoce los idiomas inglés, italiano, francés y latín.

Dictó clases de religión en el colegio secundario Gustavo Martínez Zuviría, de Teología Moral en el Instituto Terciario Lumen Christi y de Derecho Canónico en el Seminario Mayor de Santiago del Estero.

Es autor de la obra jurídica "La discusión sobre el derecho a la vida del niño por nacer".

Actualmente es, simultáneamente, juez del Tribunal Interdiocesano de Córdoba desde 2009 y párroco del Santo Cristo desde 2010.

La diócesis de Villa María fue creada el 11 de febrero de 1957, con la bula Quandoquidem adoranda, de Pío XII. Comprende, en la provincia de Córdoba, los departamentos de General San Martín, Marcos Juárez (mitad septentrional hasta el límite Norte de las parroquias de Corral de Bustos e Isla Verde, de la diócesis de Río Cuarto), Río Segundo (extremo SE, incluyendo la parroquia de Pozo del Molle), Tercero Arriba (excluyendo la zona de Corralito), Unión (mitad septentrional, hasta el límite norte de las parroquias de Laborde, Monte Maíz y Pascanas, de la diócesis de Río Cuarto) y Calamuchita (mitad sur).

Tiene una superficie de 28.000 km2 y una población de 386.000 habitantes, de los cuales el 80 por ciento se dice católico.

Para la atención espiritual de esta población la diócesis cuenta con 50 parroquias, 129 iglesias y capillas, 64 sacerdotes (57 diocesanos y 7 religiosos), 26 religiosas y 30 centros educativos.

Monseñor Samuel Jofré será el sexto obispo diocesano de Villa María.

Evangelio del día 28 de febrero de 2013

Evangelio según San Lucas 16,19-31. Jueves de la segunda semana de Cuaresma


Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'.
'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'.
El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'.
Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".


Comentario:



Sufro terriblemente en este horno - Isaac el Sirio



     En cuanto a mí, digo que los que son atormentados en infierno lo son por los golpes del amor. ¿Qué hay más amargo y más violento que los tormentos del amor? Los que sienten que pecaron contra el amor llevan en ellos una condena mucho más grande que los castigos más temidos. El sufrimiento que el pecado contra el amor provoca en el corazón es más desgarrador que cualquier otro tormento.

    Es absurdo pensar que los pecadores en el infierno están privados del amor de Dios. El amor es el origen de la verdad, que, según el testimonio de todos, se da sin división. Por su poder, el amor actúa de dos maneras. Atormenta a los pecadores, como pasa aquí abajo cuando un amigo atormenta a otro amigo. Y regocija en él a los que han hecho lo que había que hacer. Tal es a mi juicio, el tormento del infierno: el pesar. Pero las almas de los de arriba, de los del cielo, están en la embriaguez de las delicias.


Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul, santo de la Iglesia Ortodoxa. Discursos, 1ª série, n° 84

San Hilario, Papa - 28 de febrero


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San Leandro de Sevilla, Obispo - 28 de Febrero


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San Román - 28 de febrero


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domingo, 17 de febrero de 2013

Evangelio del día 17 de febrero de 2013

Evangelio según San Lucas 4,1-13.n Primer Domingo de Cuaresma


Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan". Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.


Comentario:



El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece  la voluntad de su Padre - San Rafael Arnáiz Barón




     Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 km por hora... ¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa, sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra... pues la tierra es pequeña y, además, se acaba con rapidez. Horizontes pequeños y limitados rodean al hombre, y para el que tiene un alma sedienta de horizontes infinitos... los de la tierra no le bastan... le ahogan. No hay mundo bastante para él, y sólo encuentra lo que busca en la grandeza e inmensidad de Dios. ¡Hombres libres que recorréis el planeta!  No os envidio vuestra vida sobre el mundo. Encerrado en un convento, y a los pies de un crucifijo, tengo libertad infinita, tengo un cielo..., tengo a Dios. ¡Qué suerte tan grande es tener un corazón enamorado de El!...


    ¡Pobre hermano Rafael!... Sigue esperando... sigue esperando con esa dulce serenidad que da la esperanza cierta. Sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios, a los pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al gozar breves días su libertad por el mundo. Escucha de lejos sus voces, sus risas, sus llantos, sus guerras... Escucha y medita un momento. Medita en un Dios infinito... en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño absoluto de cielos y tierras, de ríos y mares; el que en un instante, con sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó de la nada todo cuanto existe.


    Medita un momento en la vida de Cristo y verás que en ella no hay libertades, ni ruido, ni voces... Verás al Hijo de Dios, sometido al hombre. Verás a Jesús obediente, sumiso, y que con serena paz, sólo tiene por ley de su vida cumplir la voluntad de su Padre. Y, por último, contempla a Cristo clavado en Cruz... ¡Á qué hablar de libertades!


San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), monje trapense español. Escritos Espirituales, 15/12/1936

sábado, 16 de febrero de 2013

San Macario el viejo, monje - 16 de Febrero


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viernes, 15 de febrero de 2013

San Claudio de la Colombiere - 15 de Febrero


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jueves, 14 de febrero de 2013

Evangelio del día 14 de febrero de 2013

Evangelio según San Lucas 9,22-25. Jueves de Ceniza


"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?


Comentario:



“Que me siga.” Mc, 8,34)- Isaac el Sirio




    El Señor entregó a su propio Hijo a la muerte en cruz a causa del ardiente amor por la creación...No porque no hubiera podido rescatarla de otro modo, sino porque ha querido manifestar así su amor desbordante, como una enseñanza para nosotros. Por la muerte de su Hijo único nos ha reconciliado consigo. Sí, si hubiera tenido algo más precioso, nos lo habría entregado para que volviéramos enteramente a él.

    A causa de su gran amor hacia nosotros, no quiso violentar nuestra libertad, aunque hubiera podido hacerlo. Antes bien prefirió que nosotros nos acercáramos a él por amor.

    A causa de su amor por nosotros y por la obediencia a su Padre, Cristo aceptó gozosamente los insultos y la aflicción... De la misma manera, cuando los santos llegan a su plenitud, desbordando de amor por los demás y por la compasión hacia todos los hombres, se parecen a Dios.



Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul, santo de las Iglesias ortodoxas. Discurso, primera serie 71-74

San Valentín, presbítero y mártir - 14 de febrero

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Santos Cirilo, monje y Metodio, obispo - 14 de Febrero


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miércoles, 13 de febrero de 2013

SS Benedicto XVI tras su renuncia: "Ha sido por el bien de la Iglesia"

Celebró ante miles de personas su penúltima audiencia pública. "He orado mucho. Soy consciente de la gravedad del gesto", dijo.

Ante una muchedumbre que lo ovacionaba en la sala Pablo VI del Vaticano (video relacionado), el Papa aseguró que renunció "en plena libertad por el bien de la Iglesia" tras haber "orado mucho" y "examinado ante Dios mi consciencia", agregó el Santo Padre.

"Continúen orando por mí, por la Iglesia y por el futuro Papa, que el Señor nos guíe", dijo hablando bajo, en unas palabras improvisadas antes de la audiencia oficial.
 
El Pontífice entró en sala a las 10.44 horas local (09.44 gmt), mientras los fieles en pie, aplaudieron, le expresaron frases de cariño y ondearon banderas de diferentes países.

Benedicto XVI entró sólo, acompañado a varios metros de distancia de su secretario personal y prefecto de la Casa Pontificia, Georg Ganswein.

"Como ustedes saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado 19 de abril 2005", dijo al inicio, mientras los presentes lo ovacionaban de pie. Benedicto XVI explicó que ya no se sentía capaz de "de llevar a cabo el ministerio con la fuerza que se necesita". 
 
"Me apoya y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual nunca le hará faltar su guía y su cuidado. Gracias a todos por el amor y la oración con que me habéis acompañado. Continúen orando por el Papa y por la Iglesia”, concluyó.

Tras sus palabras, dio la bendición a los fieles en el inicio de la cuaresma. Leyó su mensaje en italiano, inglés, alemán, portugués, árabe y ruso, entre otras lenguas.

Evangelio del día 13 de febrero de 2013

Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18. Miércoles de Ceniza


Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.


Comentario:



“En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2Co 5,20)- SS Benedicto XVI



    “Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación" (2 Co 6, 1-2). De hecho, en la visión cristiana de la vida habría que decir que cada momento es favorable y cada día es día de salvación, pero la liturgia de la Iglesia refiere estas palabras de un modo totalmente especial al tiempo de Cuaresma. Que los cuarenta días de preparación de la Pascua son tiempo favorable y de gracia lo podemos entender precisamente en la llamada que el austero rito de la imposición de la ceniza nos...: "Convertíos y creed en el Evangelio"


    En efecto, la llamada a la conversión revela y denuncia la fácil superficialidad que con frecuencia caracteriza nuestra vida. Convertirse significa cambiar de dirección en el camino de la vida: pero no con un pequeño ajuste, sino con un verdadero cambio de sentido. Conversión es ir contracorriente, donde la "corriente" es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal, o en cualquier caso prisioneros de la mediocridad moral.


    Con la conversión, en cambio, aspiramos a la medida alta de la vida cristiana, nos adherimos al Evangelio vivo y personal, que es Jesucristo. La meta final y el sentido profundo de la conversión es su persona, él es la senda por la que todos están llamados a caminar en la vida, dejándose iluminar por su luz y sostener por su fuerza que mueve nuestros pasos. De este modo la conversión manifiesta su rostro más espléndido y fascinante: no es una simple decisión moral, que rectifica nuestra conducta de vida, sino una elección de fe, que nos implica totalmente en la comunión íntima con la persona viva y concreta de Jesús.


    La conversión es el "sí" total de quien entrega su existencia al Evangelio, respondiendo libremente a Cristo, que antes se ha ofrecido al hombre como camino, verdad y vida, como el único que lo libera y lo salva. Este es precisamente el sentido de las primeras palabras con las que, según el evangelista san Marcos, Jesús inicia la predicación del "Evangelio de Dios": "El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15).


Papa Benedicto XVI. Audiencia general del 17/02/2010 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)