"Incluso si el alma llegara a sucumbir ¿debe por esto desesperar? Que se rehabilite y en adelante siga fiel a su Dios. Él mismo no quiere que se pierda el alma que ha caído y se levanta. Si quisiera perderla como realmente lo merece, no le daría la gracia de volver a levantarse".
San Pío de Pietrelcina
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