lunes, 22 de agosto de 2011

Unos dos millones de jóvenes de todo el mundo ovacionaron a Benedicto


Amuchados en un predio que no dio abasto, con 45 grados de calor y sin una sombra, dos millones de jóvenes de las más diversas lenguas y razas se reunieron otra vez con Benedicto XVI para el momento culminante de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ): la vigilia y la misa de cierre. Durante el encuentro se desató una lluvia torrencial que lejos de asustar a los peregrinos los alentó aún más y el Papa alemán se emocionó. Al día siguiente les agradeció que hubieran soportado las inclemencias del tiempo y anunció, tras una larga ovación, que la próximo JMJ será en Río en 2013.

Los peregrinos comenzaron a llegar al predio desde temprano y pasaron todo el día bajo el sol agobiante del verano español. El Papa se reunió con ellos al anochecer, pero una fuerte tormenta obligó a Benedicto a suspender su discurso. Se cortó la transmisión de las imágenes en las pantallas gigantes dispuestas en los distintos sectores y el agua comenzó a caer con fuerza. En ese momento, algo cambió en el ambiente: lejos de abandonar el lugar, la multitud comenzó a cantar y saltar bajo la lluvia "esta es la juventud del Papa" y en otro sector se escuchaba "em-papa-te" o "el bote de cuatro vientos, de acá no nos movemos".

Mientras, los organizadores intentaban cubrir al Papa con varios paraguas, asombrados por la serenidad del pontífice. En tanto, el locutor del evento bromeó con la festiva multitud: "Habeis pasado mucho calor, y habeis pedido agua, aquí la teneis", y enseguida pidió que rezaran para que parase la lluvia. Y así fue, a los 15 minutos dejaron de caer las gruesas gotas y la lluvia pasó como tormenta de verano. El acto se reanudó y Benedicto agradeció la resistencia de aquella multitud que no dejaba de ovacionarlo. De pronto los gritos y cantos se acallaron. Fue cuando Benedicto ofició la bendición con el Santísimo Sacramento. Al igual que el Papa, miles y miles de jóvenes se arrodillaron sobre la tierra mojada para rezar y el silencio llenó el gigante predio. Todos oraron y sin darse cuenta dejaron al mundo una comnovedora postal.

Todas las lenguas. El encuentro con Benedicto XVI se destacó por la gran afluencia de jóvenes de todo el mundo, incluso de países de mayoría no cristiana como Irak o Israel. Ejemplo de ello fue Warha Jango, que viajó desde Nueva Caledonia (Oceanía) junto con un grupo de jóvenes. "Soy pastor protestante y vinimos porque buscamos la unidad de la Iglesia", señaló con los poco vocablos que manejaba en inglés.

Marie Charlotte Dufour llegó desde Bordeaux, Francia. Tiene 20 años y estudia historia. "Quería hacer algo extraordinario", explicó y confesó que cuando vio a Benedicto XVI entrar en Cuatro Vientos "mi corazón empezó a palpitar de una manera muy fuerte". La chica se vuelve feliz a su país dispuesta a compartir esta vivencia entre sus amigos que no son cristianos.

Desde Córcega estaba Dea, de 16 años, con un grupo de amigos. "El Papa representa a Dios y produce mucha felicidad estar con él", comentó. Su amiga Letizia agregó que "da muchas fuerzas conocer a tanta gente de todo el mundo".

Entre un grupo de polacos, Piot, de 19 años, explicó que había viajado hasta Madrid porque quería ver a su Iglesia viva. "Esta experiencia fortalece mi fe", confesó y luego añadió que si bien Juan Pablo II había sido "un grande", Benedicto XVI tiene "la misma fuerza y gracia de Dios para ser nuestro guía en la tierra". Desde Italia fueron muchos los peregrinos que viajaron a Madrid. Uno de ellos, Marco de Taranto, expresó que sentía una emoción "increíble" en su primera JMJ.

Una joven rusa comentó que nunca había percibido tanta alegría. "En mi país pasaron muchas generaciones que escucharon que Dios no existe, no puedo creer cómo la fe puede dar tanta alegría", expresó emocionada.

María Cortes, de 12 años, de Zaragoza, confesó que se vuelve "cambiada". "Aunque soy pequeña quiero que mucha gente encuentre su vocación y se vaya más rápido al cielo".

Benedicto se retiró emocionado del aeródromo. No pudo disimular su alegría y en la misa de cierre en varias oportunidades rompió la formalidad y se dirigió a los jóvenes agradeciéndoles que hayan participado de la JMJ. El encuentro culminó con el anuncio de que Brasil será sede de la próxima JMJ. Los cariocas expresaron su máxima alegría acompañada de los aplausos de la multitud, que se despidió con una misma frase: "Nos vemos en Río".

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