
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Comentario:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
      Es por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles  forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo se unen entre sí el  Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos sucesores de los  Apóstoles. Ya la más antigua disciplina, conforme a la cual los Obispos  establecidos por todo el mundo comunicaban entre sí y con el Obispo de  Roma por el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz, como  también los concilios convocados, para resolver en común las cosas más  importantes después de haber considerado el parecer de muchos,  manifiestan la naturaleza y forma colegial propia del orden episcopal.  Forma que claramente demuestran los concilios ecuménicos que a lo largo  de los siglos se han celebrado. Esto mismo lo muestra también el uso,  introducido de antiguo, de llamar a varios Obispos a tomar parte en el  rito de consagración cuando un nuevo elegido ha de ser elevado al  ministerio del sumo sacerdocio. Uno es constituido miembro del cuerpo  episcopal en virtud de la consagra¬ción sacramental y por la comunión  jerárquica con la Cabeza y miembros del Colegio.
    El Colegio o  cuerpo episcopal, por su parte, no tiene autori¬dad si no se considera  incluido el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como cabeza del mismo,  quedando siempre a salvo el poder primacial de éste, tanto sobre los  pastores como sobre los fieles. Porque el Pontífice Romano tiene en  virtud de su cargo de Vicario de Cristo y Pastor de toda Iglesia  potestad plena, suprema y universal sobre la Iglesia, que puede siempre  ejercer libremen¬te. En cambio, el orden de los Obispos, que sucede en  el magis¬terio y en el régimen pastoral al Colegio Apostólico, y en  quien perdura continuamente el cuerpo apostólico, junto con su Cabeza,  el Romano Pontífice, y nunca sin esta Cabeza, es también sujeto de la  suprema y plena potestad sobre la universal Iglesia, potestad que no  puede ejercitarse sino con el consentimiento del Romano Pontífice. El  Señor puso tan sólo a Simón como roca y portador de las llaves de la  Iglesia (Mt,16,18-19), y le constituyó Pastor de toda su grey (cf. Jn,  21,15ss); pero el oficio que dio a Pedro de atar y desatar, consta que  lo dio también al Colegio de los Apóstoles unido con su Cabeza (Mt,  18,18; 28,16-20). Este Colegio expresa la variedad y universalidad del  Pueblo de Dios en cuanto está compuesto de muchos; y la unidad de la  grey de Cristo, en cuanto está agrupado bajo una sola Cabeza. 
 
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