Os suplicamos, ¡oh Reina del cielo y soberana del universo!, por la gracia que Dios os hizo al elevaros a tan excelsa grandeza, os suplicamos insistentemente que nos obtengáis que la plenitud de la gracia de que fuisteis colmada nos haga un día participantes de vuestra gloria. Interesaos, ¡oh Madre llena de misericordia!, por hacernos gozar de aquel bien inefable por el cual Dios Salvador se dignó encerrarse nueve meses en vuestras castas entrañas. Si os dignáis pedir a vuestro Hijo por nosotros, El escuchará vuestras súplicas. ¿Y quien podría estrechar las entrañas de vuestra misericordia maternal? Mas si Vos no tenéis piedad de nosotros, ¿que será de nosotros, que somos tan miserables? ¿Y cual será nuestra suerte cuando vuestro divino Hijo venga a juzgarnos?
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