Una monja clarisa, Camila Bautista Varano, princesa de Camerino, hija de una familia señorial del Renacimiento italiano, fue beatificada en 1843 por el papa Gregorio XVI, y ahora será canonizada por Benedicto XVI. La ceremonia de canonización se llevará a cabo el domingo 17 de octubre, a las 17, en la plaza de San Pedro del Vaticano.
La beata Camila Bautista Varano
Nació en Camerino. Su padre, Julio César de Varano, era el duque de Camerino. Típico señor renacentista. Había combatido para varios Papas y en diversas ciudades italianas y, por medio de una política de matrimonios se había emparentado con las principales dinastías reinantes.
Julio César se casó con Juana Malatesta y de ella tuvo tres hijos, y al menos seis hijos naturales de otras mujeres. Estos comportamientos en las familias señoriales eran considerados normales o al menos eran aceptados sin escándalo. Camila es hija natural de la noble Cecchina de Mastro Giacomo, pero fue incluida y educada en el esplendor de la corte.
Es fácil imaginar las fiestas que saludaron en Camerino, alta y luminosa en la gran cresta de los Apeninos a la primogénita del señor de la ciudad el 9 de abril de 1458, a la que se le puso el nombre de Camila.
Los palacios señoriales en el período renacentista eran centros de política, pero también de cultura y de protección a los artistas. La joven Camila estudia latín, lee los clásicos, aprende a pintar, a tocar y a bailar. Crece vivaz y exuberante, sumergida en el pulular de la vida de la corte. Tiene un temperamento sincero, abierto y de mucha voluntad, más aún, se puede decir independiente y testarudo, amante de lo bello y del placer.
Su padre soñaba para ella un matrimonio espléndido, con algún gran señor de una ciudad vecina, o un Montefeltro, o un Vitelleschi, o un Sinibaldi, tanto más cuanto que Camila crecía con muy buen aspecto y de inteligencia despierta.
“Todo el tiempo -escribiría después-, lo pasaba en bailes, serenatas, paseos, en vanidades y en otras cosas juveniles y mundanas que de éstas se siguen”. Pero en la vida de la joven bella y culta Camila Varano, princesa de Camerino, había un pequeño secreto que solamente ella conocía.
Un día pidió a su padre permiso para entrar no en un palacio señorial, sino en un pobrísimo convento donde se seguía la dura regla de Santa Clara.
En 1481, después de una prolongada y obstinada resistencia, Julio César Varano debió plegarse a la firme decisión de su hija. Con la muerte en el corazón permitió que su Camila entrara en Urbino, no como princesa esposa de un príncipe, sino con los pies descalzos, para encerrarse en el monasterio Santa Clara de Urbino, uno de los lugares más representativos del movimiento de la observancia, con la voluntad de vivir la Regla de Santa Clara en toda su radicalidad evangélica.
Su padre, para calmar su orgullo herido, no pudo hacer otra cosa que restaurar y ampliar, en Camerino, el monasterio de Santa María Nuova, y tener así más cerca a su hija, en adelante para siempre esposa de Jesús.
El 4 de enero de 1484, hecha ya su profesión religiosa con el nombre de Sor Bautista, junto a otras ocho monjas de Urbino, hace su ingreso en el nuevo monasterio de Camerino, hecho restaurar por su padre.
Entre los secretos muros de aquel monasterio Sor Bautista Varano tuvo visiones y revelaciones, que su padre espiritual le obligó a escribir. Así nacieron en la intimidad de la celda aquellas obras que se hicieron famosas en la literatura mística del Cinquecento: “Los dolores mentales de Jesús”, “La vida espiritual”, “Las consideraciones sobre la Pasión”, “El tratado de la pureza del corazón”, las “Oraciones” y las “Poesías”.
Una tragedia renacentista
En 1501, mientras la clarisa llevaba su propia vida en la contemplación, una tragedia se abate sobre su familia. El papa Alejandro VI excomulga a Julio César de Varano, por razones económicas, privándolo de todos sus derechos feudales y señoriales.
César Borgia asalta la ciudad de Camerino para someter su territorio al patrimonio de la Iglesia. Julio César de Varano es hecho prisionero y luego estrangulado en la fortaleza de la Pérgola. Después, fueron asesinados cruelmente los tres hermanos de sor Bautista. Sólo el hermano menor, Juan María, se puso a salvo en Venecia.
Sor Bautista tuvo para ellos lágrimas secretas, orando desde lejos, pero perdonando al asesino. Su máxima era: “Hacer el bien y sufrir el mal”, y sufrirlo no solos, sino con Jesús en la cruz.
También para sor Bautista llega la hora del exilio: su presencia en el monasterio pondría en peligro la vida de las otras hermanas. Se dirige así a Fermo. Pero los señores de la pequeña ciudad temen las represalias de Valentino y no la reciben. Yendo “como peregrina y forastera” se refugia en Atri.
En 1503 sor Bautista vuelve a Camerino, donde su familia fue casi exterminada. El hermano que sobrevivió, Juan María, es reintegrado por el papa Julio II como jefe del Estado de Camerino. En 1505 el mismo Papa la envía a fundar un monasterio de clarisas en Fermo, y durante los años 1521-1522 permanece en San Severino Marcas, para formar a las Clarisas locales que habían asumido en aquel período la Regla de Santa Clara.
Sor Camila Bautista Varano murió en Camerino el 31 de mayo de 1524, a la edad de 66 años, durante una epidemia de peste.
Su ascenso a los altares
El 7 de abril de 1843 el papa Gregorio XVI firma el decreto de Beatificación.
El 11 de mayo de 1857 Pío IX veneró sus restos y concedió la indulgencia plenaria el día de la fiesta, el 2 de junio.
El 19 de febrero de 2010, Benedicto XVI en Consistorio Público firma el decreto que incluye a la beata Camila Bautista Varano en el registro de los Santos, estableciendo la fecha de la canonización para el 17 de octubre de 2010.
La Orden de las Clarisas
La rama femenina de la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos) es la Orden de las Clarisas, nacida en 1211, cuando la joven Clara de Asís, perteneciente a una de las familias más nobles de Asís, salió de su casa por la puerta donde sacaban los muertos y marchó a Santa María de la Porciúncula, donde la esperaban San Francisco y sus primeros compañeros para consagrarla al Señor. Tenía apenas 18 años.
Con el tiempo se le unieron su hermana Catalina (sor Inés, santa como ella) y otras jóvenes. Juntas se trasladaron a la iglesia de San Damián, restaurada por San Francisco.
Al principio las llamaban "Hermanas Menores", pero san Francisco lo cambió por el de Señoras Pobres, y el papa Inocencio III el "privilegio de pobreza", por el cual no estaban obligadas a tener rentas o posesiones, y tras superar diversas situaciones, dos días antes de su muerte Clara obtuvo del Papa la aprobación de "su" Regla, la primera compuesta por una mujer para mujeres.
La Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara (ese es el nombre de esta Orden religiosa) cuenta en su historia con cuatro santas (ahora serán cinco): santa Eustoquia Esmeralda Calafato de Messina, canonizada por Juan Pablo II el 11 de junio de 1988; santa Inés de Praga, virgen, canonizada por Juan Pablo II el 12 de noviembre de 1989; santa Catalina Vigri, de Bolonia, virgen; y santa Inés de Asís, virgen, hermana de santa Clara. Y siete beatas: Isabel de Francia, virgen; Antonia de Florencia, virgen; María Celina de la Presentación, virgen; Margarita de Lorena, Elena Enselmini, María Crucificada Satellico y Salomé de Cracovia.
En la Argentina
En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, a unos 600 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en medio de la inmensa y ubérrima pampa argentina, hay una hermosa y pequeña ciudad, Puán, de 6.000 habitantes. Su historia data de la década del '70 del siglo 19, como fortín de avanzada en la conquista del desierto, llevada a cabo por Adolfo Alsina, contra los indios que venidos de Chile se habían adueñado de esa región desde la que organizaban los temibles malones.
En una elevación del terreno, llama Cerro Chico, se encuentra el Centro Mariano, el Monasterio de Santa Clara de Asís, la Porciúncula -capilla réplica de la Porciúncula de Santa María de los Ángeles de Asís, Italia- y el Santo Sepulcro, todo esto en un marco paisajístico imponente.
El Monasterio Santa Clara de Puán fue fundado por cinco hermanas Clarisas venidas de cuatro monasterios diferentes de Italia: Chieti, Atri, San Severino y Pollenza. Actualmente son trece hermanas en la comunidad. El domingo 17 de octubre de 2010 dos de ellas, sor María Pía y sor María Clara, participarán de la canonización en la Plaza San Pedro del Vaticano.
Informes: hnaspobrespuan@puan.com.ar .+
La beata Camila Bautista Varano
Nació en Camerino. Su padre, Julio César de Varano, era el duque de Camerino. Típico señor renacentista. Había combatido para varios Papas y en diversas ciudades italianas y, por medio de una política de matrimonios se había emparentado con las principales dinastías reinantes.
Julio César se casó con Juana Malatesta y de ella tuvo tres hijos, y al menos seis hijos naturales de otras mujeres. Estos comportamientos en las familias señoriales eran considerados normales o al menos eran aceptados sin escándalo. Camila es hija natural de la noble Cecchina de Mastro Giacomo, pero fue incluida y educada en el esplendor de la corte.
Es fácil imaginar las fiestas que saludaron en Camerino, alta y luminosa en la gran cresta de los Apeninos a la primogénita del señor de la ciudad el 9 de abril de 1458, a la que se le puso el nombre de Camila.
Los palacios señoriales en el período renacentista eran centros de política, pero también de cultura y de protección a los artistas. La joven Camila estudia latín, lee los clásicos, aprende a pintar, a tocar y a bailar. Crece vivaz y exuberante, sumergida en el pulular de la vida de la corte. Tiene un temperamento sincero, abierto y de mucha voluntad, más aún, se puede decir independiente y testarudo, amante de lo bello y del placer.
Su padre soñaba para ella un matrimonio espléndido, con algún gran señor de una ciudad vecina, o un Montefeltro, o un Vitelleschi, o un Sinibaldi, tanto más cuanto que Camila crecía con muy buen aspecto y de inteligencia despierta.
“Todo el tiempo -escribiría después-, lo pasaba en bailes, serenatas, paseos, en vanidades y en otras cosas juveniles y mundanas que de éstas se siguen”. Pero en la vida de la joven bella y culta Camila Varano, princesa de Camerino, había un pequeño secreto que solamente ella conocía.
Un día pidió a su padre permiso para entrar no en un palacio señorial, sino en un pobrísimo convento donde se seguía la dura regla de Santa Clara.
En 1481, después de una prolongada y obstinada resistencia, Julio César Varano debió plegarse a la firme decisión de su hija. Con la muerte en el corazón permitió que su Camila entrara en Urbino, no como princesa esposa de un príncipe, sino con los pies descalzos, para encerrarse en el monasterio Santa Clara de Urbino, uno de los lugares más representativos del movimiento de la observancia, con la voluntad de vivir la Regla de Santa Clara en toda su radicalidad evangélica.
Su padre, para calmar su orgullo herido, no pudo hacer otra cosa que restaurar y ampliar, en Camerino, el monasterio de Santa María Nuova, y tener así más cerca a su hija, en adelante para siempre esposa de Jesús.
El 4 de enero de 1484, hecha ya su profesión religiosa con el nombre de Sor Bautista, junto a otras ocho monjas de Urbino, hace su ingreso en el nuevo monasterio de Camerino, hecho restaurar por su padre.
Entre los secretos muros de aquel monasterio Sor Bautista Varano tuvo visiones y revelaciones, que su padre espiritual le obligó a escribir. Así nacieron en la intimidad de la celda aquellas obras que se hicieron famosas en la literatura mística del Cinquecento: “Los dolores mentales de Jesús”, “La vida espiritual”, “Las consideraciones sobre la Pasión”, “El tratado de la pureza del corazón”, las “Oraciones” y las “Poesías”.
Una tragedia renacentista
En 1501, mientras la clarisa llevaba su propia vida en la contemplación, una tragedia se abate sobre su familia. El papa Alejandro VI excomulga a Julio César de Varano, por razones económicas, privándolo de todos sus derechos feudales y señoriales.
César Borgia asalta la ciudad de Camerino para someter su territorio al patrimonio de la Iglesia. Julio César de Varano es hecho prisionero y luego estrangulado en la fortaleza de la Pérgola. Después, fueron asesinados cruelmente los tres hermanos de sor Bautista. Sólo el hermano menor, Juan María, se puso a salvo en Venecia.
Sor Bautista tuvo para ellos lágrimas secretas, orando desde lejos, pero perdonando al asesino. Su máxima era: “Hacer el bien y sufrir el mal”, y sufrirlo no solos, sino con Jesús en la cruz.
También para sor Bautista llega la hora del exilio: su presencia en el monasterio pondría en peligro la vida de las otras hermanas. Se dirige así a Fermo. Pero los señores de la pequeña ciudad temen las represalias de Valentino y no la reciben. Yendo “como peregrina y forastera” se refugia en Atri.
En 1503 sor Bautista vuelve a Camerino, donde su familia fue casi exterminada. El hermano que sobrevivió, Juan María, es reintegrado por el papa Julio II como jefe del Estado de Camerino. En 1505 el mismo Papa la envía a fundar un monasterio de clarisas en Fermo, y durante los años 1521-1522 permanece en San Severino Marcas, para formar a las Clarisas locales que habían asumido en aquel período la Regla de Santa Clara.
Sor Camila Bautista Varano murió en Camerino el 31 de mayo de 1524, a la edad de 66 años, durante una epidemia de peste.
Su ascenso a los altares
El 7 de abril de 1843 el papa Gregorio XVI firma el decreto de Beatificación.
El 11 de mayo de 1857 Pío IX veneró sus restos y concedió la indulgencia plenaria el día de la fiesta, el 2 de junio.
El 19 de febrero de 2010, Benedicto XVI en Consistorio Público firma el decreto que incluye a la beata Camila Bautista Varano en el registro de los Santos, estableciendo la fecha de la canonización para el 17 de octubre de 2010.
La Orden de las Clarisas
La rama femenina de la Orden de los Hermanos Menores (franciscanos) es la Orden de las Clarisas, nacida en 1211, cuando la joven Clara de Asís, perteneciente a una de las familias más nobles de Asís, salió de su casa por la puerta donde sacaban los muertos y marchó a Santa María de la Porciúncula, donde la esperaban San Francisco y sus primeros compañeros para consagrarla al Señor. Tenía apenas 18 años.
Con el tiempo se le unieron su hermana Catalina (sor Inés, santa como ella) y otras jóvenes. Juntas se trasladaron a la iglesia de San Damián, restaurada por San Francisco.
Al principio las llamaban "Hermanas Menores", pero san Francisco lo cambió por el de Señoras Pobres, y el papa Inocencio III el "privilegio de pobreza", por el cual no estaban obligadas a tener rentas o posesiones, y tras superar diversas situaciones, dos días antes de su muerte Clara obtuvo del Papa la aprobación de "su" Regla, la primera compuesta por una mujer para mujeres.
La Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara (ese es el nombre de esta Orden religiosa) cuenta en su historia con cuatro santas (ahora serán cinco): santa Eustoquia Esmeralda Calafato de Messina, canonizada por Juan Pablo II el 11 de junio de 1988; santa Inés de Praga, virgen, canonizada por Juan Pablo II el 12 de noviembre de 1989; santa Catalina Vigri, de Bolonia, virgen; y santa Inés de Asís, virgen, hermana de santa Clara. Y siete beatas: Isabel de Francia, virgen; Antonia de Florencia, virgen; María Celina de la Presentación, virgen; Margarita de Lorena, Elena Enselmini, María Crucificada Satellico y Salomé de Cracovia.
En la Argentina
En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, a unos 600 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en medio de la inmensa y ubérrima pampa argentina, hay una hermosa y pequeña ciudad, Puán, de 6.000 habitantes. Su historia data de la década del '70 del siglo 19, como fortín de avanzada en la conquista del desierto, llevada a cabo por Adolfo Alsina, contra los indios que venidos de Chile se habían adueñado de esa región desde la que organizaban los temibles malones.
En una elevación del terreno, llama Cerro Chico, se encuentra el Centro Mariano, el Monasterio de Santa Clara de Asís, la Porciúncula -capilla réplica de la Porciúncula de Santa María de los Ángeles de Asís, Italia- y el Santo Sepulcro, todo esto en un marco paisajístico imponente.
El Monasterio Santa Clara de Puán fue fundado por cinco hermanas Clarisas venidas de cuatro monasterios diferentes de Italia: Chieti, Atri, San Severino y Pollenza. Actualmente son trece hermanas en la comunidad. El domingo 17 de octubre de 2010 dos de ellas, sor María Pía y sor María Clara, participarán de la canonización en la Plaza San Pedro del Vaticano.
Informes: hnaspobrespuan@puan.com.ar .+
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