martes, 1 de junio de 2010

En Junio, Su Santidad invita a rezar por el respeto a la vida


La intención general de oración de Benedicto XVI para el mes de junio es: “Para que todas las instituciones nacionales y transnacionales se comprometan a garantizar el respeto de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural”. Y su intención misionera es: “Para que las Iglesias en Asia, que constituyen "una pequeña grey" entre poblaciones no cristianas, sepan comunicar el Evangelio y testimoniar con gozo su adhesión a Cristo”.
La situación de los católicos en Asia es difícil. Realmente constituyen una minoría que vive rodeada de millones de miembros de otras religiones o de personas que dicen no profesar ninguna religión. Desde el punto de vista humano, parece que no hubiera nada que hacer de cara a poder evangelizar ese continente, dada la desproporción entre el número de católicos y los más de mil millones de personas que no conocen a Cristo en esas tierras. Pero tenemos que volvernos con esperanza hacia la Palabra del Señor en el Evangelio que nos habla de una pequeña cantidad de levadura que hace fermentar toda la masa (cf. Mt 13, 33).
Desde sus comienzos la Iglesia ha vivido una situación de “minoría”, pero ha desarrollado su acción evangelizadora confiada en la “fuerza de lo alto” (Lc 24, 49), el Espíritu Santo, y descansando en la Palabra de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 20, 28).
En este sentido, el Papa Benedicto, hablando a los obispos de Asia Central en visita Ad limina, les decía: “¡No hay que desanimarse, queridos hermanos! Mirad las primeras comunidades de los discípulos del Señor, las cuales, aun siendo pequeñas, no se encerraban en sí mismas, sino que, impulsadas por el amor de Cristo, no dudaban en socorrer a los pobres y asistir a los enfermos, anunciando y testimoniando a todos con alegría el Evangelio. También hoy, como entonces, el Espíritu Santo es quien guía a la Iglesia” (audiencia del 10 de octubre de 2008).
El testimonio de la caridad y el anuncio alegre del Evangelio pueden cambiar los corazones. La Palabra de Dios no está encadenada (cf 2 Tim 2, 9) y tiene fuerza por sí misma para hacer nacer la luz en el interior de muchos. La Iglesia no evangeliza por un complejo de superioridad sobre otras religiones, ni por hacer proselitismo. La tarea evangelizadora proviene de la obediencia la mandato de Cristo, porque es “consciente de que toda persona tiene el derecho de escuchar la buena nueva de Dios, que se revela y se da en Cristo” (Ecclesia in Asia, 20).
Será siempre necesario buscar los medios más adecuados para poder presentar la Palabra de Dios de la forma más conveniente a la cultura y a la mentalidad de los hombres a quienes se dirige, respetando la libertad de consciencia y la libertad religiosa.
La fe es siempre un don de Dios, obra de Dios. Por eso, una persona, ante el anuncio alegre, convencido y convincente del Evangelio puede “abrirse a la fe después de una reflexión madura y responsable, y debe poder realizar libremente esta íntima inspiración. Esto no sólo beneficia a la persona, sino también a toda la sociedad, dado que la observancia fiel de los preceptos divinos ayuda a construir una convivencia más justa y solidaria” (Benedicto XVI, 2 de octubre de 2008).
En este mes dirijámonos a la Virgen María con las palabras del Papa, para que aliente en China y en todo Asia a todos aquellos que “en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando, para que nunca tengan miedo de hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús”

No hay comentarios:

Publicar un comentario