sábado, 13 de febrero de 2010

San Nearco y Polieucto, mártires - 13 de Febrero


La ciudad de Melitene en Armenia, que era una ciudad militar romana, es ilustre por el gran número de sus mártires. Entre ellos, el mártir de mayor alcurnia fue Polieucto, un oficial romano de padres griegos.
La crónica del martirio de Polieucto data del siglo IV.
Cuenta que él y otro soldado, el cristiano Nearco, eran “hermanos no de nacimiento sino por afecto” (una crónica del s. X recoge la tradición según la cual “cada uno de ellos creía vivir y respirar por entero en el cuerpo del otro”). Ambos eran de origen griego. La historia se desarrolla en Armenia.
Sucedió que Félix, suegro de Polieucto, funcionario romano, promovió una persecución contra los cristianos, hacia quienes éste sentía simpatía. Trató entonces su suegro de apartarlo de ellos mentándole a su esposa e hijos para que por amor a ellos ofreciera un sacrificio a los ídolos, pero Polieucto se negó.
Sabiendo Nearco que de ser descubierto sería decapitado, se entristeció por la posibilidad de no hallar en la otra vida a Polieucto, quién sentenció: “aún cuando la muerte nos separase, nadie sería capaz de disminuir la devoción y el amor que tenemos el uno por el otro.” Y le confesó que también él creía en Cristo, Quien Se le había aparecido en visión.
Así, Polieucto, “unido a Nearco por un amor sin límites”, compareció voluntariamente ante Félix declarando su fe. Ni las suplicas de su mujer Paulina quebrantaron su decisión. “Pero nunca olvidó a Nearco, pues eran una sola alma, una alianza en dos cuerpos”. Sus últimas palabras fueron para Nearco – de quien la crónica no dice si padeció martirio -: “Hermano, recuerda nuestro pacto sagrado”. Al punto, fue decapitado.
Sucedió esto durante la persecución de Decio o Valeriano hacia el 259.

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